domingo, 21 de marzo de 2010

la noria no gira.

A pesar de ir a unos 140 kilómetros por hora en una carretera nacional, oían el rugir del motor más como un susurro que como un ruido. Ride desvió la vista un momento hacia Aria para verla apoyada con el codo en la puerta y la frente en la ventanilla.
- Tranquila. Llegaremos a tiempo - dijo, quitando la mano de la palanca de cambios para acariciarla en pelo, aún algo húmedo.
- ¿Crees que estará allí?
- ¿Quién? ¿Tu hermano?
- No, mi hermano está muerto - dijo, con un hilo de voz -. Ese cabrón.
- Estará. Si quiere matarte, estará. Pero no cuenta con que, delante de ti, estaré yo.
Ella giró la cabeza para verle sonreír. Como siempre hacía.
- ¿Y si pedimos ayuda?
- ¿Tienes miedo?
- Ya te dije que estaba algo asustada, sí, pero...
- Yo no quiero meter a mis hermanos en esto. Y son los únicos en quien confío.
- ¿En todos ellos? - soltó la chica.
Él soltó una carcajada. Si mal no recordaba, Ride tenía 9 hermanos. Blake, Hunter, Conner, Ethan, Nick, Dustin, Cam, Tommy y Trent. Y con él, llegaban a los 10. Era increíble que sus cinco hermanas, Kira, Kyle, Hayle, Skyla y Mara, les soportaran a todos. Pero claro, con un padre como el de Ride, cualquier cosa era posible.
- Todos ellos han sido muy amables conmigo - comentó ella, volviendo a mirar por la ventanilla -. Se comportaban como si realmente fueran mis hermanos mayores.
- Pero como viste, saben distinguir entre ser hermanos y ser algo más. Porque siempre han tenido muy claro que tú eras para mí - añadió él.
Aria le miró, con una sonrisa en sus ojos.
- ¿Sabes qué, morena? Que si hemos llegado hasta aquí, es porque tenemos algo a lo que llegar - dijo, sin apartar la vista de la carretera.
- ¿Tenemos? ¿Das por sentado que nuestros destinos siguen el mismo camino?
- No se si el destino existe o no, porque no suelo creer en aquello que no puedo ver. Pero se que estoy unido a ti por algo demasiado fuerte como para romperlo.
- ¿Cómo lo sabes? - susurró.
- Simplemente, lo se.
La chica apoyó la cabeza en el asiento y cerró los ojos.
- Duerme. Te avisaré cuando lleguemos.
- Gracias - musitó ella.
Poco después, estaba completamente dormida. Sin apartar los ojos de la carretera, se las ingenió para bajar el asiento hasta dejarlo en horizontal. Ella solo se movió para acomodarse y siguió durmiendo. Aunque el volantazo que dio un rato más tarde, hizo que se golpeara contra la puerta y despertara de muy mal humor.
- ¿¡Qué demonios te crees que estás haciendo, imbécil!? - le gritó.
- Evitar que nos maten a los dos - dijo, serio.
Ella miró el velocímetro y casi la da un paro cardíaco.
- ¡Vas a doscientos veinte por hora, Ride! ¡Frena, suicida!
- Nos siguen - la cortó él, sin levantar la voz.
Aria se detuvo y se giró a mirar por el cristal trasero. Entonces una bala pasó rozándola, destrozando la luna trasera.
- ¡Acelera! - le gritó.
- ¿Estás bien? - preguntó, dando otro volantazo hacia la derecha.
- Sí. No te preocupes - dijo, mientras se escabullía hasta el asiento trasero -. Yo me ocupo de ellos.
- Los coches están blindados - advirtió él.
- Será más divertido, entonces.
A Ride le hacía mucha gracia la bipolaridad de la chica. A veces estaba asustada, cuando pensaba demasiado las cosas. Pero en situaciones extremas, sus actuaciones eran frías, e incluso típicas de él o de cualquier asesino. La escuchó abrir uno de los sillones y se giró un segundo a mirar.
