lunes, 21 de enero de 2013

Aquel día que no pudimos ser honestos.

El pelinegro cerró la puerta con suavidad tras su espalda. Caminó con los pies casi arrastrando por la moqueta del pasillo hasta el ascensor. Al subir, apenas fue consciente de que tenía que pulsar el botón para bajar. Se recostó en la pared. ¿Qué demonios estaba pasando allí? Él no tenía nada que ver con los problemas de Reika con la cadena, ¿qué pretendía esa mujer chantajeándole de esa manera? No era lógico. ¿Acaso solamente quería desquitarse? Fuera lo que fuera, le estaba jodiendo literalmente vivo. Bajó en el piso donde estaba la sala de reuniones y se dirgió allí. No sabía qué iba a decirles a los chicos, pero sería peor si hacía que tuvieran que salir a buscarle; más Jun tan histérico como estaba con aquel escabroso tema. Al coger el picaporte escuchó las sillas arrastrar en el suelo. Le esperaban de pie, nerviosos, preocupados. 
- ¿Qué ha pasado? - le asaltó su amigo moreno.
- Nada, en realidad - susurró. 
- Sho - le instó el líder -. ¿Qué te ha dicho esa mujer? 
- Ha dicho que va a pensar seriamente en las consecuencias de retirar el Himitsu – contestó, carraspeando un momento -. Pero que no asegura nada. La decisión ya estaba casi comunicada y todo, así que…
- Maldita mujer – siseó Jun, apretando los puños. Nunca llegó a entender a aquella mujer, ni la razón por la que su jefe la había nombrado la agente del grupo.
- ¿Por qué cambiaría de opinión de repente? – susurró Satoshi.
- La he dicho que no podría manejar todo lo que supondría retirar el programa, que sería demasiado incluso para ella – mintió el pelinegro -. No os preocupéis. Tarde o temprano, sabremos algo. De momento, sigamos trabajando.
- Sí, es lo único que podemos hacer ahora. Hasta que no se decida, no podemos actuar – comentó Masaki.
- Venga, chicos, cada uno a su estudio – disolvió la reunión Satoshi -. Cualquier cosa que pase, nos llamaremos.
Los cuatro asintieron. Sho respiró hondo. ¿Qué estaba haciendo? Mintiendo de esa manera a sus amigos, casi traicionándolos. Sentía una presión en el pecho que le quitaba la respiración. Necesitaba decirlo pero era incapaz. Algo le decía que aquello tenía que hacerlo solo, que luchara él como pudiera. Les vio salir a todos de la sala y se dejó caer en el sofá, pasándose las manos por el pelo y luego tapándose los ojos con las palmas. Todo aquello era una locura. Y estaba solo en ella. Confiaba en sus amigos pero... ¿cómo iba a contarles que el precio de continuar emitiendo el Himitsu todos juntos era traicionar a Izumi? De momento ni él sabía lo que iba a pasar. Se levantó y respiró hondo antes de salir hacia el estudio donde estaba grabando la película. Tal vez pudiera hacer algunas escenas y tener más tiempo por la noche. No para hablar con Izumi de aquello. Sino para estar con ella y abrazarla hasta que aquella maldita sensación de miedo e inseguridad desapareciera de su corazón. Aunque luego volviera a aparecer por la mañana, nada importaba mientras la morena estuviera con él. Podía parecer un egoísta pero en ese momento era solo como un crío con demasiados problemas y una estúpida conciencia que conseguía hacer que le doliera el estómago solo de pensar en lo podría pasar. Porque viniendo de Reika, nunca se sabía hasta donde podrían llegar las cosas.  

