jueves, 27 de enero de 2011

Bailando el cielo.

Punto y final. Terminé el trabajo de final de semestre. Al fin sentía que era libre. Mis ojos fueron más allá de la pantalla del portátil y se posaron en él. Algo no iba bien. Estaba todo arrebujado encima del sofá, con las rodillas pegadas al pecho y la cabeza entre ellas. Cerré el ordenador antes de levantarme y sentarme a su lado.
- ¿Qué pasa?
Él solamente negó con la cabeza. Era como un niño pequeño demasiado grande. Le cogí de uno de sus brazos, que rodeaba sus rodillas y tiré, intentando obligarle a mirarme. Pero tenía mucha fuerza.
- Oh, vamos. No me preocupes de esta manera - le pedí.
Atendió a mi ruego y se separó un poco de su encierro. Me miró con ojitos de niño lloroso. Le acaricié la cara.
- ¿Qué te pasa ahora? - le pregunté suavemente, mientras me sentaba muy a su lado y le rozaba el pelo. Sabía que era como un niño pequeño, siempre lleno de inseguridades y temores.
- ¿Cuánto mides? - me preguntó de golpe.
- ¿Qué? ¿Y yo que se? - le contesté, algo confusa.
Peor al ver como volvía a esconderse lo entendí. Esta vez el problema era su metro ochenta y dos de altura.
- ¿A qué viene esto?
- Ellos son... siempre me quedan tan... pequeños que... - musitó. Juraría que sollozaba.
Por un lado me dio pena. Por otro, coraje. ¿Tan poca autoestima tenía o qué? Suspiré y le cogí de la mano tironeando de él hacia arriba para levantarlo del sofá.
- No - se negó.
- Hazlo ya - le ordené.
Y como un niño, obedeció, despacio, pero lo hizo. Se puso de pie frente a mi y le miré.
- Mido metro sesenta y seis. ¿Algún problema con esta chica bajita que tiene que mirar hacia arriba para mirarte a los ojos cuando quiere sonreír?
- Lo siento...

- ¿Pides perdón por haber crecido? No me lo puedo creer
-. Realmente no podía. ¿Quién demonios le habría metido esas tonterías en la cabeza?
Entonces tiré de él hacia la habitación y tranqué la puerta. Le hice sentarse sobre la cama y luego le empujé hasta el centro, para después obligarle a tumbarse con la cabeza sobre la almohada. Él se quedó tendido, sin moverse. Sabía que yo tramaba algo. Entonces me quité la camisa y me subí a la cama. Él solo me miraba. Pero pude notar como se tensaba. Coloqué una pierna a cada lado de su cadera y me senté suavemente sobre él. Mis manos acorralaron su cabeza y me cara quedó frente a la suya. Sus ojos brillaron un segundo.
- ¿Y bien? ¿Qué diferencia habría si midieras metro cincuenta? ¿Acaso no eres capaz de sentirme, tocarme y hacerme el amor midiendo metro ochenta y dos? - le pregunté.
Al principio no dijo nada. Luego, sonrió. Sus ojos se cerraron a causa de su amplia sonrisa y tuve que sonreír. Amo que haga eso. Que se ría como un niño inocente.
- ¿Te volviste loca? ¿Cómo se te ocurre provocar al monstruo? - me susurró. Sentí sus manos subir por mi cintura, recorrer mi espalda y bajar a mi cadera. Me estremecí; un escalofrío placentero recorrió mi espalda. De niño inocente nada cuando quería.
- Porque, - susurré, mientras me agachaba sobre él - la verdad es, - cada vez estaba más cerca de su oreja. Solté mi aliento en su cuello - que amo al monstruo - besé su oreja suavemente - más que a nada - esta vez le mordí el lóbulo con cuidado - en este mundo.
Al instante siguiente su cara estaba oculta en mi hombro y sus brazos se cerraron sobre mi, de forma que quedé completamente pegada a él, sintiéndole de pleno en mi cadera. Estuve tentada a jadear. Entonces le sentí convulsionarse. Le miré y sonreía. Reía y no podía parar. Y me contagió. Tanto que acabé desplomada sobre él y muerta de la risa por su culpa. Creo que después de eso, hicimos el amor. Digo creo, porque con su primer beso, perdí la noción de mí misma y de todo cuanto soy.




La sensación de la libertad debe de ser parecido a esto. Eso pensé al respirar después de salir de la escuela esta tarde. Los examenes se acabaron. Queda estadística el lunes, pero confío en aprobarlo, aunque los números no estén de mi lado. Espero poder hacerlo. El increíble pero cierto aprobado de historia con X nota, el 7 de población me hicieron tan feliz ayer que no podía ocultarlo; y hoy el 8 de las prácticas me ha subido la moral que había minado el examen de esta tarde, aunque realmente creo que tenía asumido el suspenso desde el momento en que ayer por la tarde cogí el tocho de apuntes y lo miré. Supe que era imposible leerlo si quiera detenidamente ni aunque no durmiera. Así que vagueé un pelin y me fui pronto a soñar con los angelitos. Pude al menos contestar a los conceptos y no dejar el examen en blanco, como mas de la mitad de la gente (sin contar al otro cuarto de gente que no fue), por lo que no es una frustración completa. Espero aprender de la experiencia (ahí me he flipado, nunca aprenderé xD).
Ahora, sinceramente, quiero pensar en nada durante un par de días, por favor. Solo escuchar canción tras canción tras canción mientras le quito el polvo al pendrive que tiene unos cuantos lienzos en los que hay... mil mundos, dos mil sueños. Y los que me quedan.




"Siendo honestos con nosotros mismos, tal y como somos, el viento nos llevará a donde nos lleve. A ser libres."

1 comentario:

  1. Con lo feliz que es él y su altura xD, tronca tienes un trauma con él xDD.
    Enhorabuena por los aprobados, tonta, que no me has dicho nada. No teniamos que haberlo hablado solo, si no hacerlo y habernos tomado un Malibú, leches. Por una vez, no nos hará daño.

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