jueves, 13 de septiembre de 2012

Queriendo un amor que no despierte.

Nunca imaginó hasta qué punto podría doler un tiro. Sabía que jugar con esas cosas era peligroso pero no llegó a pensar que podría salir herido de verdad. Sudando después de correr por más de cinco bloques de edificios de todo el barrio, llegó a un edificio de apartamentos de lo más viejo, sin color, de esos que hacía poco se habían planteado derribar para embellecer el barrio con edificios más modernos y útiles. A él le parecía un desperdicio. Edificios como aquel eran parte de la historia del barrio y de la vida de cuantos habían pasado por allí. Sabía que allí vivían apenas cuatro vecinos, pero conocía cada uno de sus movimientos porque les había estado vigilando tiempo atrás, por lo que sabía que nadie estaba en casa. Entró sin dudar en el pequeño portal y se escondió al lado de las escaleras, cerca de los buzones. Su respiración era agitada, nerviosa, y trató de calmarla para no hacer ruido. Apretó su brazo izquierdo con fuerza con la mano derecha y sintió aquel líquido escarlata recorrerle el brazo hacia el codo y mancharle aún más la mano. En la camisa no parecía haber ninguna mancha, ya que era negra. El pelinegro apoyó la cabeza en la pared y maldijo por lo bajo la hora en la que se había metido en aquello. Pudo escuchar los coches patrulla a toda velocidad por la calle y alcanzó a ver a los policías que patrullaban por la calle. Buscándole. Si le encontraban, estaba perdido. Entonces escuchó unos pasos demasiado cerca. Bajaban las escaleras. No era posible, no debía quedar nadie. Rezó para que quien quiera que fuera, no se detuviera en el buzón, el único punto donde podía verle. Pero sus ruegos no sirvieron para nada. Una chica entró en su campo de visión. No llegó a abrir el buzón, antes reparó en él, metido entre dos paredes estrechas.
- ¿Qué haces ahí? - soltó de repente ella.
Agradeció que fuera ella y no otro de los residentes del edificio. Había un par de señoras de las que no habría podido librarse.
- Creo que tengo un pequeño problema - respondió él, tragando saliva. Desde ahí no podía ver la herida.
- ¿Necesitas ayuda?
- No me vendría mal una mano, la verdad.
- Sí, claro, ¿qué te pasa? - se ofreció rápidamente ella, acercándose un poco a él -. Sudas demasiado, no dejas de mirar y controlar a tu alrededor, tienes los ojos ligeramente enrojecidos y la piel pálida. Además, tu voz suena un poco cortada. Por el dolor - adivinó la chica, con un tono que empezaba a delatar que se estaba poniendo nerviosa.
- ¿Acaso eres una bruja o qué? - pudo decir él, bastante sorprendido de la capacidad de observación de la chica.
- No. Lo siento, yo... - susurró, dando un paso atrás.
El chico salió de aquel agujero y ella pudo ver al fin dónde estaba la herida y la manera en que sangraba. Él dejó de apretar la herida y buscó en su cintura la nueve milímetros negra que llevaba. No importaba cual fuera la razón o el objetivo. Odiaba hacer aquello.
- No - le pidió entonces la chica, levantando ambas manos ligeramente, como intentando tranquilizarlo -. No saques el arma. Si lo que quieres es que te ayude, lo haré. Pero no saques el arma - repitó -. Por favor.
