martes, 25 de octubre de 2011

Kizu wo iyasu kusuri kimochi ii no.

Abrió los ojos despacio. Como si esperase que la luz dañara sus ojos. Pero solamente había tubos de alógenos colgando del techo e iluminando aquel lugar. Adolorida todavía y con las extremidades entumecidas, la chica empezó a moverse hacia un lado, tratando de arrastrarse. El cuerpo del chico de ojos claros no estaba demasiado lejos, pero parecía como si no fuera capaz de alcanzarle. Entonces sintió alrededor de sus muñecas que algo demasiado fuerte la retenía donde estaba. Estaba frío. Eran unas cadenas de hierro oxidado que la apretaban hasta el punto de provocarla moratones en la piel. Juró en todos los idiomas que conocía y se volvió hacia el chico.
- Kazuya - le llamó -. Kazuya por favor, despierta. Kazuya.
El chico no daba ninguna señal de seguir con vida. Nerviosa y preocupada la chica intentó de nuevo en vano moverse hacia él, hasta el punto de gritar a causa del dolor que le provocaban aquellos grilletes. Miró a su alrededor un momento al darse cuenta de que no podía hacer nada. Una habitación de piedra, cual mazmorra de la Edad Media, con cadenas y suelo también de piedra. Pero con una puerta. Una puerta de madera normal y corriente. Y además frente a ella había un espejo como los que usaban en las salas de interrogatorios de las Comisarías. ¿Qué clase de lugar de locos era aquel? Las cadenas siguieron haciendo ruido mientras ella se movía, pero no pudo ponerse en pie. Aún así, logró que alguien apareciera por la puerta, despacio, como si quisiera darle emoción a una situación tan desesperada como aquella.

- Will - susurró ella al verle -. ¿Qué es esto? ¿Qué estás haciendo? ¿Y por qué?

- Como buena profesional deberías saber cómo empezar un interrogatorio. Pero ahora estás demasiado alterada - la dijo, acercándose peligrosamente a ella.
- ¿Y Kazuya? - preguntó, mirándole -. ¿No te habrás atrevido a hacerle daño, verdad? - le gritó.
- ¿Qué más da eso? ¿Y qué si me he atrevido? - la preguntó, arrodillándose a su lado y sujetándola el rostro con fuerza para que solo le mirase a él.
- ¡Te juro que sería capaz de matarte! - le rugió la chica, moviendo el cuello con violencia para obligarle a soltarla.
Él la devolvió un golpe seco en la mejilla con la palma de la mano y ella dejó caer la cabeza hacia atrás un momento a causa del golpe. Pero cuando sus ojos enfocaron de nuevo al chico eran amenazantes, fieros.
- ¿Por qué? ¿Por qué dices esas cosas y pones esa mirada solo por él? - la preguntó.

Tragó saliva. ¿Cómo debía contestar a aquello? Tal vez si decía que era porque lo amaba con todo su ser Will se enfadara al punto de, si no le había hecho daño ya, matarlo en ese momento.
- ¿Y los demás? - quiso saber de repente cuando recordó que también les habían atacado a ellos -. ¿Dónde están?
- Observando tranquilamente el espectáculo - contestó, señalando el espejo.
Ella solo pudo ver su reflejo. Pero tras el cristal, en la sala de al lado, los cuatro amigos y aquella chica rubia estaban atados unos contra otros, tratando en vano también de liberarse. Aunque no hubieran ido muy lejos con los dos tipos de negro que custodiaban la puerta por fuera.

- Déjalos. Y también a Kazuya. Si me querías a mí, ya me tienes - le dijo, empezando a entablar una conversación de negociación.

El chico se dio la vuelta para mirarla pero antes de que contestara a su proposición otra voz contestó ante él.

- No - fue rotundo. Despacio, Kazuya se incorporó, apoyándose en las manos que tenía algo lastimadas y mirando a Will por su flequillo, que caía sobre sus ojos -. Me niego. No vas a tenerla jamás.
- Kazuya - suspiró Kira de alivio. Aunque tenía una herida en la frente y algunos moratones en la cara, al menos estaba bien como para incorporarse solo -. Mejor no digas nada, esto... - empezó.
- No pienso permitir que la toques más de lo que ya lo hayas hecho - rugió el chico, llegando a ponerse en pie aunque con un ligero temblequeo.

