domingo, 24 de julio de 2011

Desaparecerse.

La señora salió caminando con altivez del camerino. La chica se escondió detrás de la columna que había cerca de la puerta y contuvo de nuevo la respiración. El pecho parecía que iba a reventarle y sentía en el estómago un nudo enorme. Cuando dejó de escuchar el taconeo de los zapatos salió de detrás de la columna pero se topó con el chico, que también había salido. Sus ojos estaban algo colorados, pero él levantó la cabeza al verla y trato de ocultarlos.
- Elena.
- Venía a decirte que cojas tu bolsa con tu ropa. Parece que no volveremos al plató después del rodaje - susurró la chica, sin saber si podía mirarle. No sabía qué decir.
- ¿Has... escuchado algo? - preguntó.

- ¿Eh? No - contestó. ¿Por qué le mentía? No podía decirle que había escuchado todo eso, que conocía su infancia, sus sufrimientos desde niños, algo tan íntimo, personal y que nadie más que ellos conocían.
- Vale. Yo voy bajando -. Su voz sonaba completamente desanimada, como muerta. Eso la hizo sentir tristeza.

- Ahora voy yo - pudo decir solamente, mientras le veía coger la bolsa y salir del camerino arrastrando los pies por el pasillo hasta las escaleras.
¿Estaría bien? ¿En qué pensaba? Aquel día tenía que haber sido especial, era su cumpleaños, aunque nadie parecía recordarlo excepto cuatro personas que le llamaron al móvil mientras iban de camino a los exteriores de ese día en la caravana. Pero él no mostraba entusiasmo alguno. Eso la preocupaba. El chico, la mayoría de las veces, escondia muy bien los problemas que tenía, como había hecho con Saki. Pero esta vez, parecía realmente deprimido. ¿Cómo podía animarlo sin contarle lo que sabía? Si se lo decía, él se pondría más triste todavía y eso era lo que menos quería en ese momento.
Al llegar al pueblecito donde grabarían, todo el equipo empezó a trabajar. Intentó centrarse pero mientras la colocaban el pelo en una enorme coleta, seguía dándole vueltas a la cabeza. Y no pudo evitar hablarlo con alguien que casualmente pasaba por allí llevando unas cajas.
- ¡Yuu! - le llamó la chica.

Él se acercó, interrogante, dejando las cajas en el suelo.

- ¿Qué pasa, morena?

- ¿Por qué nadie ha felicitado a Sho? - le preguntó ella en un susurro -. Hoy es su cumpleaños, ¿no?
- ¿Eh? No. Que yo sepa, lo celebra en abril - dijo el chico, sin darle mayor importancia.
Cualquiera podría equivocarse con eso, porque nadie conocía el verdadero cumpleaños del chico.
Eso la dejó bastante confusa. ¿Qué estaba pasando allí? La chica trató de centrarse cuanto pudo en el rodaje. La escena en el pueblo estuvo llena de interrupciones y dobles tomas, fue bastante complicado ese día. Y ellos no estaban para que se les complicara todo de esa manera. En una última escena, uno de los focos de repente reventó. Todos se apartaron rápidamente y solo uno de los técnicos de iluminación se hirió en un brazo con uno de los cristales rotos. En la caravana, metieron el foco destrozado y al técnico y volvieron a la ciudad rápidamente. Tardarían un par de horas en llegar, esperaban que el chico pudiera aguantar. Siguieron grabando hasta que oscureció. Y entonces se dieron cuenta de que no había furgonetas para llevar el material y a todos los técnicos y demás personas de producción. Entonces se reunieron como si hicieran un comité de emergencia.
- Bueno, esto es algo que no esperábamos asi que... lo siento, pero alguno tendrá que quedarse en la casa rural del pueblo.

- Una furgoneta podría hacer dos viajes - propuso Yuu.
- No hay tiempo para tanto. Quiero decir, conducir de noche por estas montañas para venir al pueblo es casi un suicidio, por eso nos vamos ahora que todavía no ha anochecido. Lo siento, pero no tenemos más remedio que hacerlo así. Las personas del pueblo ya se han comprometido.

- ¿Quién se quedará? - preguntó rápidamente Elena.
- Pues, la verdad es que los técnicos deberíamos volver todos para montar el siguiente escenario. Así que, siento decir esto pero deberíais quedaros vosotros tres - dijo, señalando a los tres actores.

- ¿Eh? No, yo no puedo... - empezó Elena.

