viernes, 25 de enero de 2013

Esa voz, esa sonrisa, con todo lo que eres.

Aparcar en aquel lugar había sido tan difícil como lo recordaba. Había tenido que dejar el Qashqai negro pasando el bar más cercano al banco que hacía esquina en la manzana anterior a la del colegio. Antes de salir del coche miró el espejo retrovisor interior. Se preguntó a sí misma qué estaba haciendo allí, se llamó estúpida por tratar de ocultar que no pasaba nada, que estaba bien, y luego volvió la cabeza hacia el asiento vacío del copiloto. Y por un momento pensó en lo que estaría pensando él. Sacudió la cabeza, se colocó el flequillo con la mano y se recogió un mechón de pelo detrás de la oreja antes de coger el bolso y salir del coche. Al llegar a la esquina del banco se dio cuenta de que había mucha gente llegando al lugar. Reconoció a dos chicos en la acera de enfrente, girando en la esquina del edificio para ir hacia la puerta de entrada. Aquella puerta parecía ser la salida trasera, cuando en realidad era la otra puerta, metálica, de color azul, la trasera que se usaba como principal. Era la salida que usaban los niños pequeños. Sonrió levemente y cogió aire con fuerza. Cruzó con paso nada seguro, mientras sacaba el móvil. Marcó el número de Hikari, pero la chica no respondió. 
"Vamos, no me dejes sola tú también" rogó.   
Nada. Esperó encontrarla dentro ya. Apretó los puños dentro de los bolsillos de la gabardina y siguió caminando hasta la puerta. Tuvo que luchar contra el impulso de ponerse el mp4, apenas la llevaba dos minutos llegar por lo que no tenía mucho sentido hacerlo. Sin embargo hubiera dado cualquier cosa por escuchar una voz que la dijera "adelante" y le diera el valor que la hacía falta en ese momento. A la vez que ella, dos chicas llegaban riéndose y cogidas una del brazo de la otra. Cuando la vieron, sus gestos de diversión no cambiaron en lo más mínimo, sino que dos grandes y crueles sonrisas se pintaron en sus rostros. Izumi puso los ojos en blanco un momento. 
- ¡Vaya! ¡Cuánto tiempo, ¿verdad?!
- Ojala hubiera sido más - las saludó ella. 
- ¿Qué estás haciendo aquí? - atajó una de ellas.
- Déjala. ¿Qué hubiera sido de la fiesta si el bufón de clase no hubiera venido? - se autorrespondió la otra. 
- ¿Y este es todo el nivel de madurez que habeis alcanzado estos años? Seguis siendo tan patéticas como antes.
- ¿Y tú nos llamas patéticas habiendo venido sola?
La chica giró la cabeza hacia el interior. Izumi la siguió con la mirada. Tras la cristalera había esperando dos hombres con traje. Uno era rubio, el otro moreno, con el pelo ligeramente largo. Parecían charlar animadamente. 
- ¿Y? 
- ¿Qué? ¿No te molesta? Reconoce que...
Izumi subió el escalón y entró en el edificio. 
- ¡Eh, tú, bufona! No nos ignores - se quejó una, la rubia bajita con cara de mono viejo. 
- Déjala. ¿No ves que los burros tienen que ir delante siempre? - contestó la otra, una morena algo más alta con el pelo medio rizado. 
- Ahí te equivocas - contestó Izumi, cogiendo el pomo metálico de la puerta de cristal. Ni el chirrido que hacía al abrirse había cambiado -. Son las damas las que van delante. 
Soltó la puerta para que se cerrase con el portazo que daba siempre y dejó de escuchar esas voces. Pero acababa de meterse en la boca del lobo. Sin embargo, después de que esas dos víboras la hubieran visto, no podía irse. La habían condenado. Otra vez.  
Apretó el móvil dentro del bolsillo de la gabardina. Todo seguía igual. La mesa donde una señora amargada se sentaba cada mañana a esperar que llegase la hora de abrirles las puertas, la desagradable que les impedía salir del edificio sin autorización aún si se estuvieran muriendo; el ascensor, que solo los profesores y algún alumno accidentado podían usar; la puerta del baño que se trancaba y apenas se podía abrir a patadas; los bancos de madera donde solían esperar a que les abriesen la puerta de cristal para subir las escaleras a las aulas; la puerta doble a la Secretaría y la puerta también doble que daba al pasillo de los despachos. Hasta aquel horrible reloj volvía a torturarla con su tic tac. ¿Es que no se estropearía nunca a pesar de la cantidad de siglos que debía de tener? Sintió una ola de recuerdos, con mezcla de nostalgia y amargura, asaltarla en el pecho. Abrió la puerta de cristal que llevaba a las escaleras. Miró hacia arriba, donde estaban las clases. Respiró hondo antes de sujetarse a la barandilla metálica para bajar las escaleras, que daban al patio después de cruzar un par de puertas más. Había otras escaleras que iban hacia abajo, a una especie de sótano que era el gimnasio. Estaba todo oscuro, aunque juraría que oía voces allí abajo. ¿Ya había alguien reviviendo los viejos tiempos de zorreo y sexo en los vestuarios? Lo peor de todo, era que no la sorprendía lo más mínimo. Al cruzar la primera puerta vio unas pequeñas escaleras, que llevaban a la segunda puerta del teatro. Y bajo ellas, la balonera, lugar donde guardaban todo tipo de balones, los aros de las canastas y los palos de la red de voley. Se dio cuenta entonces de que no era cierto que nada hubiera cambiado. Ella lo había hecho. 
En aquel lugar, habían montado un ropero para los abrigos. Ella se quitó la gabardina y la dejó junto con el bolso. Atravesó las dos puertas y finalmente, volvió a pisar el patio del colegio. Había dos zonas abiertas al aire libre, mientras la del medio estaba cubierta porque sobre ella estaba la capilla. Además, en el lado izquierdo, había un pasadizo también cerrado, con unos bancos de madera rojos, unos mas altos que otros. A la derecha, los bancos de la zona descubierta eran de frío mármol. Bajo la parte cubierta, el pasadizo, delante de los bancos, habían montado un montón de mesas con manteles blancos. Había comida, bebida, copas, cubiertos, algunos adornos de flores. Eran azucenas blancas. La flor del símbolo del colegio.
