miércoles, 23 de enero de 2013

No somos tan débiles, pero tampoco tan fuertes.

Ronroneó la primera vez que el teléfono sonó. Gruñó cuando siguió sonando. Soltó una especie de juramento cuando, al final, se giró en el sofá para coger el móvil. Palpó con la mano a ciegas la mesa, buscándolo. Apenas le dio al botón de descolgar y se lo colocó en la oreja, sin sujetarlo. Ni siquiera había abierto los ojos. Sabía donde estaba y con quién. El pelo de Keiko olía de una forma bastante distinta al de Izumi. Sin embargo, se había dado cuenta de que a ambas les gustaba rodearle la cintura, tocarle los músculos de la espalda. 
- ¡Hola, pequeñín! -Tenía una voz tan alegre que a veces llegaba a ser molesta. 
- ¿Qué demonios...?
- Oye, por esa voz... ¿estabas durmiendo? 
- Sí, me has despertado. 
- ¿Qué haces durmiendo a estas horas?
Jun la ignoró.  
- ¿Qué pasa? 
- ¿No puedo llamar a mi niño de vez en cuando?
- Vale, como tu digas... -Volvía a quedarse dormido. 
- ¿Estás bien? - Ahora parecia preocupada.  
- Sí, todo muy bien. 
- Hace mucho que no te veo. -Otro cambio, ahora triste. 
- He estado ocupado, prometo intentar ir el fin de semana que viene, ¿vale? 
- Bueno. ¿Quieres que te envíe algo? 
- ¿Eh? No, no hace falta que me mandes nada, no soy un crío. 
- ¡Ya sé! ¡Una caja de dangos!
- ¿Una caja de qué? Sabes que no me gustan. 
- Es por el juego de palabras. ¡Por el dorama! 
- ¿Por el dorama? - Jun abrió ligeramente los ojos. Agradeció que la persiana estuviera medio bajada y no hubiera demasiada luz -. Mamá, ¿eres consciente de que hace cinco años que dejé de grabar Hana Yori Dango, verdad? 
- Sí. 
- Vale, ¿entonces a qué viene lo de una caja de dangos? 
- Solo era una broma, hijo, ¡una broma!
- Ya, ya, una broma. Será que no sé entenderla porque me acabas de despertar - la recordó.
- Vale, vale, ya te dejo seguir vagueando. ¡Adiós!
- Cuídate - la murmuró antes de colgar el teléfono. 
Casi lo lanzó contra la mesa otra vez. Volvió a acomodarse en el sofá. Subió la mano desde los hombros hasta la cabeza de Izumi, y le acarició suavemente el pelo. 
- Es tarde, Bella Durmiente - susurró.
Ella se quejó. 
- ¿No tienes nada que hacer hoy?
- Ir al infierno - susurró, abriendo despacio los ojos. 
- Vaya, suena a condena de las malas. 
- Reunión de alumnos - contestó, levantando un poco la cabeza para mirarle.
- Eh, eso es bueno, ¿no?
- ¿A ti te gustaría ir a una reunión de alumnos?
- No. Pero yo no soy un buen ejemplo. No soy una persona normal - hizo notar, con cierto deje de amargura. 
Sí, él sabía lo que era eso. Había tenido una reunión hacía un tiempo. La gente se reconocían, hablaban, se contaban cosas, parecía una fiesta animada y normal... hasta que llegó él. Susurros a sus espaldas, sonrisas cargadas de mentiras y miradas de odio. Como si no perteneciera a aquel mundo. Uno de sus compañeros se lo había echado en cara. Le había llamado "cara bonita", arrogante, chulo, narcisista. Le había comparado con todos ellos, que eran oficinistas o algunos trabajadores a medio tiempo, y se había reído en su cara del hecho de que él estuviera allí, solo, mientras el resto aún conservaban la amistad. Había sido como tener que aguantar las patadas de los niños en el patio del colegio. Envidiaban su éxito y eso él no podía evitarlo. No era como si fuera él quien quisiera ir por ahí presumiendo de ser quien era, pero era así y no podía cambiarlo ni esconderlo. En realidad, sí había sido doloroso. Pensar que todo su pasado, su infancia, quedaba reducida a buenos recuerdos que no podía compartir con ninguno de sus amigos porque ya no le consideraban como tal.    
- ¿A qué hora es? - preguntó entonces, intentando dejar de pensar en ello.
- A las 5 ya se puede ir. Tengo que estar allí un poco antes, he quedado.
- Pues... son las dos y media. 
- ¿Eh?
- Que son las dos y media. De la tarde - repitió. 
Ella se quedó mirándole dos segundos con los ojos muy abiertos.  
- ¿¡Que qué!?
Con aquel grito, la chica se incorporó y se puso de pie, apoyándose sin querer en el estómago del moreno. El chico se encogió.
- Oye, yo no tengo la culpa... - se quejó en voz baja. 
- Mierda, mierda... la ducha, la ducha... - repetía ella sin sentido, después de saltar del sofá al suelo con bastante agilidad para la resaca que debía de tener. 
- Haré algo para comer - informó él, sentándose en el sofá.
- ¿Algo rápido? - le pidió, por la falta de tiempo. 
- Cuando salgas estará listo - sonrió él. 
Izumi respiró hondo y trató de calmarse. Entró a la habitación a coger unas cosas y luego pasó por el salón como un rayo directamente al baño. El chico se levantó y en ese preciso instante, sonó su teléfono otra vez. Lo cogió sin mirar, como solía hacer siempre. 
- ¿Sí? 
- Jun. 
Sonrió. Ella siempre le llamaba por su nombre cuando descolgaba el teléfono. 
- Hola. ¿Ya estás en casa?
- He pasado, pero he tenido que volver a salir. 
- Vaya... siento no haber estado - se disculpó. 
- Me dejaste un poco de comida, estaba riquísima, gracias. Ah, la camisa azul del otro día, ¿no te dije que me la dejases a la vista para lavarla a mano? Es delicada. 
