sábado, 23 de julio de 2011

¿De qué color será pintado nuestro futuro?

El chico sintió un nudo en el estómago cuando su móvil empezó a vibrar. Lo sacó del bolsillo del pantalón y el nombre en la pantalla iluminada le hizo sentir ese nudo en la garganta. Era el director de la cadena. Aquello se había convertido en su peor pesadilla. Maldiciendo en todos los idiomas que conocía y en los que no, Sho buscó una forma de pasar desapercibido pero no la encontró. Y Elena apareció tan tranquila en dirección a la cadena. Apenas la vio fue a salir corriendo hacia ella pero otra persona la amarró antes por la espalda y la hizo dar media vuelta. Caminó con ella hasta el edificio contiguo a la cadena y Sho les siguió. Una vez los objetivos de esas cámaras que parecían querer cazarlos estuvieron fuera de su alcance, ellos se miraron.
- ¿Las has visto? - preguntó él.
- No, ¿el que? ¿Que pasa?

El chico que la había ayudado la tendió una de esas revistas con la foto de ambos en la portada. La chica dejó caer al suelo el bolso que llevaba y sus ojos mostraron verdadero pánico. Miró a los dos chicos, desconcertada y confusa.

- ¿Qué es esto? ¿Qué es todo esto? - susurró.
- Creo que los periodistas no se fueron ayer. Estaban esperando precisamente a verme salir de tu casa - dijo Sho.
-
¡Maldición! - gritó ella, tirando la revista al suelo -. Tenía que haberlo supuesto, esos reporteros no iban a dejarte en paz, ¡lo sabía!

- Lo siento, yo...
- Sho, lo último que necesito ahora es que te disculpes - le cortó ella, empezando a dar vueltas como una fiera enjaulada -. No es culpa tuya. Si te hubiera dicho desde el principio que te quedaras y no hubieras salido...

- Os estarían esperando ahora por la mañana - la cortó con suavidad el otro chico.

- Yuu tiene razón, nos hubieran descubierto igual. Y además, hubiera sido peor esta mañana - musitó, mirándola a los ojos. Pudo ver aquel miedo en ellos y supo que era por el niño -. Debería haberme enfrentado a ellos al principio.

- Y te hubieran comido - soltó ella -. No. No iba a dejarte así. No podía.

Sho recordó en ese momento las palabras de Kay. "A mamá le gustas, Sho." ¿Hasta que punto era eso verdad? Parecía desesperada por protegerle, pero tenía grandes problemas para compaginar eso con su hijo. Y eso tenía que ser horrible para ella.

- Y cargaré con las consecuencias - susurró ella entonces, mirando el móvil, que vibraba. El director también la llamaba a ella. No iba a cogerlo. Esas cosas había que hablarlas cara a cara y además, para escuchar gritos ya se tenía a si misma. Su cabeza era un hervidero de cosas en ese momento que la gritaban las cosas que tenía que hacer, la que no y que era idiota.
- Bueno, chicos, para empezar, hay que entrar en el edificio, ¿no os parece? - les interrumpió Yuu.
- ¿Cuál es el plan? - preguntó ella.
- Ahora mismo, la puerta principal...

- La puerta principal no es un plan, es un suicidio - comentó. Trataba de calmarse y aunque su voz pareciera tranquila, sus ojos no decían los mismo.

- Tranquilízate, Elena - la pidió. Solo iba a decir que la puerta principal era un hervidero de víboras esperándoles, pero la chica parecía tan asustada que no le dejaba ni hablar -. Para eso estoy aquí. Para sacaros las castañas del fuego sin tener que suicidaros.

