sábado, 28 de febrero de 2009

No mires dentro de mí.

- No me importas nada, mocosa estúpida. ¿Quién te crees que eres, eh?
- ¿ni siquiera has recapacitado un poco? ¿no has pensado ni le has dado vueltas a las cosas que pasamos?
- "mil y una veces le he dado vueltas, mil y una veces me he despertado después de hacerte el amor en mis mejores sueños"- quiso gritarla - tengo cosas más importantes que hacer - respondió
Al ver la cara de ella, le dolieron sus propias palabras, pero siguió sin demostrarlo.
- ¿no creerías de verdad que yo... iba a cambiar... por ti, verdad? - preguntó él
Ella desvió la mirada.
- sí - musitó
- veo que eres una romántica empedernida, una niñita que sueña con cuentos de hadas - la dijo, frío y muy distante
- ¿y que si eso es así? - le encaró
- Pues que sueñes con príncipes azules, mocosa. No con asesinos vestidos de negro - la espetó
- ¿a ti quien te ha dicho que yo sueñe contigo?
- Tú misma - contestó él - al darme por aludido cuando no he dicho mi nombre.
Ella se calló, llena de rabia. Sí, tenía razón, soñaba por las noches con él, mientras dormía al calor de una fogata enredada en su capa negra.
- entonces mátame ya y acaba con esto. Ahora mismo solo soy una carga para ti
- es cierto, solo eres una carga - dijo, sabiendo que la estaba hiriendo - pero no voy a matarte. No eres tan importante como para tener que mancharme las manos contigo
- ¿puedo irme entonces? - preguntó, con la voz cortada por las lágrimas
Él la miró y algo se revolvió con fuerza en su interior. El corazón empezaba a luchar contra la razón, y esos sentimientos que había tenido ocultos amenazaban con salir con tan solo verla llorar.

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