viernes, 14 de septiembre de 2012

Envuelto en un espejismo, no mires atrás.

[...] - No todos los días aparece un loco psicópata con una herida de bala y ensangrentado en tu portal.
- Koki, ¿por qué empiezo a tener la sensación de que tu y yo nos hemos visto antes? - preguntó entonces la chica.
- Porque de hecho, tu y yo nos hemos visto antes - sonrió Koki de lado, con una mirada indescifrable en sus penetrantes y oscuros ojos negros.
[...]

La puerta de la habitación estaba abierta. Podía escuchar la pequeña televisión que había en el salón, sobre una mesilla pequeña cubierta con un paño hecho a ganchillo. Al ser un apartamento tan viejo las paredes eran de papel y al ser además tan pequeño, podía oírla desde la cama a pesar de que el volumen no estuviera demasiado alto. Abrió los ojos despacio, con cierto pesar, signo de que había dormido como un tronco. Shiori no estaba allí, fue lo primero que logró ubicar. Con apenas girar la cabeza sobre la almohada pudo ver el cuerpo de la chica morena moverse en la estrecha cocina. Le estaba preparando la comida mientras parecía tararear una canción y movía ligeramente el cuerpo al compás de la música que rondaba en su cabeza. Allí estaba, con una sonrisa, sin peros ni preguntas. Sabía que la chica no tendría más de veinticuatro o veinticinco años. Tal vez su juventud a pesar de decir las cosas que decía y hacer las cosas que hacía fuera lo que más le sorprendía de ella.
Escuchó el sonido de los platos mientras los sacaba del armario. Miró la bolsa que colgaba del cabecero de la cama y al ver que estaba vacía, sin una gota de sangre, cerró los ojos y tiró de la aguja para que saliera de su brazo. Apretó un poco el punto donde la había tenido conectada y luego se incorporó, despacio. Fue capaz de sentarse en la cama, aunque al principio se mareó, sintió un momento que la cabeza le daba vueltas. Parpadeó varias veces y respiró hondo otras tantas antes de ponerse de pie. Al principio se tambaleó un poco, pero consiguió caminar. Se alegraba de haber recuperado parte de sus fuerzas, aunque odiaba estar si quiera un poco débil. Así no podría hacer nada si pasa algo. Era un blanco fácil. Y Shiori un blanco aún más claro que él.
Ella dejó el segundo plato sobre la mesa y se quedó un momento mirándolo. Hacía mucho que nadie ocupaba aquel lado de la mesa. Sonrió.
- Ese mandil es horroroso - sonó la voz de Koki a su espalda. Ella se sobresaltó y se giró a mirarle. Estaba apoyado en el quicio de la puerta de su habitación, de brazos cruzados, con la venda perfectamente colocada en la herida y una mirada encantadora posada en ella -. Pero haces que te quede bien - añadió, con una ligera y pícara sonrisa.
- ¿Qué estás haciendo levantado? Te dije que descansaras - le reprendió, quitándose el mandil antes de acercarse a él para mirar que la venda realmente estuviera en su sitio.
- ¿No estoy bien ya, doctora?
- Descruza los brazos, no fuerces los músculos - le ordenó con tono de médico -. Y no soy doctora, solo una simple enfermera.
- Si no fuera por tu trabajo, los médicos no podrían salvar ni la mitad de las vidas que salvan - comentó, mientras ella no dejaba de mirar la venda -. Además has hecho un trabajo muy profesional conmigo a pesar de cómo estaba.
Con la mano derecha apartó suavemente un mechón de pelo que caía de su coleta alta y la tapaba la cara para colocarlo detrás de su oreja y aprovechar para rozársela con la yema de los dedos. Entonces vio una marca rojiza en la sien de la chica. Extrañado quiso alcanzarla pero ella apartó la cabeza de un movimiento algo brusco y se apartó de él. Pero ya la había visto.
- Eh Shiori - la llamó, intentando hacer que le mirara. Pero ella le rehuyó. "¿Me está evitando?"
- Siéntate a comer. Cuanto antes recuperes las fuerzas, mejor - insistió ella, dándole la espalda.
"Sí, evita mirarme"
- Eh - la detuvo, sujetándola de la muñeca y obligándola a volver a su lado -. Eso es un golpe. No me hagas creer que invento cosas así, por favor.
- Estoy bien - confesó ella sin querer.
La sujetó ligeramente más fuerte de la muñeca y la hizo girarse hacia él. Volvió a apartarla el pelo, esta vez más despacio y con más cuidado. Era una herida con algo de sangre reseca en el pelo. Con cierto temblor en la mano la obligó a alzar la cara para que le mirase directamente a los ojos. Pudo ver la herida más de cerca. Parecía un golpe bastante fuerte.
