miércoles, 23 de junio de 2010

18 y subiendo.

Ahora sí que sí.

¿Mi primera cosa absurda y surrealista totalmente? Hablar del onanismo con un tio que vive en el culo del país solo porque de repente hago una pregunta normal y corriente que deriva en la conversación más extraña de mi existencia.


Si es que los 18 son muchos 18. Si ya lo decía yo.
Tampoco me puedo creer que mi primera emoción con 18 años fuera ver un dorama japonés. Que hasta he saltado en la silla, se me ha encogido el corazón de ganas de ver qué pasaba y me he enamorado del protagonista, joder. A la mierda las series sudamericanas en plan culebrónico. Donde estén las japonesas... ¡si es que por algo quiero yo irme allí, hombre!

Y mi mente esta gritando ¡friki, friki! Pero ahora mismo, es lo que menos me importa de todo.


Aunque la verdad es que tengo ganas de saltar, de correr, de reír, de cantar. También de marcharme, pero eso entra parte de la diversión. Esta vez, voy a ser yo la que juegue contigo. Porque ahora no puedes hacerme daño. No después de todo. Solo puedo sonreír como una estúpida sin sentirme estúpida. ¡Porque sí! ¡Porque me da la gana!

domingo, 20 de junio de 2010

Un día cualquiera de un mes cualquiera de año cualquiera...


Y ahora abriré mis alas y volaré.
Sopla las velas.
Cierra los ojos.
Pide un deseo.
Esta es la última tontería que hago con 17 años. Y la primera con 18.

jueves, 17 de junio de 2010

Retratos de una noche.