- Kazuya - le instó ella a callarse.
- ¡Kira es mia! - gritó entonces Will -. ¿¡Quién te crees que eres para quitármela!?
- Kira está conmigo - contestó -. No le pertenece a nadie - siseó -. Pero ella decidió quedarse a mi lado. Y no voy a permitir que nadie se la lleve si no es porque ella decide irse por sí misma. Defenderé lo que quiero me cueste lo que me cueste - aseguró.
- ¡Desde que comenzamos a estudiar, ella fue para mi! ¡Tú solo llegaste en el peor de los momentos! Habíamos venido juntos aquí, trabajábamos en lo mismo, éramos los dos perfectos para estar juntos. ¡Hasta que tu maldita cara y tu voz se interpusieron entre nosotros!
Kazuya recordó que, desde el principio, Kira siempre había dicho que la mejor voz del grupo era Nakamaru, porque podía cantar a la perfección tanto canciones lentas, como rápidas, como rapear como hacer su especialidad, el beatbox. Pero que ella la voz que adoraba, era la suya.
- Nunca hubo nada entre tu y yo - dejó claro ella -. Nunca me diste motivos para pensar que podíamos estar juntos o que sentías algo por mí. Yo no soy una chica a la que le salgan los chicos de debajo de las piedras - dijo.
- Pues menos mal, porque si todos fueran como este, tendríamos un problema - le dijo Kazuya.
- ¡No! Siempre estuve contigo, ¿no lo recuerdas? ¿De veras te has olvidado de mi?
- Will, solo se que éramos compañeros. Que nunca me diste a entender que sentías algo por mi y que nunca sentí absolutamente nada por ti - le dijo ella -. Así que por favor, deja esto ya. Déjanos marchar antes de que te arrepientas de cualquier cosa.
- No voy a arrepentirme de nada - aseguró él -. Yo tambien soy capaz de hacer cualquier cosa por ti.
- ¿Por qué harías esto por mi? No lo entiendo - gritó ella, desesperándose y volviendo a moverse con violencia.
Luego se detuvo y soltó un grito de dolor por sus muñecas. Kazuya dio un paso hacia ella, pero el cañón de aquel arma reglamentaria apuntándole le detuvo en seco. Will le miró, amenazante.
- Un paso más y te reviento el pecho - siseó. Se giró a mirar a la chica -. Porque tú vales la pena.

- ¡Yo no valgo nada! - gritó -. ¡Nunca he tenido iniciativa en nada! ¡Nunca he sido buena en nada! ¡Solo me he dedicado a dar palos de ciego y a errar en mi vida! ¡No se conducir y cuando intento aprender siempre me sale mal! ¡Nunca he podido cuidar ni siquiera de una mascota ni de mi misma! ¡Soy una maldita niña de mamá! ¡Nunca he logrado tener un trabajo a medias o algo que pudiera darme algo de satisfacción personal! ¡Solo he sido una rata idiota soñadora que se conformaba con escuchar esa voz cantar susurrándole al oído! ¡Solo se llorar por todo y no hacer nada! ¿¡Qué es lo que tengo de bueno, eh!?

El chico se quedó sin palabras un segundo, para pensar. Tiempo que Kazuya no necesitaba.
- Que eres diferente a las demás - susurró entonces Kazuya -. No te desprecies de esa manera a ti misma. Si no hubiera sido por tu faceta de soñadora, yo no hubiera vuelto a desear con todas mis fuerzas tener un sueño nuevo cada día. Si hubieras sabido conducir, no hubiera tenido sentido que yo te llevara a cualquier parte del país. Si supieras cocinar, ¿qué haría yo por ti entonces? Y si no quisieras a tu madre, yo no te perdonaría el no ser una buena hija.

La chica sintió un nudo en el estómago y una lágrima resbalar por su rostro. Apartó la mirada y apretó los dientes.
- Tú lo dices porque sientes algo especial por mí que todavía no entiendo como llegaste a sentir - le dijo.
- Bueno, eso de que no tienes iniciativa no es exactamente así, ¿verdad? - dijo el chico -. Y mírame cuando te hablo. Llores, rias o estés enfadada. Todas esas expresiones, déjame verlas - la pidió -. Quiero verlo todo de ti - susurró.
La chica volvió la vista hacia él y le vio sonreír de lado.
- Además, eres una eminencia de la psicología y la conducta criminal. Se te dan bien las artes marciales. Y sabes idiomas. No eres una inútil, precisamente.

- Kazuya, yo...