La voz asustada de la chica le hizo pensar en lo desagradable que era a veces su trabajo. Hizo lo que ella le pidió y dejó el arma donde estaba. Se quedó un momento mirando esos rasgos que ya conocía, que su mente sabía dibujar ella sola. La chica llevaba zapatillas y pantalones vaqueros, con una camiseta negra llena de estrellas. Tenía el pelo moreno y recogido en una coleta alta. Parecía la típica chica que vivía sola en su apartamento y tenía tendencia a olvidarse la llave dentro. Ella por su parte dejó que la mirase intentando no desviar la mirada. No es como si no estuviera asustada, que lo estaba. Pero el chico había cedido con suma facilidad a su petición, a pesar de que podría haber salido corriendo antes de que él llegara a sacar el arma. Sus pies se dignaron al final a moverse y se acercó a él. Trató de ver la herida a través de agujero que la bala le había hecho en la camisa y vio la herida en carne viva. Le habían disparado a bocajarro. Reconocía esas quemaduras. Levantó la mirada hacia él, como asustada al darse cuenta de que quien le había disparado lo había hecho contra su piel.
- ¿Cómo...?
- No importa. Solo creo que no hay metralla ni bala dentro. La sentí salir - la dijo. Empezaba a sentir pesadez en el cuerpo. Cansancio. Se estaba agotando. Llegaba a su límite.
- Soy enfermera.
"Lo sé" pensó él.
- Tal vez pueda hacer algo con esto, a falta de un médico - añadió, con la voz todavía algo nerviosa.
- Eso espero - dijo solamente él. Le costaba respirar. Sus ojos pugnaban contra su consciencia por cerrarse. Supo que algo ya no iba bien.
- Eres a quien todos esos coches y guardias persiguen, ¿verdad? - le preguntó ella, con un tono que intentaba no molestarle.
- Sí. Es verdad - admitió el pelinegro, aún mirándola fijamente cuanto podía, manteniéndose todo lo firme que su estado le permitía.
- Creo que cuando pedí un pequeño cambio en mi vida no me refería a esto - comentó ella de repente.
- Siento no ser lo que le pedías a tu destino - atajó él -. Ahora, si no te importa... - carraspeó -. Duele.
- Ah, perdona, perdona. Sube. Es por aquí.
El chico caminó hacia las escaleras pero no llegó a subir el primer escalón. Su cuerpo se tambaleó y cayó hacia atrás. Ella tuvo los reflejos suficientes para sujetarle, pero no la fuerza suficiente para sostenerle porque lo que cayó al suelo, debajo de él. Después de hacer un ligero sonido de queja le miró. Estaba mareado. A punto de desmayarse. La chica intentó salir de debajo de su cuerpo y le buscó el pulso. Estaba algo débil. Era normal después de todo. Parecía que había perdido mucha sangre y además había hecho esfuerzos estando así. Lo raro era que todavía aguantara. Al ver su rostro adormecido, respirando entrecortado, pálido y sudando, sintió un repentino impulso del protección hacia él. ¿Se había vuelto loca? ¿Cómo podía sentir eso en un momento como aquel en vez de miedo o confusión? Ya no estaba asustada, lo sabía. Incluso después de haber sentido el tacto del arma en su estómago cuado él cayó sobre ella. No le daba miedo. Si hubiera querido matarla, lo habría hecho. Si hubiera querido usarla y callarla, lo habría hecho usando el arma. Pero no había pasado. Casi podía decir que él la había dado a elegir entre salvarlo o salir corriendo.
Ella sacudió un poco la cabeza para centrarse y le puso la mano en la frente. Tenía algo de fiebre. Le zarandeó un poco intentando espabilarle pero él parecía no ser capaz de mirarla.
- Eh, eh, aguanta. Subamos las escaleras y ya estará. Todo estará bien - le dijo -. ¿Me oyes? Por favor.
