martes, 12 de julio de 2011

Me no mae kara hikari ga kie.

Tenía que pensar fríamente. Si ella estuviera aún allí, no le habría dejado desconcentrarse de su trabajo. Aún recordaba aquella vez que ella se había ido del apartamento solo para dejarle trabajar en su música. Se tomaba tan en serio como él el trabajo del chico y eso realmente le reconfortaba, saber que nunca tendría que decidir entre trabajo y vida privada porque ella decidía también. Volvió al salón, arrastrando los pies, y se apoyó en el marco de la puerta, cruzando los brazos, cansado. Tenía que concentrarse en escribir aquella nueva canción que todos esperaban con altas espectativas de él. Eso le ponía más nervioso y le desesperaba todavía más. ¿Qué le hubiera dicho ella? "Trabaja duro, tortuguita." Soltó una amarga carcajada. El salón estaba tan extraño sin ella. Tan vacío. Tan solitario. Tan oscuro. Tan silencioso. Se acercó a la mesa del salón y la miró. Sin nada, sin aquellas pilas de documentos, libros y vasos de café, parecía solo una mesa más. Qué triste. Se sentó donde ella solía ponerse, entre la mesa y el sofá grande, donde apoyaba la espalda de vez en cuando, y se estiró, apoyándose también. Ahora sabía que hubiera dado cualquier cosa por haberse sentado a su lado y mirarla trabajar incansablemente. Que eso le hubiera dado valor para enfrentar todo lo malo que estaba viviendo y que así ella aún estaría a su lado. ¿Qué pensaría ella ahora? Posiblemente lo estaba pasando peor que él, con todo ese agobio, ese trabajo monumental, esas prisas y esas presiones y expectativas para ella. Y él cegado sin darse cuenta de que ella era la que peor lo estaba pasando, trabajando duro por él. Cerró los ojos y chasqueó la lengua, dejándose caer hacia un lado todavía estando sentado. Entonces se dio cuenta de que había algo bajo la moqueta, algo duro que le hizo daño en la cabeza y no era suelo. La levantó y encontró un libro. Parecía de historia. Pero ella pocas veces leía historia. Se sentó en el suelo otra vez y lo abrió para curiosear. ¿Qué encontraría la chica allí dentro que fuera tan interesante? Además, ella investigaba la psicología criminal. ¿Qué tenía que ver un libro de historia en aquello? Quiso preguntarselo. Pero quiso demasiado tarde. Sus ojos entonces perdidos en el libro repararon en un titulo. El corazón le dio un vuelco y empezó a leer el fragmento que describía. Lo recordaba a la perfección, palabra por palabra. Como si ella se lo estuviera contando. Se dejó caer en el suelo de nuevo con el libro entre las manos, leyéndolo despacio. Hasta que se quedó dormido así tumbado con el libro de historia sobre el pecho.
http://www.youtube.com/watch?v=mSp-H7ZKfCM
Miró el reloj de reojo. No estaba sobre la mesilla. Entonces se dio cuenta de que ella tampoco estaba en su casa. Se tumbó bocarriba y suspiró. Estiró un brazo hacia el otro lado de la cama. Vacío. Como la casa. Hacía semanas que estaba en casa de su hermana Shiori. No sentía que Kazuya la había echado de casa, sino que realmente necesitaba estar solo. Suspiró. Sí, él necesitaba pensar y ella tenerle cerca. Pero era mejor así. Mientras al menos uno pudiera lograr sus objetivos, era bastante. Porque ella no había logrado el suyo. No pudo ir al tour. La fecha de la tesis había sido anulada por un tribunal al que aquel muchacho que presentaba el mismo trabajo había apelado. Parecía tener algún rencor contra la chica y solo buscaba hacerla tener problemas. Y realmente, lo había logrado. No sabía como decírselo a los chicos que con tanto cariño habían preparado aquello para Kazuya y ella, por lo que le pidió a su hermana que se lo contara. Al menos ella sí estaría con aquel chico que era tan especial para ella.

