miércoles, 12 de septiembre de 2012

Buscar la luz de un amanecer.

Al levantarse siempre la gustaba estirarse y ronronear. Levantaba la persiana antes de salir de la habitación, sin nisiquiera mirar cómo llevaba el pelo. El hecho de vivir con una estrella del pop la traía sin cuidado. Ella solamente quería hacer su trabajo. Y ese era protegerle. No debía dejar que lo mucho que le había adorado influyera en la relación que tenía con él. Aunque a veces no fuera capaz de olvidarse de ese pequeño detalle y se dejara llevar. Cuando salió al salón se dio cuenta de que olía a café caliente. Esperó ver al chico en la encimera de la cocina, apoyado y mirando hacia su puerta, esperando verla salir como hacía siempre. Pero en lugar del chico vio saliendo de la habiación de él a una muchacha morena, alta, de pelo muy largo y piernas blanquecinas que la ignoró y entró directamente a la cocina, poniéndose a curiosear en los armarios como si fuera su casa. Se acercó despacio a ella, como si estuviera soñando todavía. Miró casi por inercia la habitación del chico. Las sábanas de su cama estaban revueltas. Tragó saliva un momento y se asomó a la cocina, carraspeando para que ella la mirase.
- Ah, tú debes de ser la compañera de piso de Kazuya, ¿verdad?
La respuesta quedó muda en su garganta al verla vestir aquella camisa azul del chico que ella siempre había adorado. Respiró hondo y ocultó la rabia con la más perfecta de las sonrisas.
- No es que hable de ti, pero se sabe que solo eres una compañera, le dieron mucho énfasis en las revistas eso de que su jefe le obligaba a vivir con una civil cualquiera para que aprendiera lo que era tener a más gente cerca y esas cosas - dijo a toda velocidad, al punto de que a ella la costó entenderla, mientras se estiraba y la dejaba ver su ropa interior y parte de su ombligo.
- ¿Y tú? ¿Qué estás haciendo aquí? - preguntó, tratando de ser lo más respetuosa posible pero pensando en las dieciocho maneras más dolorosas de matar a Kazuya.
- ¿No te lo imaginas? - preguntó a su vez la chica -. Ni siquiera tu puedes ser tan ingenua, ¿verdad? - sonrió.
- Lo que tengas con Kazuya no es asunto mío - añadió ella.
- Claro que no lo es - rió con suavidad, mientras pasaba a su lado -. Creo que esperaré en la cama a que vuelva.
La cama de Kazuya. Había noches en que, estando tumbada en su propia cama, anhelaba con todo su ser estar en la habitacion de al lado, con él. En su cama. Entre sus sábanas. Con el olor de su champú pegado en la piel. Por un momento se sintió terriblemente estúpida. Pero de pronto todo empezó a ser un sin sentido. No entendía nada. Entró en la habitación para cambiarse a toda prisa. Casi no sabía ni donde tenia la ropa. ¿Qué estaba pasando? Aun recordaba lo reacio que había sido Kazuya a darle la llave de su apartamento, y solamente lo había hecho por obligación, ni siquiera por simpatía. Y ahora parecía que metía a cualquiera en su casa o mejor dicho, en su cama. Eso no tenía nada que ver con ella, por más que lo pensaba así, por más que intentaba decirse a sí misma que él podía hacer con su vida lo que quisiera y que ella algún día se iría... no era capaz de convencerse de ninguna de las maneras. Sin saber exactamente si sentía enfado, miedo o rabia, terminó de vestirse y salió a la entrada para ponerse los zapatos. Apenas los había abrochado cuando la puerta se abrió de repente. Kazuya se quedó parado un momento delante de ella y luego levantó un poco la bolsa de plástico del supermercado de la esquina de la manzana que tenía en la mano. Ella pudo notar que no había dormido demasiado.
