miércoles, 30 de marzo de 2011

Tú eres la estrella que solo en mi oscuridad puede brillar.

Había perdido la cuenta de las horas que llevaba con la misma copa en la mano. Los hielos eran agua y lo que hubiera en ella, un coctel pasado de tiempo. No dejaba de sonreir constantemente mientras escuchaba a quienes la rodeaban hablar de anécdotas y reírse a carcajadas. Nunca pensó que ser actriz la serviría para sonreír tan bien ante los demás que no se dieran cuenta de que realmente, odiaba estar allí.
Una reunión de antiguos alumnos de la universidad había sido una gran idea, en principio. La apetecía reunirse con aquellos compañeros que había dejado atrás tras graduarse y marcharse para estudiar arte dramático. Siempre pensó que les había echado de menos. Pero poco a poco según avanzaba la reunión se iba dando cuenta de que todo era insustancial. Ella no recordaba las anécdotas porque no las había vivido. No podía reirse porque no había sentido aquella felicidad que todos recordaban con nostalgia. Al contrario, más bien. Volvió a sentir aquella sensación naciendo dentro de ella. La sensación de que el mundo se quedaba grande para alguien tan pequeño como ella, como si a pesar de ser pequeña, no tuviera un maldito escondrijo en el enorme planeta.
Quiso despedirse cuando dejó la copa sobre la mesa. Pero nadie la miró. Al salir del local, todos decidieron donde continuar la fiesta. Ella echó a andar hacia la parada de taxis y sacó el móvil. Minutos más tarde, en el taxi que la esperaba, él llegaba a rescatarla de aquella soledad malsana que había vuelto a sentir. Desde que le había conocido, cada día era como ser una nueva criatura que tenía cosas por hacer, por vivir, por sentir. Él había dado sentido a sus enfados y sus alegrías, había llorado sus penas y reído sus momentos de felicidad.
Cuando subió al coche, le miró. Sus ojos profundos y claros estaban fijos en ella y su media sonrisa esperaba como siempre a que ella sonriese también.
- ¿Qué tal?
- Creo que me he hecho mayor - susurró. El taxi se había puesto en marcha.
- Estas preciosa, señora mayor - bromeó él, apartándole un mechón de pelo de la cara.
- No bromees - dijo ella, aunque también de broma -. Reconozco que había esperado otra cosa - suspiró -. Pero como de costumbre, no soy nadie entre los alguien.
- Pero eres alguien para mí - le dijo él, acercándose más a ella -. Alguien muy importante con un nombre precioso a la que adoro - añadió, besándola la frente.
Ella se dejó recostar en su hombro y él la abrazó.
- ¿Sabes? Ahora cuando dejamos el restaurante, todo el mundo quería seguir de fiesta.
- Es lo que se suele hacer, sí. En estas juergas, la gente se bebe hasta el agua de los floreros - comentó él.
- Pero lo que me sorprendió fue que no querían seguir porque se estuvieran divirtiendo, sino porque no querían volver a sus casas.
- Claro, para ellos esto es como volver a ser joven, a estar vivo - rió -. Es una liberación.
- Pues no lo entiendo.
- ¿Por qué? Que a ti no te guste demasiado eso de salir de fiesta lo entiendo, pero deberías comprenderles.
- No lo entiendo porque, mientras que ellos siguen por ahí de fiesta como quinceañeros borrachos para olvidar las penas de sus vidas y no volver a casa - se incorporó un poco para mirarle a los ojos -, yo solo quería volver a mi hogar. Quería volver desesperadamente a donde estabas tu - susurró.
El chico sonrió y la besó los labios suavemente, mientras la acariciaba el pelo.
- Pues no te preocupes - susurró, apoyando su frente en la de ella y hablando rozando sus labios -, porque yo siempre voy a ir a buscarte antes de que tu vuelvas a donde yo estoy, pequeña.
Ignorando el hecho de que estaban en un taxi, volvieron a besarse suavemente y aún enredados bajaron del coche frente a la puerta de su casa, el hogar que ambos habían construido durante aquellos años. El único lugar donde ella sentía que, realmente, era la reina del mundo.



http://www.youtube.com/watch?v=XPPGDRQRIYg

2 comentarios:

  1. Pocholadas al poder.
    Me he enamorado de:
    "Yo solo quería volver a mi hogar. Quería volver desesperadamente a donde estabas tú - susurró.
    El chico sonrió y la besó los labios suavemente, mientras la acariciaba el pelo.
    - Pues no te preocupes - susurró, apoyando su frente en la de ella y hablando rozando sus labios -, porque yo siempre voy a ir a buscarte antes de que tu vuelvas a donde yo estoy, pequeña."

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