sábado, 16 de febrero de 2013

Como en un sueño, detén el tiempo.

El pelinegro estaba montando, pieza a pieza, tomándose su tiempo y concentrado, una Beretta del calibre nueve milímetros de color plateado. Era perfectamente consciente de lo que hacía. Montaba el arma como si lo hubiera hecho muchas otras veces antes. Aunque la realidad era que no la había disparado nunca contra el objeto de sus odios e instintos de venganza. Para eso ya tenía una pequeña sala donde malgastar balas a diestro y siniestro. Apoyada en la mesa de brazos cruzados, una chica morena de pelo muy corto y los ojos color avellana le observaba con reproche en la mirada. 
- ¿Qué? - la incitó a hablar, levantando aquellos ojos azules que tenía, teñidos de una extraña oscuridad, hacia ella.
- No deberías hacer eso - dijo -. Hasta ahora, no has tenido que usar el arma. Eso no tiene por qué cambiar.
- Ahora es diferente. Esa maldita zorra hija de puta se ha acercado demasiado a Irya. No voy a dejar que borre su existencia como hizo con Keiko. 
Él cargó el arma y la miró un momento antes de meterla en la cintura del pantalón, en su espalda.
- Ryu... por favor. No lo hagas - intentó persuadirlo.
- ¿Y qué propones? ¿Que me siente a esperar viendo cómo le jode la vida a la pobre Irya otra vez?
- No. Pero puedes hacerlo como hasta ahora, sin ninguna muerte sobre tu conciencia.
- Es sobre la conciencia de esas personas sobre la que debería haber recaido la muerte de Keiko. Y sin embargo, hasta ahora todos ellos ni siquiera lo recordaban - siseó -. Parece que esta furcia es la única que aún se recrea en lo que hizo. -Su voz cada vez soltaba más veneno -. Pero con Sakura no se puede hacer lo mismo que con los otros imbéciles. Ella está más protegida, es una persona más importante dentro de la sociedad. No podré llegar hasta ella de la misma manera. Así que, solo me queda una salida. 
- Estarás haciendo lo mismo que hicieron... - se detuvo un momento - que hicimos nosotros - susurró. 
El chico se acercó a ella y apoyó las manos en la mesa a cada lado de la cintura de ella. Sus respiraciones de mezclaron peligrosamente. Casi de forma amenazante.
- Nunca fue culpa tuya - susurró él -. No vuelvas a repetirlo. Ni me hagas tener que recordártelo. 
- No quiero que te conviertas en un asesino, Ryu - murmuró la chica, aprovechando que estaba tan cerca. 
- Ya no tengo nada que perder. Creí que te había quedado lo suficientemente claro cuando empezamos en esto. 
- Esto empezó porque tú quisiste que empezara - respondió ella. 
El pelinegro pasó con cierta violencia la mano por el cuello de la chica y la acercó a su boca, para besarla violentamente. "Tú lo aceptaste" la estaba diciendo con aquel beso. Ella estaba acostumbrada a que la besara cuando le daba la gana y como le apetecía. Respondió al beso, incapaz de negarse ante él desde el principio, concisciente de que dejarse llevar con Ryu era perderse por completo.
- Y no me arrepiento -respondió el pelinegro con palabras a su provocación, aún contra sus labios -. Porque sigo teniendo claro lo que quiero.  
Él se separó de nuevo de ella y terminó de abrocharse la camisa negra que llevaba puesta. 
- Yo ya no sé lo que tengo claro y lo que no - susurró ella entonces, más para sí misma que para que lo escuchase él.  
- Si no vas a venir conmigo esta vez entonces de acuerdo, no lo hagas. Pero - la miró de forma casi amenazante - no te interpongas en mi camino. 
- Solo quiero evitar que cometas una locura. Un asesinato no es algo que se pueda perdonar así como así, yo lo sé mejor que nadie. 