- ¿Como te has levantado tan temprano? Justo para el desayuno. ¿Seguro que no has olido los pasteles desde la esquina? - bromeó él, con una media sonrisa. Odiaba que la llamara zampabollos y lo sabía, por eso lo usaba para provocarla un poquito.
- Recuerda que no debes salir sin decirme a dónde vas. Soy tu guardiana - le dijo, con cierto tono ofuscado.
- Está bien, está bien, perdona - dijo él, tratando de quitarle importancia a eso. Solo había salido al super de la esquina, no era como para que saliera a buscarle como a un niño -. A ver, ¿qué te apetece? - la preguntó, empezando a quitarse las zapatillas en la entrada.
- Pregúntale eso a tu chica - le cortó ella, terminando de atarse la converse izquierda antes de ponerse de pie y mirarle a los ojos -. Yo me voy.
Apenas se movió hasta la puerta. El chico la sujetó por la muñeca y ella le fulminó con la mirada. Pero aún así él no la soltó, sus dedos ni siquiera dudaron.
- Ya le estoy preguntando a mi chica que qué quiere para desayunar - repitió, mirándola fijamente a los ojos. Ella sabía mejor que nadie la cantidad de cosas que podía transmitir en una mirada.
- Déjate de estupideces y suéltame - le cortó la chica, zafándose del amarre y saliendo del apartamento.
Kazuya se quedó plantado en la puerta y solo puso los ojos en blanco antes de sonreir a medias. ¿Acaso estaba celosa? Empezaba a descubrir lados de la chica que no necesariamente resultaban desagradables, sino todo lo contrario. Entró en el apartamento y apenas recorrió el pasillo se encontró a su amiga esperándole en la puerta de la habitación.
- ¿Qué haces vestida así? - la preguntó inmediatamente.
- Es más comodo para estar en casa - alegó la chica con una deslumbrante sonrisa -. ¿No te molesta, verdad?
- No te queda bien - la contestó -. Déjala en la lavadora antes de irte - añadió, sin volver a mirarla.
- ¿Vamos juntos al rodaje de hoy? - siguió preguntando la chica.
- No, Anne, no van a atacarte de dia. El tipo que persigue a las estrellas nunca ataca por la mañana. Por eso te has quedado en mi cama esta noche - la dejó claro -. Y por cierto, tengo que comprar otro sofá - bufó por lo bajó. Tenía el cuello que no sabía si era suyo o de quién.
- Venga, desayunemos o llegaremos tarde - dijo ella, ignorándole por completo y pasando a su lado para sentarse en la mesa -. ¿Qué vas a prepararme? - sonrió.
El chico dejó la bolsa de plástico sobre la mesa al lado de ella, como si le dijera que comiera lo que quisiera y entonces, se dio la vuelta para volver a salir del apartamento. Le daba escalofríos. Una escena como aquella en la que la protagonista no fuera a quien quería de verdad. Ahora era cuando se preguntaba por qué no era más rápido, por qué no actuaba sin pensar tanto, como hacía ella, que era impulsiva y hacia las cosas como creia que era correcto sin tener que detenerse a calcular los pasos que iba a dar. Envidiaba ese lado de ella, a la vez que lo adoraba.