El chico de ojos claros de repente se dio media vuelta y echó a andar en dirección al pueblo. ¿Aceptaba quedarse perdido en medio de un pueblito de montaña con cincuenta habitantes el día de su cumpleaños? Por un instante, al ver sus hombros caídos, su espalda encorvada y su cabeza gacha sintió que tenía que estar allí, que debía quedarse aunque no pudiera ayudarle en nada, pero que tenía que estar con él.
http://www.mefeedia.com/watch/22963370
Pensó en Kay durante un momento y luego sacó el móvil del bolsillo para llamar a su amiga, la chica de la guardería. Sin decir palabras que pudieran sonar raras, como niño o pequeño, la chica le pidió a su amiga que se quedara esa noche con Kay hasta que ella pudiera volver. Esa noche, tenía que estar con él. Siguió a Yuu hasta la pequeña casa rurar con apenas ocho habitaciones en madera maciza. Vio a Sho subir por las escaleras, sin esperar a nadie ni decir nada de nada. Ella hizo lo mismo y entró en la habitación contigua. Un momento después, una chica con algo de ropa en las manos entró para dejársela sobre la cama. Agradecida, la chica se metió en la ducha para intentar tranquilizarse y pensar un poco más en lo que estaba pasando. El chico no estaba bien. Nunca había sido tan cerrado, tan poco hablador. Nunca había ignorado a sus compañeros de esa manera. Preocupada por él, Elena terminó su ducha y se secó rápidamente, poniéndose la ropa que la habían prestado, algo grande para ella. Salió y se acercó a la puerta del chico. Dudó en tocar, pero al final llamó suavemente. La respuesta no supo si era un gruñido o un bufido o qué, pero la cuestión es que la dejó pasar. Ella se asomó despacio y cerró la puerta tras ella. Él solo vestía pantalones que no eran suyos, por lo que supuso que también le habían prestado algo de ropa. Con el pelo mojado y el agua resbalando aún por su espalda y su torso, el chico la miró.

- ¿Qué pasa?

- ¿Estás bien?

- Sí - contestó solamente.

- Cambiaré la pregunta. ¿Qué te pasa, Sho? No eres como siempre, estás... triste, frío, alejado.

- ¿Tu que sabrás? - la espetó -. Es más, ¿qué haces aquí? Deberías estar en casa con tu querido hijo.

La chica se acercó a él y cogió la toalla de encima de la cama. La posó suavemente en el pecho del chico y le quitó un poco el agua.

- No te atrevas a utilizar a mi nene - susurró ella, mirándole la piel -. No te atrevas, Sho.

Él apartó la mano de la chica con suavidad y se dio la vuelta.

- Lo siento - musitó.
Volvió a sentir la toalla rozándole la espalda. Esta vez no se apartó.
- No me gusta ver tus hombros caidos - susurró ella, acariciándole la espalda con las yemas de los dedos, pasando por encima del agua -. Quiere decir que estás triste. Y no quiero que estés triste.
- No soy un niño - dijo él -. No me trates como si fuera tu pequeño.

- Mi pequeño cuando algo le pasa, me lo cuenta. Mi niño llora cuando se siente triste, o cuando simplemente tiene ganas de llorar, y me abraza y llora hasta que se cansa y se queda dormido entre mis brazos. No te compares con él. Kay es mucho más sincero conmigo que tu a pesar de que teneis veinte años de diferencia. No se quien es el adulto y quien el niño - dijo, apartándose un poco para ponerse delante de él.

Le obligó a levantar la cabeza por la barbilla y le miró a los ojos. Estaba seria, pero quería mostrarle con la mirada la tranquilidad y la calma que necesitaba. El chico se vio reflejado en esas pupilas oscuras y se sintió como ese niño cuando su madre le miraba de esa forma, como si le estuviera protegiendo.

- Yo no debería haber nacido, Elena - musitó él de repente, tragando saliva -. No debería...

Los brazos de la chica pasaron alrededor de su cuello y le abrazaron sin dejarle decir nada. Le acarició el pelo mojado y le apretó más contra su cuerpo.
- No. No digas eso. Todos tenemos una razón para vivir y estar aqui. Pase lo que pase, nunca pienses de esa manera - susurró. Se apartó un poco de él y le miró a los ojos -. Sho, feliz cumpleaños.

- Elena...

- Y gracias - susurró, apoyando la frente contra la de él -. Gracias por estar aquí. Gracias por existir.

Él se quedó en silencio, respirando contra la piel de la chica. Era la primera vez que alguien se alegraba de que él estuviera vivo.
- Para decir eso tendrías que conocerme - susurró él -. Tendrías que...

- Quererte como te quiero - dijo ella -. Sho, te conozco lo suficiente para saber que eres una persona adorable y que ni mi vida ni la de muchas otras personas hubiera sido lo mismo sin ti. Asi que por favor, escucha a las personas para las que eres importantes e ignora a aquellas que no te quieren y solo te causan dolor.

- Pero esas personas son importantes para mi. Deberían serlo. Y deberían ser las personas que más me quisieran y más apreciaran mi existencia y sin embargo... eres tú quien lo hace - susurró el chico.

- Pero no te aferres a esas personas por lo importante que sean si te hacen tanto daño, por favor. Es como agarrarse a una roca que se te está clavando en la mano, como coger el fuego con los dedos dos veces seguidas a pesar de saber que te quemas. No es justo para ti, Sho. No te fuerzes de esa manera - susurró ella. Entendía que se refería a su madre. Ella era alguien importante en su vida y lo sería siempre pasara lo que pasase pero no soportaba verle así, no podía. Por encima de cualquiera, de quien fuera, quería verle sonreír.