- Keira... - la instó esta vez a callarse. 
- Yo también odio a esa mujer, Ryu - siguió la chica, sin amedrentarse ante sus ojos azules -. Por su culpa he pasado más de lo que jamás pensé que soportaría, pero...
- ¿Pero? ¿Aún tienes un pero después de todo lo que nos ha hecho? - la espetó. 
Odiaba cuando usaba el plural. Cuando decía "nos". Porque significaba que había un "ellos". Aunque su relación fuera estrictamente de negocios. Ya había un vínculo. Algo que fácilmente podría corromperla hasta el final. Sin embargo, era cierto que él tenía muy claro lo que estaba haciendo. Ni ella ni nadie podía arrebatarle aquellas ansias de venganza que llevaba dentro desde hacía diez años. Era lo único que parecía quedarle en aquel mundo.
- Aunque suene estúpido, quiero protegerte de esa mujer - dijo al fin.    
- No te saqué de la cárcel para eso - respondió él. 
- ¿Vas a recordármelo toda mi puta vida? - le preguntó, con cierto tono molesto y herido. 
- No lo haré mientras no lo olvides. 
- Tú tampoco eres quién para cuidar de que no me olvide de nada - le espetó la morena -. Solo quieres que recuerde unas cosas y que olvide otras, como por ejemplo lo que hice. 
- Tú no hiciste...
- ¡Basta, Ryu! - le gritó, interrumpiéndole -. ¡Sabes de sobra que jamás podré dejar de sentirme culpable, así que no sigas intentando decir que soy la víctima de todo esto! Asumí toda mi culpa - repitió - y yo sí que no me arrepiento de ello.
- No, no te arrepientes, es más, estás orgullosa de haber cumplido con tu castigo. Sin embargo, vives repitiéndote a ti misma que lo hiciste y que fue culpa tuya - hizo notar él -. Asumiste tu responsabilidad y mira como acabaste. Pagaste por tus errores, expiaste más de lo que en realidad llegó a ser tu pecado. No me pidas que siga viéndote como culpable. No eres una víctima y precisamente por eso, quise tu ayuda por encima de la de cualquier otro amigo. Procura no hacerme pensar que me equivoqué contigo. Me decepcionarías.
- Siempre confiaste en mi. ¿Por qué? ¿Por qué sabiendo... todo lo que sabes? - susurró, mirándole ligeramente confusa. 
- Precisamente porque lo sabía todo de ti, confié desde el principio. Y te quise a mi lado en todo esto. Porque sé, en el fondo, que no hubiera llegado hasta aquí sin ti. 
La chica no pudo rebatirle. Cerró los ojos con fuerza y suspiró. 
- ¿Vas a hacerlo ahora?
- Voy a observarla - respondió él -. Pero a la mínima, no esperaré a que le haga daño. 
- Al menos prométeme algo. 
- ¿Prometer? - repitió el pelinegro, ligeramente sorprendido. 
- Si Sakura se acerca a Irya para hablar con ella, sin más intención... deja que lo haga.
- ¿Para que la haga revivir un pasado horroroso?
- No. Para que Irya sepa que ahora tiene un futuro claro por delante que ni Sakura ni nadie podrá arrebatarla. Tienes que dejar que se dé cuenta de eso ella sola. Que sienta que ha superado todo lo que pasó. O no podrá sobrevivir a este encuentro con el pasado.
El chico pareció pensárselo un momento y luego asintió levemente mientras susurraba.
- Mira quién fue a hablar de superar el pasado. 
Ella le ignoró. Era inútil discutir con él, solo perdían el tiempo. Cuando él se puso los zapatos para salir, la chica le siguió. En realidad no sabía si estaba preparada para volver a ver la cara de la persona que la había arruinado la vida, pero había algo que tenía muy claro. No podía dejarle solo después de todo. Porque si lo único que él tenía en la vida era su venganza, lo único que le quedaba a ella, era él.

