viernes, 15 de julio de 2011

Happiness.

En la puerta, después de ponerse los zapatos, alcanzó aquella bufanda que siempre llevaba puesta en invierno y la enroscó en su cuello. Hacía mucho tiempo que no subía en aquel coche aparcado ahora frente a su apartamento. La sorprendió que él hubiera ido hasta allí en su viejo coche negro, pero lo agradecía. Si veía una limusina más sentiría naúseas. El chico le abrió la puerta desde dentro del coche y ella subió, sintiendo en el estómago un cierto mariposeo de nostalgia. Al subir, él ajustó la calefacción para que el aire se volviera caliente y no pasaran frio.
- Oye, ¿cuántos años tiene esa bufanda? - preguntó él al fin.

- ¿Has olvidado cuándo me la regalaste? - refunfuñó ella.

- No, fue en Navidad. Pero de hace ¿cuánto? Cuatro años por lo menos.

- Cinco - sonrió ella.

- Peor todavía. ¿Por qué no la cambias? - preguntó, tocando la tela de la bufanda.
- Eso no soñarlo - soltó la chica, dándole un manotazo para que se apartara de su preciosa bufanda -. Tú me la regalaste y la tendré incluso cuando se rompa y se haga pedacitos y los hilos se le caigan, ¿queda claro?
- Sí - dijo él, arrancando el coche -, queda claro que tengo que regalarte otra bufanda.

- Oh, vamos... - dijo ella, tapándose la cara con la mano.
No era eso lo que quería decir, pero aquel hombre siempre entendía las cosas de al revés y como le daba la gana.
El chico condujo por las calles de la ciudad como siempre hacía, daba vueltas y vueltas para llevarla a cualquier parte, tratando de alargar los momentos juntos y haciendo que a veces incluso, llegara tarde. Pero reconocía que merecía la pena. Esa mañana, el chico la llevó al edificio de la compañía donde trabajaba. Ella le tuvo que indicar el camino y él, inocentemente, se perdió. Asi que aparcó el coche y la hizo bajar.
- Vayamos andando. No queda muy lejos, ¿verdad?

- ¿Tú estás haciendo todo esto a posta, a que si? - le descubrió, mirándole a los ojos.
- Solo a medias - sonrió él.
http://www.youtube.com/watch?v=WH_-eKhjQ6M
Entonces la tendió la mano. Ella iba a negarse y a sacar algún pero o alguna contradicción, pero él la miraba con ojos suplicantes, la pedían que por favor aceptara caminar de la mano con él por las calles de su ciudad. Y ella no pudo negarse. Como nunca se había negado a nada de lo que él anhelaba o quería con tal de ver aquella preciosa sonrisa pintada en su rostro. Él se ajustó el sombrero en la cabeza y cerró los dedos alrededor de la cálida mano de la chica. No podía creerse que de verdad estuviera paseando de nuevo a su lado, junto a ella, escuchando el tap tap de sus zapatos de tacón a su lado y mirándola de reojo y encontrándose con que ella también lo hacía. Parecían dos estúpidos con mucha conversación y mucho que decirse. Adoraba la sensación de caminar de forma tan tranquila, como si nada pudiera pasar, como si fuera el hombre más feliz de aquella enorme e iluminada ciudad. Cuando llegaron al enorme edificio de la empresa el chico lo miró de arriba abajo. No quería soltarla. Ella trató de hacerle entender pero él se negó y la abrazó con fuerza.

- No puedo quedarme contigo todo el día - le dijo, acariciándole la espalda -. Perdóname.

- No, se que tienes que trabajar, no es culpa tuya - susurró él -. Pero no te has ido y ya te estoy echando de menos - dijo, con unos pucheros muy lindos.
La chica se separó un poco de Jin y le miró a los ojos. Se inclinó sobre él y le besó suavemente durante unos segundos. Él se quedó tan sorprendido que no atinó ni a cerrar los ojos. Ella soltó una carcajada al ver su cara y le miró.
- ¿Qué es esa cara?

- ¿Qué ha sido eso?
- ¿Te lo tengo que explicar?

- Nunca me dejaste besarte en la calle y...

- Esta vez es diferente - le cortó suavemente, poniendo los dedos sobre los labios del chico -. Ahora no puedo perderte otra vez. Y llevo dos años sin consentirte un capricho, por eso te volviste un niño con ganas de ser mimado. Asi que, voy a mimarte por todo lo que no te pude mimar antes - sonrió, cerca de sus labios otra vez.

