miércoles, 24 de marzo de 2010

desesperation.

La forma de aparcar el coche de la chica era torpe, ya que una de sus manos seguía herida. Cuando por fin lo logró, el coche pareció suspirar de alivio cuando el motor se apagó. Ride se escabulló entre los asientos y pasó al del copiloto. Solo la miró.
- Siento mucho que tu coche esté de desguace - comentó.
- Da igual, de todas formas, pensaba cambiarlo - susurró ella.
Al ver que no era capaz de moverse, Ride se bajó primero. Se acercó a la puerta del conductor y la abrió con suavidad, casi con miedo de quedarse con ella en la mano. Estaba toda agujereada y rallada y realmente, daba pena. Con la puerta abierta, le tendió la mano a la chica, que le miró.
- ¿Vamos o quieres que te lleve en brazos?
Ella cogió la mano del chico y salió del coche. Sin soltarla, Ride cerró la puerta de nuevo. Iba a echar andar, pero ella le sujetó.
- Sigues aquí - susurró.
- Aria... - musitó él, sorprendido, volviendo a acercarse a ella y estrechando su mano sana -. Estoy contigo - repitió -. No pienso dejar que te hagan daño, lo sabes, no me hagas repetírtelo. Se que no te sientes precisamente segura ahora, pero trata de seguir adelante. Apóyate en mí. Estoy aquí.
La acarició la cara, un poco sucia, suavemente. Ella seguía igual de extraña y preocupada. Ride suspiró. Se agachó sobre ella con delicadeza y la besó, acorralándola lentamente contra el coche. Ella entrelazó los dedos de su mano con los de él y correspondió a su caluroso beso.
- ¿Y esto? ¿Qué excusa es esta vez?
- Siento que ya no necesito excusas para hacerlo - sonrió de lado.
Logró arrancarla una ligera sonrisa. Repitió aquel vamos con la mirada y ella asintió. Caminaron de la mano por el paseo franqueado por árboles que llevaba al hospital. Hunter les esperaba en la puerta. Estaba apoyado en la pared con elegancia. Su pelo rubio se mecía al viento y sus ojos se escondían como siempre tras sus gafas. Cuando llegaron junto a él, Hunter tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó con fuerza.
- Hermano...
- Vamos, no tenemos tiempo - dijo, mirando la mano herida de la chica.
- ¿Cómo está?
Él no contestó, solo hizo que le siguieran. A Ride no le sorprendió la facilidad que tenía su hermano para embaucar tanto a las enfermeras, como a los médicos. Realmente encantador. Así, se evitó preguntas y pudo llevarles a una sala para curar a Aria.
- Esto te dolerá - dijo, mientras empeza a limpiar la herida tras quitarle el vendaje que se había hecho ella misma.
- Ah, gracias.
Ride se puso a una lado de la camilla, a espaldas de la chica, que solo estaba sentada. Hunter se sentó frente a ella y la hizo poner la mano en una mesilla. Enfocó allí la luz y empezó. Ride entonces la tiró suavemente del pelo sin que su hermano le viera. Aria llevó la mano libre hasta su espalda para golpearle pero se encontró con sus dedos. La mano de Ride se entrelazó con la suya con rapidez, como si sus manos estuvieran acostumbradas a estar juntas. Miró al chico, sin girarse demasiado y sin mover su otra mano, pero éste no le prestaba atención. Estaba mirando a todos lados, curioseando el lugar.
Cuando al fin terminó de coser las heridas y la vendó la mano, Ride suspiró.
- Creí que me harías la mano papilla de tanto apretar - se quejó.
- Es culpa tuya, no haberte ofrecido voluntario.
- Y no me ofrecí. Alcanzaste mi mano y la amarraste - se excusó.
- Tramposo - soltó ella.
- Venga, vamos, rápido - susurró Hunter.
- ¿Pasa algo?