La primera bala de aquella nueve milímetros salió disparada con fuerza contra el suelo, cerca de Kazuya. El chico retrocedió un par de pasos, algo asustado. Kira gritó. Y escuchó también unos gritos provenientes de detrás del espejo. La angustia empezaba a palpitar con demasiada fuerza en su pecho, haciéndola daño.
- Ya que dices que es una eminencia porque ha presentado su tesis con grandes y fenomenales críticas, entonces dime, ¿sabes de qué va? - le preguntó Will a Kazuya, mientras se acercaba a Kira.

- Trata sobre los asesinatos pasionales y las conductas de alta traición que llevan a desenlaces trágicos, ¿no es así? - dijo, pensando en aquel año 1582.

- Exactamente.

El chico soltó las cadenas de las manos de Kira y la obligó a ponerse en pie apuntándola con la pistola, con cuidado de que no se atreviera a hacer ninguna estupidez.

- ¿Sabes lo que pasó, no es cierto? El 21 de junio de 1582.

Kazuya tragó saliva y asintió con la cabeza. Will caminó con seguridad hasta la puerta. La abrió y se quedó mirándoles. Ellos tenían la vista clavada el uno en el otro. Como si fueran a saltarse encima apenas él se fuera.
- Si no vas a ser mía - dijo entonces Will -, tampoco serás de nadie.
Kazuya se colocó delante de ella por si a él se le ocurría dispararla en ese momento. Pero Will solo rió.

- No seré yo quien la mate. Sino tú.

- No digas tonterías - dijo el chico -. Jamás...

- ¿No entregarías su vida por nada? - le cortó.
- No - contestó, rotundo.

- Si no lo haces, os mataré a ambos. Primero le dejaré ver cómo mueres lentamente - le dijo, poniendo una entonación en la voz que hizo que ambos sintieran escalofríos -. Y después, la mataré a ella... aunque no se cuándo lo haré. Tal vez después de tenerla a mi lado un tiempo, cuando me canse de ella. ¿Qué opinas?
- ¡Serás bastardo hijo de...!
- ¡Shh! - le calló él -. Si no la matas aquí y ahora tú, te juro que lo que tendrá que pasar será todavía peor que verte morir sin poder hacer nada - le aseguró.
- Eres un maldito psicópata - le dijo Kira.

- Puede ser. Pero es culpa tuya. Como decía en mi tesis, los psicópatas como el que incitó la traición...
Ellos se miraron y dejaron de escucharle por un momento. ¿Qué iban a hacer? ¿Estaba todo perdido? Ella estaba algo temblorosa, pero él la tranquilizó vocalizando un simple está bien. Como si realmente no fuera a pasarles nada malo.
- Ahora - cortó aquel instante -, vosotros vais a representar mi tesis para mí. Así mi trabajo quedará científicamente comprobado y nadie podrá refutarlo. Ni siquiera tu historieta de tesis, Kira - la dijo.
- ¿Qué pretendías en realidad? - le preguntó -. ¿Matarme para demostrar tu tesis y así vencerme?

- Siempre he pensado que la única mujer digna de estar conmigo eras tú - la dijo -. Por tu intelecto, tu superioridad frente a las demás.

- ¿Qué dices? ¿Es que nunca has visto a una abogada, una modelo o una chica de supermercado? - le preguntó -. Cualquiera puede ser superior a mi si se le da la oportunidad. Solos intentas convencerte a ti mismo de que no tienes otra salida que matarme pero eso es una estupidez, como todo lo que dices y haces - le espetó.

- ¡Cállate!

Rápidamente el chico vació el cargador de la pistola dejando una sola bala dentro. Miró a Kazuya con cierto brillo sádico en la mirada y el chico de ojos claros le aguantó aquel duelo cuanto pudo.
- Solo una bala. Mátala con ella. No pienses en hacer otra cosa. Porque una vez que dispares esa bala, si ella no muere, tus amigos sí que lo harán - amenazó, mostrándole el resto de balas que tenía en la mano.
- ¿¡Cómo!? - gritó el chico. No había contado con eso.

