jueves, 20 de mayo de 2010

Aquí no hay cinturones, salidas de emergencia...


Se acabó. Pero como soy así de lista, no pienso decir adiós. Porque no me voy a despedir de algo que siempre llevaré conmigo, algo que va grabado a cada trocito de mi piel con sonrisas, lágrimas, desánimos, bajones, remontadas, bromas, caminos que llevan a Estambul y Niños de Cerámica de los que jamás podremos dejar de reírnos a pesar del tiempo que pase. Recuerdos imborrables, buenos y malos; experiencias que nos hicieron crecer como personas y como amigos. Este viaje solo acaba de comenzar, pero hemos llegado al primer puerto. El barco cambiará, se irá sin nosotros y tendremos que esperar al siguiente. Y cada barco será diferente. Unos serán rojos, otros blancos, otros azules... mientras ninguno sea el Titanic II, vamos de lujo, porque los barcos con ese nombre tienen tendencias submarinas que no van nada bien con nuestro cuerpo.
¡Jajajajajajajaja!
Todo parece surrealista. Y tengo la sensación de que no me lo creeré hasta que no lo sienta de verdad. Hasta que no os vea a todos requetemonísimos saludando a profesores vestidos de trajecito, hasta que nos corramos la mejor fiesta de nuestras vidas. Hasta que no tengamos que decirnos hasta pronto, amigo.

No voy a llorar. No voy a llorar. No voy a llorar. (¿Alguien tiene una caja de pañuelos a mano, please?).
Solamente rezaré para que todo haya salido bien. O moriré. O bien por el estrés acumulado, o bien por empacho de chocolate, o de deshidratación de tanto llorar de angustia.

Solo me queda mirar al cielo y suspirar.

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