- ¿No la dejé a la vista?
- ¿Te parece que estaba a la vista en el fondo del cubo para la ropa sucia? Podía haberla metido en la lavadora sin darme cuenta. 
- ¿Y qué es para ti "un lugar a la vista"?
- ¿El sofá? - respondió ella en el mismo tono -. ¿La cama? ¿La encimera, en un rincón?
- Vale, vale, no es tan importante como para que me regañes - se quejó él. 
- Eres tú quien siempre dice que le encanta esa camisa.
- Sí, pero a ti te gusta más la blanca - hizo notar él. 
- Idiota, cualquier cosa te queda bien y lo sabes, así que de presumir internamente - le espetó con una risa.   
- En serio, me gustaría haber estado en casa pero, surgió algo y... 
- Me imaginé que algo había pasado al ver los platos sin fregar en la cocina - atajó ella -. Con lo minucioso que eres para eso.
- Izumi ha tenido algún que otro problemilla con Sho y estoy con ella - dijo, mientras entraba en la cocina de la chica y empezaba a buscar cazuelas e ingredientes. 
- ¿Has dormido allí?
- Sí - contestó con naturalidad. 
- ¿Qué ha pasado? 
- Eres una cotilla, ¿lo sabias?
- Eh, tengo derecho a saber dónde ha puesto mi chico sus manazas y por qué - le espetó. 
- ¿Ah? Perdona, bonita, pero no te quejas tanto cuando pongo estas manazas en lugares donde jamás te imaginaste que podrías sentir un placer como el que yo te hago experimentar todas las noches - la respondió -. Bueno, todas las noches que puedo - matizó.  
Ella soltó una carcajada que hizo que el moreno sonriese. Keiko era muy distinta a Izumi. Aunque ambas poseían ese lado inocente que las hacía parecer crías, Keiko era mucho más analítica, más crítica y se quejaba más. Tal vez más rebelde. Izumi era una niña grande, con sus pataletas y su forma de pensar extremadamente madura. 
- ¿Me lo cuentas esta noche? - le propuso ella entonces. 
- ¿Con un vino tinto?
- Creo que deberías cenar con agua - le contradijo -. Suenas resacoso. 
- Joder, vaya oído tienes, guapa - soltó el chico. Ella volvió a reírse. 
- ¿Entonces cenamos y hablamos de...?
- Que sí, cariño, voy a satisfacer a ese lado cotilla tuyo esta noche, ¿vale?
- No soy cotilla, soy curiosa - matizó la chica. 
- Y yo te quiero tal cual - la recordó él. Sabía que con apenas unas palabras suyas, la rebeldía de la chica quedaba tocada, se desvanecía, en parte. No podía luchar contra él y lo sabía.  
Colgó tras despedirse y empezó a cocinar algo simple, rápido. Apenas había puesto el agua a hervir y había decidido qué hacer cuando el teléfono volvió a sonar. ¿Es que ese maldito cacharro no se estropearía algún día de esos?
- ¿Podeis dejarme vivir? - respondió. 
- No tenemos la culpa de que te hayas despertado con el pie izquierdo - contestó una voz al otro lado. Se reía de él.
- Sí, con el pie izquierdo de Izumi encima - contestó él -. ¿Qué os pasa a vosotros ahora?
- ¿Estás en casa de Izumi? -Era Satoshi.      
- Sí. Anoche debió de pasar algo con Sho. 
- ¿Algo? -El líder le pedía matices. Eso era raro. 
- Dice que su camisa olía a otra mujer, y que vio una marca en su cuello. -Los demás parecieron contener la respiración -. Yo no me lo creo, no puede ser que Sho...
- Jun - le interrumpió el chico. 
- ¿Qué? - Silencio -. ¿Qué pasa? - repitió, empezando a preocuparse. 
- Busca esa camisa.
- ¿Que haga qué? ¿Os habeís vuelto locos?
- Jun...
- ¡No! Satoshi, estais dando por sentado que Sho ha engañado a Izumi. 
- Entiendo que le defiendas ahora - dijo Masaki -. Pero tienes que ver algo. Es mejor que compruebes esa camisa, por favor. 
- ¿Pero estais completamente chalados o qué? Kazunari por dios, dime que tú...
- Lo he visto, Jun - le interrumpió -. Con mis propios ojos. 
Se hizo un silencio que Jun no supo romper. Tragó saliva con fuerza y se apoyó en la encimera. No podía ser verdad. 
- Jun, la camisa...
- No - se negó, pero sin demasiada resistencia en la voz.      
- Hazlo - insistió Satoshi -. Y luego, ven a la oficina, por favor. Lo entenderás todo.
A veces odiaba el lado secretista de ese hombre. Se despidió después de tener que acceder a semejante despropósito. ¿Qué era aquello? ¿Y por qué siempre era él el que acababa metido en aquellas cosas? 
Cuando Izumi salió del baño, vestida con un chándal y el pelo pingando, se acercó a curiosear lo que él cocinaba.
- Pareces serio - notó. 
- ¿Eh? Ah, no, tranquila. Estoy bien - sonrió -. Esto está casi listo. 
- ¿Se enfriará si me seco el pelo ahora?
- ¿Qué vas a hacerte?
- Nada, solo secarlo. Quizá lo lleve recogido como siempre - comentó. 
- ¿Por qué no lo alisas?
- Porque para eso necesito unas horas que no tengo - dijo, mientras iba poniendo un par de platos sobre la mesa. 
- No tienes las horas pero tienes a un profesional del estilismo en casa - dijo, guiñándola un ojo. 
- Estás de coña, ¿no? - soltó ella, sin creérselo. 
- Verás, paso muchas horas frente a un espejo mientras otros me toquetean el pelo. Y veo también como se lo toquetean a las actrices. Creo que algo he aprendido en diez años, ¿no?