No pensaba besarle de nuevo pero él le robó ese beso que tanto quería. Yarah le golpeó en el pecho y él se apartó un poco, sonriendo. Le gustaba picarla.

- Oye, no dije que pudieras aprovecharte - le espetó.

- Bah, es solo un poco.
- Bueno, tengo que irme. Me he enterado de que hoy tienes un concierto aqui, ¿no es así?
- Eh... si - dijo, algo desanimado.

- ¿No tienes ganas de ver a tus fans de aquí? Parece que no te haga mucha ilusión - comentó.

- Reconozco que echo de menos a esos cinco cafres - suspiró.
- ¿Has hablado con ellos?

- No. Eso también me inquieta - dijo, metiendo las manos en los bolsillos -. Pero ahora no te preocupes de eso. Esfuérzate en tu trabajo, yo lo haré en el concierto, ¿vale?

- ¿Y - bajó considerablemente la voz - nos veremos en casa?

Él la acarició el pelo y la mejilla con suavidad.

- Sí - susurró -. Nos veremos en casa.
Con cara de quinceañera enamoradiza, la chica entró en la compañía dando pequeños saltitos de alegría, girándose a veces para mirarle y ver que él esperaba a que desapareciera de su vista para irse. El chico volvió caminando despacio hasta el coche. Al subir, se quedó pensando un momento. Realmente sentía que necesitaba disculparse con los chicos. No quedaría a gusto hasta que no lo hiciera, por lo que arrancó el coche y salió hacia la agencia a buscarles. Sino, sentía que algo le estaría molestando por dentro todo el día. Se sorprendió al llegar a la agencia y descubrir que aún había una plaza en el aparcamiento para él. Los coches de Kazuya y Junno estaban allí también, por lo que supuso que al menos ellos dos estarían allí. Aparco rápidamente y corrió a coger un ascensor para subir al piso donde estaba la sala que ellos usaban siempre. Llamó a la puerta, pero nadie contestó. Abrió ligeramente y asomó la cabeza. No había nadie. Extrañado, dio una vuelta por el piso pero no fue capaz de encontrar a ninguno. Bajó de nuevo en el ascensor con una de las secretarias que conocía y se quedó mirándole. Incómodo, bajó en el primero piso en el que el ascensor paró. Pero una vez echó a andar se dio cuenta de que no llegaba a ninguna parte.
Caminó despacio por los pasillos. A veces echaba de menos aquello. El ambiente, el calor de aquellas paredes le hicieron sentir en su casa. Entonces se paró delante de una de las puertas que mejor conocía. Empujó la enorme puerta intentando no hacer ruido porque técnicamente no debería entrar allí. Las paredes seguían siendo blancas y las cortinas verdes estaban colgadas todavía. La nostalgia le hizo suspirar y sonreír. Las cámaras tapadas con fundas grises para que no cogieran polvo, los carriles por donde éstas se deslizaban perfectamente alineados y preparados para lo que fuera. Las luces apagadas y solo uno de los focos encendido que le permitía ver aquel lugar que ahora le daba tanta pena ver así, sin vida. Normalmente había muchisimos profesionales paseándose por allí, ayudándoles, vistiéndoles y peinándoles, pendientes de ellos. Muchas luces, muchos gritos, idioteces que le llenaban la cabeza y la cara de sonrisas, niños como sus compañeros correteando por ahí y guiando a las cámaras que realizaban las grabaciones para los making off. No se había dado cuenta de cuánto había echado de menos aquello hasta ese momento. Caminó hacia el escenario iluminado y respiró hondo. Olía a felicidad. Aquella que había sacrificado para lograr sus ambiciones porque no se había dado cuenta de que no tenía que renunciar a ella para conseguirlo. Volvió a mirar a su alrededor y sintió aquella calidez de los bailarines a su alrededor, de sus compañeros bailando con él. Recordó a Koki fallando después de echarle la bronca a él, a Junno siempre perfecto en sus bailes y sus movimientos sumamente graciosos, las pegas que Ueda ponía a todo, la cara divertida de Nakamaru a veces mal disimulada con seriedad y el trabajo duro de Kazuya, siempre al cien por cien. Soltó una carcajada al ver la puerta donde se vestían. Siempre llevaban unas pintas bastante graciosas, aunque a veces coincidían con sus estilos personales. Grabar solos les daba pánico porque los demás miraban y era más cómodo hacerlo en grupo, también era más divertido. Porque nunca se sentía solo. Era imposible sentirse solo, no le dejaban sentirse así aunque pareciera mentira. Ahora todo le transmitía esa soledad, esa lugubriedad que tanto odiaba. Las luces apagadas sin despedir calor, nadie allí, solo sus pensamientos y él. Realmente daría mucho por volver entre aquellas paredes a grabar de nuevo con ellos. Pero ahora tenía su propia vida y aunque ellos estuvieran en ella a partir de ahora, no podía desviarse de su verdadero camino.
Con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, el chico se volvió hacia la puerta y caminó, muy despacio, como disfrutando del suelo que pisaba, de cada sensación que le producía aquella sala, antes de llegar a la puerta y, sin volver a mirar atrás, salir de ella para no volver nunca más.
Suspiró apoyado en la puerta antes de echar a andar hacia las escaleras para bajar al aparcamiento. Odiaba los ascensores, definitivamente. Cuando llegó hasta el coche se dio cuenta de que ninguno de los coches de sus compañeros estaban allí. ¿Era posible no haberselos encontrado? Técnicamente con lo grande que era la agencia, sí. Pero algo le dijo que le habían evitado. No tenía pruebas ni nada por el estilo, pero algo le decía que habían huido de él porque estaban demasiado enfadados como para escucharle siquiera. Y era normal con la cantidad de barbaridades que había dicho y hecho. Eso le hizo sentirse todavía peor y pegó un fuerte portazo cuando se subió en el coche. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido y haber jodido todas aquellas sensaciones que la nostalgia había conservado en su recuerdo como algo tan maravilloso? Puso las manos sobre el volante y apoyó la frente en ellas. ¿Estaba realmente todo perdido? El móvil le despertó. Lo miró y el nombre de su representante apareció en él. Después de que le gritase un "¡vuelve aquí inmediatamente que el concierto no tardará en empezar, irresponsable!" el chico le colgó y arrancó el coche. El Dome le esperaba de nuevo con las puertas abiertas. ¿Le esperarían los corazones de la gente de igual manera?