Cerró la puerta apoyando la espalda contra ella. No tenía ni fuerzas para empujarla. Ese día había sido especialmente duro. ¿Por qué todas las escenas de hostias se rodaban en el mismo día? No era justo. Estaba cansado. Buscó con la mirada la luz del estudio. Por debajo de la puerta pudo verla muy tenuemente, lo que le hizo suponer que lo que estaba encendido era la lamparilla de la mesita. Ya solo eso, era raro. Keiko no podía pintar con esa poca luz y si lo hacía, era porque necesitaba un punto de vista diferente al que tenía con la otra luz y se dedicaba a forzarse la vista por conseguir que la imagen se dibujara en su cerebro y así poder trasladarla al lienzo en blanco. Si estaba pintando, él se echaría a dormir en la cama del estudio. Como siempre. A veces la rutina no era nada malo. Mucha gente lo consideraba así, pero para él, que la rutina en su vida nunca era la misma, tener algo que siempre esperaba hacer al llegar a casa era como un alivio y una pequeña salvación. 
Se acercó con pasos silenciosos hasta la puerta y la empujó con suavidad. El lienzo que debía estar sobre el caballete estaba tirado en el suelo, pintado de negro y echo pedazos. Las pinturas adornaban todo el suelo, algunas incluso abiertas, manchando la alfombra. Hasta los cojines del sofá y la almohada de la cama estaban tiradas por ahí. La imagen de aquel estudio a medio destrozar fue como un martillazo en su pecho. Una sensación violenta le hizo pensar en que algo demasiado malo le había pasado a ella. Encontró a la chica con la mirada. Estaba metida en el hueco que había entre el armario y el sofá, donde solía tener los lienzos en blanco que había tirado cerca de la puerta. Tenía la espalda apoyada contra la pared y la cabeza oculta entre las rodillas. No supo si respiraba hasta que se dio cuenta de que se mecía ella sola, adelante y atrás, con los brazos alrededor de sus piernas, sin levantar la mirada. Como un fantasma. Como un cuerpo sin alma. Tragó saliva antes de acercarse a ella y arrodillarse a su lado. No supo si tocarla. A final, puso la mano suavemente sobre su hombro. 
- ¿Keiko?
- No - susurró, con la voz cortada. 
- ¿Qué ha pasado? - insistió él -. Vamos, cuéntamelo, por favor. 
- ¡No! - repitió ella, sacudiéndose la mano del chico y abrazándose a sí misma aún más fuerte.
Jun apartó la mano de ella. La había notado temblar. Parecía una pequeña criatura que esperaba a ser cazada por un monstruo. Tenía miedo, pánico. Pero sabía que en ella quedaba parte de esa rabia y esa ira que a veces tenía dentro. La escena en que había dejado el estudio, destrozado de esa manera, era la prueba. Tenía que sacar esa parte de ella a relucir. O posiblemente no pudiera ayudarla. 
- Venga, mírame. Me estás asustando - susurró -. Por favor, Keiko. 
- ¡No! - gritó, haciendo que él se apartara y empujándole contra el suelo -. ¡No me llames así! ¡No! 
El chico al caer contra el suelo, más que de la sorpresa, dejó escapar un pequeño grito de dolor. Se había golpeado el codo derecho, en el que llevaba puesta una venda compresiva. La chica abrió los ojos de golpe, como reaccionando al ver aquella mueca y fijarse en que parecía herido. 
- ¿Jun? 
Él respiraba ligeramente entrecortado por el dolor. Se incorporó como pudo y ella llegó a su lado, sin llegar a tocarle. 
- ¿Qué...? ¿Estás...?
- Shh. Tranquila. No es culpa tuya. 
- No... no quería hacerte daño... - musitó, como asustada.
- Son gajes del oficio, no te preocupes - insistió él en voz tranquilizadora, sujetándose el codo y haciendo algo de presión sobre él.  
- ¿Qué has hecho?
El moreno se apoyó contra el sofá, aún sentado en el suelo, sintiendo cómo poco a poco el dolor parecía remitir. 
- No es de mi de quién...
La chica le sujetó la barbilla y le hizo mirarla. Tenía la comisura del labio abierto y un pequeño morado en la mejilla.  Bajó la otra mano hacia el codo y le rozó la venda con los dedos. Parecía bastante apretada alrededor de su brazo.
- ¿Qué ha pasado? - susurró.
- Yo he preguntado primero - respondió él.
- Jun, por favor, no... 