El columpio se mecía suavemente en el silencio del parque. A esas horas todos los niños tenían que estar en el colegio. La cadena hacía un suave tintineo cuando ella se movia despacio, de atrás hacia delante sin mucho ánimo ni impulso. No debía haberle dicho esas cosas. Sabía que Kazuya era muy cuidadoso con la gente, no había llevado a aquella chica para pasarsela por las narices. Él no era así. Y a pesar de saberlo, se había dejado llevar por las palabras bonitas pero venenosas de esa chica. No entendía como podía ser tan estúpida. Si había alguien que nunca la traicionaría, ya no a ella, sino a sus sentimientos, ese era Kazuya. ¿Cómo iba a volver ahora a pedirle perdón? Ni siquiera sabía en qué estaría pensando el chico en ese momento. Un olor muy dulce la hizo incorporarse, aunque no se levantó del columpio. ¿De verdad era capaz de oler los dulces a mucha distancia como decia él? Levantó la mirada y le vio, de pie a su lado, tendiéndole con una mano un bollo de crema recién hecho que todavía tenía pinta de estar caliente. Él no parecía enfadado, sino más bien esperando a que cogiera el bollo porque le quemaba en la mano. La chica lo aceptó y él se sentó en el columpio de al lado. Se meció con suavidad mientras comía el bollo que había comprado para él. Parecía tranquilo. Ella no pudo evitar sentirse más cómoda así.
- Lo siento - pudo decir. Si no le veía enfadado era más fácil pedir perdón. Tal vez porque, egoístamente, sabía que la perdonaría.
- No pidas perdón. Siento no haberte dicho que la habia acogido anoche. Pero estabas dormida cuando me llamó así que... no quería despertarte.
- Deberías estar con ella, ¿no? Me imagino que no estará contenta si la has dejado sola - susurró, solo con la idea de escuchar que prefería estar allí con ella.
Él se dio cuenta y sonrió. La chica dio un mordisco al bollo y la crema se salió, manchándola la nariz. Kazuya soltó una carcajada al mirarla.
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
- Esto era lo que prefería - dijo entonces.
- ¿Eh?
- En vez de estar con ella - susurró, mirándola muy de cerca, moviéndo el columpio para inclinarse sobre ella -. Prefería ver tu nariz manchada de crema por el bollo - sonrió.
La morena se llevó la mano libre a la cara para limpiarse pero antes de que se rozara la nariz manchada él la sujetó la muñeca. Despacio, deslizó la mano por su piel hasta su mano, para entrelazar suavemente sus dedos. Ella le miró fijamente, demasiado cerca como para que él no escuchara sus suspiros.
- No me mires como si tuviera algo raro - le musitó.
- No - susurró él. Sus labios rozaron la punta de su nariz, llevándose consigo la crema. Luego la rozó con su nariz un momento -. Solo era crema - murmuró contra sus labios -, Kira.
Se separó ligeramente de ella, aún sin soltarla la mano y entonces vio como la chica le miraba con una indescifrable sonrisa que le atrapó. Kazuya solo soltó a Kira cuando se levantó a tirar en la papelera los papeles en los que habían estado envueltos los bollos. El chico apartó un poco de azucar de los labios de ella con el dedo. Al terminar ambos echaron a andar despacio por la calle, uno al lado del otro. Se había dado cuenta de que Kazuya no llevaba unas gafas de sol o algo que pudiera disimular que era quien era. Al principio había estado en contra de eso, lo reconocía. Pero al darse cuenta de la cantidad de fanáticos que había no muy respetuosos precisamente, se había dado cuenta de que era lo mejor.
- ¿Ha pasado algo? - le preguntó entonces -. Digo, para que ella esté en casa.
Él sonrió al escuchar "en casa".
- Asi que he conseguido que sientas que mi apartamento es tu casa - hizo notar él.
- Oh vamos - lo evadió ella con una sonrisa -. En serio, ¿está todo bien?
Kazuya pareció pensárselo un momento.
- La atacaron - confesó.
- ¿¡Que qué!? - gritó ella entonces, girandose a mirarle, parándose en medio de la calle y sujetándole del brazo para que la mirase -. ¿No vino ella sola hasta casa?
- No. Salí a buscarla. Anoche, parece ser que había alguien siguiéndola y...
- ¡Kazuya, ¿estás loco?! - chilló Kira. De repente la temblaban las piernas -. ¡Saliste a buscarla solo sabiendo que podía haber sido el asesino de estrellas que anda suelto el que la estaba siguiendo!
- No podía dejarla, es mi compañera, yo... - intentó disculparse él.
- ¡Estamos hablando de un asesino de verdad, Kazuya! Alguien que no sabemos cómo elige a sus víctimas, solo que son estrellas famosas. Ni siquiera sabemos cómo es capaz de llegar hasta ellas ¿¡y tú andas en medio de la noche por ahi, despreocupado!? ¡No subestimes tu propia fama, joder!
- Kira, no me ha pasado nada, estoy bien - insistió él.
- ¡Pero podrías no estarlo! ¡Eres un maldito inconsciente, maldita sea! ¿¡Para qué estoy yo aquí entonces, eh!? - siguió gritando ella, sintiendo que su corazón bombeaba más fuerte de lo habitual.
- Salí corriendo porque ella sonaba asustada por teléfono. Tenía que ayudarla, entiéndeme - la pidió.