Dio unos pasos hasta la mesa. Cogió una copa de vino tinto, pero al olerlo, tuvo que dejarlo. Su paladar estaba acostumbrada a los Chateau de Jun, no había bebido otro tinto que no fuera uno sugerido por su amigo. Él sabía entender sus gustos a la perfección. Y además aquello que les habían puesto era como agua de fregar el suelo. Buscó una copa de vino blanco y, aunque bastante peor que el que Jun había llevado a la cena de la noche anterior, se conformaría. Empezó a ver a la gente de la clase de Hikari. Pero a su amiga por ningún sitio. ¿Se habría arrepentido y se habría quedado en casa, bajo una manta con una peli y cierta compañia? Porque si era así, la mataría. De repente, una profesora salida de la nada la golpeó en el brazo para llamar su atención. 
- ¿Tú no eras de la clase A?
- Eh... sí - susurró. ¿Quién era aquella mujer? Se fijó mejor en ella. Tragó saliva. ¿La jefe de estudios? ¿Cómo era posible? Tan mayor...
- Pues espabila, muchacha, que te pierdes la foto. 
- ¿Foto? ¿Qué...?
- Allí, en la parte descubierta del otro lado. Vamos, vamos, ve. 
Izumi tardó unos segundos en saber si quería acercarse allí. Caminó tan despacio que parecía estar gritando que no tenía ninguna intención de salir en esa foto. Cuando llegó al otro lado del patio vio una especie de escalera preparada para hacer la foto en forma piramidal. Sin embargo, al llegar, solamente se apoyó en una columna, al lado de los tres escalones en forma de cuadrado que daban paso a una puerta vieja, también de cristal y metal oxidado, que se abría a un sótano que utilizaban como comedor para los niños a los que sus padres no tenían tiempo de ir a buscar por las mañanas. Desde allí pudo ver cómo se peleaban por subir o bajar, por buscar el sitio donde mejor se les viera. 
- ¿Quieres que avise de que falta una alumna?
Esa voz suave la reconocía. Se giró hacia la mujer, que la recibió con una sonrisa. 
- Directora - susurró. 
- No, dejé de serlo mucho antes de que tú dejaras este colegio - la recordó -. Son tus compañeros, Izumi. 
- Y usted la única que recuerda mi nombre. Ni siquiera la Jefa de Estudios, quien me dio clase unos años, lo recuerda - suspiró -. No necesito salir en esa foto. 
- Es un recuerdo. 
- Quienes tienen que recordarme ya lo hacen, como usted - la respondió con suavidad -. No necesito que, cada vez que en el futuro vean esta foto, me señalen y se rían diciendo "mira, esta era la bufona estúpida, ¿verdad?" 
- Izumi, no...
- Por favor, Directora, lo sabe tan bien como yo. Así que, es mejor si me quedo fuera de esto. 
- Entonces, ¿puedo preguntarte por qué has venido?
- Porque alguien me dijo que este pasado forma parte de la persona que soy. Y es cierto. No podía estar huyendo siempre. Reconozco que si él no me hubiera dicho eso, posiblemente estaría en mi casa tranquilamente viendo una película con una manta, un cubo de palomitas...
- Y con él - se la adelantó la Directora. 
La chica abrió la boca para contestar pero solo esbozó una suave sonrisa, asintiendo aunque no demasiado convencida. Él tenía a alguien más. Alguien con quien también vería películas, haría palomitas, jugaría con ellas y al final, acabaría haciéndola el amor apasionadamente sobre en sofá, bajo la manta, sin dejarla terminar de ver la pelicula. Ese recuerdo la arrancó una sonrisa terriblemente sincera. Ese tipo de recuerdos eran los que de verdad la hacían quien era. Los que aún provocaban sensaciones y sentimientos, buenos y malos, en ella.
- Hola, perdedora. 
Al otro lado de la columna se apoyaba otra chica. Ella había dejado el colegio antes de la graduación. Pero allí estaba. Podía reconocerla por la voz, bastaba con sentir lo viperina que era para saber que era ella. 
- Oye, por favor...
- Directora, creo que alguien está buscándola por allí - la dijo Izumi, señalando la zona de las mesas. 
La mujer la miró con gesto de desaprobación, pero la chica le pidió con la mirada que las dejase. No tuvo más remedio ante la petición, por lo que se disculpó y se alejó. Izumi dio un sorbo pequeño a la copa. Si Jun estuviera allí buscaría al organizador para quejarse de aquello que les habían dado de beber. 
- Como siempre, te veo sola. 
- Podría decir lo mismo de ti. 
- Mi chico está ahí. -Izumi imaginó que lo estaría señalando, pero ni siquiera se fijó. Al darse cuenta de eso, la otra chica se dejó ver delante de ella. La morena hizo un aspaviento, incorporándose, sorprendida al verla de frente -. ¿Y el tuyo?
Izumi desvió la mirada, cansada más que resignada. Lo único que importaba en aquel lugar era eso, qué bien. 
- Ya veo. También te has quedado sola después de todo. 
- ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué das tantos rodeos para decirme algo? - notó ella. 
- Nunca debiste dejarme de lado - la espetó. Al fin mostraba su verdadera cara. Su lado resentido. Su odio. 
Izumi soltó una carcajada por primera vez. Allí estaba el orgullo de haber estado en ese colegio, lo único lo suficientemente importante que había sacado de allí. 
- Hikari no iba a permitir que me tratases toda la vida como tu puta esclava - sonrió de lado -. Se lo debo, sinceramente. 
- Sí, le debes estar como estás. Aquí, sola, con toda esa gente mirándote y riéndose de ti. ¿Dónde está ella ahora, eh? 
- Ella siempre está conmigo. Además, no somos siamesas, ni tenemos semejante dependencia una de la otra. Tenemos nuestras vidas, y aunque eso signifique que estamos unidas, no necesariamente tiene una que pisar por donde va la otra, ¿no te parece que eso es precisamente una amistad? 
- Di lo que quieras. Pero por haberte ido con ella y no haber descubierto un mundo estupendo a mi lado, con miles de amigos, ahora estás sola - casi escupió. 
- Puede. Pero al menos tengo la suerte, de no ser como tú.                        