La chica terminó de hacer la cena poco antes de que llegara la hora a la que más o menos el pelinegro solía volver a casa. Había querido preparar algo especial pero al final había hecho solamente una lasaña en el horno y una tarta de manzana. Eran cosas que la llevaba bastante tiempo cocinar y que la habían mantenido entretenida esa tarde. Después de enviar el e-mail de confirmación para la fiesta, había recibido uno de vuelta para que supiera que habían recibido el que ella había mandado. Sintió un nudo en el estómago bastante fuerte, como algo que le decía que ya no podía huir. Tal vez había tenido la esperanza de que el e-mail se perdiera por ahí o ella misma se hubiese equivocado de dirección. Pero no tuvo tanta suerte. Ahora solo la quedaba esperar el maldito momento en que tuviera que cruzar de nuevo las puertas de ese colegio y recordara como, años atrás, juró que no volvería a pisar aquel suelo nunca más. 
La lasaña se enfrió. Los platos quedaron colocados encima de la mesa, sin usar. Lo único que no quedaba era vino en la botella que había sobre la mesilla del salón, al lado del sofá donde Izumi miraba a la nada. Sho nunca había hecho algo que ella pudiera reprocharle. Y no era normal en él no avisarla cuando no iba a volver a casa. Sabía que no había pasado nada, sino se habría enterado. Sin embargo, había algo amargo en aquella ausencia. Algo que la daba escalofríos.

Sho abrió la puerta intentando no hacer ruido. No vio luces dentro. Se descalzó y abrió la puerta de la habitación. La cama estaba vacía. La mesa estaba puesta, preparada para los dos. Maldijo en voz baja. Entonces escuchó un vaso romperse en el salón. Se acercó al sofá y vio a la chica retorcida en el sofá. Acababa de tirar la copa del vino contra el suelo. Ni siquiera el ruido la había despertado. ¿Qué hacía allí? ¿Esperarle? No había podido avisarla... y en realidad, tampoco había querido. Llamarla para volver a mentirla, a decirle que no podía ir a casa porque seguía en el estudio... no se perdonaría ensuciar su relación de esa manera. Aunque también sabía que eso suponía hacerla sufrir en incertidumbre. Sin embargo, algo le decía que la chica perdonaría eso antes que una mentira tras otra. Con un lio mental importante, el chico esquivó los cristales rotos y cogió a Izumi en brazos, levantándola del sofá. Era más liviana de lo que recordaba y eso le preocupó. ¿Estaba bien? Intentando no pisar otra vez los cristales, llevó a la morena hasta la habitación para tumbarla sobre la cama. Ella ni siquiera se quejó. Sho supuso que con la cantidad de vino que había bebido, no despertaría por más que él la moviera o intentase espabilarla. Una vez tumbada, se quedó mirándola fijamente. Esa noche había cenado con unos ojos diferentes frente a él. Los ojos de alguien que solo pretendía controlarle y llevarle posiblemente al desastre. Reika había reservado un lugar en un hotel de los más caros de la ciudad. Había decidido pasar allí la noche y Sho sería su acompañante en la cena. La mujer se había negado a hablar del trabajo, de lo único que al pelinegro le interesaba. La había observado bien, escuchando cada palabra que decía, si forma de moverse, hasta sus pestañeos. No era un psicólogo ni nada por el estilo, pero sí había sacado algo en claro. Aquella mujer no lo hacía solo porque él la atrajera. Intentaba caerle bien, incluso ponerle de su lado, buscaba conocer sus opiniones sobre diversos temas para opinar ella igual o adaptar sus pensamientos a lo que él decía. Era extremadamente alegre y amable. Algo que no pegaba para nada con su personalidad. 