- Es una completa locura pero vale, si te hace ilusión - dijo, con tono de resignación. Si Jun no lo hacía, ella no lo haría. Encima de la cama había sacado los vaqueros y una camisa. No pensaba arreglarse más, ¿para qué? En realidad solo quería que el fin del mundo se adelantara y fuera esa misma tarde para que la evitara tener que ir a ese lugar.          
Comieron un poco rápido, aunque entablaron conversación. Izumi dejó los platos en la cocina sobre la encimera. Los fregaría al volver, pero no tenía más tiempo. Dejó que Jun demostrara lo que él creía que había aprendido. Para su sorpresa, la Izumi que la chica veía en el reflejo del espejo era completamente diferente a ella. Sin ser distinta en realidad. Había conservado completamente su esencia, su naturalidad. Y sin embargo, aquella apariencia la daba la fuerza que necesitaba, como un escudo delante de su corazón que detendría los ataques de la guerra que iba a librar. Viéndose así, no tuvo más remedio que cambiar la ropa que iba a llevar. Estuvo por lo menos quince minutos con el armario abierto, hasta que Jun la avisó de que no tenía mucho más tiempo y entonces eligió casi al azar, cerrando los ojos. Pero en realidad, sabía lo que buscaba. Tuvo que rebuscar mucho en el fondo del armario para encontrar unos zapatos que no midieran más de cuatro o cinco centímetros. Para conducir eran los más cómodos. Al salir de la habitación vio a Jun apoyado en el respaldo del sofá, mirando a todos lados. ¿Buscaba algo? Carraspeó suavemente y él se volvió para mirarla. 
- Estás increíble - sonrió -. Y ese vestido es precioso.
Era un vestido no demasiado ceñido, con una mezcla armónica de blancos y negros, que la llegaba por las rodillas. Tenía un escote abierto por los hombros y las mangas eran muy finas, de raso, con una goma que se ceñía suavemente en las muñecas. 
- Me lo regaló él - le confesó -. Para la graduación de mi hermano pequeño.
- Sí, es claramente de su estilo. 
- Soy yo la que lo pone - hizo notar la chica. 
- Me refiero a sus gustos. Cosas así, sencillas pero elegantes. Además, solo él podría elegir algo que te quedase tan sumamente bien. 
No supo si darle las gracias o un tortazo. Con los zapatos en la mano se sentó en el escalón del vestíbulo para ponérselos. Luego, buscó las llaves de su coche. 
- Oye, ¿puedo quedarme a terminar de recoger la cocina? No me gusta dejarlo así. 
- Sí, hay otras llaves ahí en el cajón. Cierra cuando salgas y dejalas en el buzón, por favor. 
- Muchas gracias. 
Izumi cogió la gabardina negra fina que tenía colgada en el perchero y empezó a meter cosas en un bolso algo más pequeño de los que solía llevar pero sin llegar a ser un bolso de fiesta, minúsculo y lleno de lentejuelas o plumas. El chico se quedó en el escalón y la puso las manos en los hombros. 
- ¿Estás bien?
- Me voy de paseo al infierno, a ver si es tan bonito como Dante lo describía en su obra - ironizó por completo.       
- Vamos, Izumi, tranquila. Todo saldrá bien, solo es una reunión de nada. Podías haberle dicho a Sho que... - Se calló la boca automáticamente. 
- Se lo dije - contestó ella, tranquila -. Pero parece que no va a poder. 
Ni siquiera le había llamado para recordárselo. Tal vez estuviera demasiado ocupado y probablemente ir a un sitio como aquel solo le perjudicaría. A pesar de que el colegio estaba en una región a poco menos de una hora en coche, cualquiera le reconocería. Llamaba demasiado la atención y ella no quería eso. Así se había convencido a sí misma de que era mejor dejarlo como estaba. 
- Izumi... escucha, no tienes que ir si sabes que va a hacerte daño - la dijo de repente -. Si vas sola...
- El hecho de que no venga conmigo no significa que no vaya a ir - le dijo -. Me decidí por lo que me dijo, no porque fuera a llevarlo agarradito a mí. -Mentía. Y posiblemente Jun lo supiera. Pero no podía hacer otra cosa en ese momento. Había confirmado su asistencia por e-mail. No podía evitarlo. No porque la fueran a poner una falta como cuando no iba a clase. Sino porque no quería dejar que hablaran de ella a sus espaldas sobre las razones que tendría o dejaría de tener para no hacer acto de presencia. Se enfrentaría a ello.
- ¿Quieres que te acompañe? - preguntó entonces el chico -. Sé que no soy Sho - dijo, por obvio que fuera -. Pero si es por callar bocas tal vez yo... –No supo si la estaba cagando o no -. Somos amigos, Izumi – dijo al fin -. Y no quiero que te hagan daño. 
- ¿Harías eso por mi? - sonrió levemente la chica. 
- Claro - contestó, sorprendido por la pregunta -. Si pasamos por mi casa y me das diez minutos, yo...
- Jun, no - le interrumpió, antes de que siguiera con un plan demasiado tentador -. Tengo que hacer esto yo. 
- ¿Aunque sea sola? - susurró él. 
- Aunque sea sola - asintió suavemente la chica. 
¿Cuándo había madurado tanto aquella muchacha? El moreno estaba bastante sorprendido por esa actitud tan fuerte. Izumi le dio un beso en la mejilla antes de salir. Izumi se apoyó en la puerta después de cerrarla. Si se para a pensar, tendría un ataque de ansiedad, seguramente. Tenía que respirar hondo y tranquilizarse. 
  