- Parece que mis heridas son las únicas que se ven - la interrumpió suavemente él -. Pero sé que las tuyas son mucho más profundas en este momento. 
- Jun...
- Tus ojos. Tus manos. Esa forma de mirarme. Esa manera de temblar - fue enumerando -. Me asusto con solo pensar que eso puede ser culpa mía. 
- No - dijo de inmediato ella -. No es por ti. 
- Entonces me preocupa más porque no sé si podré arreglarlo. 
- No - musitó -. Es algo que está fuera de tu alcance. 
- Déjame intentarlo al menos - la pidió -. Por favor. Aunque no me cuentes nada, aunque desees guardártelo para ti. Al menos déjame estar a tu lado, solo te pido eso. Déjame cuidar de ti. 
La chica dejó escapar un par de lágrimas que rodaron por sus mejillas. 
- No merezco eso - murmuró. 
El moreno llevó la mano derecha hasta su barbilla y la hizo mirarle como instantes antes había hecho ella. 
- Eso no lo decides tú. Y si yo tomo la decisión de darlo todo de mí por ti, no podrás evitar que sea así - susurró.   
Ella levantó la mano hacia la herida de la comisura de sus labios. La rozó con suavidad, no queriendo hacerle más daño. 
- ¿Qué te ha pasado?
- ¿Es importante?
- Claro que eres importante - le reprendió la chica.      
- Eita - dijo solamente -. Ya sabes como somos. Esto no es nada así que no te preocupes, no... 
- ¡¿Volviste a pelearte con él?! - gritó ella. 
Jun empezaba a desconcertarse ante los cambios de humor repentinos de la chica, preguntándose una y otra vez qué demonios habría pasado. Aquella reacción era totalmente exagerada ante unas pequeñas heridas que, en parte, eran culpa de su trabajo y no era la primera vez que ella veía.
- ¿Qué...?
- ¿¡Por qué lo haces, eh!? ¿¡Acaso es que te gusta preocuparme o qué!? 
- ¿Dé qué hablas? 
- ¡No vuelvas a hacerlo!
- Oye, sabes que estas cosas no son de verdad, son guiones que...
- ¡La vida no es ningún guión! - gritó la morena, golpeándole los hombros con los puños, empujándole aún más contra el sofá.
- Vale, sí, lo sé, pero estoy hablando de mi trabajo. ¿Por qué te afecta tanto? Son solo cuatro heridas de nada que tengo porque me dieron sin querer en una pelea de mentira - remarcó el chico, intentando que en su voz sonara un timbre de calma que la tranquilizara. 
Pelea. La sangre tiñendo de color escarlata el césped de la orilla del río. Por ella. Por su culpa. Gritar su nombre. Una y otra vez. Keiko.  
- ¡No! ¡Una pelea nunca es una mentira!  - insistió ella, volviendo a gritar entre temblores
¿Qué estaba pasando? Jun apenas sabía cómo reaccionar ante aquel histericismo repentino que no entendia de ninguna de las maneras. 
- Por favor, cálmate, no va a pasarme nada malo... 
Pero era como si la chica no le escuchara. Como si estuviera dentro de un trance de que no podía salir. Como si viviera en una pesadilla que la tenía atrapada por cumpleto.
- ¡¿Y si te pasa?! ¿¡Qué haría entonces yo!? ¡Tienes que tener cuidado o te matarán! - rugió. 
- ¡Keiko, basta ya! - gritó él.
El chico la sujetó por los brazos y la zarandeó suavemente. Ella temblaba y además, su respiración era entrecortada. Posiblemente a causa de las lágrimas que recorrían su rostro como torrentes, amenazando con no parar. 
- Por dios, ¿qué demonios ha pasado, eh? - musitó él, acariciándola el cuello con los dedos mientras usaba los pulgares para limpiarla las mejillas húmedas. 
Ella, al mirarle a los ojos y ver aquella preocupación, se dio cuenta de lo que acababa de hacer por culpa de su desesperación y solo siguió llorand, sin poder hablar. Jun rogó para que ella le dejase abrazarla y por suerte, la chica no se opuso. Él la llevó contra su pecho, apoyándose más en el sofá y acomodando el cuerpo sobre la moqueta, y la acunó suavemente. Pudo escuchar los latidos del corazón de Jun golpeándola contra la oreja, calmados, rítmicos, como si fueran una nana que la susurraba suavemente en el oído para que se tranquilizara. Logrando con el paso del tiempo que su propio corazón latiera al mismo ritmo calmado. Se abrazó a la cintura del chico y hundió la cabeza aún más en su pecho. Él, lejos de soltarla, rodeó con más fuerza sus hombros y enredó la mano en su pelo moreno, apoyando los labios contra él y respirando su suave olor a champú.