"No siempre soy una persona estricta, pero entenderás que el trabajo tiene que ser así. Tú lo entenderás mejor que nadie."
¿Qué tenía que entender exactamente? ¿Que él estaba allí en calidad de acompañante, de amigo, de polvo, de qué? No la había contestado mal, ni la había levantado la voz en toda la cena. Sin embargo, su lado rebelde había estado a punto de reventar más de una vez. Hasta que empezó a coger el hilo del juego en que aquella mujer llevaba intentando hacerle entrar toda la noche. Seducción. Y a su sonrisa cabrona y a él solo una persona podía ganarle en ese terreno. Entró al trapo pero siempre marcando las distancias. Dejaba más que claro lo que le interesaba y lo que no. Procuraba mantener a la mujer alejada de él. De su verdadero yo. La mostraba solo la cara que quería ver. La preocupación, el miedo, el sentimiento de traición, de rabia, de ira, de odio, lo guardaba todo tras sus ojos claros. Y solamente se preguntaba hasta dónde llegaría aquel juego. 
Su móvil empezó a vibrar en la chaqueta. Al sacarlo vio el número de Reika. 
- ¿Qué quieres?
- He llegado a mi habitación. -Parecía ebria -. Y estoy sola. 
- ¿Y qué esperabas?
- ¿Por qué te has ido? Ven. 
- ¿Qué?
- Te digo que vengas. Tienes que hacerme compañía. Esta cama es demasiado grande, me pierdo yo sola... Ven, Sho.   
- No tengo la menor intención de...
- ¿Es que necesitas una excusa? - le interrumpió ella -. Ven o de lo contrario, cerraré el contrato con la cadena por vuestro estúpido programa, ¿de acuerdo?
- Así que así es como eres en realidad - la espetó.         
- Vamos, ven - insistió -. Tú también estas solo, ¿no? - Sho se irguió al escuchar esas palabras -. ¿Qué pierdes entonces?   
- Estaré allí en cuanto pueda - susurró, sin mostrar la resignación que acababa de pintarse en su rostro. 
Al colgar, suspiró de alivio. Se volvió hacia Izumi, que se había acomodado sobre la cama, y se arrodilló a su lado, en el suelo. Apoyó el codo en el colchón y la miró fijamente, mientras la acariciaba el pelo suavemente. 
- No sabe que estoy contigo - la musitó, sin esperanzas de que le escuchara por cómo respiraba, tan pesadamente que ni un terremoto la despertaría. El alcohol solía hacer estragos en la morena -. Al menos tú estás a salvo de lo que quiera intentar hacer para controlarme. Menos mal. Si esa mujer te hiciera algo, yo... - la colocó el pelo detrás de la oreja - no me lo perdonaría.  
Se levantó del suelo sin hacer ruido, la tapó con la sábana y arrimó la puerta de la habitación al salir. Recogió los trozos de la copa de cristal y los tiró a la basura; seguramente Izumi no recordara que había roto la copa y los pisara al despertar por la mañana, con una resaca segura. Volvió a ponerse los zapatos, que se había quitado apenas minutos antes, y cogió de nuevo las llaves del coche. Por suerte, no había bebido demasiado en la cena por lo que podía conducir sin problemas. Llegó al hotel poco después. Preguntó por la habitación de la mujer y subió por las escaleras. Al llamar a la puerta, Reika le abrió, con una copa en la mano. Sho se dio cuenta de que estaba tan sumamente borracha que esa noche no sería capaz de mantener los ojos abiertos. Él no era estúpido. Sabía que si esa mujer estuviera en pleno uso de sus facultades, querría acostarse con él. Una forma de clavarle el puñal todavía más hondo en el pecho. Entró en la habitación y ella cerró la puerta. Sho sintió que aquel sonido, el simple clack de la puerta, le arrancaba de su mundo feliz y su realidad, apartándole de ella. De su ella. Tal vez, para siempre. 

