miércoles, 29 de julio de 2009

Respirar hondo un segundo

Estoy algo más tranquila. Amargada, pero tranquila. Quizá hacer algo sea más fácil de lo que parecía. Hoy ha habido un "nuevo contacto" via sms. Parece que está suave como una balsa, que en la contestacion del otro sms notó que algo había raspado y no ha vuelto a cagarla. Pero aún así, pienso seguir peleando contra él, esto no se quedará así. Lo juro.



Te quiero muchisimo, peluche, ahora mismo, tú eres lo único que tengo. Gracias, muchas gracias por todo.




Desde luego, este no es el verano de mis sueños, ¿eh?

martes, 28 de julio de 2009

I´m afraid... afraid to fall

La confianza ciega no existe. Al menos, aunque yo la haya demostrado, nadie lo ha hecho conmigo así que... Si la relación que se supone que he establecido para protegerla, se deteriora, nos perjudicará a ambas, joder. Y todo por su malito orgullo. Si yo me he tragado el mío por ella, ¿por qué ella no hace nada por mi?

Tengo miedo, mucho miedo.


Y ahora... el puente colgante sobre el que camino empieza a ceder... se debilita, lo siento, lo se... no puedo caminar... caeré... ¿debo tener miedo a caer? ¿o no? ¿podré levantarme después? ¿y si no puedo? ¿qué haré? Debo seguir hasta el final, ¿no es así?

Entonces... ¿por qué me siento en este instante como si no pudiera con ello?




Te necesito... seas quien seas... te necesito...

Odio y venganza por encima de amor...

¿Cómo mantener un débil corazón de princesa y seguir sintiendo un alma rebelde sino encuentras más que obstáculos en el camino?
Hay cosas que no se pueden perdonar. El miedo, la rabia, la incertidumbre de qué pasará, la congoja... unidos, pueden hacer sentir a la persona más noble del mundo, el sentimiento más horrible. El odio. Y después, escondido detrás del odio, espera, paciente y silenciosa como una víbora, la venganza. El odio es un sentimiento que, una vez dado rienda, apenas unas pocas personas pueden controlar. Y yo no estoy dentro de esas pocas personas. Este sentimiento podría hacer que el ser más pacífico de la tierra cometiera cualquier locura. Yo soy así. Seria capaz de hacer cualquier cosa por proteger lo que más quiero en el mundo por encima de mi vida y de la de cualquiera. Y el cielo sabe que lo haré. Porque el odio que está naciendo en mí, ni quiero ni puedo controlarlo. Saldré de esta, de eso puedo estar segura, y además, saldré victoriosa, porque ningún cabrón va a amargar mi vida ni la de mis seres queridos. Solo me hace falta una cosa y, sin ánimo de ser pretenciosa y creída, siento, dentro de mí, que poseo esa cosa. La fe; la fe de las personas que confían en mí, que creen en mí. Y eso para mí, es algo más fuerte que cualquier arma. Es lo que me mantiene en pie, luchando contra lo que me hace daño y defendiendo mi territorio, marcando la diferencia con todo el planeta.
Así que, gracias por confiar y creer en mí. Se que puedo hacerlo. Puedo ser fuerte y enfrentarme a esto.


¿No?

domingo, 26 de julio de 2009

Crónicas de media vida (II)

Que se muera o que se case ya, o que haga lo que le salga de la punta del pie, pero que nos deje a todos en paz, joder.
No, no son celos. Es miedo. Porque no hay dos sin tres. Pero el tres igual no me toca precisamente a mi.


Necesito a alguien que me diga cómo arreglar el peor error de mi vida, que ha sido callarme y seguirle el juego a un imbécil, y que además me ayude a superar las consecuencias que eso pueda traer, que pueden ser desastrosas (aunque no he pensado en ellas)
Sinceramente, sería capaz de hacer cualquier cosa por arreglar este entuerto. Cualquier cosa para protegerla, porque soy la mayor y se lo debo.




Y ahora, ¿qué?

Crónicas de media vida (I)


No sé exactamente por qué fue tan rápido, pero en cuanto crucé un par de puertas de mi destino paradisiaco veraniego, me sentí terriblemente decepcionada. Las cosas no eran como yo imaginaba o dibujaba en mi mente, sino cuatro paredes mal levantadas en las que veía frustrado mi sueño de un tierno y feliz amor de verano o en todo caso, amistad especial. Pero aquello era como una cárcel silenciosa, oculta a simple vista; sin barrotes, pero una cárcel a fin de cuentas. Sentía que mi espíritu de libertad estaba encerrado, y mi ávida curiosidad por conocer, se desvanecía a velocidades estelares.
Contaba con el as de que podia aplacar la sensación de soledad que me invadía con tan solo cerrar los ojos y soñar, pero cuando los volvía a abrir el tortazo de despertar era algo estresante.



Recordadme que no vuelva a soñar estupideces.