No supo cuanto fue el tiempo que pasó abrazada a lo único que la había salvado de volverse loca en ese momento. Él era la razón por la que tenía que seguir adelante. Haberlo olvidado apenas un instante había hecho que las palabras de Sakura reavivaran viejas heridas que, a pesar de que pensó que habían cicatrizado, aún podían sangrar una vez más.  
- ¿No vas a preguntarme nada? - musitó entonces. 
- Ya te he dicho que no tienes que contarme nada si no quieres. Tiene que salir de ti. Y si decides callar, entonces yo seguiré aquí, a tu lado, siempre, pase lo que pase. 
- No tengo derecho a mantenerte a mi lado, Jun. 
- Soy yo el que tiene derecho a quedarse, ¿no te parece? 
Ella se incorporó ligeramente para mirarle a los ojos. Sus pupilas estaban rojas de llorar, sentía un liger escozor en los ojos. Él se agachó para besarla sobre los párpados y ella lo agradeció en silencio. 
- ¿Y si no te lo quisiera contar porque sé que, al saberlo, creo que simplemente te irás? - susurró. 
- ¿Qué? ¿Irme? 
- Sí. Abandonarme. Irte lejos de mí - repitió ella. 
- ¿Irme y dejarte? -Cuanto más la escuchaba decir eso, más estúpido le sonaba -. Nunca, pequeña. Por más que quieras echarme de tu lado, no lo conseguirás - intentó tranquilizarla. 
- Yo no. Mi propio pasado - suspiró. 
- Tu pasado no solo te hace parte de lo que eres ahora y yo adoro. Sino que además, es algo que ya no debería hacerte daño. Ni a ti ni a mi. Algo que pasó hace los años que fuera y sigue haciéndote tanto daño... reconozco que me gustaría saber qué es. Aunque luego no pueda ponerle un remedio porque es algo que sucedió hace mucho tiempo. Pero te aseguro que jamás sería algo que me alejara de ti, Keiko. 
- No - dijo de inmediato -. No... no es Keiko - susurró, dejando escapar todo el aire de los pulmones. 
- ¿Qué?
- ¿Serás capaz de perdonar incluso esa mentira? - le preguntó en un murmullo cargado de miedo.
- ¿Qué mentira? -En la voz del chico no había ningún tono de reproche, ni siquiera de miedo ante una inminente verdad que podría cambiarlo todo. 
- Mi nombre es Irya - musitó, tragando saliva -. Irya Kimura.
- Irya - susurró él, como si decir ese nombre fuera algo completamente nuevo -. ¿Qué es? - preguntó entonces él -. ¿Qué es eso que te está torturando por dentro de semejante manera... - se contuvo un momento -, Irya? 
Escuchar su auténtico nombre de la boca del chico la hizo morderse el labio inferior con fuerza. Hacía mucho que nadie la llamaba así. Quizá, demasiado tiempo. Y no sabía si sería capaz de acostumbrarse de nuevo a él.  
- Lo único que no podría soportar - añadió Jun - es que vivieras siendo infeliz. Por favor. Dime que merece la pena estar viva.
¿Cómo podía saber que pensaba en algo como aquello? Sí, más de una vez se había dicho a sí misma que ella debía ser la que estuviera bajo tierra. Sin embargo, a veces había sido feliz, y desde que conoció a Jun, cada día, con cada sonrisa y cada pelea, había sido simplemente una mujer más. Pero a veces también se sentía culpable por ser capaz de vivir su vida y mirar hacia delante. Después de lo que pasó. Después de haber provocado lo que provocó. Después de saber que estaba viviendo la vida de una persona a la que se sentía culpable de haber hecho desaparecer del mundo. 
- No lo sé - susurró -. Ya no sé nada. Ha vuelto... vuelve a doler como en aquel entonces. 
Cogió aire con fuerza y sintió la mano de Jun entrelazándose con la suya. Acarició sus dedos con calidez, suavemente. La miró con una calma que decía que esperaría toda la vida si hacía falta a que ella estuviera preparada para dejar que él conociese la única historia de su vida que nadie había conocido jamás.      
- Yo era una cría - empezó a decir, con la voz cargada de miedo a recordar -. Me afectó de una manera demasiado fuerte. A pesar de todo, de la claridad con que lo recuerdo y la nitidez del dolor que he vuelto a sentir - susurró, respirando hondo -, ya han pasado diez años...    