- ¿Llevabas todo eso ahí escondido? - se sorprendió.
- Por si acaso - contestó ella, sacando una recortada.
- ¿Les darás?
- ¿Qué te apuestas?
- ¿Una cena?
- Hecho - contestó, apuntando a través del cristal roto y evitando las balas que les disparaban.
Los primeros disparos solo dieron en el morro del coche. Pero los dos últimos, saltaron por los aires las llantas de las ruedas delanteras. El coche se detuvo tan en seco que, a la velocidad a la que iban, los dos que iban detrás se estrellaron y volaron en pedacitos blindados.
- Buena puntería. Pero te quedan dos.
- Ey, cálmate, dame tiempo a recargar - sonrió ella.
Con un sonido sordo, empezó a disparar.
- ¡Ah! - gritó.
- ¡¿Qué?!
- ¡Conduce! ¡No te despistes a esta velocidad o nos matarás tú! - le gritó, mientras se escondía de las balas sujetándose la mano izquierda.
Una bala la había dado en la mano. Por suerte, era una herida limpia, la había traspasado y, aunque dolía demasiado, agradecía que no estuviera la bala dentro aún. Con un trozo de su camisa, se vendó la mano y se cayó hacia la izquierda, a causa de otro volantazo.
- Cariño, conduce tú - le dijo Ride -. Yo me ocupo de ellos.
Odiaba dejar algo a medias. Pero su mano la distraía y la dolía demasiado. Al menos, podría mantener el coche a esa velocidad sin lastimarse demasiado. Se movió hacia el asiento del conductor y se sentó sobre Ride. Pisó el acelerador a la vez que él apartaba el pie y después, el chico salió con cuidado de debajo de ella. Aria aumentó la velocidad hasta casi reventar el velocímetro. Ride cogió la recortada y la cargó. Y de tres tiros, voló los dos coches.
- Qué fuegos artificiales tan bonitos.
- Sí, un desperdicio - dijo ella -. Dime, ¿dónde estamos?
- Mira ese cartel - dijo, apoyándose con el codo en el respaldo del asiento de Aria.
- Hemos llegado - susurró, reduciendo la velocidad considerablemente.
- Sí. Y no se cuanto tiempo podremos quedarnos - dijo Ride, con seriedad y preocupación -. Al menos me consuela que vamos a un hospital. Para poder curarte.
- No podemos fiarnos de nadie, Ride. Cualquiera podría ser...
- Si no me equivoco, Hunter tenía guardia hoy. Así que tranquila.
- ¿Qué? ¿Hunter?
El móvil les interrumpió. Ride le dio al botón del manos libres, al lado del de la radio, que echaba chispitas del balazo que había recibido.
- Soy Ride.
- Enano, soy yo.
- ¡Hunter! - gritó Aria.
- Hola, baby - saludó él.
- Hola - dijo. De pronto, se sentía calmada.
- Espero que estéis en dirección a la ciudad y no lejos, porque...
- Sabemos que mi padre está ahí - cortó Aria.
- Vale. No os preocupéis, yo me ocuparé de que no le pase nada hasta que lleguéis. Además, Tommy debe de estar a punto de llegar.
- ¿Él también?
- Aria, date prisa - dijo entonces el médico.
- ¿Cómo está?
- Grave. Muy grave. No...
- Hunter, vale, ya vamos - le cortó inmediatamente Ride, al ver por el retrovisor los ojos rojos de Aria.
- No va a sobrevivir a esto, Aria. Date prisa. Creo que él también quiere despedirse de ti. Os espero - dijo, con voz seria.
Ride colgó. Aria aceleró, hasta que sintió la mano de Ride sobre su mano derecha, estrechándola cálidamente.
- Estoy contigo - susurró solamente.

1 comentario:

  1. La historia se pone mas interesante por momentos =)
    Esta muy bien, como de costumbre ;)
    (L)

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