"Dije que todo estaba bien pero al hacerlo, tuve miedo de que esas palabras significaran que me había perdido a mí misma. Ahora solo puedo seguir mi camino hasta volver a encontrarme."  

Cuando escuchó los tacones de la chica alejándose con paso decidido, el moreno suspiró y se sintió culpable por quedarse, y aún más por tener que buscar la camisa que se suponía que olía a mujer y andar cotilleando. Aquello era una completa locura. Primero miró entre la ropa sucia del baño. Era lo peor, se sentía como un maldito acosador. Después de rebuscar, no encontró la dichosa prenda. Entonces recordó algo. 
¿El sofá? ¿La cama? ¿La cocina?
Corrió por toda la casa de lado a lado, buscando en esos tres lugares. Tal vez esa camisa fuera igual de delicada que la suya o algo por el estilo y por eso no estaba en el cubo. Desde luego, Izumi no había puesto la lavadora todavía porque él había llegado antes por lo que tenía que estar. En el rincón de la cocina, sobre la pequeña mesilla que tenía allí, la encontró. La cogió con cuidado y tardó unos segundos en decidirse. Al final, acercó despacio la nariz al cuello de la camisa. E identificó el olor al instante. Apretó los dientes y cerró el puño alrededor de la tela de la prenda. No entendía absolutamente nada. 
- Reika.       
 