El chico sacó un carro de detrás de una pila de cajas. Era el carrito de la limpieza. Le tendió un mono a Sho y otro a ella, pero la chica tendría que ir dentro del carrito, tapada por trapos y sábanas que llevaban para la zona VIP, donde había habitaciones para los directores y subdirectores, para los actores y los invitados especiales. No es que se usaran a menudo, estaban cerradas, pero el presidente parecía haber usado una esa noche y necesitaba un cambio. Aprovechando ese golpe de suerte, Yuu había logrado hacerse con el carrito y los monos de chicos reponedores que llevan la ropa para que las chicas de limpieza lo ordenaran y lo colocaran todo. Yuu y Sho empujaron el carrito con ella bien escondida para entrar por la puerta de atrás. Hasta allí había periodistas esperando, por si acaso. Sho se ajustó la gorra en la cabeza y bajó la mirada un poco, mientras seguía empujando el carrito por orden silenciosa de Yuu, que no le dejó detenerse ni un solo segundo. O les habrían descubierto. A pesar de estar ya dentro, a salvo, relativamente, el chico no les dejó quitarse el disfraz ni a Elena salir hasta que no llegaron a la planta de arriba. Al despacho del presidente. Era mejor que lo aclarasen todo cuanto antes, mejor antes de empezar a grabar las escenas de ese día. Ellos se cambiaron, quitándose los monos y arreglándose un poco la ropa y llamaron a la puerta. Yuu esperó fuera.

- ¿¡Qué es todo esto!? - gritó el presidente apenas les vio. Daba vueltas en la oficina como si estuviera encerrado.

- Presidente, nosotros...

- ¡Mirad, no me importaría nada esto, de verdad! ¡Me parecería perfecto! ¡Pero tú tienes una novia, Sho! No es la primera vez que os ven juntos y ahora... ¡estás quedando como un cabrón!

- Espere, Presidente, realmente es ella la que me hizo...

- Deje que yo me explique - pidió la chica. Miró a Sho, que la cedió la palabra, y luego volvió la vista hacia el Presidente -. Sho tuvo problemas con esa chica. Ella montó una fiesta estudiantil en su casa, estaba alcoholizada y ellos discutieron - resumió -. No se si está al tanto, pero hay cierto periodista que tiene contactos con la policía. En el último escándalo de fiestas con alcohol lo escuché sin querer - confesó -. La novia de Sho estaba montando una fiesta y creo que la policía fue allí. Tal vez por la fiesta o por la discusión que tuvieron estos dos, no lo se. Pero alguien filtró que se trataba de él, que había un escándalo, y le siguieron como buitres. Cuando llegó a mi casa, le perseguían. Eran una avalancha, se lo hubieran comido, de verdad, no creo que le hubiera escuchado. Presidente, no podía dejar que eso se convirtiera en algo que la prensa terminara por inventarse y creí que a mi no me habían reconocido, pero me equivoqué y al final, nos vieron a los dos. No es culpa nuestra, estaban espiándonos, se quedaron hasta que él salió - explicó. En su voz se notaba la desesperación que la causaba aquel tema.
- Yo os entiendo, Elena, no es a mi a quien se lo teneis que explicar. Pero si esa chica decide ponerse a hacer platós por ahí contando mierda, tendremos problemas. Todos tendremos problemas, ¿lo entendeís?

- Lo siento - dijeron ambos a la vez.

- Está bien, vamos a calmarnos y pensemos, tal vez una rueda de prensa ahora... - empezó a decir, apoyándose en la mesa, aún algo nervioso. Entonces el móvil empezó a sonar ruidosamente -. Ahora no estoy para nada, no me... ¿¡qué!? ¿¡Pero como es posible!? - su vista llena de pánico y de rabia se centró en Sho -. ¡¡Detenedla!! ¡Ya!

Colgó y tiró el móvil sobre la mesa. Corrió hacia Sho y le sujetó por los hombros.
- ¡Esa chica está aqui! ¡Está loca!

- ¿Eh? ¿Qué? ¿Quien?

- ¡Esa chica, Sho! ¡Ha venido hasta aquí y está loca! ¡Va a suicidarse!

- ¿¡Qué!? - gritaron los dos.
- ¡Amenaza con suicidarse aquí mismo si no te ve! ¡Corre, maldita sea!
- ¿¡Dónde esta!? - gritó Sho, visiblemente nervioso.
- En el plató del estudio B - dijo el hombre antes de que ambos salieran corriendo de allí tan rápido como podían.