- ¿Qué te ha pasado?
- Nada, Koki, de verdad, estoy bien, yo... - intentó evadirle de nuevo.
- No, no digas que no es nada, Shiori - la dijo, completamente serio -. ¿Por qué estás herida?
Ella sintió que no podía negarse a la preocupación de Koki. Desde que sabía que se conocían de alguna cosa anterior en sus vidas sentía un montón de cosas revoloteando en su interior. Se había creido una loca por sentir cosas por él tan rápido como la había pasado, pero aquello de conocerse aunque ella no lo recordara al menos servía como explicación coherente de los impulsos de toda clase que tenía hacia Koki.
- La gente que quiere derribar el edificio - susurró al fin, con un pequeño suspiro -. Normalmente envían a gente a estorsionar a los vecinos y a "convencerlos" de que vendan sus casas, sus recuerdos, sus vidas, todo por lo que lucharon, por cuatro billetes mal pagados. Esta tarde he salido a comprar y habían vuelto. La señora que vive en el cuarto piso es una mujer que no oye y además adora este lugar. Es quien más lo cuida y quien más se preocupa por nosotros, los vecinos que quedamos, como si fuéramos sus hijos o algo parecido. ¿Te imaginas que le hubieran hecho esto a ella? Dicen que vienen a hablar con la gente, que no quieren disturbios pero a veces las cosas se salen del cauce y...
No sintió que hiciera falta explicarle nada más. Él podía entenderla. Sabía que podía.
- Siento tanto no ser lo suficientemente fuerte como para proteger este lugar - susurró, bajando la mirada y chasqueando la lengua con rabia.
- Estás herida por defenderlo, que no se te olvide - dijo él -. Alguien me dijo una vez que una persona puede volverse realmente fuerte cuando tiene algo importante que proteger - recitó, pasando los dedos por la barbilla de la chica para hacer que volviera a levantar la cabeza y le mirase -. No eres débil, Shiori.
Ella esbozó una sonrisa y él asintió levemente con la cabeza, como diciendo que esa era la expresión que quería ver en ella. Koki pasó la mano lentamente por el cuello de la chica hasta su nuca y la hizo echar la cabeza hacia atrás. Despacio, se inclinó sobre ella y besó la herida de su frente con cuidado. Shiori tembló. Toda su piel se erizó al sentir los labios del chico besando su herida. La mano con la que la sujetaba la muñeca se soltó y se deslizó por su brazo, hacia arriba, rozándola la piel con la yema de los dedos y, después de erizarse, volvía a bajar despacio, hasta su mano, donde entrelazó sus dedos con los de ella levemente. El volvió a besar la herida un par de veces y luego se separó despacio. Shiori tenía un ligero color sonrojado en las mejillas, lo que hizo que algo dentro de Koki sonriera.
- ¿Por qué? - pudo decir ella.
- Niégame que nunca has hecho lo mismo - la dijo por contestación.
La chica pensó en el poco tiempo que había tenido para poder hacer algo así y recordó que había "besado" la frente del chico después de quitarle el flequillo para comprobar la temperatura de su cuerpo.
- Solo te tomaba la fiebre... - trato de excusarse ella al darse cuenta.
- Pero me hiciste sentir lo mismo que acabo de hacerte experimentar yo a ti - la susurró cerca de la oreja, aún con los dedos enredandose en el pelo de su nuca -. Estamos en paz.
Shiori tragó saliva. Tenía el pulso completamente revolucionado. Koki la miraba con cierto aire de superioridad porque sabía cómo la hacía sentirse. Ella, fingiendo estar ofuscada, se separó de él y se acercó a la mesa ya puesta para sentarse. Con la mano le invitó a sentarse enfrente de ella. El chico aceptó y se sentó en el sitio donde Shiori había colocado un plato para él. Cuando empezaron a comer la televisión comenzó a emitir las noticias. Hablaban como primera noticia del robo al banco nacional de la ciudad. El chico se quedó en silencio mirando los reportes que hacían los periodistas, casi concentrado en cada palabra y cada imagen. Ella no quiso interrumpirle, pero él preguntó.
- ¿Han dado antes esta noticia?
- Sí. Por la mañana, apenas sucedió. Y ahora por la noche siempre suelen ampliar la noticia - le contestó la chica, mirándole fijamente. Quería ver sus expresiones, saber qué pensaba de todo aquello y saber si iba a contarla algo o todo quedaría dentro de él, sin que ella llegara a conocerle del todo.