Izumi decidió llamar gran mierda a la resaca de esa mañana. Se pasó prácticamente las horas sentada en el sofá con un café y aspirinas. La cabeza estuvo dándole vueltas hasta después de la hora de comer. Se levantó, dando un traspiés, y le miró. Él levantó la vista hacia ella, quedándose en medio del pasillo. Izumi no estaba enfadada. Sho había vuelto por la noche, lo sabía. Ella misma hubiera sido incapaz de llegar sola hasta la cama. Además había visto los trozos de la copa. Y había olido su colonia en su propio cuello, señal de que la había abrazado contra él.
- Hola - dijo al fin. 
- Hola - pudo responder él. 
- Hoy es pronto... supongo - dijo, al no saber exactamente a la hora a la que él había ido a trabajar. 
- Lo siento. Solo he venido a darme una ducha. Tengo que volver al estudio. -Si algo no quería Reika era acapararle mientras tenía que trabajar. Sin embargo, esa mañana le había tenido en su habitación, e incluso le había invitado a comer, solo para estar con él. Robándole su vida con Izumi. 
- ¿Estás bien? - le preguntó antes de que pasara su lado. 
- Sí - asintió solamente. 
- ¿Necesitas algo?
No tenía el cuerpo para aquello. Aún así, se forzó a sonreír suavemente. 
- Sácame una camisa limpia, por favor. -Había ropa limpia en el baño, en el cesto de la lavadora. Izumi tenía ambas separadas, la ropa para lavar en un caldero azul, la ropa limpia en un cesto de mimbre. 
- Claro. -La sonrisa de la chica se le clavó en el estómago. 
El agua de la ducha estaba congelada. Si la ponía caliente, posiblemente pudiera pensar. Pero con el agua helada, solo podía sentir frío. ¿Qué iba a hacer? A ese ritmo, lo perdería todo. Sabía que Satoshi no se había tragado del todo lo que les había contado, y posiblemente Kazunari tampoco. Jun estaba algo cegado y Masaki era un poco más lento para esas cosas. Pero los otros dos, posiblemente se hubieran dado cuenta de todo. Y aquella mirada cansada en los ojos de Izumi había sido lo peor de haber tenido que dormir fuera, con otra mujer que no fuera ella abrazada a su cuerpo. Si las cosas seguían así, se iba a volver realmente loco. 
Izumi cogió la camisa que el chico se había quitado y dejó otra limpia sobre el sofá. El resto de ropa Sho lo dejaría en el cuarto de la lavadora, pero aquella camisa había que echarle antes un producto especial porque tenía una maldita tendencia a arrugarse que no era normal. Cuando la cogió para dejarla sobre la encimera, lo sintió. Un olor diferente. No era el de Sho. Ni tampoco el suyo. Era algo más fuerte, más maduro, más molesto. Más de mujer. La morena sintió que la temblaban las manos. No era posible. Esa noche, sabía que Sho había estado allí, con ella. ¿Entonces cómo...? Sintió una náusea en la boca del estómago. El chico salió de la ducha en ese momento. Cogió la camisa limpia y se la puso. Ella dejó la camisa en la cocina, respiró hondo y se acercó a él. No podía preguntar así de repente, sabía que se pondría a la defensiva aunque la explicación fuera simple y no diera para más. Sho empezó a abrocharse los botones por abajo, una estúpida manía que tenía. Ella, sintiendo como los dedos la temblaban ligeramente, empezó por arriba. Le colocó el cuello de la camisa con cuidado. Y entonces lo vio. La norma quebrantada. Una marca en su piel. Era muy muy pequeña. Pero ella conocía y recordaba cada rincón del cuerpo del pelinegro, cada palmo de su piel blanca. Y sabía que aquello nunca había estado allí. Quiso tocarla con los dedos pero se contuvo. Abrochó el primer botón. 
- Esta mañana te has ido pronto - susurró, sin apartar los ojos del botón, tragando saliva para intentar calmarse. 
- Estabas dormida cuando me he ido. -Se sintió un cabrón por tergiversar las intenciones de ella por saber más de él.  Sabía a qué se refería Izumi, más que de sobra. Pero tampoco podía aceptarlo así como así.
- Cuando llegaste no me enteré - insistió la chica. 
- Es que no deberías beber tanto y menos con el estómago vacío - apuntó él. 
- No tienes derecho a sermonearme.
Aquellas palabras pusieron distancia entre ellos. La chica se separó de él cuando el pelinegro llegó al botón que ella abrochaba. Para que no la tocase. Se apartó un par de pasos de él. Sus miradas se cruzaron un solo momento. Sintió un escalofrío, algo insalvable. Dolor. Un vacío. 
Sho terminó de vestirse y, después de coger las llaves del coche, salió del apartamento. Tenía que salir de alli antes de ponerse a pensar. ¿Qué podía hacer? ¿Pararse a darle explicaciones? Su mundo se estaba convirtiendo en una mierda, y no podía hacer nada, que era lo peor. Empezó a plantearse la posibilidad de hablar con sus amigos. Pero sabía lo que iban a hacer. Lucharían por el programa por otra via posiblemente más ineficaz que el hecho de tener a su agente en el bolsillo. Por mucho que la gente les apoyara, lo que Reika decidiera era lo que en realidad importaba. Tenían que tenerla contenta... y si les contaba aquello a los chicos, sabía que la cosa acabaría allí. Respiró hondo en un intento por armarse de valor. No podía elegir. O sus amigos, quince años después, o su chica, a la que adoraba desde el fondo de su alma. Se dijo a sí mismo que solo tendría que aguantar un poco más. Luego podría explicarlo todo. Y mientras solo tuviera que acompañar a Reika, no estaba haciendo nada que fuera para llamarle traidor. Aunque él ya pensara eso de sí mismo. 