Izumi siempre dejaba las cosas ordenadas. Agradeció eso, o nunca habría encontrado la dichosa invitación a la fiesta. La sacó del sobre y leyó la dirección. De eso hacía ya más de media hora. El lugar estaba más apartado de lo que había imaginado. Al llegar, se dio cuenta de que, de haber llevado el coche, habría tenido que dar por lo menos dos vueltas alrededor de una manzana tras otra en un intento por aparcar. Lo bueno de llevar la moto era que no tenía que buscar demasiado para poder encontrar un sitio donde dejarla. Apenas bajó, sacó la invitación y fue siguiendo las calles hasta la esquina donde estaba escrito el nombre de la dirección. El edificio le pareció impresionante ya solo por fuera. Buscó la puerta de entrada, confundiéndose y parando en la primera puerta, una que siempre estaba cerrada y no se abría para nadie. Siguió hasta dar con la dichosa entrada y, con el casco aún en la mano, entró en el recinto. La puerta chirriaba como ella sola, algo que le sorprendió. Antes de que pudiera echar un vistazo a su alrededor, una mujer de estatura media pero tirando más bien a redonda se acercó a él y le miró de arriba abajo. 
- ¿Quién eres? ¿Ex-alumno?
- Yo...
Antes de decir nada más, sacó la invitación. El nombre de Izumi solo iba en el sobre que se había dejado en casa, por lo que la artulina era una simple invitación. La mujer le dejó pasar, no demasiado convencida del todo, mirándole raro como si le reconociera. Había algunos chicos y chicas allí, charlando. Se dio cuenta de que ellos llevaban traje. Era una fiesta. Él se detuvo delante de la puerta de cristal que daba a las escaleras y miró su reflejo. Con unos vaqueros azules algo gastados, unas botas negras y una camiseta de manga corta blanca bajo la cazadora de cuero negra. Trató de colocarse el flequillo hacia el lado correcto, pero su imagen no cambiaba en lo más mínimo. Se preparó mentalmente. Si todos los que estaban dentro iban vestidos como aquel par de estirados, él llamaría la atención. Más de lo que quería hacerlo.
Al bajar las escaleras aprovechó el ropero para dejar el casco. La chica que estaba allí posiblemente recordara a quien pertenecía, por la forma en que miró al chico. Entró en el patio de aquel colegio, totalmente extraño a él. Izumi nunca le había contado absolutamente nada de aquel lugar, pero por la pinta, sí podía notar que tenía un aire a cárcel. Algo que había herido a la chica hasta puntos que tal vez él ni sospechaba. Eso era lo que más rabia le daba. Que la gente entre la que estaba caminando, ignorando el hecho de que se quedaban mirándole como si le reconocieran o, en efecto, llamara demasiado la atención así vestido, alguno de ellos sino todos, había herido a su chica. Sus ojos en ese momento tenían una mirada tan aterradora como atractiva que hacía que, incluso en esa situación, más de una se olvidase de respirar al verle pasar a su lado. Mientras caminaba despacio, fijándose un poco en cada una de las personas que estaban allí, fue desabrochándose la cazadora de cuero; llevaba la camiseta por fuera del pantalón y se le había enroscado por encima de la hebilla del cinturón, pero él ni siquiera se daba cuenta. De repente una señora bastante mayor se acercó a él y le tocó el hombro suavemente. Con una sonrisa, empezó a andar. Él la siguió, por acto reflejo. La mujer le acompañó hasta el pilar donde antes había estado apoyada la chica. Señaló disimuladamente hacia el fondo del patio descubierto y pudo ver la silueta de Izumi. 
- ¿Cómo...? - susurró, mirando a la señora. 
- Eres como ella.
- ¿Como ella? - repitió el chico, sin entenderlo. 
- Diferente - sonrió la mujer.     
Sho no preguntó más. La morena estaba apartada del jaleo de gente que había en una parte de lo que parecía un pequeño campo de fútbol, al lado de una jardinera que tenía un árbol que crecía hasta enredarse en la verja que separaba la pared del patio con el patio de la casa colindante. Llevaba el vestido negro que él la había regalado. La sentaba jodidamente bien. Sintió, por primera vez desde hacía mucho tiempo, que le temblaban las piernas. No sabía qué hacer o qué decir frente a ella. Solo era consciente de que ambos se conocían bien. Ni él le preguntaría por Jun ni ella lo haría por la marca de su cuello. No en aquel lugar. Eran lo suficientemente maduros como para hablar las cosas de una forma civilizada. Solo rezaba porque esa charla pendiente fuera capaz de devolverle la confianza ciega que Izumi tenía en él.
Una chica bastante más alta que ella parecía hablar sin parar, pero por el gesto de Izumi, sabía que no era precisamente una conversación amistosa. Pasó por el lateral del patio, intentando cruzarse con el menor número de personas. Unos pasos antes de llegar a ellas, la chica alta se dio la vuelta y se topó con él. Su gesto de indignación y rabia se volvió suave, con una sonrisa entre sorprendida y elegante. No llevaba corbata ni pantalón de traje, ni camisa. Pero había algo salvaje y condenadamente atractivo en él para los ojos de la chica. 
La morena levantó la mirada hacia él en ese preciso momento. Sus ojos se cruzaron con las pupilas claras de Sho. Izumi suspiró imperceptiblemente. Aliviada. 
- Vaya... no recuerdo que tuvieramos un compañero tan... así - dijo la chica con pinta de muñeca barbie, con una voz tan estridente como su risa -. ¿De donde te has escapado, principito? - preguntó, intentando entablar conversación con él, acercándose un paso más de lo que Sho iba a permitirla.
El chico apartó la mirada de Izumi y clavó los ojos en la otra chica. Desafíante, frío, jodidamente sensual. A ella le temblaron las piernas. 
- De su cama - contestó suavemente él, con una encantadora sonrisa, señalando con la cabeza a Izumi.  
Pasó al lado de la chica después de ver como ni su maquillaje ocultaba el color rojo de su cara y se acercó a Izumi. Se puso delante de ella y tragó saliva. Toda la chulería que había podido demostrar se había ido corriendo. Frente a la morena, solo podía ser él mismo.
- Siento llegar tarde - susurró. 
- Has venido - dijo ella, como si no se lo creyese. 
- No podía dejarte sola - contestó, pasando la mano suavemente por su mejilla, acariciándola. 
Izumi cerró los ojos y se dejó llevar un momento. Acarició el dorso de aquella mano con la mejilla y, de pronto, se tranquilizó. Dejó de tener aquel sentimiento de rabia, ira, hostilidad, miedo, ganas de gritar, que se esfumó de su estómago, dejando paso a otra sensación más personal. No había olvidado todo lo que había pasado con Sho. Pero en ese momento estaba allí, con ella, no con la otra. La razón la decía que nada había cambiado, el corazón la palpitaba al no sentirse sola, al poder aferrarse a algo para salir viva de allí. La sensación de estar a salvo que le producía una simple mirada de aquel hombre pelinegro.    
El ruido de los tacones de la chica al irse parecía como un mastodonte saliendo de una cacharrería. Él apartó la mano de la mejilla de la chica. Sabía que Izumi no le permitiría tocarla tan fácilmente después de todo y no quería convertir aquello en algo demasiado incómodo.
- ¿Estás bien?
Izumi se separó un paso de él. El chico no se movió. Ella no le miró. Tenía los ojos puestos en la verja. 
- Cuando éramos niños - susurró - jugábamos con la pelota y nos emocionábamos. Era todo tan sencillo. Siempre había alguien que le daba más fuerte de lo que debía, sobre todo a esas pelotas de goma o de plástico que no pesan nada. -La voz de la chica era nostalgia pura. Sho sintió un escalofrío -. Hikari era una de ellas. Parecía que sentía atracción natural por darle fuerte a los balones. Tal vez era por desquitarse. 
La chica le dio un trago a la copa que sostenía con cierta elegancia entre las manos. Él no dijo nada, ni la interrumpió. Solamente podía mirarla. Su niña. La mujer por la que haría cualquier cosa. Y cuya expresión ni siquiera había cambiado al verle allí. 
¿Tanto daño te he hecho? se preguntó a sí mismo, sabiendo que solo obtendría la respuesta, por dolorosa que fuera, preguntándole directamente a ella.  
- Izumi... - musitó. 
