martes, 19 de abril de 2011

Improvisación.

Volvió a mirarle. Seguía totalmente dormido, despanzurriado en la cama y enredado en las sábanas. No entendía como un asesino podía dormir como un bebé. Se acercó a él y le miró de cerca. Pasó los dedos por su espalda, sobre el tatuaje, mientras él respiraba suavemente. Esperaba poder volver antes de que desayunara, porque el chico hacia unas tostadas increíbles. Se agachó sobre él y le besó la frente. Él odiaba que hiciera cosas como esa porque temía pornerse colorado como un crío, por eso aprovechó que no podía quejarse para hacer lo que la diera la gana. Cogió las llaves del coche y...



De nuevo, inevitable. La primera procesión de la Semana Santa de los negros pasada por agua. Estábamos tan bien, tan lejos de la Iglesia, tan contentos. Pero empezó a caer sin piedad. Nunca olvidaré las carreras con la cruz a cuestas y los niños siguiéndonos, porque el fenómeno de mi compañero sabe lo que hacer en casos como este. Así como tampoco olvidaré cuando me abrazó y me pidió que me tranquilizara. Supongo que me calmé. Después de llorar un poco, todo volví a verlo desde mi filosofía de mejor reír que llorar. Ahora solo queda mirar al cielo de mañana y volver a rezar a quien quiera que esté escuchando para que no se nos joda una Semana Santa más de esta manera.




Y todo se tiñe de negro y agua...

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