viernes, 16 de abril de 2010

nada que no soñaste.

Ella se agazapó y comenzó a llorar. Sus hombros se convulsionaban casi violentamente, como si llorara más de ira que de pena.
- No llores.
- ¡Cállate!
- Solo yo tengo derecho a hacerte llorar.
Aria se detuvo. Levantó la vista y le miró, con los ojos puestos en ella. El chico llevó su mano derecha, la que tenía libre, hasta la cara de la chica. Lo hizo lentamente, casi temblando. Como si tuviera miedo de que ella le apartara de un golpe. Aria no sabía que hacer mientras veía aquella mano acercarse a ella. Al final, la apartó de un golpe y, rápidamente, le dio un bofetón hasta girarle la cara.
- Te la debía. Por imbécil - dijo la chica, limpiándose la cara y mirándole fijamente.
Él, aún con la cara hacia el otro lado, sonrió.
- Siento...
- Ah, no. Ni se te ocurra ponerte a disculparte ahora - le dijo, mirando las esposas que les retenían -. Ya hablaremos cuando salgamos de esta.
- Si salimos, recuérdame agradecértelo - dijo él, tirando de la mano esposada.
- ¡Estáte quieto, estúpido! Que estamos unidos y me haces daño.
- Agh, cállate, niñata - dijo él -. Y deja que esto lo haga yo a mi manera.
- Oh, no, cuando hacemos algo a tu manera, nunca funciona - se quejó ella.
Ride acercó la mano con velocidad a la cara de la chica y la acercó a él. Ambos sintieron el frío de la tubería en sus mejillas, pero el calor que les proporcionaban sus labios contrarrestaba aquella sensación. El chico no la dejó ir hasta que no hubo llenado sus labios y su boca de besos y dejarlos de color rojo.
- ¿Más tranquila?
- Sé como salir de aquí - sonrió, tocando la mano que Ride aún mantenía en su cara.
- Tenemos cinco minutos - susurró él -. Antes de echarnos una siestecilla.
- Mejor di tres - musitó ella -. Acabo de oír como subía el pistón que mantenía cerrada la válvula de la bomba.
- De acuerdo, dos minutos y medio. ¿Qué piensas?
- Que nos sobra con un minuto - susurró, volviendo a besarle apasionadamente.
- Por si hay imprevistos, mejor salgamos ya.
- He dicho un minuto - dijo, sonriendo y separándose de él - contando el tiempo para imprevistos.
En un par de segundos, la chica se desabrochó el cinturón y se lo quitó.
- ¿Crees que podrás usar el enganche de la hebilla para abrir las esposas?
- ¿No te quitaron algo tan obvio? - se sorprendió él, cogiéndolo.
Se miraron un momento, y él empezó a hacer maniobras para poder meter la mano entre la tubería y la pared para alcanzar el hueco de la llave.
- ¿Puedes? - preguntó ella.
- ¿Te hago daño?
- Un poco, pero no pares - dijo, haciendo una mueca de dolor. El metal se estaba clavando en su piel.
- Ya queda poco, aguanta...
- No te muevas... - susurró Aria.
- Ya, tranquila, solo un poco más...
- Joder, esto parece mi primera vez - soltó la chica.
- Qué va, ese día lo pasamos mucho mejor - sonrió pícaramente.
- Cállate y acaba de una vez - le espetó, sintiendo algo de sonrojo en sus mejillas.
Con un par de "clacks" las esposas se abrieron. Se las quitaron y escucharon otro ruido. Y se levantaron como si algo les quemara para salir de allí y cerrar la puerta justo antes de que aquel olor les alcanzara y les dejara completamente drogados.
- Por los pelos - susurró ella, apoyada en la puerta aún.
- ¿Estás bien? - preguntó Ride, cogiéndola la mano derecha y frotando su muñeca para que la sangre volviera a circular y desapareciera la marca morada -. Lo siento, pero no había otra forma.
Ella se empinó y le besó. Él hizo una mueca de dolor y la chica le volvió a besar más suave en la herida de los labios.
- ¿Y tú? ¿Cómo están tus heridas?
- ¿Esto? No es nada, ya lo sabes. Después de que Hunter nos curé, le mataré - dijo el chico.
Ride entrelazó su mano con la de Aria y miró a todos lados.
- Vamos.
- Espera. ¿A dónde? Esto estará infestado de hombres de mi hermano o de tu padre o de quien sean. Volveran a cogernos.
- No si aparecemos en el lugar que menos esperarían - sonrió él.
Tiró ligeramente de ella y la chica le siguió sin dudar. Ignorando el ascensor, para no caer en una nueva trampa, subieron unas cuantas escaleras hasta llegar a una de las plantas superiores. Aria se quedó mirando uno de los carteles que había mientras Ride miraba a todos lados a ver si alguien vigilaba la planta.
- ¿Planta 16? Ride, aquí está...
- Exacto. Donde menos buscarán será en la habitación de tu padre, porque pensarán que serías capaz de abandonarlo con tal de salvarte.
- No es mala idea, pero ¿y si...?
- Sí, cabe la posibilidad de que estén vigilando - la cortó -. Pero, ¿tienes otro plan mejor?
- Vamos - suspiró la chica.
Caminaron lentamente y en silencio hasta la habitación que Hunter les había dicho y entraron. El respirador sonaba suavemente, con cierta separación entre cada latido. Aria no pudo soltar la mano de Ride durante unos segundos pero después, se acercó a la cama.
- Papá... - musitó.

1 comentario:

  1. guau!
    es muy bueno!
    (pense que nunca uban a llegar a ver al padre de Aria jajaja)
    ¿que pasa ahora?
    que emocionante!
    genial la entrada =)
    (LL)

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