- El vecino de esta parcela - siguió ella -, era un señor un poco refunfuñón. Recuerdo que, cuando se nos colaba un balón en su patio e ibamos a recogerlo, solo nos daba las pelotas a las chicas. No quería ni ver a los vándalos del colegio - esbozó una pequeña sonrisa cargada de amargura -. En cambio en esa otra parcela, vivía una señora. Decían que se las quedaba para sus nietos, porque nunca nos devolvió una pelota. Bueno sí, una vez. Ese día, se nos coló en su casa y antes de salir para pedirsela, la pelota volvió sola por encima de la verja. Fue raro, pero éramos niños, nos alegramos, cogimos la pelota y volvimos a darle patadas. 
- ¿Acaso no es así como son los niños?
- ¿Despreocupados? ¿Infantiles? ¿Estúpidos?
- Felices - respondió él, fijando la vista en la chica, sin intención de apartarla. No dejaría que ella siguiera huyendo de sus ojos claros.
- E ingenuos. Las cosas no son tan sencillas ahora, Sho -. susurró, volviéndose a mirarle, como desafiando los ojos del chico. 
- Lo son cuando son de verdad. Cuando sabes lo que está pasando. Cuando alguien te cuenta todos los secretos que no puedes ver. 
Izumi se sintió estúpida. Porque acababa de ver el rayo de esperanza más grande que jamás había esperado. Intentó negarlo, pero algo en sun interior empezó a saltar de alegría, impidiéndoselo. Apenas consiguió disimularlo en su rostro. 
- No sé si quiero conocer esa verdad - susurró, intentando mantener la compostura.
- Sí, sí quieres, creeme. Sé que es egoísta pedirte esto pero, Izumi - la pidió que la mirase con la voz -, confía en mí. Por favor. 
La chica se acabó la copa de un solo trago. La dejó en uno de los bancos de mármol blanco y le miró. 
- Llamas demasiado la atención - le dijo. 
- Lo siento, he venido desde la oficina, solo pasé por casa a buscar la invitación. Este lugar esta lejos de cojones, ¿eh? 
- No pareces el príncipe azul que viene a salvar a la princesa - siguió Izumi. Sho sintió un poco de calidez en su voz. Y sonrió. 
- A veces los príncipes azules no se visten precisamente de azul, ¿no es verdad? 
La chica dio un paso hacia él. Y dejó caer la cabeza en su hombro. Él la acarició el pelo con suavidad, apoyando la mejilla contra su cabeza. Izumi deslizó las manos por dentro de la cazadora de cuero, rozando su cintura sobre la camiseta, aferrándose a la tela con los dedos. Sho pasó el otro brazo por los hombros de la chica. La acercó a su cuerpo al punto de buscar fundirse en uno solo. El pelinegro se mordió el labio y respiró hondo. 
- Baila conmigo. 
- No digas tonterías - susurró ella, sin moverse. 
- Izumi. -Buscó sus ojos, haciéndola levantar la cabeza -. Por favor. 
Ella no entendía qué pretendía exactamente. La cogió de la mano y casi la tuvo que arrastrar hasta la zona del patio cubierto, donde se reunían los que bailaban y parecían pasarlo bien. Los altavoces seguían siendo aquellos que tenían más de cincuenta años, esos que el colegio alquilaba para todoas las fiestas que había. A veces se petaban, otras les dejaban directamente tirados, pero aún así, allí seguían. Como todo en aquel colegio. 
Quien dirigía la fiesta desde una sala de dentro del edificio cuya ventana daba al patio, cogió el micrófono y empezó a vocear. 
- "Bien, ahora para todas esas parejitas que veo en el patio, vamos a bailar algo con mucho amor que nos haga sentir auténtica pasión."  
Pasión ya es pensar que voy a volver a estar entre sus brazos, pensó Izumi, mientras veía al chico quitarse la chaqueta de cuero y dejarla sobre un perchero de pega que habían puesto provisionalmente en la pared. El pelinegro volvió a su lado y la tendió la mano. Suavemente la hizo dar una vuelta sobre sí misma antes de colocar la otra mano en su cintura, con cuidado. 
- ¿Has bailado antes así con otras chicas?
- Es parte de mi trabajo - recordó él -. Pero contigo es diferente - sonrió.
- ¿Por qué es diferente?
- Porque contigo no solo siento la música en el corazón. Siento tu propio corazón latir contra el mío - susurró, apoyando momentáneamente la frente contra la de ella. 
La música les hizo mirarse fijamente. Izumi abrió la boca a medias y Sho parecía gratamente sorprendido.   
- Sho, esa es... 
- Nuestra canción - sonrió levemente el pelinegro. 
No podía ser. No era posible. Una coincidencia como esa, con la cantidad de canciones que había en el mundo. Se negaba a creerlo. Pero había algo que sabía. Y era que todo sucedía por algo. Sho empezó a moverse despacio, marcando los pasos que ella seguía con facilidad. Seguir al pelinegro no era tarea complicada cuando él llevaba prácticamente su cuerpo como él quería. Poco antes de la mitad de la canción, él se acercó aún más a ella. Izumi se dio cuenta del movimiento al instante.
- Sho, no empieces... - le pidió al sentirlo.
- Shh - la acalló con suavidad -. Olvídate de todo. No pienses. 
- No me hagas esto, maldito bastardo - susurró. 
Él sonrió para provocarla. Empezó a entrelazar los dedos de la mano con la que sostenía la mano de la chica, jugando con ellos, rozándolos, tocándolos, acariciándolos. La chica no podía hacer nada más que seguir dejando que él la llevase como quisiera. Porque esa sensación de dejarse llevar por completo sin pensar en absolutamente nada, no era tan mala después de todo. Era algo liberador. 
El pelinegro deslizó la mano hasta la muñeca de la chica y la hizo llevar el brazo alrededor de su cuello. Cada vez un paso más cerca.
- Acariciame. Tócame el cuello y el pelo con los dedos, como haces siempre - la pidió en un suave murmurllo, mientras él bajaba la mano libre hasta su cintura para unirla a la otra. 
- Niño mimado - le espetó ella, susurrando. 
- ¿Y de quién es la culpa? - sonrió él contra su cuello -. Quiero oler a ti, Izumi - musitó, rozándola bajo la oreja con la punta de la nariz. 
- Sho...
- Por favor, abrázame fuerte. 
¿Cómo negarse? Cerró los brazos alrededor de él y su mano, casi por acto reflejo, le acarició el pelo como la había pedido.
- Eres lo más importante de mi vida - la susurró al oído. Su aliento la rozó el cuello y ella tembló. Como si fuera la primera vez. 
- No me digas esto ahora, por favor - murmuró la chica.  
- No pienso dejarte escapar tan fácilmente por un maldito malentendido. Sé que tenía que habértelo contado todo antes pero... 
- ¿Te han puesto a prueba? - dijo ella de repente, sin apartar la cabeza del hombro de él, donde tenía la mirada escondida. 
- Nada puede poner a prueba mi amor por ti. Porque sé que nada puede evitar que te quiera como lo hago, Izumi.
Hacía mucho que la chica no sentía unas mariposas en el estómago tan agresivas como las que tenía en ese momento. Se aferró más fuerte a él. Sho dejó una de las manos en la cintura de la chica y deslizó la otra hasta sus hombros, para poder encerrar su cuerpo contra más cerca del suyo mejor. La música les envolvió. Se movían como las figuras de una pequeña caja de música, al son de una melodía que llevaban grabada en el alma. Izumi cerró los ojos. 
- No me obligues a tener que perdonarte - le dijo. 
- No lo haré. Solo tendrás que disculpar mis fantasías de vez en cuando - sonrió contra su oreja, mordiéndola con suavidad. Ella ronroneó, también quejándose.
La música fue bajando de tono. La voces empezaron a sonar a gritos por encima de cualquier melodía. El "DJ" cambió la música y empezó a sonar algo más bien tirando a imposible de bailar para ella, aunque imaginaba que para él sería sencillo. El pelinegro no se movió, no se apartó de ella ni un solo milímetro. No lo haría nunca más.   
- Te quiero. Con auténtica locura. 
Su voz no sonaba por encima de la música. Sin embargo, era suficiente para la morena. Sho la miró a los ojos. Ella lo sabía. Cuando mentía. Y cuando decía la verdad. Izumi se inclinó sobre él y le besó. No quería luchar más contra aquella estúpida razón que la decía que debía dejarle de lado y olvidarle, que la había hecho daño. Su corazón había estado herido pero el simple hecho de que él estuviera allí, lo había sanado y lo había llenado de vida. Si Sho era lo que la hería, también era la medicina que la curaba. Y se sentía completamente adicta a él.  