La chica se apoyó de lado contra la pared de la cocina. Se abrazó a si misma, incapaz de sentir el pulso de su corazón contra el pecho. Tragar saliva la costaba, respirar, dolía. Le temblaban las piernas. Enredó los dedos de ambas manos en el pelo y se dejó resbalar hasta el suelo de madera. Encogió las rodillas contra su pecho y escondió entre ellas la cara. La idea de ver el cuerpo de Sho entre unas sábanas que no eran las suyas, el solo imaginarse que otras manos habían tocado cada lunar que ella adoraba, sentir que esas manos grandes que la protegían se alejaban de su piel para rozar el cuerpo de otra mujer, recordar el olor de ella en su ropa en lugar de la colonia que él usaba, saber que el cuello de ella olería a Sho, pensar que el pelinegro había sido de otra como un día había sido suyo. No podía soportar algo como eso. Sintió retortijones en el estómago. Convulsionó una vez. Y, en silencio, solamente lloró.     
                  




Abrazando el corazón cuando duele, mientras sigue lloviendo...

12 comentarios:

  1. Llevo aquí desde ayer sin saber qué decirte.
    Odio a esa maldita zorra puta bastarda. La tiraría del pelo y la daría nos buenos bofetones bien agusto. No, no va a pensar nada. O él es suyo, o adiós Himitsu. Odio a ese tipo de gente, y no sólo porque sea él. Me encantaría que alguno de los otros cuatro se dieran cuenta de qué pasa algo. No quiero ser egoista, pero al menos no estaría solo tiene a otras cuatro personas, cinco si me apuras, a su lado. Y no me gusta verlo así.
    Personalmente, esa noche me hubiera vuelto loca. No vuelve a casa, no avisa y la sensación de amagura no me hubiera quedado solo con la botella de vino.
    Si está sola por algo será, si dejara de ser tan puta igual tendría a alguien a su lado por voluntad propia. Y eso no es una excusa, eso es chantaje.
    Me ha gutado como has redactado el úlrimo párrafo. Me ha llamado la atención/gustado las enumeraciones del miedo a perderlo.


    Si que tienes en cuenta los detalles, sí. Realmente has sabido arrancarme una pequeña sonrisa, incluso en esta situación.
    Y una vez más te digo que, tu capacidad para transmitir las cosas al lector es aluciflipante.

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    1. Pues mira tu por donde, ya lo has dicho.
      Qué agresiva te veo, haz yoga o algo para relajar jajaja Más adelante verás que Jun dice algo como "... y así te hace ser su maldito chapero" todo indignado jajaja Digamos que en ese sentido Sho es demasiado responsable. Tal vez si se lo dice a los demás, la otra cambie de idea y ya no reconsidere el cierre del Himitsu ¿no? Aquí todo puede pasar...
      Es que redactar y yo nos llevamos bien, de momento somos amigüitos, hasta el dia en que se canse de mi.
      Decir detalles es como obligar a pensar de esa manera, es decir, sirve para situar tan tan tan al dedo la escena, que es algo importante, precisamente en cuanto a transmitir se dice. Aparte de que pueda arrancar sonrisas, también es un punto positivo.

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    2. Y lo que me ha costado.
      ¿Yo? ¿Agresiva? Tienes que estar de coña.
      Un idiota responsable, sí. Ya, ya, sé que todo puede pasar, pero no me gusta verlo de esa manera.
      Os llevais MUY bien.
      A mi me lo vas a decir; ya sabes que me chiflan, y me doy cuenta de cosas sin ni quiera pensarlo. O me vuelven tan loca como para elevar más mi nube, como por ejemplo, unos simples determinantes ;)

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    3. Ya me he dado cuenta, ya, pero como ves, al final siempre sale algo.
      ¿Tú? No, me he equivocado, será la vecina...
      Ahhh, idiota responsable pero aún te sigue encantando!
      Nos llevamos de putis jajaja *Nota mental: reza para que siga siendo así xD*
      Pues si además lees esas cosas de las que no te das cuenta, es como más... real, más visual, más fácil de leer. Es que los determinantes a veces son traicioneros pero otras, pueden ser sumamente convincentes, oye.