- No puedo evitar ser quien soy - susurró.
- No tienes que dejar de ser quien eres para ser feliz. Puedes vivir así, pero vive tu vida, Sho, no la de los demás. Tú propia vida, nene - le dijo, pasándole la toalla por encima del pelo y empezando a frotarlo con suavidad para secárselo un poco.
- Pero, con todo esto, cuando pasan cosas así yo... a veces quiero solo desaparecer - dijo él.
- Ni sueñes con algo así. No te permitiré alejarte de mí... de tu mundo, donde tienes que vivir tu realidad y tus sueños - añadió, frotándole algo más fuerte como si asi pudiera quitarle esas ideas de la cabeza -. Tu no eres un cobarde que huiría de lo que tiene que enfrentar por doloroso que fuera, lo sé.
- ¿Por qué me dices cosas así ahora? - preguntó, bajando la cabeza para que no le viera los ojos y le secara mejor el pelo.
- Porque eres especial para mi - dijo ella, frotándole algo más fuerte el pelo -. Por eso quiero estar a tu lado apoyándote.

- ¿En vez de estar con tu hijo?
- Tenía que quedarme de todas formas - se excusó, apartándose un poco de él.
- No mientas. Habrías hecho cualquier cosa por estar con Kay y en cambio estás aquí, conmigo - insistió, dando un paso hacia ella -. Reconoce que estabas preocupada por mi y decidiste quedarte.

- ¿Y de quien es la culpa? Si no hicieras que me preocupara, no tendría que haber dejado a Kay con otra persona - le espetó, sin levantar la voz.

- Asi que te quedaste por mi - repitió él, mirándola a los ojos -. Eres adorable, Elena.
La chica fue a contestar a aquello pero el teléfono del chico sonó y él se sobresaltó. Algo molesto, tuvo que responder.
- ¿Qué pasa?
- ¿Dónde estás? - preguntó Saki -. Prometiste llamarme.

- Grabando en exteriores. No podré ir esta noche.
- ¿¡No estarás con ella, verdad!?
- Que no, Saki, no seas paranoica.
- Déjame hablar con alguien que esté a tu lado, con un hombre - le exigió.

- Esto no me puede estar pasando a mi - maldijo él por lo bajo, saliendo de la habitación.
El chico le pasó el teléfono a Yuu, que estaba en la habitación contigua, para que él le dijera algo. Realmente colgó después de soltarle un sermón a la chica porque Sho le había despertado para hablar con ella. Cuando volvió a la habitación Elena miraba por la ventana, como concentrada. Estaba preocupada por Kay pero se había quedado con él. Tenía el corazón divido, ¿no? Caminó hacia ella y la abrazó por los hombros. La chica pareció dejarse pero luego se revolvió un poco para al menos girarse a mirarle.
- Sho, que ahora esté aquí, que te haya dicho todas esas cosas... no significa que tu y yo podamos... ya me entiendes - susurró.
- No podemos estar juntos ni nada por el estilo, ¿te refieres a eso?

- Sí. Y no solo por Saki, o por Kay o por la opinión de los demás que me importa un bledo. Es que... no puedo, de verdad - dijo, apartándose de él.
Sho la sujetó de la muñeca y la detuvo, obligandola a mirarle.

- Solo por esta noche. Déjame mandar todo a la mierda esta noche, Elena. Olvidarme de absolutamente todo. Se mi chica. Solo por esta noche - la pidió, dando un paso hacia ella -. Nadie va a enterarse de esto, nadie va a saberlo más que nosotros. Imaginemos que no existe nada fuera de esta casa, de este pueblo. Solo somos nosotros dos - susurró, acariciándola la mano con la que la sujetaba.

- Sho...

¿Cómo negarse a algo que ella misma había pensado y deseado? Asintió muy débilmente con la cabeza y el chico apagó la luz. Apartó las sábanas de la cama para que ella se tumbase y luego volvió a mirarla.

- Dormiré ahí al lado - la dijo -. No te preocupes y descansa - susurró, besándola la frente.
- ¿Me pides que me quede para dormir en el sofá? No seas idiota - le dijo ella, dándole unas palmadas al colchón -. Si esta noche es nuestra, es nuestra y punto. Hazlo adecuadamente, ¿quieres?
Él soltó una carcajada y se tumbó a su lado, pasando los brazos por su cintura y dejando que ella se acostara sobre su pecho desnudo. Ella soltó una carcajada. El chico estaba frío a causa del agua de la ducha. Él echó la sábana sobre ella y la acarició la cara, mirándola fijamente. Ojalá pudiera ver aquella imagen al despertar. Pero el qué pasaría después de esa noche, cuando amaneciera, no era algo que les quitara el sueño en ese preciso momento.

2 comentarios:

  1. Es jodidamente adorable. Yo quiero :8
    Y eres impresionante increíble

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  2. Me encanta como siempre, es precioso. Como siempre digo expresas muy bien los sentimientos de tus personajes. Sigue así ^^

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