La casa estaba oscura. Pero la luz del salón estaba encendida. Izumi se agarró por acto reflejo a la manga de la camisa de Sho y caminaron despacio hasta allí. Sus cuatro amigos esperaban de pie, Jun apoyado en el respaldo del sofá y Nino sentado en el apoyabrazos. 
- ¿Qué estais...? -susurró Sho, confundido.
Izumi miró a Jun. El chico tenía las llaves en la mano. ¿Lo había hecho por eso? Entonces el moreno la tendió la mano. Ella se quedó mirándole fijamente, pero no se movió. La seriedad que tenían todos, el ambiente tenso de repente, no podía sorportarlo. Los cuatro miraban a Sho. Con una mirada en los ojos que a Izumi le dio escalofríos. 
- ¿Qué pasa? - musitó. 
- ¿Por qué? - preguntó Satoshi. 
- ¿Por qué, qué?
- Sho, no nos hagas parecer estúpidos - susurró Jun -. ¿Por qué nos mentiste? ¿Por qué no nos lo contaste todo? ¿Por qué no confiaste en nosotros? ¿Por qué estuviste con esa condenada mujer? ¿¡Por qué demonios tenías que traicionarnos a todos!?
Jun era el que más había defendido la posición de Sho, quien más confianza le había dado en ese tema. Ni siquiera había podido decirle a Izumi "sí, tu novio es un cabrón por hacerte esto" porque conocía a aquel hombre y sabía que eso no podía ser verdad. Los chicos le habían obligado a buscar la camisa y a concienciarse de que había algo que había cambiado antes de enseñarle las fotos, para que no se pusiera a destrozar todo el mobiliario de la oficina al enterarse. Ahora ya no sabía si conocía a Sho tan bien como creía o no, no sabía si la confianza que tenía en su amigo de verdad podía luchar contra todo. Y eso era lo que más frustraba al moreno. Que todo indicaba que estaba a punto de perder algo demasiado importante como para ser capaz de mantener la calma. 
- ¿Me creerás si te digo que eso era lo único que pretendía evitar? -La voz del pelinegro sonaba suave, calmada, tranquila. Como si no tuviera la más mínima intención de discutir, sino solo de hablar.
El líder dio unos pasos hacia delante y le tendió un sobre. Sho lo cogió sin dudar y lo abrió. Dentro pudo ver unas cuantas fotos suyas, entrando en el hotel con Reika. Soltó todo el aire de los pulmones de golpe. Izumi se apartó ligeramente de él. Las había visto solo de reojo pero no podía mirar más. 
- ¿Cómo?
- Pedimos ayuda.
- Hikari - relacionó rápidamente el pelinegro. 
- No me lo dijo - susurró Izumi, sin saber si sentirse indignada, enfadada o agradecida con su amiga. 
- La cuestión es lo que revelan esas fotos - insistió Jun. 
El chico pasó la mirada por todos. No sabía cómo empezar a pedir perdón o a dar explicaciones, pero tenía que hacer ambas cosas.     
- Izumi... chicos, por favor... no me mireis así - rogó.
- Olías a ella - susurró la chica sin poder evitarlo.
- Eso fue...
- Y tenías una marca - siguió Izumi, tratando de controlar el tono de su voz -. Así que era verdad. Has... estado con ella - musitó.  Lo había olvidado todo durante la fiesta, en el colegio, mientras la protegía y la hacía sentir otra vez aquel amor a veces desproporcionado que latía en su pecho.
- No - contestó, ligeramente exasperado porque nadie le escuchaba -. ¿Podeís dejar que os lo cuente?
- Es que eso tenías que haberlo hecho antes - le reprochó Jun. 
- Todo esto es cosa de Reika, ¿verdad? - dijo de repente Kazunari. 
Todos se giraron hacia él, como si hubiera dicho las palabras mágicas. Se hizo un silencio en la tensión del salón que la voz del pelinegro rompió como si fuera el fino filo de un cuchillo.
- Bingo - susurró. 
- Tú a cambio del Himitsu - siguió el chico, mirando fijamente a su amigo -. Sabía que había algo raro en esa mujer. En su forma de mirarte. 
- Y que Kazunari haya sido el único que se ha dado cuenta - se quejó el pelinegro.
- ¿Por qué no lo dijiste antes? - le espetó Satoshi al chico. 
- Porque no he estado seguro hasta que le he visto la cara ahora. 
- Bueno, vale. Cuéntanoslo todo - exigió Jun -. Luego iremos a hablar con esa maldita...
- No - le detuvo Sho. 
- ¿Qué? -Jun estaba literalmente flipando mientras Masaki hablaba, confundido -. ¿Acaso no quieres aclarar las cosas de una vez por todas?
- No vais a hablar con ella - zanjó el pelinegro.
- ¿¡Pero qué demonios...!?
- ¿Vas a seguir adelante? - susurró entonces Izumi. 
Sus miradas se cruzaron un momento. Y de repente, Izumi sonrió a medias. 
- Hasta el final - sonrió también Sho.        