El pelinegro la entendió, porque asintió a sus palabras y trató de levantarse. La chica le ayudó como pudo y, casi cargando con él, subió las escaleras hasta el segundo piso, donde tenía su pequeño y viejo apartamento. Apenas se entraba habia un pequeño pasillo que daba al salón. A la izquierda estaba la cocina, casi pequeña hasta para dos personas. Y a la derecha la habitación. La chica entró directamente allí, casi arrastrando al chico, hasta dejarlo con todo el cuidado que pudo, sobre la cama. Se sentó a su lado y le abofeteó un poco la cara para que abriera los ojos y la mirase.
- Escúchame. Voy a buscar lo que necesito para curarte, ¿vale?
Él movió la cabeza hacia los lados, negándose. Con la mano derecha, un poco a ciegas, buscó su muñeca para sujetarla. Pero sus dedos no fueron capaces de hacer fuerza a su alrededor.
- No te preocupes, voy a volver a curarte. Lo prometo - dijo, con firmeza, acariciándole la mano ensangrentada con la que intentaba sujetarla.
Cuando ella se levantó de la cama él no pudo retenerla. No tenía fuerzas por ningun sitio. Se maldijo otra vez por haberse metido en aquello y, sintiendo un intenso dolor recorrerle el cuerpo, pidió perdón por no ser capaz de mantenerse despierto y se desmayó sobre la almohada de la chica morena.
Sintió un extraño cosquilleo en el cuerpo. Y algo frío. Hizo un sonido de molestia y trató de levantarse aún sin abrir los ojos.
- No te muevas - le ordenó con suavidad una voz a su lado derecho.
Como si fuera un encantamiento o unas palabras mágicas, el chico volvió a dejarse caer en el colchón. Notó como de su frente se resbalaba una pequeña toalla blanca. Eso era lo que sentía frío. La quitó con cuidado y abrió los ojos poco a poco. El techo de la pequeña habitación era blanco, y había una lámpara pequeña colgada en el centro. Movió la cabeza hacia la izquierda y vio una mesilla de noche con otra lampara más pequeña y una pila de libros al lado.
- Estabas mejor desmayado - volvió a decir ella.
El chico se giró hacia la derecha para mirarla. Estaba de rodillas en el suelo, con la mirada fija en su brazo extendido y limpio de sangre y una aguja en la mano. Él apartó un poco los ojos. Odiaba las agujas.
- Si, lo estaba - admitió él.
- Como estabas así no me dio por traer algo que te palie el dolor así de repente. Así que tendrás que aguantar un poco.
Comprendió a qué se refería cuando sintió la aguja entrar en su piel. Trató de no quejarse, pero todo su cuerpo se puso en tensión. Con la mano derecha estrujó la sábana de la cama entre sus dedos y apretó los dientes con fuerza.
- Háblame - le dijo entonces -. Así te olvidarás un poco de esto.
- ¿Cómo voy a olvidarlo si lo estoy sintiendo con tanta fuerza?
- ¿Por qué estabas escondido allí abajo? - empezó ella.
- No deberías hacer preguntas cuya respuesta no quieres ni debes saber - la contestó, aguantando el dolor.
- Creo que poco más ibas a contarme. Está claro que con una herida de bala pocas razones puede haber, ¿no crees?
- ¿Y tú? ¿No estás asustada? No todos los días aparece un loco psicópata con una herida de bala y ensangrentado en tu portal.
- Es parte de las emociones de mi cotidiana y aburrida vida - sonrió ella a medias -. Ya está - informó, dando la última puntada.
Él respiró hondo y soltó la sábana. Todo su cuerpo se relajó de repente. Cerró los ojos otra vez, convencido de que podía darse el gusto de dormir un poco más.
- ¿Me recuperaré? - susurró.
- Claro. Es una suerte que la bala saliera por el otro lado. Aunque perdiste mucha sangre. Pero gracias al servicio de centro de salud que hay en la manzana de al lado pude obtener algo de sangre. No te mires el brazo, tienes una aguja en una vena - le dijo.
- No pasa nada. Aquí estoy tranquilo - reconoció, suspirando -. Huele a vainilla - susurró -. Tu habitación...