Lo que la chica no sabía era que Kazuya había estado detrás de aquella puerta de ese apartamento para pedirla que les acompañara al tour. Pero entonces se había enterado de lo de su tesis y se había ido. No sabía si ella le necesitaba o le odiaba por haberla hecho trabajar tanto en vano. Por lo que simplemente, se rindió por esa vez. Aunque la extrañaba y la echaría de menos, y sentía que se arrepentiría de no haber hablado con ella antes de irse, pero aún así, no lo hizo. Podía demostrar sus sentimientos de otra manera y sabía como hacerlo asi que, simplemente se decidió a dejar que la música llegara hasta ella. Como la primera vez.

Se levantó y se metió en la ducha. En su cabeza resonaron los gritos de las chicas que habían ido a ver lons conciertos de ellos. Como si estuviera en uno de ellos. Pero el tour había empezado. Sin ella. ¿Qué pensaría él? ¿Qué ella le había olvidado? Seguramente. La presentación ante el tribunal de la Universidad de su tesis doctoral había sido un éxito y estaba esperando resultados. Esa tarde había quedado con un par de amigas de la facultad con las que había mantenido contacto después de entrar a trabajar en la Comisaría y todo. La habían ayudado con la tesis y ahora iban a celebrar que se habia acabado. Cada vez que miraba al cielo les veía saltando y brincando por ahí, dando gritos y enardeciendo a la gente con sus voces. Hubiera dado realmente cualquier cosa por estar allí. Sus amigas entraron de repente en la tienda de la esquina de la calle. Ella las siguió y al entrar, una suave melodía inundó sus oídos. Y se dio cuenta de que estaban en una tienda de música. Una de ellas buscaba un disco para su chico. Qué bonito.
- Su novio tiene unos gustos más raros - la comentó la otra chica -. Por cierto, mira esto - dijo, toda emocionada -. Son entradas para el último concierto de...
Kira solo pudo alcanzar a mirar el nombre y la cortó.
- No. No puedo ir - dijo.
- Ni siquiera me has dejado proponértelo - se quejó la otra -. Ella ya ha aceptado, faltas tu. Venga, se que antes te gustaban mucho.
- Y lo siguen haciendo - dijo sin darse cuenta -. Pero de verdad que no puedo ir. Lo siento.
¿Por qué todo seguía girando en torno a él? Para que no siguiera insistiendo, Kira se puso a mirar los estantes. Música indie, música rock, música punk... había tantas clases de música como de sentimientos en las personas. ¿Qué sentiría él ahora? ¿Le agradaría verla en un concierto? ¿O tal y como habían dejado las cosas su presencia solo molestaría o le distraería? A lo mejor ni siquiera significaba una distracción para él. Un ruido sordo a su lado la hizo dar un pequeño salto. La chica se agachó junto a la persona que había tirado el disco al suelo y lo recogió. Al sostener el libreto se quedó mirándolo fijamente durante un par de segundos. La persona que lo quería se lo quitó de las manos y ella reaccionó corriendo hacia la estanteria a buscar otro. Lo abrió y sacó el libreto. Una de sus amigas la miró por encima del hombro.
- ¿Estás loca? - bromeó al verla tan ansiosa.
La chica buscó la página y volvió a abrir la boca ligeramente.
- ¿Qué pasa? - se asustó la chica -. ¿Qué ves? -. Como ella no contestaba, lo leyó en voz alta -. Kamenashi Kazuya. 1582. Es su nuevo solo y es estupendo, por cierto - la comentó -. Pensé que tenías el disco.
- No... no realmente... - susurró ella, con la vista fija en el libreto y en la letra de aquella canción. Había estado tan concentrada en la entrega de su tesis que hasta del nuevo disco se había olvidado.
- Pues hay una canción, esta - señaló -, Neiro. Es simplemente preciosa. Tienes que escucharla, ven que la ponemos en el reproductor de aquí -. Kira no se movió -. ¿Qué te pasa?
- Sé por qué esta canción se titula así - susurró, todavía sobrecogida.
1582. Aquel año sucedió uno de los crímenes más famosos instigado por una mano negra y ejecutado por la persona a la que la víctima más amaba. Ella lo había investigado para su tesis porque la resultaba interesante toda esa trama de corrupción que pintaba la tragedia en medio de un siglo brillante de aquella antigua era. Y el recuerdo de aquel hecho lo acompañaba un recuerdo suyo propio del día en el que leyó sobre el tema estando junto a él. El chico estaba tumbado con la cabeza apoyada en sus piernas y ella le acariciaba el pelo y le rizaba un mechón moreno mientras leía aquel libro que, ahora que se daba cuenta, no había vuelto a ver. Cuando él preguntó, Kira le contó la trágica historia de aquellos dos amantes enfatizando y contándolo como si fuera un libro de amor y tragedia cual Romeo y Julieta. Él se había reido de su forma de contarlo. Pero dijo era realmente triste. Y que él jamás hubiera sido capaz de hacerla daño a ella de aquella manera, que hubiera buscado mil salidas antes de hacerlo; aunque también reconoció que, si alguien como ella a quien tanto quería debía ser asesinada, prefería matarla él mismo. Como si eso les fuera a unir para siempre en el infierno. ¿De verdad aquel idiota podía haber sacado una canción de ese argumento histórico que había oído una vez de su boca? Incluso, leyendo la letra, se dio cuenta de que había palabras que ella había dicho y además, la canción estaba escrita en un japonés muy formal y algo anticuado, como si apoyara el hecho de que lo que contaba la letra era un hecho real y antiguo. Soltó una ligera carcajada cargada de amargura. Él lo había hecho. Lo había conseguido. Lo que parecía simplemente imposible, él lo había convertido en posible.
Su amiga entonces la arrastró hacia el reproductor y metió el cd dentro, obligándola a ponerse los grandes cascos en los oidos. Presionó las teclas y puso la canción con la que ella se había quedado tan impresionada. Los primeros acordes la hicieron cerrar los ojos y la llevaron a aquella época con la que ella había soñado y de la que le hablado al chico. Realmente había podido plasmar el espíritu de la era en aquella melodía ligeramente marchosa pero profunda. Puso las manos a ambos lados de los auriculares con los ojos cerrados y los apretó, para que la voz del chico y aquella melodía fueran lo único que podía escuchar, como si nada tuviera a su alrededor. Sintió que la música recorría todo su cuerpo y deseó verle a él cantándola. Y se dio cuenta de cuánto le había echado de menos.
- ¿Seguro que no quieres venir? - repitió entonces la otra chica al ver la expresión indescifrable de su rostro cuando se quitó los cascos.

