miércoles, 23 de febrero de 2011

Como en un sueño, detén el tiempo...

El fuego chisporroteaba suavemente frente a sus ojos, dejando el reflejo de las llamas en ellos. Estaba sentado en el sofá marrón claro a juego con las moquetas y paredes de aquella cabaña de aspescto rústico, apoyado contra el respaldo. De pronto las manos frías de la chica le taparon los ojos. Sonrió.
- No los abras - le susurró.
Entonces los cubrió con un trozo de tela suave. Él se movió un poco y ella le abrazó por la espalda con fuerza.
- Shh. No pienses. Solo - le besó la oreja -, siente.
Él tragó saliva. Sintió como la chica se movía y se sentaba en el sofá, a su lado. De repente, notó algo sobre los labios. Abrió la boca y lo lamió. Era el dedo de la chica untado en algo muy dulce.
- ¿Qué es? - le preguntó.
- Chocolate - susurró él.
- Premio.
Ella sujetó la mano del chico y la llevó hasta su pierna, dejando que rozase su piel. Él respiró hondo. ¿Así que, así funcionaba el juego? Sonrió y se lamió los labios como siempre. Sabía que la encantaba. Sintió los dedos de la chica enredarse en su pelo moreno y se dejó llevar. Notó la piel de la chica muy cerca, respiró hondo y el aroma de ella le inundó. Sus labios llegaron a rozar lo que supuso sería su clavícula y la lamió, pues sus labios se quedaron pegados en su piel porque había algo allí untado.
- Caramelo - murmuró él, sonriendo contra su cuello.
La risita que ella dejó escapar le dio a entender que había acertado. Ella le sujetó de nuevo la mano y la llevó suavemente hacia arriba por su pierna, llegando a detenerse bajo los primeros centímetros de su camisón de seda. Le sujetó la mano que tenía libre y la posó en su cadera sobre la suave tela. Él se movió más cerca de ella y se dio cuenta de que había acabado sentado entre las piernas de ella. Sentía cierto nerviosismo ante la situación que hacía que su corazón latiera rápido.
Ella sujetó su rostro con ambas manos y él espero hasta sentir algo pegajoso en los labios. Abrió la boca y lo lamió otra vez. Notó como la chica se reía. Besó la zona que había lamido y se dio cuenta de que era la nariz de ella.
- Tienes la nariz fria - susuró con una risa, mientras tocaba la nariz de la chica con la suya -. Y eso, era nata.
La chica sonrió y se agachó sobre él a besarle. El chico saboreó sus labios y, junto con su saliva, notó un sabor dulce. Se relamió antes de decir qué era.
- ¿Qué pasará si me equivoco de ingrediente?
- Que me alejaré de ti - susurró ella.
- Es sirope de fresa - dijo entonces.
Ella sujetó la mano de él y siguió subiendo por su cuerpo con ambas manos. Él se acercó aún más a ella y apoyó la cabeza en su hombro, besándolo. Sus ojos no eran necesarios para sentir por completo a la chica. Sus manos sentían cada rincón de la piel suave de chica y podía distinguir dónde tocaba con solo rozar. Su olfato le excitaba más que cuando veía, porque el aroma de la chica invadía sus pulmones cada vez que respiraba. Escuchaba los suaves jadeos que dejaba escapar la chica cada vez que la tocaba y sentía que cada vez quería tocarla más y más, seguir haciéndola jadear y gemir por él. Abrió la boca y empezó a besar y lamer la piel que encontraba a su paso. Sintió el pelo de ella rozarle la cara y entonces la chica le empujó suavemente hasta que apoyó la cabeza en el cojín que tenía detrás. Después solo sintió como ella se subía sobre él, sobre sus caderas, se pegaba a su cuerpo cada vez más y más hasta que sus labios le rozaron el oído, bajaron por su cuello. Deslizó las manos por el interior de su camiseta y se la quitó. Sintió como seguía dejando besos por su cuerpo, nunca había notado el calor que despedían sus labios y le encantaba darse cuenta de aquellos detalles.
Y al final, no fue solo el fuego de aquella chimenea que iluminaba el salón de la cabaña el que calentó ambos cuerpos tendidos sobre el cómodo sofá.