El escenario no había cambiado tanto. Añoranza de nuevo que le hizo suspirar. Sentirse en casa era como un regalo de algo que no pensó en volver a sentir. Los gritos de las personas le llenaron. Escuchaba comentarios de los bailarines que decían "qué ruidosas" o "se podían callar un poco", pero él echaba de menos eso. Los gritos de la gente tal altos, tan profundos, le llenaban y le animaban a cantar aún más fuerte. Sí, aquella sensación de nuevo que le hacía sentir vivo. Durante medio concierto, las cosas fueron bien. Los bailarines no rechistaron ni dijeron nada. Él supuso que habían pasado una noche estupenda de fiesta pero eso realmente ya le daba igual. Mientras hicieran bien su trabajo, le daba igual el resto. Él estaba con su gente, cantando como siempre había querido hacerlo y con eso le bastaba. En la segunda parte del concierto, después de cambiarse, salió al escenario ya arreglado y preparado para cantar aquella canción que él había compuesto en su idioma. Todas las canciones ahora eran inglesas, pero todavía tenía alguna pequeña conexión con aquellas canciones que había cantado con toda su alma. Esperó a que la música sonara pero no lo hacía. ¿Habría pasado algo? Se giró a mirar y en la pantalla unos enormes kanjis blancos fueron apareciendo lentamente.

"Okaerinasai, Jin".

- ¿Qué...? - musitó, sintiendo un revoltijo de sensaciones en su estómago.

Y aquellos acordes de una música que no había compuesto pero sí cantado empezaron a resonar por todo el Dome.

http://www.youtube.com/watch?v=o7JTT1Vg6Oc
La gente enardeció y los focos del techo apuntaron tras él. La pantalla del escenario se abrió suavemente y pudo ver a quienes pertenecían aquellas voces caminar hacia él como si le fueran a buscar de verdad. La figura que iba por delante se colgó de su cuello y el pelinegro le hizo levantar el micrófono para que cantara mientras que el chico alto le susurraba "sin ti no tiene gracia cantar esto" y su siempre brillante sonrisa. La canción no empezaría hasta que él estuviera dispuesto a empezarla con ellos. Sintió una punzada en el corazón. Demasiada felicidad. Tanta que era dolorosa. Quiso llorar. Pero lo dejó para despues. Se dio la vuelta y echó a andar hacia el centro del escenario con ellos a sus lados, cantando aquella canción que realmente, le estaba rescatando de todo lo que había pasado. Aquella canción que le devolvía la luz tras la oscuridad. Y cantó aquella canción como si la vida se le fuera en ello. Bailó aquellos pasos que tantas veces había equivocado y gritó todo cuanto pudo y más. Disfrutó de aquellos cinco minutos en los que volvió a vivir en el pasado como si el mundo se fuera a acabar con el último acorde de la guitarra y el último golpe de la batería.
Kazuya lo abrazó apenas terminó la música. El resto los rodearon y se intentaron abrazar como pudieron.
- Estaremos mirándote triunfar - le susurró Kazuya.
- Esfuérzate - susurró Ueda antes de apartarse de ellos. Daban mucho calor todos juntos.