6 comentarios:

  1. Vale, varias cosas:
    Primera: quien cojones son el pelinegro y la morena? es decir ¿Ryu y Keira? (por cierto me gusta el nombre de Keira)
    Segundo: No es jusnto que lo dejes donde lo has dejado, como me dijiste a mi.
    Tercero: No se como decirte que hasta ahora lo único claro es que se produjo una muerte, la persona que murió fue Keiko y que entos 3 Ryu, Keira y Irya saben lo que pasó y que Irya y Keira se disputan entre si la culpa básicamente, eso es lo único claro que tengo, si esa era la inteción genial.Bueno "Claro" que es lo que e deducido, ya veré a ver si es así o no, ya se verá.
    Cuarto: Jun es una pocholada. Se ad ejado apalear casi y aún así sigue tan tranquilo, si yo hubiera sido el la habría zarandeado mucho antes por la preocupación.

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    1. Quién son Ryu y Keira lo sabrás un poco más adelante *véase marzo o abril*
      Sí es justo, puesto que queda prácticamente todo explicado y lo deja perfectamente para que comience un recuerdo de Irya. No podía poner el recuerdo aqui porque es demasiado largo, si solo fueran cuatro lineas bueno, pero será una entrada y si se alarga, hasta dos, asi que... no es que no quisiera seguir la entrada, es que no tenía forma material de hacerlo y que quedase bien.
      A ver, está claro que hay un pasado que los une. Ellas no es que se disputen la culpa, es que ambas estuvieron metidas en el tema y cada una ve de una manera su forma de actuar o de intervenir en el hecho. Sí, ha quedad perfectamente claro que pasó algo, sin más detalles pero sabiendo que llega al punto de que una persona haya muerto, algo que no es absolutamente nada trivial.
      Jun siempre es un amorcete y tiene más paciencia que el santo Job.