La mujer pasó los brazos alrededor del cuello del pelinegro. Él, sentado a medias en la mesa de cristal del despacho, ni siquiera se movió. Sus ojos estaban clavados en algún lugar más allá del gran ventanal. Perdidos en la ciudad sin verla siquiera.
- Te he llamado para que vayamos juntos al restaurante. 
- Mmm. -No era ni siquiera una contestación. Sho era como un fantasma con cuerpo. Con un cuerpo que a Reika le encantaba.
- Sabes, dentro de poco habrá una recepción con gente muy importante del mundo del espectáculo - le dijo al oído, en tono de secreto. Él sabía que lo hacía solo por acercarse más a su cuerpo.   
- ¿Y? 
- Podría presentarte a mucha gente. Contactos. Ya sabes. Solo tienes que acompañarme. 
No gracias, estoy muy bien como estoy, pensó. 
- Una dama de tu clase no puede ir sola a ese tipo de reuniones - dijo, en un intento por halagarla y  tenerla contenta pero sin aceptar la invitación directamente.
Reunión. Gente.
- Ha llegado una invitación para una fiesta. Del colegio. [...] Esa época no fue la mejor de mi vida. Pero no pasa nada. Solo tengo que rechazarlo. Total, nadie se dará cuenta de que falto. Así ya está todo arreglado
- No, Izumi. Tú no eres así. La única manera de arreglarlo es enfrentarte a ello. 
- No puedo. Es imposible. 
- También era imposible que hicieras semejante actuación para mí y lo has hecho.
- Es distinto. A ti te quiero.
- No dejaré que nadie te haga daño. Pero no debes huir, Izumi. Es tu vida. El pasado es parte de nosotros. Nos hace lo que somos ahora. Te hace la persona de la que me enamoré.
Sé valiente. Yo estaré contigo. Lo prometo.
Izumi. La sola idea de que la sonrisa sincera, divertida, feliz que vio aquella noche en su rostro se desvaneciera como el humo, sin dejar siquiera rastro de que un día había estado ahí, fue algo que simplemente no pudo soportar. No la traicionaría así. No dejaría que se la quitasen, que la apartaran de su lado. No importaba como. Sabía que la chica podía defenderse sola, que lo había hecho siempre y que no dejaría que nadie la tocara. El problema era si ese dolor iba más allá de los límites que Izumi podía aguantar. No lo permitiría. Esta vez, no estaba sola. Y tenía que decírselo a ella.
Se levantó como un resorte pero apartó con cuidado a Reika de su cuerpo. 
- ¿Qué pasa?
- Lo siento, pero tengo algo que hacer. 
- ¿Qué? Vamos a cenar - casi siseó. No soportaba que los planes se la fueran al traste de esa manera tan repentina. No tenerlo todo bajo control no era su estilo. Y aunque había pensado que tal vez Sho pudiera rebelarse en algún momento, nunca había imaginado que se le escaparía de los dedos de semejante manera. 
- Iré - dijo solamente. 
- No. He dicho que vamos a ir juntos - insistió la mujer. 
Sho empezó a ponerse nervioso. Miró el reloj. Demasiado tarde. Tenía que salir de allí ya. Entonces se dio cuenta de que podía que cambiar las tornas. Reika también sabía ponerse nerviosa. El pelinegro se acercó a ella y pasó los brazos alrededor de su cadera, acercándola a su cuerpo antes de besarla el cuello. 
- Iré - repitió suavemente.  
- No te atrevas a llegar tarde - le advirtió con voz amenazante, pero de repente no tan segura -. Ni mucho menos a dejarme plantada. 
- Sabes que no lo haría - la sonrió de lado, mirándola directamente a los ojos. A ella podía mantenerle la mirada firme incluso en ese momento. Porque esa mujer no sabía ver cuándo estaba mintiendo, y cuando decía la verdad.
Reika tragó saliva. Y antes de que pudiera reaccionar, Sho había salido del despacho y corría por los pasillos de la agencia más rápido de lo que nunca creyó que podría llegar a correr. La mujer se dejó caer en la silla de cuero y empezó a reírse con ganas. Definitivamente, ese hombre tenía que ser suyo. Había algo en él de lo que no se había dado cuenta del todo hasta que le había abrazo, o le había visto sonreír de aquella manera. Algo que la gustaba demasiado. Y lo mejor de todo era que le tenía en sus manos. A la mierda el programa, que continuara. Mientras así fuera, Sho sería completamente suyo.     