No era posible. No, Saki no podía hacer eso. Ella no era el tipo de chica que haría locuras como esa. ¿Pero en qué estaba pensando? Ya no reconocía a la chica que una vez creyó querer. Bajaron las escaleras tan rápido como podían. El estudio B estaba bastante apartado de las oficinas. Sho bajaba más rápido que ella a pesar de que la chica llevaba unas zapatillas normales. Gracias a Dios no era el tipo de mujer que se ponía tacones para ir a la grabaciones. Vamos, que era la excepción entre las mujeres que lo hacían, que eran prácticamente todas. Él la tendió la mano y ella la aceptó tras vacilar un segundo.
http://www.youmaker.com/video/svb5-83ddc9d387b840b29b1191977449d0c7001.html

Con la mano de ella entre sus dedos fue capaz de calmarse un poco y de hacer que su corazón latiera fuerte solo por correr y no por la angustia y el miedo. El estudio B estaba lleno de personas del staff y la producción. El chico se abrió paso entre ellos y cuando llegaron frente a la chica, soltó a Elena. Ella se sintió un poco mal, pero no hizo caso a ese leve sentimiento y miró hacia el plató. Era uno de esos que tenían para preparar escenas concretas en los que había que montar un escenario especial y que ahora estaba completamente vacío. Solo con la chica en medio. Sostenía un trozo de cristal bastante grande contra su muñeca izquierda, la cual amenazaba con cortar.
- Sho - susurró al verle.
- ¿¡Qué demonios estás haciendo!? - la gritó, con la respiración entrecortada -. ¿¡Estás loca!?
- ¡Sí! ¡Sí, Sho, estoy loca, pero loca por ti!

Eso le dolió. Todo aquello era culpa suya. Las palabras de Elena intentaban hacer que pareciera cosa ajena pero realmente él sabía que todo era culpa suya. Por querer a una persona pero estar con otra por quien ya no podía sentir nada más que pena.
- Venga, Saki, suelta eso y ven aquí.

- ¡No! ¡Esa chica está contigo incluso ahora! ¡Deshazte de ella!
- ¡Saki! ¡Trabajamos juntos y todavía nos queda un tiempo para terminar! No me pidas imposibles. Puedes intentar competir contra otras mujeres, pero ni siquiera pienses en competir contra mi trabajo. Porque no puedes ganar. Asi que deja de hacer tonterías y suelta eso, por favor - la pidió.
- Vuelve conmigo - dijo ella.
- Basta ya de tus niñatadas, Saki. ¿Es que no ves que estás causando problemas a toda esta gente con tu actitud?
- ¡Di que me quieres! - insistió.

- ¿Qué? ¿Quieres que te lo diga? Vale. Te quiero. Pero ten en cuenta que cualquiera diría lo que fuera con tal de que no hicieras ninguna tontería. Así que tu sabrás si esas dos palabras en este momento tienen sentido para ti.

Elena no se podía creer la calma con que Sho lo estaba manejando todo. Aunque por dentro era un manojo de nervios y sentía que si ella intentaba hacer algo de verdad, desesperaría en serio.

- ¡No me digas esas cosas! - gritó, mientras lloraba a lágrima viva -. ¡Tú me quieres, yo lo se! ¡Vuelve conmigo, Sho!

- No mientras tengas eso ahí - dijo él.
- ¡Si no lo haces soy capaz de cualquier cosa! ¡Y como vuelvas a acercarte a esa zorra igual!

- ¡Te he dicho que no es culpa suya, que no la insultes! - gritó él. El silencio del resto de las personas que estaban allí todavía le hacían sentirse peor -. Y que trabajamos juntos, ¿no eres capaz de entenderlo?
- Si vuelves a acercarte a ella más de lo profesional, te juro que soy capaz de cualquier cosa.
- Basta ya, no me creo tus juegos, eres una cría, Saki - dijo él, cansado y con los nervios a flor de piel.
- ¿Por qué me dices todas esas cosas horribles, Sho? Yo por ti sería capaz de cualquier cosa.

