miércoles, 31 de marzo de 2010

fobos.

El traqueteo de subida del ascensor era lento y además, la tensión se podía cortar con el filo de una espada.
- Aria...
- Cállate - susurró ella.
- Escúchame...
- Cállate - repitió ella.
- Por favor...
- ¡Cállate! - le gritó.
Se giró en redondo hacia él y le dio una sonora bofetada que le giró la cara. Ride no se movió, ni dijo nada en unos segundos.
- ¿Estás más tranquila? - susurró él.
Ella sintió que su respiración estaba agitada, porque estaba muy nerviosa.
- ¿Esto va a salvaros a ti o a tu padre, Aria? - preguntó, mirándola fijamente a los ojos.
Aria no vio ningún rastro de ira o rabia en aquellos ojos. Solamente un gran lo siento pintado en ellos.
- Porque si es así, entonces solo hazlo cuantas veces quieras. Pero no me mires así. Y no te quedes callada. Porque cuando lo haces, es como si estuvieras lejos de mí, ausente. Y no me gusta esa sensación. Y también sabes que, lo que no me gusta, lo cambio a cualquier costa.
- Estás diciendo estupideces - susurró ella entonces. - Ahora cállate.
El chico se resignó y se apoyó en la pared del ascensor. Pero la cabeza de Aria estaba empezando a dar vueltas.
Entonces, de pronto, el ascensor se detuvo, dando un ligero bote.
- ¿Qué pasa? ¿Qué está pasando? - preguntó ella.
- ¿Claustrofobia, baby? - diagnosticó Hunter
- Solo un poco - admitió.
- Cálmate, este ascensor es muy grande - dijo, mirando a todos lados.
- ¿Qué habrá pasado? - preguntó de nuevo Ride, también mirando a todos lados.
- Es un corte de luz - dijo Hunter, con tono preocupado.
- ¿Alguien nos ha encerrado?
- No - contestó, esta vez, Ride -. Si alguien nos hubiera encerrado aquí, hubiera bastado con detener el ascensor. Pero la luz se ha ido y solo se encienden las de emergencia, lo cual significa que han hecho algo aún peor.
- Han matado dos pájaros de un tiro - susurró el rubio.
- ¿¡Qué demonios queréis decir con eso!? - gritó ella.
- Que, cortando toda la luz, nos han encerrado y a la vez han detenido el funcionamiento del hospital y todo lo que necesitara electricidad.
- Los respiradores... mi padre... - susurró ella, asustada -. No llegaremos a tiempo...
- Te dije que no moriría sin antes despedirte de él - resonó la voz de Ride. De pronto, el techo cedió ante la presión que el chico estaba haciendo con ayuda de Hunter -. Y lo harás - aseguró.
- Ride, yo conozco mejor el hospital. Yo subiré. Quedaos aquí hasta que vuelva a encender las luces. Podríais toparos con alguno de los malos por el camino.
- Espera, hermano - le dijo, sacando de su pantalón una de las veletas negras -. Llévate esto por si acaso.
- Está bien - accedió el médico, guardando la pistola - . Ahora ayúdame a subir.
Impulsado por su hermano, el rubio llegó arriba. Se quitó la bata blanca y la hizo jirones, que ató a sus manos para no quemarse mientras subía. Y comenzó a escalar por el cable hacia la puerta más cercana.
Ride resopló.
- Reconozco que es más hábil que yo.
La contestación de Aria fue un sonoro tortazo.
- ¡Por tu culpa nos descubrieron!
Y otro.
- ¡Por tu culpa estamos encerrados!
Y otro más. Ride no se movió, solamente la miró cada vez que ella le golpeaba.
- ¡Haz algo, maldita sea! ¡Detenme! ¡O golpéame! ¡Pero haz algo útil! - le chilló, cerrando los ojos, dejando resbalar sus lágrimas.
Él entonces se acercó súbitamente a ella y la abrazó contra su pecho. La chica abrió los ojos de la sorpresa y respiró de nuevo el dulce aroma que siempre despedía Ride, un olor a perfume suave que embriagaba su ser.
- Realmente, verte en este estado de desesperación y peligro me hace darme cuenta de que – se separó un poco de ella para mirarla; la acarició suavemente la cara y con delicadeza, colocó un mechón de su pelo moreno tras su oreja, la cual acarició con cariño - soy tu peor desgracia, pequeña.
- Sí – contestó ella.
Todo lo que llevaba dando vueltas en su cabeza y lo que la rondaba sin cesar, salió de golpe.
- ¿Por qué? ¿Por qué, Ride?
- La verdad, no lo se…
- No – le cortó, poniendo dos de sus dedos en los labios del chico -. ¿Por qué nunca me obligaste a nada? ¿Por qué siempre me has cuidado? ¿Por qué nunca me has reprochado cualquiera de mis errores? ¿Por qué nunca me has pedido explicaciones? ¿Por qué eres incondicional estando a mi lado a pesar de todo lo que ha pasado y todo lo que hecho en tu vida, dándole la vuelta de golpe? ¿Y… - dio un ligero suspiro - … por qué me miras siempre con los mismos ojos y eres capaz de decir lo que necesito escuchar para seguir adelante? ¿Por qué solo yo conozco tu sonrisa, Ride? – la chica buscó sus ojos -. ¿Por qué?
- Haces demasiadas preguntas – contestó él, sin enfado. Solo algo sorprendido por aquella retahíla de preguntas.
- ¿Tan poquito te importo como para que me trates así y juegues conmigo de esta manera?
- No estoy jugando contigo.
- Sí, sí lo haces – dijo, con una ligera sonrisa de dolor -. Me sonríes cuando quieres conseguir lo que te propones. Pero en realidad eres frío y calculador.
Él no se podía creer aquello.
- Pero después… después me muestras un lado cálido y cariñoso, incluso dulce. Haces que me enamore de ese lado pero en realidad no… no eres tú… - susurró, dejando caer la cabeza hacia delante.
- Eres la persona más importante para mí – dijo él, con seguridad en la voz. Entonces, la abrazó más fuerte contra su pecho y bajo la cabeza hasta que sus labios rozaron la oreja de la chica. Y solo susurró – Naiyaria.
La chica abrió los ojos de golpe y sintió como la temblaban las piernas. Por suerte, él al sujetó y la apoyó contra el lateral del ascensor, sin separarse de ella. El chico suspiró y el aliento rozó el cuello de la chica. Ella volvió a cerrar los ojos.

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