viernes, 22 de mayo de 2009

Déjame ir, pero no quiero perderte


Una diadema de color verde cayó lentamente para llegar al río. Él se sostenía del borde de la roca, amarrando con su mano derecha a Yuki, que colgaba más abajo que él.
- ¿estás bien? - preguntó él
- Me resbalo - sollozó
- Sujétate muy fuerte, por favor - pidió, apretando más su mano - voy a intentar subirte, ¿de acuerdo?
- No, no, nos caeremos - dijo ella, asustada
- Tranquila, te prometo que saldremos de esta
- ¿lo prometes?
- Claro que si - dijo, mirándola a los ojos - voy allá.
Reunió cuantas fuerzas pudo y tiró de ella a pulso hacia arriba. Apenas la había levantado hasta sus rodillas, cuando su brazo le falló y tuvo que dejarla caer de nuevo. Ella gritó, pero la mano de él no cedió y siguió sujetándola.
- Shuichi escucha, esto ha llegado al final - empezó ella
- Cállate, no me dejas concentrarme - gruñó
- Tienes que hacerlo
- Cállate - repitió
- Suéltame, Shuichi - susurró
- ¡cállate! - volvió a gritarla - ¡deja de decir estupideces y solo amárrate a mi, ¿entendiste?!
- Sabes perfectamente que caeremos los dos - siguió ella - así que, suéltame. Si no cargas conmigo, podrás subir con facilidad hasta arriba y salvarte - susurró
- Si me salvo yo, te salvas tu - aseguró él - porque sin ti no quiero vivir
- No digas estupideces Shuichi, puedes seguir vivo, sálvate. Es lo que cualquiera desearía en este momento - gritó
- Pues lo único que yo quiero es salvarte a ti, ¿oíste? Porque si tu no te salvas, yo me muero contigo. Y paso totalmente de sufrir así. Y ahora que cállate ya, terca - chilló
- No. Se que no sientes eso, nadie sentiría eso en una situación como esta.
- Si no lo sintiera, mi mano todavía no sujetaría la tuya, Yuki. - sonrió él
- Sálvate - pidió ella - es lo único que quiero en este momento.
- No voy a soltarte digas lo que digas, así que mejor calla la boca - aconsejó.
Entonces ella, amarrándose más fuerte de la mano del rubio, logró subir hasta su cintura y luego se dejó caer de nuevo, provocando una mueca de dolor en la cara de Shuichi.
- ¿se puede saber que demonios estás haciendo?
- Hasta pronto - susurró, con lágrimas en los ojos
La chica agarró con fuerza el cuchillo que acababa de robarle a Shuichi y lo clavó con fuerza en el brazo del rubio. Éste chilló de dolor y ella lloró.
- ¡estás loca! - la gritó - ¿¡Qué pretendes, maldita suicida!?
- Suéltame y sálvate - repitió
- Antes muerto que dejar que te suceda algo. Esta es mi decisión, así que déjame en paz, ¿quieres? Como ves no ha servido de nada que me lastimaras, Yuki - dijo, orgulloso - por que no pienso soltarte
El cuchillo resbaló de las manos de la chica. Sus hombros se convulsionaron en un sollozo silencioso. Y entonces sintió como volvía a elevarse. Miró hacia él y le vio volver a intentar levantarla. Esta vez fue un poco más allá, y ella pudo ayudarle apoyando los pies en la oca escarpada. Haciendo mucha fuerza y con voluntad, Yuki logró subirse a tierra firme. Quedó bocarriba, nerviosa, llorando y respirando totalmente agitada. Entonces se giró y miró para Shuichi. Sonreía.
- te lo dije... - susurró él - ahora ya puedo...
- ni se te ocurra soltarte, estúpido - le gritó ella, amarrándole de las manos - vamos, Shuichi, sube
- lo siento, pero la herida que me has hecho me duele demasiado. No puedo utilizar el brazo
- ¿Qué he hecho? - susurró ella, aterrada
- Lo que importa es que ahora estás bien. Por lo tanto... aquí termina mi misión - susurró - adiós, Yuki.
- ¡amárrate, imbécil! - chilló, cogiendole de la muñeca - yo te ayudaré a subir, pero por favor... por favor, vuelve conmigo - pidió
Shuichi volvió a hacer fuerza. Pero esta vez la roca se partió y el rubio quedó sin apoyo. De pronto, se vio muerto. Pero Yuki fue capaz de sujetarle por el brazo. Aun así, él sabía que no aguantaría mucho.
- ahora eres tu la que tiene que soltarme, Yuki - sonrió él, amargamente
- no, de eso nada
- ¿comprendes ahora lo que yo sentía, pequeña?
- No, por favor, Suichi, no... - rogó
En ese instante, la roca sobre la que se sostenía Yuki se resquebrajó un poco.
- Suéltame, mi vida. Tengo que protegerte y si me sigues aguantando, la roca se partirá, ambos caeremos y mi misión de protegerte habrá fallado. Además, jamás me perdonaría la carga de ser el culpable de tu muerte. Deja que me vaya con los honores de cumplir esta ultima misión - pidió él
- No, Shuichi, no, no, no, por favor... no - suplicó la chica
- Ten esto - dijo entonces, utilizando su mano libre para sacarse la cadena que llevaba colgada al cuello - quiero que lo tengas tú. Es una reliquia muy importante para mi y eso y tu, sois lo único que tengo, así que...
- Por favor - repitió ella, con los ojos empapados en lágrimas, mientras que el rubio la daba el colgante
- Te quiero, mi niña - volvió a decir
- No... no...
- Adiós, Yuki - dijo él, sonriendo.
- ¡¡¡NO!!!
De pronto, su mano ya no estaba unida a la del rubio. Tuvo que contemplar como el cuerpo del rubio caía en picado en dirección al río sin poder hacer nada más que gritar de dolor. Se quedó chillando allí hasta que vio como el río arrastraba el cuerpo del hombre de su vida.

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