  


Déjame borrar el dolor de la tristeza que veo en tus ojos.

24 comentarios:

  1. Veamos. El ver a Izumi responder mordazmente de vez en cuando en vez de derrumbarse y huir a una esquina a sido genial. Me a gustado también lo que le dice Sho a esa petarda cuando encuentra a Izumi, a sido en plan, zas! en toda la boca. La directora me parece muuy agradable, no se si era así o no pero bueno. Y mas tarde lo dulce que es con ella, es que me pierde, es adorable.
    En cuanto a los compañeros, me a sorprendido bastante que el unico que se diera cuenta fuera Nino. La reacción impulsiva de Jun me la esperaba pero Satoshi y Masaki, creia que se darían cuenta, y Izumi tmbn, aunque a ella se le puede perdonar mas. Sabe al fin a quien correspondía el olor, puede ser normal que no piense con claridad por un momento.

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    1. Bueno, ya que ha ido hasta allí, no va a ponerse a llorar en una esquina, corcho. Además, ha crecido, ha madurado, es la misma persona pero mucho más fuerte. Eso es lo que demuestra. Eso no ha sido un zasca ha sido un "toma ya, muérete zorra, que yo me lo he tirado y tu no" o algo parecido jajaja
      La directora sí era así, la verdad. De hecho, tal y como he pintado el escenario solo he descrito el lugar. Imagino que Tanya y Silvia sabrán identificar cada rincón a la perfección.
      Es que Kazunari parece que pasa de todo pero al final... Jun al saber que era el olor de esa zorra fue cuando se dio cuenta de que algo grave pasaba; hasta el momento solo había intentado consolar a Izumi pero en cuanto se coscó de que la cosa era grave y tenia que ver con esa tipa, se puso hecho un basilisco. Digamos que a la tia no la soporta demasiado.