- Sí que se ha montado buena - suspiró Koki, terminándose la comida del plato -. Por cierto, la tortilla estaba un poco dura.
- Encima de que te hago la cena, no te atrevas a criticar mi cocina - se quejó ella.
- Está bien. Pero te enseñaré a hacerlas más blandas - decidió el chico.
Shiori puso los ojos en blanco y sonrió al imaginarse al chico en la cocina con el mandil que ella llevaba puesto y haciendo tortillas. Eso tenía que ser todo un auténtico espectáculo que de ninguna de las maneras se queria perder.
- Koki.
- ¿Mmm?
- ¿No me lo contarás? - preguntó al fin -. Lo que ha pasado.
El chico la miró fijamente, con cierto aire serio. Se relamió los labios un momento, dio un trago a la coca cola y entonces, para sorpresa de ella, empezó a hablar.
- Llevábamos meses controlando este edificio. La chica del tercer piso, la de la puerta dos. Trabaja en el banco. Y a pesar de vivir en este edificio, es una de las personas más importantes en el banco. Ella tiene códigos, claves, accesos. La hemos seguido, controlado, de manera que pudimos trazar un plan... casi perfecto - matizó.
- ¿Todo por dinero?
- ¿Crees que soy la clase de persona que daría cualquier cosa por dinero? - le devolvió él la pregunta.
- No - contestó de inmediato Shiori -. Por eso hay algo que no me encaja en todo eso.
- Eres una chica muy lista - hizo notar Koki.
- ¿Qué falló? - quiso saber ella.
El pelinegro puso el codo derecho en la mesa y apoyó la cabeza en la mano, ladeándola y sin dejar de mirarla.
- Yo - contestó solamente él.
La chica no quiso preguntar más. Mejor dicho, no necesitó hacerlo. Se levantó para recoger los platos y él se empecinó en ayudarla. Al entrar ambos en la estrecha cocina no podía evitar sentir el cuerpo de Koki demasiado cerca del suyo. El calor que empezó a sentir en la cocina era demasiado tentador.
Él pareció rebuscar algo en el frigorifico hasta que lo encontró, poniendo cara de niño que acaba de descubrir un pastel en la nevera.
- ¿Que?
- El postre - dijo, sacando un cuenco con fresas.
- Si aún tienes hambre puedo cocinar algo más - le dijo la chica.
- No es hambre. Y no gracias, mejor no hagas más tortillas - la fastidió otra vez.
Ella le hizo una mueca y él sonrió. Se apoyó en la encimera y empezó a comer las fresas como si fuera el mejor manjar del mundo. La chica entonces se acercó a la despensa y sacó un bote marrón. De lo que fuera que había dentro, que no le dejó ver, echó un poco en un tazón y lo metió en el microondas para que se deshiciera. Al sacarlo con un trapo para no quemarse, el tazón humeaba. Shiori lo dejó al lado del cuenco de fresas, sobre la encima. Él olisqueó el chocolate y se giró a mirar. La morena cogió una fresa y la hundió en el espeso chocolate. Al comérsela hizo una mueca de complacencia.
- ¿Chocolate? - preguntó él.
- A mí me encantan con chocolate - sonrió ella -. ¿Nunca lo has probado?
Él negó suavemente con la cabeza. Shiori le quitó la media fresa de la mano y la untó en el chocolate para luego dársela. Koki en vez de cogerla con la mano, la comió directamente de los dedos de la chica. Y después de eso, lamió suavemente el chocolate que había quedado en ellos. Ella sintió un escalofrío recorrerla la espina dorsal hasta la nuca al ver la expresión con la que él comía la fruta y luego pasaba la punta de la lengua por sus dedos.
- No está mal - admitió el chico después de probarlo, actuando como si no viera lo nerviosa que estaba la chica. Mejor dicho, lo nerviosa que la había puesto él.
- ¿Verdad? - fue capaz de decir ella.
Las fresas no duraron demasiado. Al chico le encantaban y parecía que la mezcla con chocolate también. Mientras Shiori dejaba los cuencos ya vacíos en el fregadero sintió de repente como Koki se acercaba por su espalda hasta estar completamente apoyado en ella. Pasó las manos despacio por su cintura y ella creyó que sus piernas no lo aguantarían de pie del temblor que las recorría.
- ¿Puedes quitarme la venda? Me gustaría darme una ducha, si puede ser - la susurró sobre el pelo pero en la oreja.
- Claro. Pero mejor quédate con la venda puesta. Protegerá la herida. Luego la cambiaré - dijo, todo lo alto que su voz se dignó.
- Gracias - contestó, besándola la nuca.