- Shiori - dijo entonces ella -. Mi nombre es Shiori.
El pelinegro giró la cabeza y abrió los ojos para mirarla. Ella se levantó y se sentó en el borde de la cama, respondiendo a su mirada curiosa. Él trató de mover el brazo herido y ella lo sujetó y lo colocó con cuidado sobre la cama. Casi inconscientemente le acarició el antebrazo, en un intento de calmarle, de que se sintiera cómodo y tranquilo. Como si dijera "ahora todo está bien de verdad".
- Koki - dijo solamente él, sin apartar los ojos de Shiori.
- Koki - repitió ella -. Voy a preparar algo para comer. Debes descansar, duerme otro poco - le recomendó, cogiendo otra vez la toalla fría de donde él la había dejado.
La hundió en el pequeño balde que había sobre la mesa y la escurrió bien, con fuerza. Despacio, pasó el trozo de tela suave por la frente del chico y bajó por su cuello. Él ronroneó con los ojos cerrados. Cuando sintió que la chica se apartaba, con la mano derecha la sujetó de la muñeca con la que le estaba limpiando. Usando de pretexto la toalla, deslizó la mano de la chica junto a la suya por su cuerpo, hasta su cintura, para luego subir hacia el otro lado del cuello y al final, besarla suavemente la mano. Shiori solo le dejó, sin espantarse pero sintiendo un temblor irracional en las piernas. Solo podía mirarle moverse despacio, con su mano entre sus dedos arrastrando la toalla por su cuerpo medio desnudo mientras mantenía los ojos cerrados y una cálida expresión de tranquilidad.
- Siento haberte asustado - susurró Koki.
- No, la verdad es que... nunca me asustaste. Bueno un poco al principio - reconoció, con una pequeña sonrisa -. Pero no pasa nada. Ya está todo bien.
- No, nada está bien en realidad - suspiró él -. Siento haberte metido en esto, en serio - insistió -. En cuanto pueda, me iré.
- No eres como los demás - dijo entonces Shiori.
- Por supuesto que no - afirmó él, mostrando por primera vez una sincera sonrisa -. Pero tú tampoco lo eres.
- He estado en tu situación - le contó -. Estar herido, desangrándose, sentir que la vida se te va con cada respiracion... y que nadie intente aliviar tu dolor ni contenerlo. Que nadie intente... salvarte. Es una sensación tan desagradable, tan triste, tan inhumana... No podría haber dejado que te sintieras así.
- ¿Y si fuera el peor asesino psicópata del mundo? ¿Salvarías a alguien así? - preguntó él.
- Si fuera el peor asesino psicópata del mundo me habría apuntado a la cabeza con la pistola y una vez curado, no estaríamos manteniendo esta conversacion, ¿no te parece?
- ¿Y si te dijera que, puesto que me estoy jugando el cuello con esto, tengo que eliminar cualquier prueba o testigo de mi existencia? - dijo él, haciendo suposiciones.
- No eres la clase de persona que si tiene que borrar sus huellas, no se detiene a pensar antes.
- ¿Ves lo que te decía? Eres adivina o algo por el estilo - sonrió el chico.
Shiori sonrió también y Koki notó una punzada en el pecho, una mezcla entre culpabilidad, agradecimiento y miedo. No sabía que iba a pasar a partir de ese momento. Y ella iba a estar en el medio fuera cual fuera la situación. El pelinegro acomodó la cabeza aún más en la almohada y respiró hondo.
- No me duele respirar - susurró, con los ojos entreabiertos -. Gracias.
- Koki, ¿por qué empiezo a tener la sensación de que tu y yo nos hemos visto antes? - preguntó entonces la chica.
- Porque de hecho, tu y yo nos hemos visto antes - sonrió Koki de lado, con una mirada indescifrable en sus penetrantes y oscuros ojos negros.