- Eso es lo que más miedo me da. Que tu amor es enfermizo, es una obesión y es de mentira - aseguró.
Sus ojos se volvieron un momento a Elena. La chica no le quitaba la mirada de encima a esa chica. Sus pupilas mostraban miedo y también culpa. Si pudiera en ese momento en vez de pelear con ella por lo que le había hecho a él, ella pediría perdón. A veces pensaba que Elena era tonta de lo buena que era.
Al verle mirarla de reojo, como si con esa mirada pudiera protegerla, la chica en un acto de rabia, hundió el cristal ligeramente en su muñeca, mientras algunos gritaban en silencio y otros en alto al ver la sangre de la chica gotear en el suelo. Sho volvió la cabeza en un violento movimiento hacia ella y tragó saliva. Acababa de firmar su sentencia.
- Está bien, Saki. Volveré contigo a casa, esta noche, ahora tengo que trabajar. Así que, por favor - susurró, acercándose lentamente a ella -, suelta eso.
- ¿No quieres perderme, verdad? - preguntó, esperanzada de pronto. Realmente era bipolar.
- Saki... - No quieres, ¿a que no? - insistió, con la mirada iluminada.
- No puedes hacerte esto. Venga, por favor, deja ese cristal en el suelo - intentó evadir sus preguntas pero era complicado. No podía decirla esas cosas en una situación como aquella.

- ¿Entonces me abrazarás y no te separarás de mi nunca, vale?

El chico llegó hasta ella y la cogió de la muñeca para quitarle el cristal despacio. Lo tiró al suelo y ella se echó a su cuello con fuerza, haciendo que el resto de personas que estaban allí, respiraran aliviados de una vez.
- No vuelvas a hacer una cosa como esta - la dijo mientras le abrazaba. Él no fue capaz de cerrar los brazos alrededor de ella.
- Te he dicho que haría cualquier cosa por ti - dijo ella, separándose un poco para besarle.

- Tengo que grabar unas escenas hoy en exteriores - la comentó -. No se si volveré por la noche.
- Llámame cuando sepas algo, ¿vale? - le pidió, acariciándole a cara.
¿Cómo podía cambiar tan de repente de forma de ser? Ahora parecía buena persona y todo.
Después de curarla el corte de la muñeca con el botiquin de emergencia, la acompañó hasta la puerta de salida trasera. Los periodistas seguían allí y la chica le obligó a salir con él. Los flashes se dispararon contra ellos rápidamente y la chica empezó a desmentir aquellas fotografías como si lo hubiera hecho durante toda la vida. Cuando Sho volvió, consternado y aún algo confuso, fue dificil grabar la escena en la que ambos debían despedirse y decirse adiós. La situación no era demasiado distinta de la que acababan de vivir, por lo que las emociones a flor de piel fueron grabadas por completo por las cámaras y admiradas por el director del rodaje, a quien le gustó realmente la interpretación de ambos.
Cuando terminaron, se dirigieron a los camerinos para cambiarse y salir hacia los exteriores que ese día serían su escenario. Elena le evadió, directamente y él se dio cuenta. No sabía que le dolía más, si el escándalo en el que la había metido o que ella estuviera enfadada con él. Suspirando entró en el camerino para cambiarse y quitarse el uniforme antes de mancharlo, porque además el rodaje fuera sería vestidos con ropa normal. Y allí dentro se encontró a la última persona que esperaba ver ese día. Tragó saliva y dio unos pasos hacia ella, quien con la elegancia que la caracterizaba, se levantó y le miró, con la cabeza más alta que él como si fuera mejor.

- ¿Qué haces aquí? - susurró él. "Hacía diez años que no te acordabas de mi cumpleaños", pensó él.

- He venido a preguntarte por esto -. La mujer tiró unas revistas en el suelo y volvió a mirarle. Su gesto era inflexible y frío.
- ¿Qué?
- ¿Es que a tu edad sigues sin entender que no debes manchar el nombre de la familia? Eres un consentido, siempre haciendo lo que te da la gana por ahí con quien te da la gana y menos te conviene - dijo ella, algo exasperada.

¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasar eso justo en ese momento? Estaba siendo perseguido por la prensa, el presidente le había dado un sermón, Saki le obligaba a quererla y Elena le huía porque ambos sabían que debían hablar seriamente de lo que había pasado. Y más con Kay de por medio. Todo ese cúmulo de cosas en el día de su cumpleaños, el cual su madre ni recordaba. No podía ser verdad.