Estaban sentados frente a la chimenea de piedra. El fuego seguía encendido.
- Es como si nosotros lo hubieramos alimentado, ¿verdad? - susurró ella, dejando caer la cabeza hacia atrás para apoyarla en el hombro del chico.
- Nuestro fuego es mucho más cálido que este - susurró el chico, besándola el pelo y bajo la oreja.
El chico estaba sentado en la moqueta, apoyado en el sofá. Ella estaba entre sus piernas, con las rodillas recogidas hacia su pecho. Y ambos estaban tapados por una sábana que se cerraba frente a la chica. Bajo ella solo se veían los hombros desnudos de los dos y los brazos fuertes del chico rodeando el cuerpo blanquecino de ella.
- Feliz cumpleaños - ronroneó.
- Cierra los ojos y duerme un poco - la susurró él -. Yo cuidaré de ti - sonrió.
Apenas esbozó una sonrisa, ya estaba cayendo en un profundo sueño del que no despertaría hasta que, después del amanecer, sintió un suave olor a café recién hecho...





Autoescuela - 7 puntos. Dios mío, que complicado es esto, los test son la cosa más traicionera del planeta, ¿eh? ¿Fáciles? ¡Ja ja ja! Ni de broma.
De todas formas, en clase sigo escribiendo, o sea, sin hacer nada de lo que se supone que tengo que hacer y siento que cada vez es más inútil, madre mía.
Me ha sorprendido que estas cosas que parecen salir como ríos de mi cabeza puedan gustarle a alguien. Me gusta que eso pase. Me reconforta saber que no soy una simple inútil. Me siento bien.




"No temo al futuro que no he visto aún, sólo creo en el mundo frente a mis ojos."

7 comentarios:

  1. ¿Hubiera sido capaz de apartarse en caso de que hubiera fallado? Lo demás no haré comentarios, estoy segura que lo sabes de sobra (y como no lo sepas, atente a las consecuencias ¬¬ :D)

    Pues estas cosas que salen como rios de tu cabeza, no deberia sorprenderte de que nos guste, no a estas alturas, dado el tiempo que llevo diciéndote que me encanta ¬¬. Asi que deja de decir idioteces

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  2. Claro que hubiera sido capaz. Solo para acercarse aún más la próxima vez.

    Pues yo sigo aluciflipando de que os guste. Yara me dijo ayer que estos relatos era un delito tenerlos guardados, que tenía que publicarlos en un libro y yo con la cara de "vengaaaa, sí". Pero vamos, que escribió la expresión "me encanta" como cincuenta veces y eso que le pasé tres o cuatro relatillos, nada más. Por eso alucino.
    Son mis idioteces, ya lo sabes.

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  3. Jajajajajajaja

    Pues porque Yara tiene razón, ya te lo he dicho yo muchas veces, pero no me haces caso.
    Asi que deja de alucinar, porque es lo más lógico del mundo que nos guste
    Ains....

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  4. Es la verdad, lo haría sin dudarlo.

    No es que no te haga caso, es que no se lo hago a nadie. Me encanta que me digan que escribo bien, si, me doy el pego, pero creo que no llego a creermelo del todo, no se.

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  5. Que yo no te he dicho que no, mujer.

    Pues deberias empezar a creertelo, poco a poco, pero deberias. No todas las personas pueden hacer lo que tú haces. Y no me refiero solo a escribir, sino también a las sensaciones que provocan lo que escribes

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  6. No, claro, yo solo matizaba y respondía a tu pregunta.

    Yo ya no se lo que creo y lo que no, realmente. Pero reconozco que me gusta provocar sensaciones y reacciones a las personas que lo leen, sí. Sea como sea, escribir sigue siendo lo más grande para mi. Y si hay algo en lo que sí estoy segura de creer, en es poder hacerlo.

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  7. Las provocas, sí. No lo dudes. Como tampoco dejes de creer que puedes hacerlo, de sobra, en serio.

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