Su mano fue inconsciente cuando se acercó a rozarle la frente con la yema de los dedos. Le apartó el flequillo negro de los ojos para verlos bien. Shiori no podria apartar la vista de las miradas de Koki. Solo fue consciente de eso cuando ya no podía dejar de mirar los ojos del pelinegro de ninguna de las maneras. Cuando ya fue demasiado tarde para borrarlas de los latidos de su corazón.

To be continued...

Dentro de encuentros y despedidas, buscamos el significado de vivir. Cada uno tenemos nuestras propias razones y formas de ver, hacer y sentir las cosas que tenemos a nuestro alrededor. No es solo que cambie el entorno que nos rodea, es que nosotros también somos diferentes. Pero a veces vivimos atados a sueños de colores, a pasados inolvidables o a futuros imposibles. Es nuestra naturaleza. Ser fieles a nosotros mismos aunque nos perdamos, aunque lloremos, aunque nos cueste, aunque nos cuestionen, aunque sepamos que estamos equivocados. Pero por otro lado, traicionarnos a nosotros mismos no es tan dificil como pueda parecer. A veces sin darnos cuenta, ya es demasiado tarde para dejar de hacernos daño. Aunque aún podemos cuidarnos para seguir adelante una vez más. Paso a paso. Simplemente así. Todo estará bien. Porque nosotros siempre estaremos aquí.



http://www.youtube.com/watch?v=W6QjKT1A2pI





Seré sincera. He escogido un camino lleno de dolor.


15 comentarios:

  1. De ahora en adelante las palabras "To be continued" serán las que más odie. No me gusta llorar, pero siento que cuando leo algo como esto, llorar está bien, me sienta bien.
    Te juro que por un momento pude sentir cómo se debilitaba su respiración y pude ver su sangre en su camisa. Es distinto de los demás, es muy distinto, y quizás por eso le quiero tantísimo. Imaginármelo herido y medio inconsciente ha sido demasiado tentador. Siento no hacer frases con algún tipo de coherencia, pero se me ha ido hace un rato, cuando comencé a leer algo tan maravilloso como esto. Creo que me plantearé hacerte pingar el moco más a menudo si el resultado es algo como esto.
    Esa canción es algo más que fantástica, lo sabes.
    Aishiteru.

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  2. Esas palabras están malditas. Pero, ¿por qué lloras? Si no ha pasado nada para llorar. Al menos todavía. Que sintieras eso, que vieras eso, que creyeras eso, de eso precisamente se trata mi trabajo. Pero yo solo he cogido a Koki y le he hecho actuar como yo he querido. Realmente él es el capaz de hacer todo esto maravilloso para ti. Y me alegro mucho. Pero como se te ocurra hacerme pingar el mocuelo otra vez, la próxima le pego el tiro un poco más al centro y abajo, advertida quedas, monada.
    Es la canción que tú dijiste en el momento en que tenía que decidir una, así que es mérito tuyo.
    Love you, my boo.

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    1. Sé que no ha pasado nada para llorar, pero es el simple hecho de leer algo con lo que puedo sentirme... ¿identificada? si, puede ser. He de decirte que haces tu trabajo jodidamente bien. Para mí, él es maravilloso (ooooodio ponerme cursi cuando se trata de este hombre ¬¬") No podrías dejarlo morir, y lo sabes, querida. Creó que optaré por intentar desafiar al destino, a ver que pasa, si consigo saber como continúa, soy feliz.
      Es mérito de esa pedazo de chica que la canta, para que mentirnos.
      Love U my all.

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    2. No es que te sientas identificada, es que acabo de ponerte en una cama al lado de ese hombre medio desnudo. Digamos las cosas como son. ¿Que no lo dejaría morir? ¿Seguro que no quieres replanteartelo, bichito? Porque solo diré una palabra. Ride. Y a ese sí que le adoro como si fuera una parte muy parte de mi misma, ¿Eh? Yo ya sé como continua. Así pues, tú también lo sabrás. Tal vez mañana :)
      Bueno, eso también. Quiero duo con Riida.
      ChuChuChu.

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    3. Mmmmm... si, también puede ser eso. Te odiaría por los siglos de los siglos si dejaras morirle, al igual que a mi querido y perfecto Ride, pero si matases a este, me daría algo, y deberías de salir de casa en canoa. Oh si, cuanto antes sepa como continúa mejor, me has dejado con ganas de más. Espero que sea mañana.
      Si hacen un dúo igual morimos de placer.
      Kissu

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    4. A ver, aprendamos a escribir. Si le dejara morir. Que ya no sabes ni poner bien una frase simple, bichito. Pues adorando como adoro a tu querido y perfecto Ride y va a pasar lo que va a pasar... no tientes tu destino, amor. La idea era dejarte odiando esas dos palabritas, sí. Tal vez antes de que vuelva por la tarde a casa o luego por la noche, así veo tus reacciones en riguroso vivo y en directo.
      Quiero morir de ese placer de sus voces.
      Kimi ga kirai na kimi ga suki.