 




"Cuando el sol y la luna escriben su historia."

11 comentarios:

  1. Creo que esto cada vez se pone peor-mejor.
    Cuando han despertado a Jun, he recordado por que duermo yo con el teléfono en silencio, la verdad. Lo de la broma de su madre con los dangos, siento decirte que ha sido una broma muy Junno, pero bueno, muy oportuna la señora; la historia de Jun, de su reunión me da muchísima pena, el hecho de que lo rechacen por pura envidia de que él no sea un oficinista aburrido, o un trabajador a medio tiempo, me jode bastante, siendo sinceras. Imaginarme a Izumi corriendo por todo el salón gritando: "Ducha, ducha" me ha recordado al conejo de Alicia en el País de las Maravillas, la verdad. Luego, me encanta que Keiko no se ponga histérica porque ha ido a su casa y no ha visto a Jun, el hecho de que el le diga que ha pasado la noche con una amiga y ella solo se ponga a cotillear, me gusta, igual que la comparacion de las dos chicas. También está el hecho de que le manden buscar la camisa para llevarla, cosa que no entiendo, pero bueno. Luego está lo de que Sho la regalara el vestido a ella, que me pareció precioso, y tal y como me lo imagine, pues super bonito, la verdad, y después cuando Jun le dice qeu si queire que la acompaña, ahi me aprecio el mejor amigo del mundo, aunque me gusto la reaccion de ella de decirle que no.
    Con respecto a Sho, creo que aunque no se vea directamente, es él el que la tiene a la perra esta comiendo de su mano, que con un abrazo y dos palabras al oído, ya le cree todo.
    Vamos que actualiza como que... em.... YA

    PD. Ya te lo dije, la foto, bestialisima, me encanta, y la cancion es una preciosidad.

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    1. Decidete, o mejor o peor, no te contradigas, bichito.
      Jajajaja si, viene a ser una de las razones, la inoportunidad de la gente. La broma ha sido un poco Junno, sí, es que todo se pega, chica. En realidad, siempre hay alguna historia así, alguna... razón por la que las cosas acaban mal. ¿Como el conejo blanco de la peli? Madre mia, sí que tienes tu imaginacion asociativa, alucinando me dejas.
      De Keiko digamos que sabrás algo más un poco más adelante. No, ya te dije que la camisa no es para que la llevara, era solo para que la viera. Más que nada para concienciarle de cómo estaban las cosas.
      Es que imaginate que le dice que si y luego se presenta allí el otro. Movida movida. Y me gusta complicarme la vida, sí, pero no tanto, querida.
      Jajajajajaja sí, y tan comiendo de su mano, si es que cuando quiere...
      Va, va, ya puedes leer la siguiente, mujer.