- Sigue adelante - le dijo Nakamaru.

- Tu puedes, compañero - sonrió Junno.

- Enséñales de lo que eres capaz - rugió Koki.

Jin solo podía lloriquear y asentir con la cabeza. Se limpió la cara como pudo y al final sonrió. Presentó a los cinco chicos y después de darles las gracias, ellos se despidieron y salieron del escenario. Jin intentó recuperarse rápidamente y los bailarines salieron a escena para seguir con el concierto, que estaba más caldeado y animado que nunca. Siguió disfrutando hasta el fina donde quiso dedicarles la última canción. Antes de empezar a cantarla, una voz conocida a su espalda gritó.

- ¡¿No piensas esperarme, Bakanishi!?

- ¿Baka...? ¿Yamapi? - se giró en redondo. Solo ese chico le llamaba así.
El chico de pelo moreno y rizado apareció tras él y subió las escaleras de la plataforma donde estaba subido.
- Lo siento, tenía que hacer esto - le dijo, dándole una palmada en el hombro -. No todos los días tengo la oportunidad de volver a cantar contigo.

- Estás loco, tú - sonrió el chico.

- ¿Es la última, no?

- Sí. Y te la sabes. No te equivoques, ¿eh? - le advirtió antes de que empezara la música.

- Déjamelo a mi - sonrió el otro chico.
http://rutube.ru/tracks/4507106.html?v=881db5fc9b17751c2d0c2e15b37e4a5e
El sonido del piano le hizo vivir un momento intenso. Todo se acumuló alrededor de su corazón y sintió que no tenía voz para cantar. La mano fuerte de su amigo en su hombro le ayudó a recordar que ellos siempre tenían voz y que siempre cantaban, a pesar de cualquier cosa. Que ellos eran quienes eran y eso nadie lo iba a cambiar. Mientras entonaba suavemente el principio de la canción metió la mano libre en el bolsillo de la cazadora y miró hacia la pantalla donde ambos salían. Al lado de la abertura po donde habían salido, los cinco chicos parecían esperarle, emocionados. Y una melena rubia junto a ellos. Sonrió sin poder evitarlo cuando ella levantó la mano suavemente para saludarle. Había ido. O tal vez siempre había estado allí. Sin que se diera cuenta, pasara lo que pasase y pesara a quien pesase, ella había estado allí. Siempre.

6 comentarios:

  1. Siempre me han gustado tus relatos, siempre. Ya sea por la forma de expresarte, por lo bien que describes, por lo que sea. Pero hoy te has lucido. No olvidaré el relato jamás, te lo prometo. Es precioso, me encanta, lo adoro, y se que lo leeré tropecientas mil veces y me gustará cada vez mas. Adoro cada pensamiento y cada frase de sus compañeros, así como las de ella y las de él.
    Puedes decir que soy exajerada, o pelota. Pero como tu misma me dijiste hace bien poquito. Te estoy escribiendo esto desde el corazón. Muchas gracias Hikari.

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  2. Igual no eres una exaJerada, pero sí eres una exaGerada xD Muchas gracias, de todas formas. Realmente parte de que estas cosas salgan del corazón y gusten es la razón por la que se escribe. En esta ocasión la razón está clara y parece que el objetivo de llegarte a ti al corazón está cumplido asi que con eso, me doy por satisfecha. Gracias otra vez por todo, pequeñina.

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  3. PD. Me encanta Bakanishi, por cierto xD Me he imaginado a Pi gritándolo por ahí y al otro todo colorado pensando "no conozco a este loco" y casi me da un ataque al corazón de la risa xD

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  4. jajaja eso es normal, es que lo de bakanishi.. es demasiado xDDDD

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  5. Y tanto que demasiado y lo peor es que me lo estaba imaginando, tia, casi me da algo xD

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  6. normal, son estos dos,q ue te esperabas??? normal que si te lo imaginas te descojones xDDD

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