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    5. Creo que rayaré esta entrada, aunque te digo una cosa, con esta lloré la primera vez, con la otra, cada vez que la leo, pingo el moco como si fuera idiota, me enamoró de una manera estúpida. A estas horas mis neuronas ya no hacen una frase coherente. Creo que me dolerá la muerte de mi querido y perfecto Ride, casi tanto como a tí. Si, lo has conseguido, las odio mucho. Vamos, que tendré que aguantar mi tortura hasta por la noche, genial.
      Tada kimi ga soba ni ireba ii

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    6. En serio, copiala en word o morirás en día que no tengas internet o me cierren el blog o algo. En serio, no lo hago para que llores, es que eres una llorica, chiquilla mia jajaja. Bueno, con que te entienda ya vale. Y por cierto, intentaba evitar cascar el final de Ride pero ya veo que... en fin. Mañana será otro día y a saber qué más será. Buenas noches.
      Kimi no taiyo nosete akegata ni.

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    7. Creon que sería la responsable de la Tercera Guerra Mundial si te cerraran el blog. No soy una llorica es tu culpa, por escribir cosas tan bonitas. Bueno, igual ese no es el final que será... ¿quién sabe?

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  3. Me da cosa interrumpir con un comentario poco emotivo, pero bueno.
    Como ya te dije antes, siempre me gusta la forma que tienes de expresarte, y de describir las cosas, porq ue no las describes como un narrador normal y corriente y describieras las cosas, como decirlo... lo dices todo usando a todos los personajes que se encuentran en escena, es una de las coasa que mas me gusta cuadno escribes, que puedo saber qeu piensa el señor, la princesa y hasta el sirviente que esta entrando por la puerta, que todos tus personajes, absolutamente todos tienen una razón de ser, no estan ahí para hacer bulto, están por una razón.
    Sigue así

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    1. No es poco emotivo, es diferente. Me gusta saber qué parte te gusta, igual que me gustaría saber si hubiera una parte que no te gustara. El otro día pasé por un quiosko y vi una revista por fasciculos de como aprender a ser premio planeta o algo así de escritura. Me pareció tan patético como bien. Patético porque hay gente que desde pequeños hacemos esto, que no es un capricho de "oh, mira, quiero escribir a ver que sale". No. Sabemos lo que es la esencia, como la mayoría de los grandes escritores. Pero por otro lado me parece bien, por la gente que desde siempre ha deseado poder hacer esto pero no se atreve o piensa que no sabe ni puede hacerlo. Eso tal vez les pueda ayudar. Aunque esas persona también me dan algo de pena. Sí, porque si no sabes expresar lo que hay en tu corazón y te rindes al darte cuenta de eso, entonces no tienes derecho a escribir. Esa es la diferencia que veo entre talento y trabajo duro. Que si confias y confias y nunca te rindes, al final lo conseguirás. Y ese aspecto es el que más me gusta de ti y de Izumi. Que gracias a vuestra perseverancia se que algun día podré leer algo vuestro de lo que estéis realmente orgullosas.

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    2. Oye, no es por nada, pero si sigues así, acabaré pingando el moco, y no es que me agrade ahora mismo, que tengoqu eir a por pañuelos xD. Gracias por tus palabras, el problema es que e de encontrar por mi misma aquello que me pueda impulsar a terminar lo que estoy haciendo.

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    3. No quiero hacerte llorar, pero si darte cuenta de lo importante que es esto para ti y de que tienes que seguir te hace llorar, entonces adelante. Usa la manga de la camiseta para limpiar los moquillos. No me des las gracias. Solo quiero que seas capaz de seguir adelante lo que de verdad quieres. Se que encontrarás lo que buscas. Puede que el día menos pensado, lo que estás buscando te encuentre a ti. Pero eso no es razón para dejar de perseguirlo, no lo olvides nunca.

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