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    2. Ya coño, pero me asorprendido gratamente, todo, la forma de acuar y de comportarse y todo. Vale, si tmbn ha sido algo así, pero vamos, que cuando lo leí mi yo interior se puso a baliar la samba al ritmo de un: "jode-te jode-te" xD.
      Ya normal, yo me lo e imaginado, no puedo ahcer mas en ese sentido. por eso pregunte lo de la directora. si me describieras el juan entonces ahí ya si que te lo podía decir xD.
      Ya em e dado cuenta, tanto lo de Nino como lo de Jun, que lo le cae bien al tia se ve a leguas de distancia. Si no la a pegado todavía pro qeu le han aprado que si no... xD

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  2. Y otra cosa que se me a colado. ¿Donde coño esta Hikari???

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    1. Eso lo vas a saber más adelante.
      ¡Muhahahahahaha!

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    2. Mas adelante es aquello que em comentaste o antes de terminar esta historia?

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    3. Eeeh... es como un anexo... mas o menos.

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    4. sigo igual q antes, pero vale xD

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    5. Es que tengo por costumbre no desvelar nada así...

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    6. Osttras, y yo que no me había dado cuenta xD

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    7. Entonces ¿para que preguntas? Digo yo...

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  3. He querido matar a Hikari al principio. He quedado con ella, dónde diantres está metida?
    Creo que pocas cosas cambiarán allí, créeme. Y, efectivamente, he reconocido cada rincón que has descrito. Ha sido/eres brutal.
    La valentía de Izumi mientras ha estado sola, ha sido increíble. Es admirable.
    Toma contestación. ¿No preguntabas por mi chico? Ahí lo tienes, lárgate con el tuyo y deja de babear por el mio. Y dónde esté Hikari o deje de estar es problema suyo y mio, en este caso porque no sabes lo que es la amistad realmente, y dudo que sepas estar en pareja.
    A mi me da igual cómo esté vestido, está preciosisimo igual.
    El hecho de que ninguno de los dos pida explicaciones ni se pongan a discutir allí, me gusta. Me sorprende gratamente que los dos, vuelvan a estar como siempre el uno con el otro, sin importar lo que haya pasado y demostrándose el cariño que se tienen.
    "Siento tu propio corazón latir contra el mío" Es monisimo, por favor! Me pierde. Ese "te quiero" me ha matado. Lo he sentido sincero. Sincero y espontaneo.
    Esas dos últimas frases han evocado la canción de Malú. Blanco y negro.
    Bueno por lo menos Kazunari dio en el clavo para dejar que se explicara. Por fin ya se sabe, por Dios. Y ahora que lo sé todo puedo cargármela ya? :D Graciaaaa~s

    Kimi no me ni utsuru subete no kanashimi
    Sono itami nuguetara

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    1. Pobrecita, verás cuando te enteres.
      Si, de hecho, si las profesoras no se convirtieran en momias con la edad, seguirían allí jodiendo la vida de algún que otro alumno.
      Más que valentía, permíteme decirte, es instinto de supervivencia puro y duro. Izumi en ese momento está en territorio hostil, tiene que luchar por salir viva de allí.
      Ale, ale, ya, que la nube ha subido demasiado alto y tu cerebro empieza a necesitar oxígeno de nuevo... jajajajaja
      A ver, evidentemente que está preciosisimo, vamos, casi más desarreglado que con traje, por favor.
      Eh, son personas maduras, es normal que hagan eso, no van a dar el espectáculo allí, corchos. Vamos, digo yo que es de sentido común... ¿no? La relación que tienen creo que es... como decirlo... no demasiado fuerte, sino demasiado intensa. Por eso llega a haber momentos en los que ella no sabe que cojones sentir ya.
      Es que el pobre ya no sabe cómo decirlo jajaja
      Vaya, ¿llego hasta evocar canciones que ni siquiera conozco? Esto es... qué miedo, por dios.
      Es que Kazunari parece un pasota peeeero jajaja Satoshi se va a enfadar con él por no decirlo antes jajajajaja!
      No mates a nadie aún, estáte quietecita un poco más, anda mona.

      Sé que es esa frase, pero no puedo responder a ella con otra porque acabao de engancharme a la canción y no me la sé. Pero sí, es preciosa.

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    2. Hasta que no me entere, querré matarla, aunque el hecho de Sho apareciera mengua mis instintos psicopiticos hacia su persona xD
      Hierba mala, nunca muere. Seguro que la zorra aquella...iasnduian arg, me enervo.
      Jo, es que esa contestación de Sho yo no me la esperaba ha sido grrrrr: casi que estoy por decirle, ale vuelve a ella conmigo. Vale, ya, recuperemos la compostura.
      Está perfecto hasta con un simple chandal.
      Ya, pero me refiero al hecho de volver a ser tan ellos. Que con una simple mirada sepa que no la está mintiendo y se deje querer de nuevo *cómo para no dejarse, pero bueno; me has entendido xD*
      Uy, Satoshi enfadado, suena a coña xD

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    3. Ya te vale, encima que para compensar hace que te pongan vuestra canción... eres mala e.e
      Jajajaja, vale, muy gráfico todo xD Si, reconozco que eso es, como dice la rubia, de un yo interior bailando la samba de la felicidad xD
      No, con chandal tiene más de un par de polvos, te lo digo que lo he visto en el Shiyagare. Muerte.
      Si, aceptamos "se deje querer" como sinónimo de "dios, un día más sin ti y muero, joder" jajajajaja
      Es verdad, es que... Riida enfadado suena a chiste, joder jaja

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    4. Ya, pero es que eso yo no lo sabía. Si me falta información yo no le tengo la culpa xD
      O.O ¿Un yo interior bailando la samba de la felicidad? Jajajajajajajajajajajajaja ¿Qué me he perdido?
      El está perfecto, incluye precioso y comestible. Yo también le vi en el Shiyagare de Gackt. Y morí.