Se revolvió suavemente entre las sábanas. Al sentir el roce de otra piel, caliente, que se erizó ligeramente ante su contacto, sonrió con los ojos cerrados. Sus pupilas verdes enfocaron poco a poco el techo blanco de la habitación. Parpadeó unas cuantas veces y, con cuidado de no despertarla, se separó de ella, cogiendo la sábana con él y echando sobre el cuerpo de la chica la colcha de color blanco. Anudó la tela a su cintura y la remangó, para poder caminar hasta la terraza. Al salir, lo primero que hizo fue coger aire con fuerza y dejarlo escapar en un solo suspiro. ¿Qué estaba haciendo? Aún peor, ¿qué le estaba haciendo a ella? Ni siquiera sabía si realmente la amaba. Sabía que la quería, que cuando ella estaba bien, él estaba bien, y que la sola idea de que la pudiese pasar algo le enfurecia y le asustaba a la vez. Sabía que quería protegerla de cualquier cosa. Pero no sabía si los te quieros podrían ser te amos. Incluso había llegado a pensar que simplemente la quería como un hermano mayor y que la cuidaba por el sentimiento parterno-filial que despertaba en él. Y si a eso le sumaba su forma de ser con ella, entonces su cabeza se volvía un huracán de pensamientos.
Se apoyó en la balaustrada de la terraza, mirando la bóveda celeste. Brillaba. En ese instante, escuchó la cortina descorrerse y se incorporó. La figa de la chica se dibujó a través del cristal, que ella abrió.
- ¿Qué haces ahí?
- Pensar.
- Entonces te dejo con tus pensamientos.
- No, por favor. Ven.
La tendió la mano y ella sonrió. Él se sintió egoísta de pronto. Cuando sentía la necesidad de tocarla, ella siempre estaba ahí. Cuando necesitaba palabras de consuelo o abrazos o una simple mirada cómplice, ella estaba ahí. Pero cuando él no quería o no se sentía con ganas de escuchar los problemas de nadie, ni de comerse la cabeza, ella no lo molestaba con absolutamente nada. Ni siquiera le besaba si él no lo hacía primero. Para no molestarle.
Odiando su estupidez, aferró la mano de la chica y tiró de ella hasta acercarla a su cuerpo. Como la sábana la tenía él, la chica estaba desnuda frente a él. El chico se quitó la tela y la hizo una seña para que se acercara a su cuerpo. Ella dio un paso y apoyó la cabeza en su hombro y las manos en su pecho, sintiendo en las yemas de los dedos la piel caliente del chico. Él volvió a enroscar la sábana alrededor de sus cinturas y luego dejó sus brazos descansando sobre la cadera de ella, quien le miraba con esa sonrisa que a veces, era como un puñal en medio del corazón.
- ¿Estás bien?
- Sí. Realmente... - las palabras se atragantaron en su garganta.
- Si estás bien, entonces ya está - sonrió ella, dándole un ligero beso en la mejilla.
Por el amor de dios, ¿acababan de hacer el amor durante casi toda la noche y ella le daba un beso en la mejilla? ¿Cómo podía él haberle dado la imagen de tipo cretino que se comporta de forma fría frente a sus ojos? Poco a poco se daba cuenta de que quizá, no fuera eso lo que él buscaba.
- Me gusta tenerte así - susurró, bastante bajo.
Ella entrelazó los brazos en el cuello de él, besándole bajo la oreja para luego susurrar:
- Te quiero.
- Yo también te quiero - murmuró él -. Puede que este no sea un te quiero de película, ni el que esperabas, que es peor, pero...
- Pero es tu te quiero - atajó ella, volviendo a mirarle -. Lo has dicho tú y es para mí. No necesito nada más que eso.
El chico la acarició la mejilla con suavidad, mirándola a los ojos para verlos brillar tanto o más que las estrellas que se suspendían en el firmamento.
- Lo siento. Por ser como soy. Pero es que siento que no es necesario gritarle al mundo lo que siento. Prefiero susurrártelo a ti. Es solo que a veces pienso que tú te mereces algo mejor que un cretino con piel de cordero como yo - dijo, desviando la mirada.
- No lo sientas. Yo se lo que quiero y lo que siento. Y siento que te quiero. A ti. Tal y como eres. Aunque no me beses a menudo ni delante de nadie porque eso te incomoda de sobremanera, aunque no vayamos cogidos de la mano por la calle, me gusta como me miras cuando no estoy a tu lado, me gusta como estamos cuando estamos solos, me encanta que me hagas el amor como si yo fuera la única mujer del universo. No tienes derecho a pedirme perdón por hacerme sentir la persona más feliz del mundo - susurró.
Esta vez, fue ella quien le besó. Él se quedó algo sorprendido al principio, pero después aquel cálido sentimiento que la chica despertaba en él se encendió y sus manos se aferraron más fuerte a su cadera, para empezar a recorrer su espalda desnuda lentamente, mientras con sus labios entreabrió la boca de la muchacha y profundizó aquel beso, buscando con su lengua la de ella para juguetear, conviertiéndolo en una salvaje y dulce tortura para los dos.
- Te quiero - musitó él al separarse unos centímetros para dejarla respirar. Aquello le había salido del corazón.
Ella sonrió y con sus labios cortó el hilillo de saliva que unía sus bocas para dejar que el chico volviera a devorarla como si se le fuera la vida en ello. Sus manos comenzaron a buscar la piel, a rozarla con sutilidad.
Una última mirada y la noche se hizo eternidad.


Si me buscas, estoy en el cielo. Porque existe, y tiene tu nombre.
http://www.youtube.com/watch?v=ofA3URC1wyk



La estupidez es el cuento de mi vida. Pero la felicidad tiene un nombre... ¡FIN!


Siempre es siempre.

sábado, 5 de junio de 2010

Forever.

Esta es la primera vez que siento que me quedo sin palabras, que el mundo es magnífico, gira en torno a mi felicidad y nada puede estropear nuestros momentos juntos. Han sido dos años. Dos años de intensa convivencia. Que han desembocado en esto.

http://www.youtube.com/watch?v=KVir_68wyH0

Son muchos los momentos, muchas risas, muchos gritos y enfados, muchos momentos inolvidables, tantos, que no tendría blog suficiente para describirlos. Ha sido hasta el momento la mejor época de mi vida, una etapa que jamás olvidaré porque siempre, siempre estareís ahí. No se puede olvidar algo que el corazón siempre recuerda.




http://www.youtube.com/watch?v=rQi8wEHMm5Y
Digamos que todavía no he llorado. Porque realmente no soy consciente de que todo esto, se ha acabado. Cuando lo sea, no habrá pañuelos suficientes en mi casa como para quitarme todas las lágrimas que dejaré caer. Hasta entonces, solo decir GRACIAS A TODOS, CHICOS. SOIS LOS MEJORES.
FOREVER YOUNG.