Kira dejó de gritar y pareció calmarse. Pero solo era una apariencia. Se dio la vuelta, como si fuera a salir huyendo de un momento a otro. Y entonces Kazuya la vio temblar ligeramente. ¿Esa actitud que tenia y esa forma de gritar era porque estaba nerviosa o preocupada?
- Kira...
- Vuelve a casa - susurró -. Ella estará igual de asustada si se queda sola.
"Tan asustada como yo" pensó.
- Nadie va a hacerle daño ahora. Está bien. Escúchame, no te enfades, no lo hice por estar con ella, en serio, yo...
- No, Kazuya, escúchame tu a mi. No creas que mi enfado es porque estés con ella o no. Es por tu vida. Creo que no te das cuenta de que acabas de arriesgar tu vida por Anne sin pensarlo dos veces. Después de eso, no se qué estás haciendo aquí todavía y no con ella - le dijo, tratando de mantener la calma.
- Estoy aquí porque tú estás aquí. Puede que hiciera mal anoche al no llamarte pero no quería que pasara esto. No pensé que me pasaría nada. Era como la sensación de que nada podía pasarme - dijo, caminando hacia su espalda -. Porque tenía que volver - susurró contra su nuca -. Volver contigo.
- ¿No te das cuenta de que si te pasa algo jamás me lo perdonaría?
- ¿Por qué? ¿Porque es tu trabajo? - dijo de pronto él.
- ¿Qué? - musitó ella, con la voz ahogada, girándose en redondo a mirarle -. No me lo puedo creer... no... Vale. Piensa eso si quieres. Es mejor así - zanjó.
Kira se dio la vuelta para echar a andar y volver por la calle por donde habían ido. Se iba, definitivamente, antes de que dijera cosas que no debía decir. Quería pensar que jamás había escuchado eso de boca de él. Y maldijo la hora en que rompió su promesa de no volver a enamorarse nunca.
- Espera, Kira - la dijo, muy serio, sujetándola por la muñeca -. No lo decía para herirte. Lo estoy preguntando en serio. ¿Por qué?
Ella se quedó un momento mirándole fijamente. Despacio, se soltó de su amarre.
- Si todavía no te has dado cuenta de todo lo que significas para mi entonces yo... - susurró. No podía. Tenía miedo de confesar lo que de verdad sentía. Porque tenía pánico a ser herida y traicionada. No podría vivir con algo así otra vez. Le dio la espalda para no mirarle, como si estuviera huyendo pero él volvió a ponerse frente a ella, en su camino.
- Concédeme un favor - dijo entonces él.
- ¿Qué más quieres? No tienes ni idea de lo que siento, es como si no te importara. Sin embargo, haces locuras como esa por ella. Locuras por las que yo, para que las hicieras conmigo, daría cualquier cosa, aun sabiendo que es peligroso, aunque solo sea un deseo que jamás te dejaría cumplir. Soy yo quien anhela con cada fibra de mi ser estar entre tus sábanas, Kazuya - le confesó en un murmuró -. Y sin embargo es ella quien lo ha conseguido. Asi que... ¿qué es lo que quieres? ¿Que me aleje de ti? Total pareces no necesitarme, no tienes miedo a nada ni a nadie. ¿O lo que quieres es que te ponga las velas para quedarte con otra?
No podría seguir hablando sin que sus traicioneras lágrimas salieran de sus ojos por lo que se calló y tragó saliva. El chico alargó la mano hacia ella y la sujetó la muñeca. Miró alrededor un par de veces y la guió con paso rápido hacia un callejón cercano. Allí nadie les vería y no se montaría ningún escándalo, aunque nadie le aseguraba que nadie les hubiera escuchado antes con los gritos que Kira le había dado. Era una calle muy estrecha y oscura. Kazuya apoyó a Kira contra la pared con suavidad y la acorraló con su cuerpo. Buscó sus ojos en aquella media oscuridad los miró fijamente.
- ¿Es eso lo que soy para ti? ¿Es por eso por lo que no puedes perderme? Puede parecer lo contrario pero soy una persona emocionalmente inestable, Kira. Soy muy desconfiado. Porque tengo miedo. Llámame cobarde si quieres. Pero mucho tengo que querer a alguien para entregarme a ciegas.
- ¿Significa eso que no he conseguido que me quieras lo suficiente? - susurró ella.
- Es precisamente porque te quiero de más que también tengo miedo. De no ser lo que esperas. De no poder estar contigo. De que algún dia, sin más, desaparezcas de mi vida para siempre.
- Yo estoy igual de asustada, ¿es que no te das cuenta? ¿Cómo podría perderte ahora y vivir con ello? No solo por lo que yo sienta hacia ti, es porque me siento responsable de tu vida. De que vivas. Pero si a la mínima haces cosas como esa y encima por otra entonces yo...
- ¿Dejarías de protegerme?
- Jamás - contestó automáticamente ella -. Haz con tu corazón lo que quieras. Pero te protegeré de cualquier cosa que pueda hacerte daño. Y no solo porque sea mi trabajo.
- Así que eso es lo que sientes - susurró, demasiado cerca de sus labios -. Lo que sientes por mi.
- Te quiero, Kazuya - murmuró al fin, cerrando los ojos, con cierta resignación.
Tal vez algún dia se arrepintiera de haber dicho aquellas palabras. Puede que ya se estuviera arrepintiendo. Pero en ese instante en el que Kazuya la besaba, mientras lamía sus labios y los volvía a besar con cierto ansia y un ligero sabor a crema y azucar, solo podía sentir que de verdad, después de todo, enamorarse de él había sido lo correcto y lo único que había hecho bien su corazón desde hacía mucho, mucho tiempo.