Cuando el chico se separó de ella y salió de la cocina Shiori dejó escapar un bufido. Aquel condenado hombre era más provocador de lo que había imaginado en un principio. Y el revoltijo de cosas que ella sentía por él lo volvía todo todavía más complicado. Escuchó al poco el grifo de la ducha dejando correr el agua, calentando. Trató de no imaginárselo bajo el agua pero su traicionera mente la jugó alguna que otra mala pasada. Hablando consigo misma y diciéndose que ya estaba bien, que dejara de alucinar y de flipar en colores, que se centrara, se dio cuenta de que no podía contener los sentimientos hacia Koki. Y seguía sin entender por qué. ¿Quién era? Le conocía, sí, lo sabía. Y también sabía que había sentido algo muy fuerte por él que ahora parecía salir fuera de su control, mientras que en el momento en que debió haber salido, no lo hizo.
Se dejó caer sentada en el sofá, ligeramente cansada. Demasiadas emociones fuertes en un solo día y provocadas por una misma persona. A los pocos minutos el chico salió de la ducha envuelto en una de sus toallas mientras que usaba una más pequeña para secarse el pelo.
- Esa toalla pequeña es la de secarse las manos - le informó al verle con ella.
- Si, me he dado cuenta, pero si me seco el pelo iré dejando gotitas de agua en el suelo como si fuera un perro y así te ahorro ir limpiando detrás de mí - contestó Koki, sacándola la lengua a medias.
Con esa postura ligeramente infantil, Shiori sintió un latido más fuerte en su corazón. El pelinegro tenía el cuerpo bien formado, aunque lo había visto tumbado en la cama, así y mojado era aún más atractivo. El agua resbalaba con calma por su piel, como si a las gotitas les gustara estar allí. El chico movía la mano con velocidad encima de su pelo, tratando de secarlo cuanto pudiera. Los mechones cortos de su flequillo cayeron sobre sus ojos con cierta gracia. Shiori intentó apartar la mirada de él antes de seguir con la tortura de mirarle sin poder tocarle como deseaba. Entonces la chica pareció recordar algo. Se levantó de un salto del sofá y se acercó a la puerta de entrada para coger una bolsa que había dejado en el recibidor. Se la tendió a él, quien la cogió con algo de sorpresa dejando la toalla pequeña sobre sus hombros y esperó frente al chico a que lo abriera.
- ¿Ropa? - dijo él al sacar lo que había dentro de la bolsa.
- Sí. La camisa no la he encontrado negra, así que la he cogido blanca - se excusó -. Intenté lavarte la otra, en serio. Pero la sangre no hay quien la quite. Y además el agujero ese... si intento coserlo algo me dice que una manga te quedaría más corta que otra.
- Qué exagerada - soltó él.
- El pantalón también lo tienes manchado con gotitas de sangre - siguió la chica - así que te he traido otro parecido. Y la ropa interior la metí en la cesta sin mirarla casi asi que... - carraspeó - espero que te sirva.
- Gracias, Shiori - sonrió Koki, volviendo a mirar dentro de la bolsa y luego a ella -. En serio, gracias.
La chica respondió con una sonrisa más amplia y le dejó entrar a cambiarse a la habitación. A los pocos segundos él abrió a medias la puerta y sacó el brazo con la camisa aún cerrada.
- ¿Puedes cortarle la etiqueta, por favor? - la pidió.
- Claro.
Shiori cogió la camisa y buscó las tijeras en la cocina. Luego mientras él salía cogió del botiquin más vendas para cambiárselas. Koki salió al poco, con los pantalones perfectos y la goma de la ropa interior del mismo color que el pantalón asomando ligeramente por encima de la cintura. Llevaba aún la toalla en el cuello para que el pelo no le pingara agua por la espalda y la venda parecía un trapo sucio mal puesto despues de mojarse. La chica dio unas palmaditas en el sofá donde estaba sentada para que él se acercara. En un momento quitó las vendas mojadas y aprovechó para volver a curar la herida. A pesar de tener la mirada de Koki puesta en todos sus movimientos, Shiori era una profesional que hacía su trabajo sin distracciones.