Ahora no sabía que hacer. ¿Qué diría si la veía? Tal vez pudiera ir y volver a salir sin ser vista, mucha gente iba a esos conciertos. Pero sino... a quién pretendía engañar con todo eso. Quería verle. Con todo su corazón, quería verle subido en un escenario disfrutando de su música. Ansiaba escuchar su voz de nuevo y emocionarse con el espectáculo. Deseaba ir y volver a soñar con todas sus fuerzas.

6 comentarios:

  1. Tan fácil y sencillo como que, bajará del escenario, la sacará del medio de la gente y la atraerá hacia él. Hacia sus brazos. Dejará un beso tierno en su sien y la susurrará que la quiere. Iko, baaaaaakaaaaa.

    Bueno a pesar de mi emoción, he de decir que es increíble. Como siempre.
    PD: JO.DER con la foto

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  2. Si, bajará del escenario y hará esas cosas... y se montará la de San Quintin. Y no, gracias, quiero seguir viviendo xD
    Que me dan más miedo las fans locas que el tsunami, chica. Que son muy peligrosas, ¿eh? xD

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  3. que tal vas con el siguiente post???? pitpit....xDD

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  4. Voy en ello. Va a ser bonito también, los reencuentros siempre son bonitos... jajaja

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  5. iwiwiwiwiwiwiiwiwiiwiwiiwiwiwi(igual que en el msn vale?? xD)

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