martes, 17 de mayo de 2011

Eternal.

Un trueno hizo que se separaran ligeramente. La lluvia empezó repiqueteando muy suavemente en la ventana hasta que, de repente, empezó a arreciar con fuerza. Kira, curiosa, caminó hasta la ventana y miró el cristal. Se había empapado de tal manera que veía completamente borrosas las figuras del exterior.
- El cielo está llorando sangre de almas condenadas por los pecados de los que tienen el poder – susurró Kazuya, acercándose a ella por detrás.
- “Puedo escribir los versos más tristes esta noche – musitó ella, dejando una pequeña marca de su aliento en el cristal. El chico se quedó mudo -. Escribir, por ejemplo, la noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos. El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche”
La voz de la chica fue como un arrullo, como el canto a un bebé. El chico de ojos claros no pudo interrumpirla. La dulzura que expresaba con la entonación de aquel poema no era ni de lejos algo que pensara que ella podía hacer. Pero se había enamorado completamente de la tra
nquilidad que transmitía la paz que ella misma sentía.
- Pablo Neruda – musitó él.
- A Ryuu le gustaba escucharme leer poemas antes de dormir – dijo ella, con una pequeña sonrisilla -. Hacía tiempo que no podía pronunciar esas palabras. Me recordaban demasiado a mi pasado y me dolían. Pero ahora que por fin le he encontrado, siento que nada puede hacerme volver a la oscuridad.
Kazuya se acercó a ella y la abrazó por la espalda, pasando un brazo por su hombro y otro por su cintura. Ella no se movió, aunque estaba sorprendida. Kazuya estaba más se
nsible de lo normal. Es decir, estaba raro.
- Kazuya…
- “Yo la quise. Y a veces ella también me quiso – susurró en su oído, mirando hacia la ventana. Kira dejó escapar un sonido de sorpresa, aunque no lo vocalizó y solo escuchó -. En las noches como esta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.”
Ella se estremeció. No solo porque el aliento del chico la rozaba la oreja sutilmente, sino porque adoraba aquel poema. Además, recitado por él y en aquel preciso instante, se volvió más especial de lo que ya era.

Parecía que todo había cambiado en un momento, pero nada era diferente. En aquella habitación, sus corazones se abrieron. Volverían a cerrarse con el amanecer y ambos lo sabían y lo aceptaban. Pero tenían tiempo hasta que el sol saliera entre las nubes de tormenta que cubrían el cielo de la ciudad.
El chico se separó de ella y se puso a lado, apoyando el brazo en la ventana y recostándose suavemente, mirando la lluvia resbalar por el cristal. Ella levantó la cabeza y le miró a los ojos. Sus pupilas claras relucían con la luz exterior que entraba por la ventana y su figura se recortaba en la sombra por la luz de la lamparilla.
- ¿Qué? – preguntó ante la mirada de ella -. ¿Acaso un asesino no puede leer poesía? – preguntó.
- No es eso pero… me sorprendió, la verdad – admitió.
- Es un hobbie como otro cualquiera, supongo – suspiró.
- ¿Nunca dejarás de sorprenderme? – quiso saber ella.

- Nunca puedes saber lo que esconde alguien como yo – contestó él.
- ¿Puedo confiar así en ti?
- Solo tú misma puedes responder a esa pregunta – la dijo, mirándola muy fijamente -. Depende de ti.




Hoy empezó bien. Despertar cuando Kazuya canta es como alucinar como si hubieras tomado "tripis" o algo de eso. Aunque a veces me vuelvo a dormir para soñar. Estupideces o no, eso ya no depende de mí.
Aún siento como si no viviera en este mundo. No hay demasiadas cosas en él que me hagan emocionarme. Los examenes se acercan peligrosamente para adelantarme por la derecha y yo sigo sin pisar el acelerador. Solo se esperar. Esperar a que las cosas salgan bien esforzándome a mi manera. Nunca funciona, por si había alguna duda. Es inútil. Casi tanto como yo.





"Di por ejemplo, ¿debería nacer en este mundo de nuevo? Nos conoceremos de nuevo así. Y te querré otra vez de esta manera. Di si mi deseo podría cumplirse; ¿podría alguien lanzarte un hechizo para que así ninguna lágrima de tristeza nunca caiga por tu cara?"

2 comentarios:

  1. Que amor de hombre, por Dios.
    Idiota, eso es lo que eres. Asi que deja de decir estupideces ¬¬"

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  2. Un amor de hombre por Dios, es Dios.
    Sí, de eso también tengo bastante.

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