domingo, 21 de febrero de 2010

¿amor o placer?


- Me das tanta pena, Aria - dijo Ian, que había vuelto a sacar la pistola -. Y yo que creí que tendrías el coraje suficiente para matarlo después de lo que le hicieron a tu padre... qué mala hija eres.
Ante aquello, el propio Ride empuñó la pistola de Aria, que estaba aún en la cintura de su pantalón. Ian le miró fijamente. Sabía que a Ride no le temblaría la mano para matarle.
- No vuelvas a decir algo así.
- ¿Ahora eres el defensor del mal hijo? Porque tengo entendido que tú también eres un lastre para tu familia.
Ride cargó la pistola.
- ¡No, Ride! - lo detuvo ella, a la que todavía tenía amarrada por la cintura con su brazo izquierdo.
- No voy a soportar una palabra más de este cabrón que no sabe ni siquiera dónde se está metiendo - siseó -. Vete, lárgate de aquí. Deja a los adultos jugar a juegos de adultos, estúpido niñato.
- ¿Adultos? - dijo, con sorna.
- ¿Tengo que recordarte que lo que tengo entre mis brazos es una mujer, pedazo de imbécil? Porque si quieres, te cuento cómo la convertí en eso - los ojos de Ride brillaron de superioridad.
- ¡Bastardo!
- Insúltame cuanto quieras pero se que lo que te jode de verdad, niño, es que jamás podrás sentir su piel bajo tus manos, ¿verdad? Nunca la besarás, jamás la tocarás, no la oirás gemir tu nombre mientras sus uñas se clavan en tu espalda y grita de placer mientras su rostro dibuja una imagen inolvidable.
Aria, sin separarse de él, le dio una ligera bofetada. Él la miró con cara de ofuscado.
- Eso me ha dolido - dijo él.
- Te aguantas. No tienes que provocarlo, idiota.
- ¿Eso es provocarlo? Pues menos mal que no se me ocurrió meter mi lengua dentro de tu boca y juguetear con tus labios hasta dejarte sin aliento.
- No tienes remedio, eres una causa perdida.
- Veo que te gustan los retos, entonces. Porque sigues aquí conmigo - susurró.
La primera bala hizo que dejaran de mirarse y se fijaran de nuevo en el muchacho que tenían frente a ellos.
- ¿Eres idiota o te lo haces? - preguntó Ride, con tono serio.
- ¡Se acabó! ¡Os mataré aquí a los dos y se acabará todo! ¡Mis pesadillas terminarán y podré descansar al fin!
- A este le faltan tres veranos, cariño - le dijo Ride a Aria, sin dejar de mirar a Ian -. ¿Este es tu mejor amigo?
- Antes no era así - susurró ella -. Desde que le he visto entrar, me he dado cuenta.
- ¿Es posible que nos viera antes, mientras lo hacíamos?
Aria pareció comprender todo de golpe. Miró más fijamente al chico y se preocupó.
- Ten cuidado, Ride. Mira su cara. Está pálido, sudando. Y sus ojos están rojos y con profundas ojeras.
- Eso es que se ha metido algo más que litros alcohol, ¿verdad?
- Sí – confirmó la chica -. Ian, ¿qué te has tomado, eh?
- No es asunto tuyo – contestó él.
- Sí lo es cuando estás amenazando mi vida con una pistola – contradijo Aria.
- ¿Por qué? ¿Por qué no podías amarme a mí? – susurró.
- ¿Amarte? – preguntó ella.
- ¡Sí! ¡Amarme como lo haces con él!
Esas palabras la desconcertaron del todo. No esperaba un argumento como aquel.
- Yo no le amo, Ian – dijo ella, con un gesto de confusión.
- Entonces… ¿por qué te acuestas con él?
- Se le llama placer físico, ¿sabes? – dijo Ride.
- La relación que Ride y yo tenemos es solo física, Ian. Nada más.
- ¿Y no podía ser yo con quien tuvieras esa relación? Me conformaría con eso de ti.
Aquellas palabras hicieron pensar a la chica. Era cierto. ¿Por qué no haber estado con Ian, que además la quería? ¿Por qué entonces había escogido a Ride?
- Ian, escucha, no podría… como se lo que sientes por mí, utilizarte solo para mi propio placer sería injusto. No quiero hacerte daño – dijo ella.
- ¡Mentira! – gritó él -. ¡Si estás con él es porque sientes algo más! Te conozco, Aria. Y se que no estarías con alguien así porque sí.
- Esta vez te equivocas.
- No, no me equivoco. Pero tú no lo comprendes. Porque no estás aquí, en mi lugar, para ver como él te tiene sujeta y escondida mientras más de la mitad de su cuerpo está expuesto a mi pistola. No entiendes que no eres tú la única que siente, Aria.
Ella miró un momento a Ride, que no apartó los ojos de la pistola del chico.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Yo solo quería amarte. Pensé que si te daba un poco más de tiempo, te enamorarías de mí. Pero…
- No puedo controlar lo que siente mi corazón, Ian.
- ¡Tu corazón tendría que ser mío! ¡Porque soy el único que nunca te ha hecho sufrir, el que siempre ha estado a tu lado, el que te ha tendido una mano pasara lo que pasase, el que te ha protegido hasta ahora! ¡Me lo debes!
- ¿El qué te debo, Ian? - le encaró ella. No soportaba todos aquellos reproches -. ¿Qué quieres? ¿Una noche de pasión? ¿Dos? ¿Tres? Solo pídelo.
- Eres una puta.
La segunda bala del cargador de la pistola que Ride empuñaba salió con un fuerte ruido para estamparse en la silla que Ian tenía a centímetros de su cuerpo.
- No te debo nada, Ian. Porque aunque creas que es así, nunca has estado a mi lado en los momentos realmente importantes. Solo has sido mi sombra, nada más.
- Pero él te ha hecho sufrir, nunca ha estado contigo, se divertía con otras mujeres a tus espaldas y ¡ha estado a punto de matarte! ¿Como puedes amar a un tipo así?
- Te repito que no es amor -. Aria notó que en su voz había algo diferente. Algo de falsedad -. Ride no me debe lealtad, no tiene por qué protegerme de nada ni de nadie, ni siquiera de él mismo. Yo solita me metí en esto y lo se. No voy a cargarle a nadie las culpas de todo lo que me ha pasado por cosas que yo he hecho.
- No tiene por qué protegerte, pero ahora mismo lo está haciendo.
- Sí. De quien menos me lo esperaba. De ti, Ian. De ti. Eres casi peor que él. Porque por lo menos Ride siempre da la cara. Tu no. A veces pienso que no vales la pena, Ian.
La furia y la ira que llevaba conteniendo, se desataron. Apretó el gatillo con fuerza mientras dejaba escapar un grito. Sus ojos estaban cerrados, no sabía a quién le había dado. Pero de pronto, con otro sonido igual de alto, sintió un dolor muy agudo en el brazo. Abrió los ojos del dolor mientras caía al suelo; de repente, esperó realmente encontrarse una señal de que su bala no le había dado a ella. Y la tuvo.
- ¡¡Ride!! - gritó.

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