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  2. Estoy de acuerdo, si dejara de ser tan puta, igual tenía a alguien a su lado y no tendría que chantagear al pobre Sho, que me esta dando una pena flipante. En cierto modo, entiendo que no se lo dijera directamente a sus amigos, pero tambien habria entendido que si lo hiciera, pero bueno supongo que fue lo correcto, aunque Riida Y Nino se dieran cuenta y Jun y Aiba fueran mas lentitos. Me gusta saber- poder deducir que no paso nada mas que la perra esta sin bozal le metiera un poco de mano, y le dejara una marca, que no pasó a más, me refiero. La verdad es que la opcion del vino hubiera sido la misma que hubiera elegido yo, para que mentirnos. Me parecio una ricura de hombre cuando la llevo a la cama y limpio el cristal; me da muchisima pena que a este hombre tan encantador le pasen putadas tan grandes. Estoy esperando a que se lo termine diciendo a los otros cuatro y peleen en plan los tres mosqueteros:"Todos para uno, y uno para todos" y tambien que haga su aparicion estelar Papá Jhonny, que aquí nos venía muy bien, lo digo porque no se como van a salir de semejante brounie que tienen encima.

    PD. La foto, brutal, la cancion, bestial, una de las mejores que conozco*igual que el concierto* y una de las que me encanta.

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    1. A veces, con dinero, ¿por qué dejar de ser una zorra? No se, es un planteamiento de la vida... Jo, a todas os da pena. A mí no es pena, me produce más frustración que otra cosa, personalmente. Si, deduces bien, ahí queda la cosa, no te preocupes. Si pasara algo más, lo sabríais. Claro, hombre perfecto putadas enormes, es matemático jajajaja. Dios, no digas tres mosqueteros porque me los imagino tal cual con plumas y todo, tia! Y me muero de risa. Eeeeeemmm... no hace falta Papa Jhonny para poner a esta en su sitio, ya te lo digo. Ese señor no aparecerá, voy informando. Yo sí sé como van a salir muhahahahahahahahaha Y espero que sea flipante y totalmente inesperado. A ver quién es más cabrón al final....

      PD. Es que este reportaje está siendo la estrella de las entradas. La canción es super bonita y como todas, tiene partes que me enamoran, vease el "sukoshi zutsu" de Jun, por dios.

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    2. A ver, en pena englobo frustracion, ira, rabia, y demás derivados. claro por eso quedan tan pocos hombres perfectos, porque les joden demasiado. Esto.... Sho y Nino llevaron plumas en su momento xD
      ui dios, me place eso de pensar en la cabroneria de cada uno eh? Pero vamos que si la agarran, la envuelven en una manta, la tiran al rio, y dejan que muera ahogada tampoco iba a pasar nada U_U

      PD pedazo reportaje, si señor, produce muertes de placer! Esa parte de la cancion es orgasmica!

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    3. Vale, vale, es una visión general del tema jaja Sí, precisamente recordando esas plumas muero de la risa.
      ¡Que bestia, tronca! Aquí no va a morir nadie. Bueno, igual de rabia sí, pero nada más, corcho... que agresividad noto en el ambiente, menos mal que no es contra mi persona sino ya habría echado a correr o algo...

      PD. Queda claro que te pone lo mires por donde lo mires jaja

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    4. Seh, en todos los campos posibles jajajajaja esque... en fin parecian de todo con esas plumas xD
      bueno, tampoco pasaria nada e.e" jajajaja pero supongo que no te quieras cargar a nadie, pero vamos que ya puede hacer meritos esta tiparraca para que no la quiera ver en el fondo del rio mas hondo de Japon -.-"

      PD. EFECTIVAMENTE jajajajajaajajajjaja

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    5. Si, veo que tu indignación es palpable jaja Parecían retras ahí los dos haciendo el memo con los sombreros de plumones...
      No, méritos precisamente no va a hacer, es más, va a ir a peor... muhahahahahaha!

      PD. Bueno, creo que eso no es ninguna novedad, chata jajaja

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    6. jajajajajaja eeeesque.... en fin xD
      a peor? y dices que soy una burra? JÁ

      PD. Tambien es verdad xD

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    7. Jajajajaja sí, a peor. No lo imaginarás *o eso espero* hasta que no lo leas muhahahahaha.

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