- Pon las velas y ven conmigo - susurró en su oído, mordiendo con suavidad su oreja después de apartarla el pelo con una mano -. Esta noche. Tu y yo. Entre las sábanas de mi cama y la oscuridad de mi habitación.
Kira entrelazó los dedos en el pelo del chico, a la altura del cuello, aún con los ojos cerrados. Dos pequeñas lágrimas querían nacer de sus ojos. Él las limpió con los labios y la hizo mirarle para que sonriera como a él le gustaba. Cuando consiguió arrancarle una sonrisa la besó la frente y ella aprovechó para alcanzar sus labios. Esta vez era Kira quien le besaba a él. Kazuya sintió que le invadía una sensación diferente a cualquier otra. Algo muy dulce. Algo tentador. Una sensación de calidez y eternidad. Algo llamado amor.



¿Qué es lo que está bien? ¿Qué es lo que está mal? La respuesta seria ¿quién lo sabe? Pero siempre respondemos, esto o lo otro. Cuando nada nos importa y simplemente decimos "no importa, todo está bien" y es mentira, solo conseguimos perdernos a nosotros mismo. Eso debería ser lo que más miedo nos diera. Porque no somos tan débiles, pero tampoco tan fuertes. Si lloras y te dicen que eres un inmaduro o un bebé por llorar por algo que para ti está bien o mal, no te avergüences. Piensa que respirando, ya estás vivo. Que siempre podrás decir las cosas con orgullo cuando sientas que de verdad, eres tú quien las dice.



Eso es lo que somos.




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3 comentarios:

  1. Odio que siempre haya una zorra de por medio que lie las cosas. Adoré la actitud de él; debía volver para estar con ella, debía volver para desayunar otra vez con la chica de los pelos de loca, debía volver por ella. Y adoré la actitud de ella, aunque intentara mentir, no podría. Siento decirte que ese beso ha sido algo más que precioso, y esa proposición, algo más que excelvillosa.
    P.D. Hay canciones bonitas, preciosas y maravillosas; esa es mejor que todas esas juntas.

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  2. Yo te adoro a ti. Puede que yo no me sienta como algo maravilloso pero puedo escribir cosas maravillosas por gente maravillosa como tu. Pd. Musica de dioses jajaja

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    1. Deberías sentirte como algo maravilloso, porque eres algo maravilloso,y tus historias, son igual de maravillosas que tú. P.D. ya te digo, Dioses se le queda corto, al galáctico.

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