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    5. Joder, es que no dais tiempo! xD
      Cuando Sho contesta de esa manera, ese zasca, dijo Yara que sintió a su yo interior bailando la samba de felicidad por haber jodido a esa zorra xD Pues eso xD
      Vale, vale, sí, aceptamos Sho como compañero sexual xD
      Claro, así Gackt también pensó en comérselo e.e xD

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    6. A ver si leemos los comentarios de los demás y no hay que explicar las cosas, qeu casi habláis mas de mi yo interior que de la opinion de la entrada xDDD jajajaj

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  4. Emm.... como sigas así, no llego al mes que viene, nosé como lo ves.
    Cuando llega, he reconocido el lugar perfectamente, he recordado cada puto rincon de esa cárcel adornada con crucifijos, al que ni yo volvería aunque me pagaran;vale, prosigo. Creo que lo de que haya putas que no cambian en años es un defecto que lleva en ese colegio generaciones atrás, pero vamos, que me han dado ganas a mi misma de partirle los morros a las dos perras esas sin bozal que iban con los dos chulos de playa*a los cuales seguramente tuvieron que pagar para que les acompañaran* me hubiera encantado que hubieras puesto alguna zanja, agujero, o bordillo para que dejaran todos los dientes en el suelo, pero bueno, aún asi, lo que les dice Izumi de las señoritas delante me mató de risa, y lo de la rubia bajita con cara de mona, remató. Lo de que se acuerde de Jun por lo del vino, es normal, yo me lo he imaginado montando un pollo al estirado que estuviera sirviendo las bebidas, preguntando que quien habia sido el inutil qeu habia elegido el vino. La señora directora me parecio un encanto de mujer, la verdad, creo que puedo recordar a una mujer así*creo* y tambien recuerdo a la jefa de estudios, una perra terrible. Después está la bigarda esta que aparece de la nada, llamándola perdedora, que vamos, salió estúpida la chica, y si, estoy con Izumi, al menos no es como ella. Me gustaría saber dónde se merio Hikari, porque no creo que se quedara haciendo lo que penso Izumi, pero vamos, todo puede ser. Moto. Según leí moto, morí, tienen demasiado efecto en mi persona. Imaginarme a Sho, en la moto, entrando allí, ha sido como que un placer terrible, imaginarselo rodeado de todos esos estirados y esas putas subidas a 13cm de tacon, y verlo a él es como...nosé... tan real. Bueno, creo que cuando habló con la bigarda esta, quedo bien claro quien era la perdedora, ¿no? Luego, cuando dijo lo del principe azul, yo pense que si, que es verdad que no siempre visten de azul, porque este vistiendo de cuero negro es más principe que todos los de Disney juntos. Fue un jodido amor con Izumi, es normal que las mariposas de su estomago la atacaran otra vez, es una ricura; luego claro, está el hecho de que es normal que sepa bailar, y tiene que sentirse un placer terrible bailar con el.
    Con respecto a los chicos, me extrañó el hecho de que solo se enterara de lo que pasaba Nino, quiero decir, yo pense que Satoshi era el que primero se iba a enterar, Jun no, porque es excesivamente impulsivo, y Aiba tampoco, porque no le va muy rapido eso de relacionar conceptos, pero me extraño que fuera Nino. El hecho de que ella no se ponga histerica, que lo escuche, y consiga entenderlo, me gusta, igual que mire a Sho y sonría porque entienda lo que quiere hacer.

    PD. La cancion es preciosa, me encanta el llorica de Aiba, y las frases, las dos, son preciosas, sin contar que la foto es orgasmica

    PD2. lo siento, me sentia inspirada ;)

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    1. Dios, he muerto del placer y de la risa con tu maldito comentario, tia. Es que no sé ni qué decirte, tienes una interpretación de la situación tan maravillosa y magnífica que anonadada me dejas jajajajaja Qué bueno, joder. Y lo mejor es que todo cuanto has dicho es verdad. Lo de la moto lo primero jajajaja Pero, déjame decirte una cosa en la que has mentido. Sí pisarías de nuevo ese lugar. ¡Con el policía macizo de la unidad especial!
      ¿Ves? A todas os ha pasado lo mismo. Kazunari parece un pasota idiota y al final, zasca, es el primero que se dio cuenta, ale. Sí, ya vereis muhahahahaha.

      PD. Cada vez que escucho la canción original se me hace rara la parte de Aiba porque no lloriquea jaja Las frases *si te refieres a titulo y a frase final* son de la propia canción. De hecho, la última la dice Sho. La foto es de muerirse.
      PD2. ¡Me encantan tus inspiraciones, bichito! Fúmate más a menudo jajajajaja

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    2. jajajaja me alegro, pero vamos que no hagas que me inspire tanto porque todavia terminaran siendo mis comentarios mas largos que tus actuaizaciones. Que sepas que he sonreido como una estupida con lo del "policia macizo de la unidad especial" jajajajaja si, tienes razon, volveria para dar a todas las perras en los morros con MI chico macizo!*suena Negai; karma, matame!* jajajajaja vale, ya xD
      si, si, Nino es el mas listo! jajajajaja
      PD. si, me referia a las dos frases, que son super bonitas. Esque Aiba es un poco lloron, pero bueno, le queremos igual jajajajaja
      PD. vale, me fumare mas veces jajajajaja :)

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    3. El día que eso pase, muero de risa. Jajajajajaja era la idea, sacar esa sonrisilla mema que pones cuando lo digo! Dios, es verdad, tu karma te odia xD que fuerte es todo, por favor. Qué delirio más grande.
      Claro que sí, Kazunari es muuuuy avispado! jajajaja
      PD. Si, tengo entendido que se emociona con nada, el muchacho jajaja
      PD2. Sí, por favor, que hacía mucho que no me reía así xD

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    4. jajajajajaja pues si, sonrilla idiota total xD y si te digo que ahora esta sonando Futatsu no Kuchibiru me crees, o es demasiado odio por parte de mi puto karma? jajajajaaja
      salio listillo el chico xD
      PD. ai, es un llorica, que kawai jajajajaja
      PD2. Genial, mis fumadas te hacen reir xD

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    5. Si, si, me conozco esa cara tuya jajaja De tu karma me creo cualquier cosa ya...
      Kazunari es muy listo cuando quiere, sí... pero mucho mucho jaja
      PD. Si, ademas un llorica adorable, que se traba y todo cuando canta pero él canta! jajajaja
      PD2. Reir no, morir del despiporre, chata xD

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