domingo, 11 de abril de 2010

who i am.


La luz seguía sin volver. Pero eso era de lo que menos se acordaban.
- ¿Desde cuando lo sabes? - susurró ella.
- Desde el primer día.
- No... no es posible... - musitó la chica.
- ¿Creíste que podrías ocultarme quién eras? Conozco al milímetro cada palmo de tu piel, cada uno de tus gestos, cada mirada, cada pensamiento. No tardé demasiado en darme cuenta de que algo no funcionaba en Aria. Y era que me recordaba demasiado a aquella muchacha inconsciente que conocí en el pasado y no había olvidad todavía.
- ¿Así que te acordabas de la muchacha inconsciente a la que abandonaste? - le espetó.
Él suspiró.
- ¿No me has perdonado aún?
- ¿Por qué? ¿Por qué me dejaste de aquella manera, Ride?
Ride solo se quedó callado.
- ¡¿Ni siquiera ahora eres capaz de darme una explicación convincente?! ¿O acaso es que solo te cansaste de jugar conmigo?
- Sería eso. Era un adolescente estúpido, ya sabes.
- Eso no me convence. Eras un adolescente estúpido más inteligente que muchos de los subordinados de tu padre. Eras una gran promesa en su "empresa". Claro que yo no sabía que era un mafioso que se dedicaba a asesinar gente y que ese iba a ser tu futuro.
- Si dices eso es porque no me conoces demasiado - apuntó él.
- Ride, dime que te obligaron a dejarme, dime que te amenazaron y que lo hiciste para protegerme. Por favor...
- No. Lo hice porque yo quise. Porque era lo que tenía que hacer - susurró, dándole la espalda.
- ¿¡Por qué!?
- ¡Porque la mataron por mi culpa! - chilló entonces -. ¿¡Es esa suficiente excusa!?
La chica no se había dado cuenta de que estaba llorando hasta que aquel grito la calmó un poco. Con la mano, se limpió las lágrimas y miró al chico.
- Naiyaria...
- No. Naiyaria murió cuando tu padre asesinó a mi madre y luego sumió a mi padre en una búsqueda obsesiva de su asesino - cortó ella -. No vuelvas a llamarme así.
- Fue mi culpa. Todo eso es culpa mía - susurró él.
- ¿Por qué dices eso?
- Mi padre ordenó asesinar a tu madre por mí culpa, Aria - dijo al fin -. Tu madre murió por mi egoísmo. Por mi culpa.
El chico se apoyó en la pared y se dejó caer al suelo. Ella solo podía mirarle.
- No me lo creo – dijo al fin - ¿Por qué…?
- Mi padre nunca juega limpio – susurró -. Creyó que podría mantenerme a raya hasta que pudiera empezar a cumplir con sus objetivos. Pero apareciste tú y pusiste mi mundo patas arriba. Una tarde discutí con él. No quería seguirle. Porque sabía que tú no me lo perdonarías. Porque sabía que no querrías a un tipo con las manos manchadas de sangre.
Aria se dejó caer de rodillas y siguió prestando atención. Pocas eran las veces que Ride abría su corazón de aquella forma.
- Me presionó para dejarte, sí. Y me negué. Fui tan estúpido que creí que, si yo te protegía, no podría tocarte. Pero no fue a ti a quien ordenó asesinar. Ese día, él mismo me disparó cuando aparecí en su oficina para matarlo. Mi primera herida de bala a los diecisiete años me la hizo mi padre – dijo, como si sonara a broma -. Le dije que desaparecería de su vida y que te llevaría conmigo allí donde él no pudiera alcanzarme. Sabía que yo conocía muchos de sus secretos y que podía venderle o delatarle. Por eso…

- ¿No querrás que tu preciosa muñeca se entere de quién mató a su mamá, cierto? – dijo, riendo a carcajadas -. Porque, ¿qué crees que pensaría? ¿Qué crees que haría si tuviera delante al culpable de la muerte de su madre? ¡Contesta!
- ¡No serás capaz!
- Tampoco lo era de matar a esa mujer y ahora, no volverá a ver a su pequeña hija – respondió, con los ojos reluciendo, triunfantes.
- Te odio. Eres la peor de las ratas que existen en este podrido mundo – le gritó.
- Sí. Pero te quedarás a mi lado y me servirás siempre. O te castigaré. Y ella se enterará de todo, imbécil. Así que, juega bien tus cartas, Ride. Y cuidado con las locuras que haces. Ya sabes a dónde te puede llevar tu estupidez.
El hombre salió de aquella sala dejando al pelinegro sangrando, lleno de rabia y bañado en lágrimas de dolor.

La voz de Ride se apagó suavemente para tomar aire y volvió a resonar.
- Por eso tomé la decisión de dejarte. Porque la próxima serías tú. Y no podía permitirlo. Por mi egoísmo tu madre estaba muerta y tu padre desquiciado. Ya te había jodido la vida suficiente como para encima ponerte en peligro. Al contrario de lo que pensaba mi padre, no eras solo una muñeca, no solo un juguete.
Levanto la cabeza para mirarla.
- Por eso te abandoné. Lo siento. Pero gracias a eso, estás viva hoy, has estado de nuevo a mi lado y ahora, puedes sacar todo lo que sientas dentro después de lo que te he contado.
Aria solamente le miraba. No sabía lo que sentía en ese momento realmente.
- Por favor, di algo. Por favor. Haz cualquier cosa, lo que sea. Pero no te quedes callada. Por favor – repitió él.
- No me había dado cuenta… nunca me di cuenta…
- Aria…
- ¿Por qué no tuviste lo que hacía falta para contármelo hace tantos años? – musitó.
- Porque mi egoísmo de nuevo me lo impidió. No quería que me odiaras. Ya era suficiente con lo que sentías cuando te dejé. No podría soportar que ese dolor fuera tan profundo que se convirtiera en un odio que no me permitiera recuperarte algún día.
La chica no daba crédito a todo cuanto escuchaba. Él solo esperaba una respuesta.

1 comentario:

  1. madre mia!
    que pasada!
    no me lo esperaba para nada, ha dado un giro, "raro" jajaja
    pero me esta interesando mucho =)
    (L)

    ResponderEliminar