- Antes creí ver algo raro, alguien que no me inspiraba confianza, entrando en el hospital. Le pedí a Cam que lo comprobara y acabo de ver su respuesta - les contaba, mientras caminaban a toda velocidad sin llegar a correr, por los pasillos hasta alcanzar las escaleras por las que empezaron a subir casi de tres en tres -. Este tipo llevaba Reedmyer de cañón negro escondida.
Aria se detuvo de repente. Se llevó la mano a la boca y ahogó un grito. Ride se acercó a ella y la abrazó, ocultándola casi por completo en su pecho. Había comprendido lo que pasaba unos segundos después.
- ¿Qué pasa?
- La Reedmyer parece ser la marca de cierto tipo de asesinos. Al mando del hermano de Aria - le informó.
- ¿¡Cómo!? - dijo, sorprendido.
- Fue su hermano quién mató a su amiga Kate - susurró él -. Con una Reedmyer de cañón plateado.
- ¿Habeís visto algo así?
- Sí. Descubrimos la pistola entre las cosas de su hermano en la casa.
El chico siguió abrazando a Aria, que parecía sollozar.
- Pero, ¿por qué se dejaría algo así allí? - preguntó Hunter, preocupado. Algo no le cuadraba.
- Ni idea, quizá la olvidó.
- Un asesino nunca olvida algo así. Tiene que haber otra razón...
- ¿Aria? - preguntó el chico, al ver que se separaba de él.
- Estoy bien - susurró -. ¿Vamos, por favor?
- Por aquí - indicó Hunter.
Subieron las escaleras y, en el primer piso, se toparon con aquel tipo que Hunter habían mencionado. Rápidamente se escondieron en una de las habitaciones, que estaba vacía.
- ¿Y ahora qué?
- Su padre está en la planta dieciseis, si pretende investigarlas todas, no llegará antes que nosotros.
- Van a por él, ¿verdad? Mi propio hermano... - susurró ella.
- Tranquila, ¿vale? No llegarán antes - le dijo Ride.
- Ride, ¿dónde está la pistola, la Reedmyer?
- Pues...
- En casa - contestó Aria -. ¿Por qué?
- Porque si no me equivoco, que creo que no, tu hermano la dejó allí expresamente para que la cogieras. Y la trajeras contigo.
- ¿Por qué?
- Seguramente tenga un dispositivo localizador en la empuñadura. No creo que esté en el cañón porque eso podría desviar su puntería unos milímetros y eso puede suponer un error entre matar o dejar vivir.
- Entiendo. Eso quiere decir que él pretendía que yo la cogiera para llevarle hasta mi padre - comprendió ella -. Quiere matarle pero no sabe dónde está.
- Ahora lo sabe - apuntó Hunter -. ¿Cómo?
Ride sacó la pistola de su escondite y la expuso ante ellos. La cara de Hunter fue de asombro al ver una pistola como aquella. Y la de Aria fue primero de confusión y después, de rabia.
- ¡Te dije que no la cogieras! - le gritó -. ¿Por qué nunca me escuchas, maldito cretino? - le espetó.
- Lo que menos pensé yo fue que fuera un localizador - se excusó -. Lo siento.
- De nada sirve pedir perdón ahora - le gritó.
- Pero tampoco sirve de nada que te enfrentes a él, Aria - le dijo Hunter, tratando de calmarla -. Ahora, vamos a buscar el ascensor que está al final del pasillo. Si este tipo está aquí, puede haber más.
Ellos no dijeron nada. Aria no volvió a dirigirle la palabra a Ride y este no hacía más que lamentarse de sí mismo. Con Hunter en el medio de todo. Cogieron por fin el ascensor y el rubio pulsó el botón del número 16, el cual relució para después, dar paso al cierre de las puertas.

1 comentario:

  1. Estaba esperando a que actualizaras para comentarte =)
    gracias por el piropo, y tienes razón, solo puedo escribir cuando pienso en mi corazon jajaja

    tu actualizacion buenisima =) esto se pone interesante ^^^
    (L)

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