- Ellos están tras el cristal - le dijo -. Si en cinco minutos no has disparado, morirá el primero. Si en los siguientes cinco tampoco has apretado el gatillo, otro más morirá por tu culpa - dijo, con cierta cara de placer -. Y si termino de matarlos uno a uno y tú no has disparado entonces haré, como antes te expliqué, que ella vea como mueres lenta y dolorosamente antes de quedarme con ella para siempre.
- Quieres decir que tengo que matarla con mis propias manos para que no sufra un infierno peor que la muerte, ¿es eso? - resumió Kazuya.
- Eso es, veo que lo has comprendido. Ahora, dispara rápido. No creo que quieras cargar con la muerte de Kira y la de todos tus amigos encima, ¿verdad? Piénsalo de esta manera - dijo, lanzándole la pistola al chico y entrecerrando la puerta -, si la matas a ella, les salvarás a todos. Es un pequeño precio.

- Un pequeño precio por salvarles a todos, sería mi vida - susurró el chico, girándose a mirar a Kira, con la pistola en la mano derecha pero sin empuñarla, solo sosteniéndola.
- La decisión es tuya. O morís todos, o solo ella.
- Haga lo que haga, alguien tiene que morir, ¿no es así? - musitó el chico.

- Exacto - se rió a viva voz Will al escuchar la voz de Kazuya, casi apagada -. Ahora, queda en tus manos.
La puerta se cerró tras él con un sonoro portazo. Kira se acercó a él y le abrazó por el cuello. Le besó la oreja, bajo ella, el cuello, y luego la parte de la clavícula que se veía en su camisa negra, a pesar de todo, bien arreglada dentro de su pantalón también negro. Le miró un momento a los ojos y le besó los labios con cuidado. Pero él respondió con un beso pronfundo.
- Lo necesitaba para darme valor - la susurró.
Ella solo asintió y se separó unos pasos de Kazuya sin apartar los ojos de él. Había comprendido que el chico debía hacer lo que cualquier persona haría en una situación como aquella. Tenía que salvar al mayor número de personas posible. Y si para eso tenía que matarla, que lo hiciera. No iba a decir que no tenía miedo. Estaba claramente asustada. Pero la idea de que la última imagen que viera fueran los ojos de Kazuya no era tan desoladora, al menos.
- Lo siento, pero no quiero que lo hagas por la espalda - susurró ella, mirándole de frente.

- No pensaba hacerlo así. No quiero matarte a traición - dijo él.

Parecía decidido a hacerlo. Mejor, así no deberían perder tiempo en convencerle.
- Eso me recuerda a aquel día - musitó.
- La tragedia de aquel 21 de junio no volverá a suceder - dijo él entonces -. Te lo juro.
De repente Kazuya dio un gran salto y con la culata de la pistola rompió uno de los alógenos en pedazos, causando un corto circuito. Todas las luces se apagaron de pronto. Los cinco chicos tras el gristal gritaron mientras Will trataba de buscar el interruptor que reiniciara el sistema de iluminación y diera luz de nuevo a la escena que no se quería perder. Pero entre el caos de los gritos y la oscuridad, se escuchó un único y solitario disparo que, después del retumbar que provocó, lo dejó todo en el más sepulcral y doloroso de los silencios.

10 comentarios:

  1. Para cuando la siguiente??? no me como las uñas por que noe s una costumbre pero quiero saber que apsa después. xD

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  2. ¿Qué te imaginas que pasará? Por curiosidad pregunto.

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  3. Pues espero que no la haya disparado la verdad. Mas bien que se haya disparado a si mismo o qeu haya disparado pero sin apuntar a ninguno. Vamos esa es mi opinión. Perpo seguro qeu conociendote no se aprece en nada a lo que harás xD

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  4. Joder, si es que eso no vale, es que has dicho todas las opciones que hay, alguna tenia que ser, leche xD

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  5. XDDDDD bueno la verdad opino que se a disparado a si mismo pero ahora mismo saldré de dudas xDD. (que conste que lo e leido la otra entrada antes de poner esto xD)

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  6. Pues joder, si ya sabías lo que pasaba, no haberlo leido e.e Espero al menos sorprender un poco con la explicacion de ella despues o algo, porque sino, joder que predecible soy...

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  7. No no es predecible es que es lo bonito, pero llegue a pensar qe de verdad la había disparado, estuve a punto de escribirte aquí lo de si la había disparado con mil interrogantes sin haber termiando el relato xDD

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  8. Ah, aja. O sea, sabías lo que iba a pasar porque era lo bonito pero llegaste a pensar que iba a ser impredecible. Joder, cada día hago las cosas más raras...

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  9. Nooooo, es que yo me explico mal. Creia que ibas ha hacer eso, pero me confundiste y pensé que la había realmente la había disparado a ella en vez de a sí mismo xD

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