      PD. Sí, sí y sí jajaja

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  2. A ver, por donde empiezo..... me hace gracia que no le deje de sonar el telefono a Jun hasta la llamada de sus compañeros. Y como dice el siempre acaba metido en todos los fregaos sin comerlo ni beberlo. Eso le pasa por ser el buenin xD. En cuanto a Izumi, me a gustado mucho el valor que a sacado para ir a la reunión sola. Y que le agradeciera a Jun el gesto, pero que mejor que no fuera, me a gustado bastante la verdad. En cuanto a la novia de Jun, me gusta que no se ponga celosa al saber que esta con Izumi, y que solo se ponga a cotillear me hace gracia. En referencia a Keiko*creo qeu se llama así la pedorra* me parece mas una cria que una mujer, por su reación cuando Sho le dice que tiene algo que hacer y se enfurruña diciendole que no, que tienen que ir a cenar juntos. Es un cria y ademas malcriada, pero bueno. Sho.. ¿que decirte de el?. también me gusta como hace bailar a la otra. A su son. Es genial.
    PD. Ahora voy por la otra, que la acabo de ver xD

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    1. Si soy yo, mato a alguien con llamadas tan seguidas, qué ganas de tocar la moral, oye. Sí, Jun es la típica persona que nunca dice nada y siempre acaba metido en algo. Es que Izumi no lo parece pero la muchacha tiene coraje. No, has confundido a Reika con Keiko. Y que tú confundas nombres japoneses es imperdonable e.e" xD Reika es la pedorra, Keiko es la novia de Jun *en el relato del mayordomo también lo era, ¿recuerdas?* No es que sea una cría malcriada, es que está acostumbrada a tenerlo absolutamente todo. Y se acaba de encontrar con algo que cree poseer y nunca podrá tener.
      A mí más que cómo la hace bailar me pone muchisimo por cómo va vestido, siendo sinceras del todo ._. xD
      PD. Mira tu que suerte, te lees dos del tirón sin tener que esperar xD

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    2. Yo depende del momento, si estoy haciendo algo interesante pues si.. los mato xD. Se me han liado los nombres por qeu se me parecen, nose, será que em esta entrando la dislexia ahora, no me digas xD. Si ya veo ya que tiene coraje la chica.
      Puede que no lo sea pero me a dado esa impresión, es apra abrir la mano y darla una bofeteda de esas qeu suenan en las tomas falsas, vamos de las que duelen que lo flipas.
      Bueno, es que eso ya era obvio, que pone mucho las pintas con las que va xD pero es que eso ya es inato, hasta con un pantalón de pijama solo ya pone xD
      PD. si sierte suerte xD

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  3. Yo la hubiera matado, coño si no coge será por algo, ya te llamará él. Aunque me ha hecho gracia lo de HYD.
    Me da rabia la realidad que tiene el pasado de Jun, es increíble como unos putos crios pueden hacer tanto mal...e imaginármelo con esa infancia me cabrea.
    Es un amor, ha hecho mucho por ella la lleva la cena, está con ella, hace la comida y encima se transforma en estilista. Izumi le debe demasiado. Y qué suerte tiene Keiko de tenerlo. Me ha gustado mucho esa confianza que hay entre ambos. Eso sí, menuda contestación la ha soltado con lo de las manazas; primero me quedé O.O al segundo siguiente me estaba riendo xD.Me ha gustado la comparación entre ambas.
    Me ha extrañado el hecho de haberle pedido la camisa, ha sido un poco en plan "¿Para qué narices quieren la camisa?"
    Con la gracia que le hacía ir me ha gustado/sorprendido el hecho de que haya ido y encima sola, cuando encima Jun se ha ofrecido voluntario.
    De eso nada. ¿Completamente suyo? ¡Já! Antes la quito los ojos, y la corto las manos ¬¬
    Dios, Take me faraway preciosidad de canción de voz y de baile. Bueno y de bailarín xD