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    2. Bufff, si si ya veo que tiene una paciencia de un santo dios mio. Con el libro y tu entrada me a entrado el gusanillo de continuar xD

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  2. Me encantaría saber quiénes son exactamente y cómo de involucrados estan ellos con Irya; aunque se deje entrever a grandes rasgos.
    Precisamente si está más protegida y es más importante, será más fácil que él tenga problemas si se la carga.
    No sé exactamente qué ha pasado, pero no parece que sea algo como para olvidase o dejar de recriminarse. Cada uno es como es, y por mucho que se digan el uno al otro no van a dejar de sentirse como se sienten.
    Aunque me parece duro, me gusta la promesa que ella intenta que él acepte.

    Pobrecillo, si es que tiene que acabar muerto de tanta pelea y tanta escena de acción; aunque seguro que es casi donde mejor se lo pasa.
    Pues si yo tuviera la rutina de llegar a casa y encontrarle a él, era feliz no, lo siguiente. Además eso de que él llegue y se acueste en el estudio, me encanta.
    Joder, si es que me ha dado hasta escalofrios a mi al imaginarme todo revuelto, y eso que ya sé algo más que el pobre hombre de lo que ha pasado (por la entrada anterior y el encuentro con la otra zorra)
    Pobre encima está heido de verdad por culpa del rodaje, aunque por mucho que le diga me da a mi que no va a conseguir tranquilizarla hasta que no le cuente lo sucedido.
    "- Parece que mis heridas son las únicas que se ven - la interrumpió suavemente él -. Pero sé que las tuyas son mucho más profundas en este momento." me ha matado. Se nota a leguas la preocupación que siente por ella y me enamora todavía más.
    La enumeración de abajo es otra de las cosas que me encantan, pero ¿cómo se le ocurre pensar que es por él? si es la cosa más pocholítica del planeta, por favor; pero el hecho de que lo piense dan ganas de abrazarle y susurrarle un "te quiero" en el oído; y ya cuendo te dice que lo dará todo por ella pues es muerte.
    Como se le ocurra decir/pensar que no es importante, le mato.
    Es normal que se desconcierte ante los cambios de ella, lo raro es que él haya podido mantener la calma tanto tiempo ante la situación.
    El hecho de que ella se calme escuchando el corazón de Jun, me parece super reconfortante.
    - No tengo derecho a mantenerte a mi lado, Jun.
    - Soy yo el que tiene derecho a quedarse, ¿no te parece?

    es tan él que hace que me vuelva histérica. Esa forma indirecta de decirla que estará con ella pase lo que pase, hace de él la cosita más rica del mundo.
    Me ENCANTA el simple detalle, de que él se agache a bersala los ojillos. Eso provocaría que me agarrara más a su camiseta sobre el pecho y sonriera como una tonta.
    Es Jun, puede adelantarse a los pensamientos ya que la conoce demasiado, pero es imposible vivir infeliz estando con él, aunque el pasado de ella tiene pinta de ser demasiado delicado.
    Me gusta que entrelaze sus manos.

    En esta entrada me he enamorado muchisimo más de él, es un jodido amor. Es superpaciente y compresivo.
    Foto mcksjdishupaosdi, canción muy grande y que realmente queda de pegada.

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    1. A ver, la entrada quizá es algo confusa, sobre todo para el pobre Jun. La gente a veces se siente culpable porque otras personas les dicen que lo son, pero en este caso es al revés. Siendo así tiene que haber sido algo bastante impactante, ¿verdad?

      Si, se lo pasará bien, pero yo apuesto a que acabó a hostiazos con Eita. Que algo tan simple como la rutina le encante le hace parecer tan cálido. El pobrecito al ver aquello se asustó y luego con cómo se comportaba ella, no sabía qué hacer ya. Y aún así, es capaz de adaptarse y aguantar de todo por ella, sí que es un amorcete :3

      Bueno, pues en las siguientes no sale mucho, el pocholito, así que, lo siento...
      Foto con más años que yo, pero sí, eso no quita para que estuviera igual de ñam. La canción... cada vez es más complicado encontrarlas, no estoy de coña. Me quedo sin discografía... que saquen más! xD

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    2. Ya te digo, creo que no ha podido estar más perdido el pobre, hombre.Ya, pero siempre es más fácil ver el sí que el no, yo creo; pero de todoas formas se deja entrever que es algo grave y gordo.
      Seguramente, pero bueno, mientras no sea nada serio.... Le hace parecer el hombre más maravilloso del mundo. Es una especie fuera de extinción (L).(L)
      Bueeenomalo será, pero quiero seguir sabiendo qué pasó y como acaba esta historia.
      Es como el vino empezó con ñam, y poco a poco añade un ñam más a su lista. Jajajaja, que sigan haciendo cosas y que vayan sacando de dos en dos como el último, no? xD

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