jueves, 31 de mayo de 2012

Suicidas, putas, drogas y alcohol.

Se acaba mayo con un último examen. Ha sido demasiado. Pensé que sería capaz de ver las cosas más claras pero me ha sorprendido este examen, lo reconozco. Y como siempre, acabé igual. Divagando cosas que ni yo misma entendía. Posiblemente cosas por las que no podrá ese señor poner la puntuación mínima que necesito. Además había que entregar dos trabajos y me presenté con uno. Qué gracia cuando me preguntó antes de que me fuera que dónde estaba el otro trabajo. Ja. ¿Te crees que si lo tuviera en el bolso me lo volvería a llevar a casa? Podré ser retrasada pero no llego a ese nivel, simpático. Y por alguna razón, siento que no quiero tirarme de los pelos. No es como si tuviera asumidas las cosas o las consecuencias. Es más bien que siento tales deseos que se acabe todo ya que ni siento ni padezco, que puedo sobrevivir y cuanto antes acabe con todo, mejor. A ver si empiezan, por otro lado, a salir más dichosas y pu*tas*ñeteras notas. Porque estoy hasta lo que es y no es de esperar calificaciones que parecen no llegar nunca.
La semana que viene me toca lidiar contra mis grandes enemigos, los números. Espero que mi compi sea lo suficientemente buen profesor como para ser capaz de meterme nociones básicas de estadistica en la merola. No es que me importe, aunque hay quien dice que soy una valiente por presentarme teniendo también el semestre pasado. No, valiente no. Algo estúpida sí, pero solo me presento porque soy la clase de persona que piensa que mientras no te rindas, nada habrá acabado, aunque la estadística esté más que finiquitada para mí. Pero en fin.
¿El lado positivo de la mierda esta? Que los días se suceden, llegan y pasan, uno tras otro. Acercándome cada vez más a la puerta de un autobús Salamanca - León con un cartel de "viva el verano".

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