- No tienes ningún derecho a decirme esto ahora - dijo él, mostrando cierta frialdad en la voz -. Siempre he hecho lo que habeís querido, estudié como queríais, me comporté como debía comportarme. No sigas controlándome como a un niño. Porque por si no te habías dado cuenta, ya no lo soy - dijo, cortante -, Señora.
- Vaya, ahora ni siquiera me llamas mamá - dijo ella, con cierto desdén en la voz.
La chica tras la puerta se apartó de la rendija y se tapó la boca con las manos. Había ido a buscar al chico para decirle que cogiera la bolsa con su ropa por si acaso no volvían al plató de la cadena desde la grabación en los exteriores. Pero aquello la había cogido totalmente por sorpresa. Había visto a aquella mujer al pasar por uno de los pasillos por los que corrieron para llegar al estudio, en una de las salas para los invitados especiales que esperan ver a algún directivo. Pero tampoco se había fijado mucho. ¿Aquella señora era la madre de Sho? Él nunca hablaba de su familia. Parecían ser una familia muy poderosa y de dinero, pero él nunca contaba nada. No se conocía a sus padres ni si tenía hermanos o cosas por el estilo. Ni tampoco su relación con ellos. Ahora se daba cuenta de que no era muy buena. Por eso tal vez el chico parecía tener esa nostalgia en los ojos cuando anoche jugaba con Kay o compartía el helado con ellos. ¿Qué tipo de madre era aquella que no había querido a alguien tan adorable y admirable como Sho? Aún con las manos en la boca, conteniendo el aliento, volvió a asomarse.
- Mira, Sho, yo solo busco el bien de la familia y su renombre. Y si piensas desprestigiarlo, entonces abandona la familia.
- ¿Eso es lo único que te importa, no es cierto? Cómo me sienta yo, qué quiera yo, eso son cosas que no importan.
- Dan igual siempre y cuando no perjudiquen nuestro estatus ni nuestros negocios. Eres demasiado famoso y tus escándalos nos afectan mucho directamente. No te di a luz para que nos pagaras con tu irresponsabilidad.
- No debiste darme a luz si luego ni siquiera te ibas a acordar de cuándo fue eso - rugió él, mirándola con una expresión desafiante, fiera. Como la que esa mujer tenía en los ojos.
- ¿Hoy? - susurró ella.
- Viniste aquí sin saberlo, para volver a echarme en cara lo caro que te costó darme a luz y mantenerme, ¿no es así? Nunca pensaste en mí como un hijo sino como en un estorbo que no debería existir. No me diste cariño, no me sonreías todas las mañanas porque no estabas a mi lado nunca. Todas esas cosas que un niño echa de menos, ¿como pudiste negármelas? ¿Cómo pudiste abandonarme así?

- ¡Nunca estuviste abandonado!

- ¡Ni siquiera estuviste conmigo aquel día que me puse tan enfermo por jugar en la nieve! - la espetó -. ¡Estabas mejor con aquel hombre que te tenía medio loca, actuaste como una quinceañera irresponsable!

- ¡No me hables así, Sho, te lo prohibo!

- Una madre sabe lo que le pasa a su hijo aunque no hable, una madre cuida de su hijo por encima de todo, una madre se dedica a su hijo antes que a cualquier cosa, incluso piensa en su hijo antes de aceptar una relación por lo que ésta pueda provocar en el niño -. Elena volvió a taparse la boca. ¿De qué estaba hablando si él no era madre? ¿Por qué decía esas cosas con tanta seguridad? -. Una madre juega con su hijo, le hace sonreír, le hace feliz - soltó el chico, cada vez más decepcionado con su madre y más histérico. No soportaba a esa mujer, esa forma de parecer superior cuando era lo peor -. ¿Hiciste tu algo de eso? ¿¡Te sacrificaste alguna vez por mi a parte del día que me tuviste que parir!? ¡Yo no te importo y nunca te importé! ¡No tienes ningún derecho a llamarte madre!

La mano enjoyada de la mujer se estampó con mucha fuerza en la mejilla del chico, para obligarle a callarse, ya que no podía rebatirle con palabras. Volvió los ojos hacia ella y vio que levantaba de nuevo la cabeza en un signo de altivez. Los ojos del chico mostraron también ese orgullo que tenía, que ahora estaba algo herido y la miró a los ojos de nuevo, fiero. Él contuvo sus ganas de gritar, de llorar, de salir corriendo. Gracias al recuerdo de la sonrisa de felicidad de Kay. Adoraba a aquel niño y saber que él nunca tendría que pasar por algo así porque tenía la madre que él siempre había deseado, le llenaba de fuerza. Tanta como para soportar a su madre.

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