lunes, 25 de octubre de 2010

Nanimo.

Echando la vista atrás mientras las voces cómplices de Kazuya y Satoshi susurraban en mis oídos he llorado más de lo que esperaba. Recuerdos felices se vuelven tristes en una situación como la que estoy viviendo y sintiendo en lo más profundo de mi alma. Desearía volver, pero quizá si lo pienso dos veces, diría que no. No se el por qué. Simplemente es así. Siento como si me hubiera desvinculado totalmente del mundo real que me había rodeado hasta ahora. No es que viviera en una realidad llena de rosas, pero era más real que lo que puedo sentir ahora mismo. Tenía gente a la que le importaba un poquito, que me conocían tal y como era y aún así, me sonreían, me ponían una mano en el hombro para apoyarme, me daban su ayuda siempre que lo necesitase, me levantaban el ánimo con palabras bonitas que me hacían sonreír al sentirme querida y un poquito necesaria para ellos. En este momento, lloro. Porque no he vuelto a sentir ese calor desde hace mucho tiempo. Me he dado cuenta de que no sirve mi mundo de imaginación e historias maravillosas para sobrevivir. Ya no. Me había acostumbrado un poco a la realidad tal y como era y ahora no puedo volver a refugiarme en ese lugar.
No puedo sentir todo aquel torrente de cosas que me recorría cuando entraba en aquella aula verde llena de gente maravillosa a la que siempre querré. ¿Soy débil? ¿Soy cobarde por no ser capaz de avanzar, de pasar página de aquellos días que viven en mis recuerdos? ¿Acaso solamente soy una solitaria amargada por no poder cerrar los ojos y seguir adelante como todos han hecho sin mirar atrás ni una sola vez para comprobar si alguien se ha quedado atrás? Ya no hay manos a mi lado. Ya no hay corazones latiendo. Ya no hay sonrisas cómplices. No hay felicidad. Solo quedan lágrimas.


http://www.youtube.com/watch?v=_BR4K_zfnzY


Pero sigo caminando mientras la letra de rescue recorre todo mi cuerpo a todo volumen, sin dejarme escuchar más que los latidos de mi propio corazón. Ahora sé que solo hay una cosa. Solo una que no podreís arrebatarme. Nunca jamás. Y esos, son mis sueños. No, no dejaré que eso pase. Seguiré pensando en mi casita/apartamento de una sola estancia en Japón, en Tokyo. Visitaré Osaka, Hokkaido, Yokohama, Naniwa, montaré en el metro y cogeré el shinkansen para viajar de una punta a otra del país. Como dicen Tomohisa, Ryo, Keiichiro, Takahisa, Yuya y Kato, de NEWS de Japón. Sí, chicos, el mundo es vuestro.
Además, en un día lluvioso pienso ocupar aquel lugar oscuro en el fondo de esa librería donde unos pocos interesados quieran conocer mis locuras y mis propios sentimientos, esperando ver entrar a alguien por esa puerta que quizá nunca vuelva a mirar atrás. Ahora, esto es todo cuanto me queda. No hay nada más aquí. Absolutamente nada.




Modorenai kioku meguru, subete ubawareta kono yo no hate ni. Kanashimi...

2 comentarios:

  1. Los recuerdos....una peligrosa arma de doble filo. Tan maravillosos algunas veces y tan dolorosas otras.
    El camino se presenta con mil obstáculos y más que negro, pero estoy segura que podrás con ello. Y llegarás a esos sueños que nunca nadie podrá quitarte. Porque vivirás en Japón y estás un día lluvioso en una librería con gente entusiasmada para que firmes sus libros y respondas sus preguntas.
    Estaré para ayudarte si quieres, aunque es una lástima que tengas que conformarte con este farolillo que no sabe ni por dónde anda.

    ResponderEliminar
  2. ¿Te puedo decir una cosa? Este farolillo que no sabe ni por donde anda es el único que le da una pequeña lucecita a mi mundo de oscuridad en este momento, créeme.

    Jo, Satoshi me hace llorar. Y Kazuya también.

    ResponderEliminar