martes, 20 de julio de 2010

Dolce vita.

[Tengo la sensación de que debería hablar de mi vida, por la cosa de haber estado perdida por los océanos y esas cosas, pero no. Sería demasiado... no se ni lo que sería. Así que para contar esas cosas ya tengo un diario de viaje. Ahora, ¡a volar, imaginación! (como siempre, vamos xD)]


La pasta estaba ya echada en la cazuela, cuyo agua hervía. Mientras pasaban los seis minutos que tenía previsto para que se hiciesen justo en su punto, echó la carne y el tomate frito en la sarten, con una pizquita de aceite, y empezó a removerlo con ganas. Recogió algunas cosas que había dejado tiradas de los ingredientes y volvió a darle vueltas a la pasta.
Una vez lista, la echó en la sarten y le dio vueltas junto a la carne y el tomate. Minutos después, con las pinzas de cocina, colcoó los espaguetis cuidadosamente sobre el plato, buscando una forma de hacer que el plato quedase incluso bonito. Espolvoreó un poco de perejil sobre ellos y listo.
Sonrió.
- ¡Ya está! - gritó.
- Bien - dijo entonces el pelinegro, entrando en la cocina -. Ahora, ¿Sabes lo que toca?
- ¡Claro! - dijo -. ¡Dolce! - sonrió.
- Correcto - sonrió él también.
Adoraba esa locura que la chica tenía por los dulces que él hacía. Por los dulces y por cualquier otro plato que preparase. Ella siempre sonreía y se le iluminaba la cara solo con probar una cucharada de cualquier cosa que él hiciera.
- ¿Me ayudarás?
- ¿Podré hacerlo sin estropearlo?
Que ella supiese hacer algo tan simple como la pasta no significaba que fuera buena en los fogones.
- No seas tonta, claro que podrás. Vamos, ven aquí y ayúdame - le pidió, poniéndose el delantal negro en la cintura.
Él comenzó a pedirle los ingredientes y ella se los fue acercando rápidamente. Cuando no necesitaba nada, la chica se quedaba mirándole fijamente. Sus manos parecían tratar con suavidad el merengue y su mirada estaba totalmetne centrada en ello.
- Trae el cacao en polvo, per favore - sonrió.
- ¡Va bene! - contestó ella.
- Veo que le has cogido el truco al italiano, ¿eh pequeña?
- Por supuesto - sonrió ella, entregándole lo que le había pedido.
- Grazie, bambina - contestó él.
Ella volvió a acercarse mucho a él para observar cómo terminaba el postre. Una vez estuvo hecho, ella no podía quitarle los ojos de encima, mientras se mordía el labio.
- ¡Qué buena pinta! - gritó.
- Solo es tiramisú, bambi - dijo él, acercándose a ella.
- ¡Me lo quiero comer! - sentenció la chica.
Él se apoyó en la mesa y untó un par de dedos en los restos de merengue que había en el bol donde había mezclado los ingredientes y la llamó. Al girarse, la chica recibió una mancha en la mejilla.
- ¿Pero qué...? - soltó de pronto. Entonces cogió un poco con su dedo y se lo comió -. ¡Qué rico!
- Realmente, eres increíble - dijo él, suspirando.
La chica hinfló los mofletes y metió ambas manos en el bol. Y le cogió la cara entre ellas.
- ¡Ah! - gritó él, tratando de soltarse.
Ella empezó a reírse como una loca. Y luego se lamió los dedos para quitarse lo que le había quedado de merengue.
El muchacho entonces se acercó a ella y la atrajo hacia su cuerpo por la cintura. Al mirar a sus ojos ella pudo ver aquel brillo especial que tenían. Él se agachó sobre su cara y lamió un poco del merengue que quedaba en su mejilla. Ella sintió un escalofrío. Se acercó a él y besó sus labios, lamiendo lo que ella misma había puesto sobre ellos. Él sujetó su cara con la otra mano y correspondió a su sediento beso. Cuando consiguieron despegarse, dejaron que sus frentes reposaran la una sobre la otra. El chico volvió a lamer el merengue de su mejilla. La chica sintió una ligera descarga en la espina dorsal que le hizo cerrar los ojos.
- Lávate eso antes de que se te pegue - le susurró al oído.
Ella solo atinó a asentr con la cabeza.
- ¡Ah! ¡La pasta! ¡Se enfriará! - dijo entonces la muchacha.
- Venga, ¡presto, bambi! Sino, no será lo mismo - sonrió él.
Minutos después ambos estaban brindando con Lambrusco rosado frente a un par de platos de pasta a la italiana y un tiramisú estilo bambino con tan solo una vela en la mesa en la terraza llena de flores de uno de los edificios más altos de la ciudad desde donde había unas vistas del cielo perfectas debido a la ausencia de luz fuerte que eclipsase aquel brillo de la bóveda celeste que pendía sobre sus corazones.

http://www.youtube.com/watch?v=gavKoWmBUuQ

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