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    1. Bueno, una madre es una madre, ¿qué más puedo decir? Sí, como dice Silvi, la broma Junno.
      La verdad es que creo que ese tipo de infancia la lei en un manga o algo así... pero en realidad, si no fuera así, el contrario sería que todos le adorarían y ¿por qué? Por lo que es y no por quién es. Así que sigue siendo igual de triste.
      En principio tú no sabes cuánto le debe Jun a Izumi, tampoco. Aunque bueno, se puede dejar simplemente en que Jun es un amigo de los buenos, de esos que cualquiera pelearía por tener. Esa contestación es chulería pura y dura jajajaja La comparación a veces no es tan fácil. Que dos personas posean características parecidas que las conecten pero que sean diferentes es... bueno, a veces cuesta.
      Joder, sí que os ha hecho pensar a todas lo de la camisa. En realidad no saben quién era la mujer hasta que Jun no lo confirma. Ellos saben algo, pero les faltaba el nombre.
      La verdad, me hubiera gustado preguntarte, por saber y curiosear, ¿qué habrías hecho tu? ¿Habrías ido o no? ¿Y le hubieras dejado acompañarte o no? Independientemente de lo que yo haya hecho con los personajes, sé sincera.
      Vale, vale, vale, guárdate la agresividad un poco, mujer, y cálmate, una tilita o algo xD
      Es que Riida es una preciosidad de todo *O*

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    2. Jajajaja, pobre Junno xD
      Lo sé, también pensé en eso. O desprecio absoluto o interés puro y duro.
      Lo he dicho por lo que he leído, que sepa o no hasta el punto que le debe es otra cosa, pero me ha encantado todo lo que ha hecho por ella al mismo tiempo que se quedaba imparcial; quiero decir no le quito la razón a Izumi, pero tampoco, pero en ningún momento se puso en contra de Sho; de hecho es el que más le ha defendido a pesar de saber "de primera" mano lo que pasaba.
      Muy Jun, sí.
      ¿Ves? Por eso te decimos que eres un crack *mi genio :D* y no nos haces caso, baka.
      Pensé que era por algo más aparte de poder identificar el olor.
      Mmmmmmmmmmmmmmmm, teniendo la esperanza de que Sho fuera , no le hubiera dejado ir. Aunque no sé si hubiera entrado una vez que hubiera llegado allí.
      ¿Yo?¿Agresiva? Nah
      Chiiii (L).(L)

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    3. Eh, de pobre nada, sus bromas se han convertido en algo cotidiano, ahora todas las bromas malas son bromas Junno jajajajaja
      Pues por eso, que no se qué será más triste de ambas.
      Jun se toma los problemas de los demás con mucha más calma de la usa con sus propios problemas, es más... frío, en ese sentido, más insensible en cuanto a despotricar sin saber la verdad, sin conocer la versión completa de la historia.
      Si, te recuerdo que le llamas "chuleria con patas", así que...
      Bueno, bueno, más que crack, os he liado más con eso, por lo que parece... está mal explicado xD
      Precisamente porque sabía que te echarías atrás hice que no pudiera hacerlo, que solo tuviera como salida seguir adelante. Sé que es un poco putada, pero sino...
      No, agresiva no, psicópata en pleno ataque de psicósis, ¿te parece poco? xD
      Es Dios.

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    4. Me encanta ese temple que tiene en determinadas ocasiones. Jajaja, es verdad, es la chulería con patas personificada.
      ¿Liarnos con la comparación? No, por qué piensas eso? De hecho ala comparativa creo que nos ha gustado a las tres.
      Con la camisa nos has hecho pensar un poco más, pero eso no es malo. Por lo que a mi respecta no me has liado.
      Que no, boba. Que yo soy buena.

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    5. Si, peor luego lo pierde con una facilidad que acojona. Claro, tu le llamaste así.
      No, no, liaros con el tema de la dichosa camisa. Es que no parecía cuadraros por qué le pedían que hiciera eso, y es que realmente no está explicado ahí así que... técnicamente está mal hecho por mi parte.
      Buena cuando quieres, no te jode. En realidad, como todos en algun momento de nuestra vida.

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