domingo, 11 de octubre de 2009

Sweet Seventeen, My Teddy Bear

Una fina raya de luz iluminaba la habitación. Ella, molesta incluso por aquella pequeña luz, se da media vuelta en la cama. Al darse cuenta de que puede abarcar la gran cama ella sola, abre los ojos lentamente. Él no está. Pero nota un ligero olor a café.


A pesar de hacerlo con cuidado, no es capaz de encender la vela con el número 7. Se le resiste. Hasta que al fin, lo logra, llevándose de recuerdo una pequeña quemadura. La tarta de chocolate que su madre hizo la tarde anterior seguía con una pinta tan dulce y exquisita como si la acabara de hacer. Lentamente, vuelve a la habitación.


Abrocha el último botón de la camisa blanca que le había quitado a él la noche anterior y entonces, la puerta se abre. No sabe qué cara poner al verle entrar, iluminado solamente por dos mechas pequeñas, con una bandeja en la que lleva una tarta redonda y probablemente de chocolate. La sonrisa se dibuja sola en sus labios.


Pone la tarta sobre la cama, entre ellos. Se sienta al lado de ella y la da un beso en el oído. Ronronea. Felices y dulces 17, amor mío. Pide un deseo.


Ella mira la tarta. Está más que claro que la ha hecho la madre de él, una mujer a la que admira y quiere; sobre todo, a sus postres. Cierra los ojos y sopla con fuerza. Siente el aire escapando de sus pulmones como precipitado hacia fuera, como si tuviera ganas de salir. Salir para hacerle un hueco a todo el chaparrón de sentimientos que se arremolinaban dentro de ella; es el primer cumpleaños que pasa con él a su lado.


Hunde el dedo en el chocolate, ante el reproche de la chica, que se ha acostumbrado a la poca luz y le basta para verle. Entonces lo pone sobre los labios de ella y la besa con pasión. Ella cierra los ojos y lo disfruta. Entonces se levanta, recordando que ha dejado el café en la cocina porque no podía con todo.


Ella le ve salir de la habitación y solo puede pintar una sonrisa más amplia. Vuelve la vista a la tarta y descubre una inscripción en ella, hecha también con chocolate. Entorna los ojos para poder leerla. Feliz cumpleaños, niña azul. Tanta felicidad no puede ser buena, eso es lo primero que se la pasa por la mente al leer aquello, ante lo cual ya no puede sonreír más ampliamente y se pone a reír a carcajadas.


Él reparte el café, sabe perfectamente cómo le gusta a la niña. Cuando vuelve a la habitación, deja ambas tazas sobre una mesilla y se acerca a levantar la persiana. El sol les inunda por completo. Entonces le tiende su café a la chica y vuelve a salir. Esta vez, cuando vuelve, lleva algo consigo. Ella quiere llorar al verlo. Abre la funda con cuidado, como lo hace siempre. La coge entre sus brazos y se sienta frente a la chica.


Cierra los ojos cuando suenan los primeros acordes. Deja que la música de la canción que está interpretando de manera excepcional, inunde su ser por completo. Vuelve a abrir los ojos y le mira. Adora contemplarle acariciar su guitarra tan suavemente, creando aquella maravillosa sinfonía de susurros.


Termina con un último y largo acorde. Cuando la mira, solo puede sonreír. Deja su querida guitarra apoyada en la pared y vuelve a la cama, junto a ella, esquivando la tarta que sigue sobre las sábanas. La chica le recibe con un beso. Antes de que pase algo con la tarta, parten dos porciones y se la comen como desayuno. Y como todos los días, hablando de diversos temas que a ambos les interesan.


El día se completa con un paseo por el campo, por una ladera desde la que pueden contemplar el mar. En lo alto de la colina, donde está el faro, se quedan a comer. Él mismo se ocupa de preparar la comida y todo cuanto necesita para hacer de aquella una velada especial bajo la luz del sol, las nubes y olor del mar.




¿Qué es la felicidad? La felicidad es lo que sienten cuando están juntos. _________________________________________________________

0:22 del 11 de Octubre de 2009
Creí que las palabras sobrarían, así que he escrito esto; recuerdo que felicité a Paula usando lo que había escrito del cumpleaños de Azalea. Pero para ti, tenía que darle al coco y pensar en algo digno.
No se que decirte, cariño. Sabes que te quiero y que eres lo más importante, y que lo seguirás siendo así pase el tiempo y la vida nos separe. Realmente eres como un angelito de la guarda; me conociste y me salvaste, no solo de la crueldad de la realidad, sino de mi propia soledad y mi miedo. Estuve en tus 15, estuve en tus 16, estoy en tus 17 y espero estar ahí para siempre; a pesar de que nada es eterno, siempre es siempre.
Disfruta mucho, por favor. Tú sí te lo mereces. Te quiero mucho. (L)

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