se apartó un poco de él para dejar que se pusiera la camisa. Shiori se dio cuenta de que sus ojos delineaban cada parte del cuerpo de Koki mientras él desabrochaba con calma cada botón de la camisa nueva y se la ponía. Cada movimiento del chico le parecía una muestra de elegancia, de tranquilidad, de fuerza. Sin poder evitarlo, la morena se mordió ligeramente el labio inferior y cuando él empezó a abrochar los botones por abajo ella se inclinó hacia él y comenzó a abrochar los botones por arriba. Sintió la mirada de Koki clavada en ella, muy cerca, demasiado cerca. Pero sinceramente eso era lo que quería provocar. Quería que la mirase así. Quería sentir todo lo que sentía cuando la miraba como lo estaba haciendo en ese momento. Al llegar a la mitad de la fila de botones sus manos se encontraron. El pelinegro acarició los dedos de Shiori mientras ella trataba de abrochar los botones, cosa nada fácil con él acariciándola. Al terminar tragó saliva y volvió a alejarse un poco. Necesitaba poner algo de distancia entre su cuerpo y el del pelinegro.
- Creo que te queda bien, ¿no? - dijo, con la boca algo seca de la emoción.
- Es perfecta.
Tratando de evitar que él se diera cuenta de lo nerviosa que estaba, la chica se puso a recoger los vendajes mojados y el botiquín. Las cosas se la resbalaban de los dedos y parecía no querer mirarle más. Él esperó a que lo hiciera y luego la sujetó las manos para que se girase a mirarle.
- ¿Estás bien?
- Sí, ¿por qué? - contestó ella, demasiado automático.
- Porque te tiemblan las manos - dijo él, apretándolas ligeramente -, pareces nerviosa y, por alguna razón - con un dedo la hizo levantar la mirada hacia él - te brillan los ojos, Shiori - susurró, muy cerca de ella.
- ¿Y de quién te crees que es la culpa, eh? - contestó la chica, incapaz de seguir resistiendo semejante atracción hacia el chico.
- ¿Te pongo nerviosa? - preguntó suavemente.
- No solo nerviosa, me enciendes, Koki. Me haces sentir a cada momento que quiero saltar sobre tu cuello y no solo abrazarte - confesó de golpe -. Son tus ojos. La forma en que me miras.
- Te miro porque adoro mirarte. Y te miro como te miro precisamente para provocar lo que provoco en ti y hacerte decirlo - confesó él -. Yo tampoco resistiría seguir así a tu lado, solo acercándome a pasos hacia ti pero sin saber si puedo tenerte - susurró, mirándola muy de cerca.
- Te has vuelto loco. Y me estás volviendo completamente loca a mí también - dijo la chica en voz baja, como una aceptación silenciosa de esas palabras que acababa de pronunciar.
Él sonrió de forma torcida y pasó la mano por detrás de la nuca de la chica, enredando los dedos en su pelo. Empujó un poco de su cuello hacia él hasta llevarla a su cuello. Shiori sintió como le inundaba el olor de su propio champú, que olía diferente en el pelo negro de Koki.
- Koki... - susurró, cerrando los ojos sin poder evitarlo, llevando las manos a los brazos del chico en un vano intento de separarse de él -. No... - musitó contra su oreja, pero sin moverse. Como si fuera posible detenerle así.
- No solo me abraces, Shiori. Vamos. No tengas miedo - susurró, acariciándola el pelo -. Déjate sentir - dijo, contra su pelo, rozando su oreja con los labios -. Déjame sentirte - la pidió en voz baja y realmente tentadora.
Shiori cerró los ojos. Sintió los labios de Koki en su cuello, besándola despacio. Ella dejó que sus deseos controlaran hasta cierto punto sus movimientos y le mordió la oreja con cuidado. Besó debajo de su oreja y le sintió ronronear contra su piel. Era una sensacion de lo más agradable. La cercanía de su cuerpo, la idea de que el chico estuviera sonriendo bajo su oreja, su tacto cálido y sus labios húmedos. Si el cielo existía, Shiori pensó que, tal vez, se pareciera a aquello que sentía latir con fuerza en su pecho.
- Shiori - Escuchar su nombre con aquella voz en su oreja fue como una suave caricia -. ¿Puedo quedarme a dormir?
- ¿Eh?
- Pensaba irme. Pero no quiero hacerlo. Quiero dormir mientras te abrazas a mí. Quiero entrelazar mis dedos en los tuyos y acariciarlos. Quiero despertarte con un beso con sabor a café por la mañana - musitó, despacio, conquistando el alma de la morena.
Shiori se separó de él entonces y le acarició la mejilla. Él puso un gesto ligeramente sorprendido que hizo que la chica sonriera.
- Me quedaré contigo - dijo solamente ella.
Koki esbozó una fugaz sonrisa antes de inclinarse sobre Shiori y dejar de tantear sus besos para probarlos al fin. Despacio, en un roce cálido, besó los labios de la chica con cuidado. Pero tanto sus labios como los de ella pedían por algo más que un único y suave roce por lo que, mientras entrelazaba los dedos con la mano de la chica, el pelinegro hizo suyos los labios de la morena en besos llenos de pasión y tentaciones.


Will it continue?


Un punto y a parte siempre es mejor que un punto y final. Terminar las cosas que empezamos cuando realmente no deseamos que sea así es como poner unos puntos suspensivos que no cierran nada pero tampoco abren otra cosa. Ser capaces de distinguir entre la pausa de una coma y el final de un punto es algo que puede convertir tus deseos en realidad o frustrar tus sueños en medio de la más profunda de las desesperaciones. Dejarse llevar por líneas sin fin es como volar sobre una nube de papel. Puede que parezca imposible pero si en el momento preciso cierras los ojos y sonries, podrás sentir el viento en la cara mientras te ves sobre la nube, que te está postrando el infinito y la eternidad, a tus pies.


"Los sueños son algo que perderás algún día", ¿quién dijo eso?



http://facedl.com/fvideo.php?f=axakeuekeknikix&-arashi-10-11-tour-refrain

3 comentarios:

  1. Cada vez se me hace más cuesta arriba hacerte un comentario que suene lógico. Cómo decírtelo... Necesito mucho que siga. Por favor, esa manera de ser, de besarla... creo que me ha dado algo. Es adorable, simplemente adorable; la escena de las gotitas de agua creo que terminó de rematarme, imaginármelo ahora en esa escena ha sido demasiado. Camisa blanca, siempre le quedarán mejor. Siento decirte que lo de las tortillas ha sido un puntazo de risa. Y que sepas que el último diálogo de él ha sido simplemente precioso.
    Prefiero los puntos suspensivos; me apuesto lo que quieras a que sabes cómo seguirlo.
    PD. Esa canción es simplemente maravillosa.

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  2. Sí, puedo darme cuenta de que dices cosas un poco incomprensibles a la lógica. Creo que no eres la única que necesita que siga, soy el tipo de persona que odia dejar las cosas a medias. Koki siempre es adorable. Pero cuando conozcas la historia entera entenderás por qué tanta pasión, por qué esa forma de actuar incluso después de "conocerse" esa misma mañana. Eso es con lo que quiero sorprenderte. Espero ser capaz de conseguirlo. Lo de la tortilla fue un recuerdo de Shun y las tortillas de Yuki, madre mía que gracia. Y ese diálogo es un arranque de emoción que me dio, espero que no quedara almibarado.
    Los puntos suspensivos no son para mí. No te preocupes.
    PD. Si te das cuenta, el video no es el del concierto que yo tengo, es el de Fukuoka. Es super diferente, me llamó mucho la atención. Aunque me parece una pena que esté cortada.

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    1. Sé de sobra que eres del tipo de personas que odia dejar las cosas a la mitad, y sinceramente, me alegro. Si, es cierto que siempre es adorable, pero esque tengo una necesidad de saber cómo sigue y de saber de qué va la historia que flipas. Sabes de sobra que me sorprenderás, eso ni se duda, querida. Si, yo también recordé a Shun y me dio la risa. No sufras, no quedó almibarado.
      Me alegro de saber que no eres de la de los puntos suspensivos.
      PD es frustrante que la corten, de verdad-

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