viernes, 22 de abril de 2011

Día a Día.

Así se acaba la Semana Santa. El final está cada vez más y más cerca ya. Un día tras otro, la lluvia está de por medio entre la esperanza de las personas y sus ansias tras un año entero de ver procesionar en todo su esplendor esos pasos y figuras que forman parte de sus cofradías semanasanteras. No se si es que a León le ha mirado una manada de tuertos o quién quiere jodernos, pero desde luego, es una desgracia tener que pasar por ello. Se de sobra que León es el norte, que aquí siempre llueve, lo tengo asumido. Lo que no puedo entender es que esa lluvia caiga absolutamente todos los días, sin excepción, máxime después de la semana de calor que tuvimos antes. Es injusto, que nadie diga que no. Estoy convencida de que si la Semana Santa fuera en Julio, llovería también. Qué desastre más grande, ver como los hermanos mayores y seises de la cofradía se ven obligados a suspender las procesiones mientras que los hermanos braceros se llevan las flores de los pasos sin siquiera haber tenido la oportunidad de llevarlos a hombros. Hay miles de historias tras las lágrimas de los papones pero todas se vuelven una cuando la iglesia cierra sus puertas con ellos dentro para protegerlos de la lluvia. Cierto que las lágrimas no arreglarán nada. Pero la rabia, la frustración y el dolor de haber mantenido la esperanza a pesar de saber que esto iba a pasar, tiene que salir de alguna forma, aunque sea en forma de llanto.



"A veces olvidamos las cosas importantes por un instante, y eso nos hace desear no ser quien somos ni sentir como sentimos."

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