martes, 22 de diciembre de 2009

otro frío y azul mes de diciembre.


Parece que la navidad nos afecta a todos, de una manera u otra. Normalmente nadie lloraría por un año que se termina. Pero quizá me de cierta pena abandonarlo, porque mi vida ha empezado hace muy poco y cada día, cada hora y cada minuto, son importantes para mí. Rídiculo, más después de todo lo que he podido sufrir y llorar, toda la rabia que he sentido, todo el odio que he acumulado hacia cierto engendro. Pero espero tener la oportunidad para poder demostrar que, si estoy aquí, es por algo. Que mi vida se volvió del revés un día, pero en una tarde gris en la que estaba a punto de llover, pude seguir adelante sin mirar ni una sola vez atrás. Que puedo sonreir porque soy feliz. Que puedo vivir porque quiero existir.


Mi poca experiencia me dice que todo puede salir bien. Mi instinto lo corrobora. Y hace tiempo que aprendí, que dejarse llevar por los instintos no te convierte en una bestia, sino que, la mayoría de las veces, te guía por el camino correcto. Aunque claro, siempre estará el camino que el corazón elija. Y entonces, se pelearán, porque el insitinto a veces juega el papel de la razón. Aún así, el mundo no se parará mientras decides. Solo sigue.


Yo no tengo nada que perder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario