Cuando el sol empezó a ocultarse tras la montaña, el ambiente refrescó. El viento agitaba las copas de los árboles que les rodeaban, las hojas se mecían suavemente, despacio, todas a la vez, haciendo sonidos relajantes y el cielo comenzó a adquirir un tono más rojizo. El moreno sintió varias veces el cuerpo de Keiko temblar, por algún que otro escalofrío. Los dos decidieron volver a la cueva tras la cascada, donde al menos, hacía algo más de calor al ser un lugar resguardado. Mientras ella se decidía a salir del agua, porque dentro hacía menos frío, él se sentó sobre la parte mullida del la capa de musgo que cubría el suelo de piedra, llevándose las rodillas contra el pecho. No podían vestirse todavía si no querían volver completamente empapados y coger una buena pulmonía.
- Deberías volver al agua. Ahí hace frío - le dijo ella.
- Sí, y no nos secaremos en la vida. Eres tú quien debería salir. Ven aquí. Te daré calorcito - dijo él, soltando una carcajada.
- No te rías de mí de esa manera - le espetó -. De saberlo habría traído al menos un par de to...
El chico esperó a que acabara la frase pero ella no lo hizo.
- Mira en la mochila - le pidió entonces.
- ¿Qué?
- En la mochila que yo traía, mira dentro - insistió.
Él se levantó, tiritando una vez, y se acercó a la mochila. Abrió la cremallera más grande y soltó una exclamación.
- ¿Toallas? - adivinó Keiko.
- ¿Cómo...?
- Ha sido Natsumi - le contó, mientras él se ataba una de las toallas azules a la cintura -. Ella me dio esa mochila. La traía preparada, asi que...
- Pues sinceramente, no me imaginaba a Masaki en una situación como esta - confesó él, estirando otra toalla y acercándose a la orilla de las escaleras de piedra.
Ella comprendió su intención de arroparla y salió casi corriendo del agua. Se agazapó en la toalla, con la que Jun la rodeó entera y luego, la mantuvo entre sus brazos unos minutos para que entrase en calor.
- ¿Qué van a decir cuando nos vean llegar mojados? - le preguntó la chica.
- No creo que digan nada. Algo me dice que lo saben.
- ¿Por qué?
- ¿Por tus gritos? - especuló él.
- ¿¡Qué!? Oye, no me vaciles, no pueden haberme oido... - se calló un momento y le miró -. ¿Verdad que no? - susurró.
Él no pudo contener la risa y la chica le golpeó como pudo en el brazo, ofuscada porque intentaba molestarla. Al ver que anochecería pronto, tuvieron que dejar la soledad de la pequeña cueva antes de que el sol cayese del todo y no pudieran volver. Podían buscarles porque Natsumi sabía donde estaban pero no querían arruinar de esa manera el viaje en grupo. Bastante que había sido cosa de él y técnicamente les había arrastrado a todos. Volvieron a meter las toallas en la mochila de Natsumi y, después de vestirse tal cual habían llegado allí, salieron de la caverna hacia el sendero dejando atrás un lugar que les traería buenos recuerdos en un futuro. Y al que Jun, en silencio, prometió volver.
Al llegar a la zona baja del valle, donde habían estado comiendo esa tarde a la orilla del rio, se encontraron con todas las cosas prácticamente recogidas. Los chicos habían guardado todo preparados para bajar hasta la casa rural que el moreno había comentado que podían usar esa noche. Solo faltaban ellos. Subieron a la furgoneta apenas llegaron y así, se evitaron las preguntas. Luego podrían ducharse tranquilamente y entrar en calor en el salón de la casa. Jun se sentó como conductor, pues sabía donde tenían que ir, mientras que Keiko entró atrás con Natsumi e Izumi. La morena le agradeció el paseo a Natsumi con la mirada y ésta la tendió el móvil.
- Lo siento, lo cogí de tu mochila. Es que no dejaba de sonar, y como no te lo llevaste...
- ¿Contestaste a las llamadas? - la preguntó, para ver si había algo que necesitaba saber.
- No, no quise hacerlo, lo siento.
- No pasa nada. Quien quiera que fuese, ya volverá a llamar - sonrió Keiko, guardándose el móvil en el bolsillo del pantalón.
La casa no estaba demasiado lejos de aquel lugar. El camino desde luego asfaltado precisamente no estaba. Jun condujo con toda la prudencia que pudo pero los baches fueron un lastre que les retrasó un poco. Al llegar a la casa, ya había anochecido. El moreno cogió un par de bolsas del maletero, mientras los demás cogian también su equipaje de una noche, y abrió con la llave que el dueño le había dado. Encendió las luces presionando un par de interruptores que había al lado de la puerta y dejó que el resto pasaran dentro. Sin ningún pasillo, nada más entrar estaba el salón. Tenía una mesa baja rodeada de sillones y cerca de la chimenea, ahora apagada. Donde acababa la pared de la chimenea se abría un ventanal bastante grande, que se abría corriendo la ventana para poder salir al porche. Tenía una persiana enorme y una cortina, que habían dejado abiertas. Así pudieron ver el paisaje que había fuera, a la luz de la luna que esa noche, estaba casi llena.
A la izquierda había una mesa para comer, grande, familiar, y en la pared estaba cubierta con estanterías de una madera que parecía bastante antigua. No había demasiados recuerdos adornando los estantes, puesto que aquella casa solía alquilarse muy a menudo y los dueños no vivían allí más que en épocas de vacaciones cortas. Lo que sí había era una vajilla completa. Al lado de la estantería estaba la puerta de la cocina.
- Vale, hay que reconocer que este sitio, es precioso - dijo Sho, mirando a todas partes. Ese tipo de lugares le gustaban bastante. Y por otro lado, estimulaban su maldita o bendita, dependiendo de como se mirara, imaginación.
- Si, una noche aquí puede ser un descanso de verdad - dijo Jun.
A la derecha, estaba la escalera que llevaba al segundo piso, donde estaban las habitaciones. Había dos baños, además de una de las habitaciones con baño propio. Cada uno eligió una. Satoshi escogió la contigua a la habitación de Jun y Keiko, y Kazunari la que estaba frente a la de Satoshi. Jun estuvo a punto de recriminarles por no querer decirles que cogían la misma habitación cuando, en el fondo, todos sabían que esos dos acabarían durmiendo juntos esa noche, fuera en la habitación que fuera. Pero si preferían hacerlo así, él no iba a meterse en eso.
Cada uno llevó la bolsa de equipaje a la habitación y fueron haciendo turnos para ducharse. Según acababan, iban bajando al salón para reunirse todos. Jun y Keiko fueron los últimos en bajar, después de ducharse tranquilamente, cambiarse de ropa y entrar por fin en calor. Los chicos habían conseguido encender una cálida hoguera en la chimenea con leña que habían recogido.
- Bueno chicos, podeís relajaros un ratito - dijo el moreno, todavía desde la escalera -. Yo haré la cena y...
- ¿Por qué? - le interrumpió Sho -. Yo también quiero cocinar.
- ¿Por qué? - le interrumpió Sho -. Yo también quiero cocinar.
- Cielo, ¿por qué no le dejas eso a Jun? - le instó Izumi.
- ¿Tú también? - se ofuscó el chico.
- Oh, venga, a mi me da igual quien cocine, pero tengo hambre - se quejó Kazunari.
- Es que comes como un animal - le contestó Satoshi, con lo que se ganó un capón.
- Yo tenía ganas de que Jun cocinase algo diferente - intervino Masaki -. Algo muy rico de esas cosas que te da por inventar de vez en cuando.
- Poneos de acuerdo si pensais pedir algo, aunque no sé lo que habrá en el frigorifico. Avisé con poco tiempo de que veníamos.
- ¿No es mejor algo en plan familiar? No sé, todos sentados en el suelo alrededor de la mesa y esas cosas - propuso Natsumi.
- En realidad...
- No, yo quiero...
El teléfono de Keiko empezó a sonar, callándoles a todos. La chica sacó el móvil del pantalón y se apartó ligeramente de ellos. Pero no volvieron a hablar o a discutir sobre la cena. Como si supieran que quien llamaba lo hacía por algo importante.
- ¿Sí? Sí, soy yo, hola. ¿Qué? ¿Puede repetir...? ¿¡Eh!?
Después de escucharla decir esas cosas incoherentes y gritar, Jun se acercó a ella, con gesto interrogante. La chica le pidió que esperase con la mano, mientras prestaba toda la atención que podía a su interlocutor.
- Sí. Sí, sí, por supuesto. ¿Eh? ¿En serio es posible? Bueno, de momento... sí, sí. De acuerdo. Mañana mismo. Bien. Muchas gracias. Sí. De verdad, muchas gracias. Adiós.
Al colgar, casi dejó caer el móvil al suelo. Levantó la mirada hacia Jun y se lamió los labios. El chico esperaba a que hablase con un gesto de incertidumbre total.
- Una galeria de arte - pudo susurrar.
- ¿Qué? - preguntó él, desconcertado.
- Van a exponer una colección de mis cuadros en una galería de arte - trató de decir sin trabarse.
- ¿¡Qué!? - chilló esta vez el moreno -. Pero Keiko... ¡eso es increíble!
La chica se lanzó contra los brazos del moreno, quien la cogió en volandas y dio un par de vueltas con ella aferrada a su cuello. Los demás quisieron curiosear y se acercaron. La noticia llenó el salón de gritos de alegría y de felicitaciones. Y de alguna que otra propuesta de fiesta para celebrar aquello.
- Sigo sin entender cómo - decía ella, atropellando palabras.
- Entonces, ¿van a exponer tus cuadros?
- Sí, en una pequeña galería en el centro de la ciudad. Parece ser que acaban de adquirir el local y necesitan lanzarlo con una exposición de un artista nuevo y prometedor... aunque no me creo lo de prometedor - se rió la chica.
- No seas modesta, pintas que te cagas de bien - le dijo el moreno.
- Tú no eres objetivo - le espetó con una sonrisa.
- Pero bueno, lo importante es que has conseguido una oferta impresionante - dijo Masaki.
- Y no se queda ahí. -Sus palabras crearon expectación -. Me han dicho que si la exposición sale bien, podría llevarse fuera del país.
Volvieron a hablar todos a la vez, entre felicitándola y aplaudiéndola.
- ¿Con fuera del país significa que... vas a irte? - preguntó entonces Natsumi, con cuidado.
- Bueno, eso aún no lo sé, aunque supongo que sí, que debería viajar fuera por un tiempo. Pero todavía es solo un proyecto, tengo que aceptarlo o no. De momento me voy a centrar en la exposición aquí y luego ya se verá - sonrió, mordiéndose el labio para contener su alegría desbordada.
- Esto... yo voy a hacer la cena - dijo entonces Jun, dándose la vuelta rápidamente para meterse en la cocina. Últimamente parecía que no salía de allí. Y casi lo peor era que se sentía agusto entre fogones. Como si no pudiera pensar en nada o pensara demasiado sin darse cuenta.
Keiko quiso seguirle pero los demás empezaron a hacerle preguntas y finalmente acabaron sentados en el sofá, casi entrevistándola.
- La verdad es que es algo que no me esperaba - volvió a decir.
- Tus cuadros tienen que ser increibles, yo quiero verlos - dijo Satoshi -. Quiero ir a la exposición, si puede ser.
- Claro, en cuanto sepa más datos os los diré - sonrió la morena -. Aunque hay algo... que no acabo de entender.
- ¿Qué pasa?
- Hace años que no pinto "en serio". Todo lo que tengo son cuadros que he hecho, sin más... y nunca han salido en ningún lado. ¿Cómo los habrán visto?
- Algo me dice que eso es cosa de alguna que otra foto... - comentó entonces Izumi.
- ¿Hikari? - relacionó Keiko -. No puede ser...
La morena recordó que no hacía mucho, Hikari había estado en su casa haciéndole un reportaje a Jun, con su consecuente entrevista. Ella no había estado presente entonces, pero si Hikari tenía que ver con esas supuestas fotos, Jun también. No sabía si cabrearse porque la habían invadido literalmente o darles las gracias porque la habían abierto la mayor oportunidad de su vida como pintora y restauradora. El trabajo de decoradora que tenía en algunas cadenas de televisión de vez en cuando era algo un poco secundario a su pasión por dibujar, pintar y restaurar. Y ahora eso era algo a lo que podía dedicarse plenamente.
Cuando el tema de su nuevo trabajo fue quedando en un segundo plano en la conversación, la chica se levantó del sofá y entró en la cocina. Jun parecía completamente concentrado en lo que hacía, como siempre. Se acercó a él, mirando que no tuviera ningún cuchillo o algo por el estilo en la mano y le abrazó por la cintura.
- Keiko.
- Soy feliz - le susurró -. Acabo de conseguir el mayor logro de toda mi carrera como artista y además - le besó el hombro sobre la camiseta - te tengo a ti.
- No cantes victoria, aún no sabes cómo van a salir las cosas.
Era raro que Jun se andase con pies de plomo.
- ¿Te pasa algo?
- No, solo quiero que tengas cuidado al hacer las cosas. Porque quiero que te salga todo absolutamente perfecto - susurró, pero aún concentrado en la comida.
Ella apoyó la mejilla contra su espalda y, mientras no le molestara, se quedaría allí. Cuando él empezó a moverse para poder seguir cocinando, la chica tuvo que resignarse a apoyarse en la mesa y solamente mirarle. Sabía de sobra lo que le pasaba. Aunque pensaba que tal vez él no quisiera hablar de ello delante de los demás, sino en privado con ella, por lo que no sacó el tema.
- Jun. - Kazunari se asomó a la cocina -. ¿Preparamos la mesa?
- Si, por favor - dijo, mientras terminaba de cortar un par de adornos para los platos.
- Desde luego...-A Kazunari siempre le habían hecho gracia las pintas de cocinero de su amigo, aunque luego bien que se comía la comida que preparaba -, no sé que vas a hacer sin este cocinillas cuando te vayas, Keiko - le dijo a ella, mientras salía otra vez hacia el salón.
El chico soltó un grito ahogado. Un hilo de sangre empezó a brotar de su dedo índice, un corte limpio y transversal. Jun suspiró resignado, dejó el cuchillo en el fregadero y metió el dedo bajo el agua fría.
- ¿Estás bien? - le preguntó la chica, acercándose a él, preocuada.
- Busca una gasa y un desinfectante, por favor - la pidió. Pero sin mirarla.
Keiko subió a uno de los baños del piso de arriba y encontró lo que el chico la había pedido. Mientras los demás sacaban los platos a la mesa, ella le obligó a dejarla curarle el corte. Lo desinfectó con cuidado, soplando de vez en cuando para que no le escociera.
- No soy un niño - hizo notar él.
- No voy a irme - susurró ella, mirando el corte constantemente -. No sé si todo esto saldrá bien y no voy a emocionarme por algo así, tú me conoces. Así que por favor - le miró a los ojos -, no pongas esa cara tan seria. Ni demuestres tu tristeza en los ojos.
El chico cogió aire con fuerza. Ella se inclinó a besarle después de cubrirle la herida con la gasa. Él se dejó besar y la chica no se apartó de él hasta que fue capaz de que Jun respondiera a sus besos como esperaba de él.
- Eso está mejor - susurró contra sus labios después de que el moreno se dejase llevar.
Los dos salieron al salón y se sentaron en la mesa a cenar. Las conversaciones entre aquellos chicos eran de lo más variadas e interesantes, aunque a veces Satoshi era eclipsado por las gracias de Kazunari. A veces la conversación también derivaba en algo de trabajo, cosas curiosas o que les habían hecho enfadar. Algo que llamaba la atención era que entre ellos, se contaban prácticamente todo. Después de quince años de unión, parecía que nada ni nadie podía separarles a pesar de que cada uno tuviera su propia visión del mundo. Al terminar de cenar, Kazunari propuso tomar unas copas que él mismo preparó. En eso, él era el artista. Se sentaron todos alrededor de la mesa pequeña, al lado de la chimenea, con la luz apagada y solo el reflejo del fuego iluminando el salón, y continuaron hablando durante horas. Cuando el sueño comenzó a llevarse por delante a más de uno, cosa normal después de trasnochar dos veces seguidas, muchos fueron abandonando la mesa y subiendo a las habitaciones. Keiko daba cabezadas cuando Jun la instó a subir.
- Iré cuando acabe la copa - la dijo.
La chica subió las escaleras casi con los ojos cerrados. Jun había pensado que estaba solo al fin, hasta que Sho se sentó a su lado en el suelo, apoyándose al igual que el moreno en el sofá.
- ¿Es porque no quieres que se vaya? - preguntó directo el pelinegro.
- ¿Qué dices? - susurró él, echándo la cabeza hacia atrás y cerrando un momento los ojos.
- Te conozco demasiado bien, igual que tú a mí - hizo notar -. Sé que te pasa algo y mi intuición me dice que es porque Keiko ha hablado de irse.
- Si tiene que irse, lo hará, quiera yo o no.
- Sabes que eso no es verdad. Ella contará con tu opinión.
El moreno necesitaba hablar. Contárselo a alguien que no fuera ella, porque sabía que la influenciaría, de una manera o de otra. Y eso era ló último que quería.
- Eso es precisamente lo que me da miedo - confesó Jun en voz baja, abriendo los ojos y mirando al techo, sin moverse -. No ser capaz de decirla "vete y haz tu vida, haz lo que tienes que hacer."
- No puedes preocuparte ahora de eso. Aún no es seguro.
- Ya lo sé, pero aún así... la sola idea de imaginar que puede alejarse de mí por un tiempo largo... me consume - suspiró -. Sé que no debo mostrarle esta parte de mí a ella, este egoísmo puro, esta forma de querer tenerla completamente para mí. Sé que es una oportunidad única para ella y que si fuera yo quien estuviera en su lugar, ella me habría abrazado y dado la enhorabuena en lugar de ponerse triste o a pensar en lo que viene después. Sin embargo yo...
- Es normal tener miedo, Jun. Cuando sientes algo como lo que te late en el corazón por Keiko. Es algo usual que pienses que puedes perderla.
- Yo no he dicho eso - hizo notar el moreno.
- Dime que no lo piensas - le retó el pelinegro.
El chico no respondió.
- El problema es perderme yo sin ella - susurró al final -. Esa sensación de oscuridad. De no tenerla. De no despertar con ella. Pensar que su perfume no inundará más veces la casa, que sus chaquetas no estarán colgadas en el perchero junto a las mías.
- ¿Soledad? - adivinó Sho.
- Sí -susurró -. Le tengo miedo a la soledad.
Jamás imaginó que él podía sentirse así, o pensar si quiera en algo como la soledad. Aquella chica había revolucionado por completo su existencia de una manera que todavía no era capaz de explicar. Desde que ella le había dicho un día "eres la clase de persona que no me gusta", no había podido sacársela de la cabeza. Era una completa locura, lo sabía, y sin embargo, era la locura que más feliz le había hecho en toda su vida.
- Esté donde esté, sabes que ella estará pensando en ti - le recordó Sho.
- Pero debemos reconocer que no es lo mismo.
- Vale, sí, es cierto, pero aún así, solo con pensar en ella tú también deberías de ser capaz de superar ese miedo irracional. No estás solo. Y ella jamás te dejará así. Eres consciente de eso, en el fondo. Solo que la noticia te ha tomado por sorpresa y no has sabido pensar con claridad.
- Yo solo quiero lo mejor para ella. Y aún es joven. Tiene muchas cosas que vivir y esta es una de ellas. Una de esas oportunidades que solo se presentan una vez en toda la vida. No permitiré que lo eche a perder.
- ¿Entonces? ¿Por qué dudas si pareces tan convencido?
Jun no contestó. Dio otro trago a su copa y miró el fuego chisporroteando. El color rojizo se reflejó en sus ojos durante unos instantes. La pasión y los sentimientos que tenía por Keiko eran como aquel fuego. Encendido brillaba, soltaba chispas, vivía. Sin embargo cuando el calor se apartara de la leña y las llamas desaparecieran, todo volvería a quedar en silencio y oscuro. Solo. Sintió una punazada atenazándole el corazón. Angustia, miedo, un mal sabor de boca, su respiración demasiado pesada a pesar de estar alterado, la cantidad de ideas que tenía agolpándose en su cabeza y golpeando como un martillo contra sus sienes, amenazando con volver trastornado.
Entonces, de repente, levantó la mirada hacia el ventanal cuando el cielo se iluminó con un rayo que se convirtió en trueno poco después. Al instante, empezó a caer una lluvia ligeramente fuerte que golpeaba contra la ventana. Una tormenta. Que llegaba, pasaba y se iba. Que traía consigo la calma después de la tempestad. Que devolvía la vida a la naturaleza. Una lluvia pasajera que, tras terminar, dejaría preciosas imagenes grabadas en la memoria de muchas personas. Recuerdos, un futuro basado en sonrisas del pasado. Lo que un día se moja, al día siguiente se seca. Y ella sabía luchar sola y salir adelante. Lo había demostrado muchas veces. Podría con aquello. Así como él mismo también debía poder. Porque era el sueño de su chica. Y él estaba dispuesto a cumplir todos y cada uno de sus sueños.
Jun apuró el último trago de su copa y la dejó sobre la mesa. Puso una mano en el hombro de Sho, agradeciéndole la charla y la compañía, y se levantó. Cuando puso un pie en el primer escalón, se detuvo y se giró hacia el sofá.
- Soy su chico. Y la apoyaré hasta el final - decidió.
Sho levantó la copa, haciendo chocar los hielos como si brindase por él, y Jun subió las escaleras de madera, con los truenos de aquella feroz tormenta ocultado el sonido de las pisadas de sus pies descalzos en su camino.
Creo que es la primera vez que se ve a Jun desanimado, y es...raro, mas que nada por su forma de comportarse. Es el mas alegre de todos, y al estar de bajón de esa manera se le nota mucho, muchisimo. Me gusta la charla que tiene con Sho, demostrando una vez mas el compañerismo que existe entre los miembros del grupo. En cuanto a Keiko, se me a asemejado a una medre regañanado a su hijo cuadno le a obligado a sentarse para poder crarle jaja xD. Una monada. Me gusta mucho el detalle de abrazarle por la espalda mientras cocina, o sólo mirarle, como si quisiera grabarselo en la memoria.
ResponderEliminarNo se, me gusta mucho
Precisamente Jun es así de alegre y de impulsivo y de todo pero al verse así de pensativo e incluso triste y miedoso, se da cuenta de hasta que punto enamorarse de Keiko le ha cambiado la vida.
EliminarSho es su amigo, si después de quince años no le conoce él, ¿quien lo haría?
Ella le entiende mejor que nadie y sabe lo que le pasa, porque ella tiene la misma sensación cuando él tiene que viajar. Por eso trata de darle emociones y recuerdos que sustituyan su presencia si es que algún día se va.
Y la esencia de este cuento no está en si se va o no, es algo más... intenso que eso. Ya lo verás.
Lo estaré esperando tenlo por seguro. Pero avisame cuando lo hayas puesto, por que no me aparecen nuevas entradas ._.
EliminarEso es una gran mierda, joder...
EliminarSi te digo que me acaba de aparecer ahora cuadno e abierto el blog la primera entrada de Jun con fecha de hace un día en vez de esta qeu es la mas reciente?.
EliminarY lo mas divertido es que pincho en ella para entrar y me abre de nuevo mi apguina de inicio de blog con toooodas las entradas de los blogs a los qeu sigo. Chachi a que si? xD
No eres la única a la que le pasa. No sé que cojones está haciendo blogger, pero me cabrea.
EliminarNormal xD es que no es para menos. xD
EliminarHe de decirte que me ha sorprendido el rumbo de todo esto.
ResponderEliminarA ver, en un principio no sabia que hilo podias darle a esta historia, me refiero, en la otra mira de lo que iba, pero en esta no le encontraba algo para usar, pero vamos,que no me extraña que tu si que lo hayas encontrado.
Querido Jun eres un tocapelotas, ¿cómo que no te imaginas a Masaki en una situacion como esa? te aseguro que yo misma podria ponerle maravillosamente en esa situacion! Me ha sorprendido, y me gusta que haya cosas que me sorprendan, la verdad.
La casa me ha recordado a una a la que fui yo cuando tenia... bueno cuando era joven, y la verdad, me gustaria volver a una casita rural, asi, bonita, recogidita, y lejos de la "civilizacion" No sé por que no me extraña que sea Nino el que prepare el tema de la bebida, pero aqui el Barman no es él, que conste. La verdad, esque ver a Jun asi de bajon me da hasta pena, me gusta mas el Jun ese descerebrado total que es la mayoria del tiempo, pero en parte me ha gustado que digas un poco de cómo se sentiria él sin ella, saber un poco más;lo que mas mas mas me ha gustado es que Sho estuviera ahi para ayudarle, para animarle, o al menos para escucharle, eso demuestra los quince años que llevan juntos. Me parece flipante la capacidad que tienes para hacer cambiar todo en tres hojas de word, como al principio estan maravillosamente bien y terminan con un Jun rucado, y una Keiko con una posible oferta de trabajo en el extranjero. Hikari siempre metiendo el hocico... me apuesto lo que quieras a que ella y Yamashita se lo habrian pasado como niños en esa casa con los demas. Me gusta lo que Jun dice al final, esa manera de... de demostrar que la va a apoyar, me gusta, y el gesto de Sho con el vaso tambien.
PD. ¿Las frases son de canciones no? No se te pueden ocurrir frases tan geniales. La cancion no es de las que mas me gusten, pero tampoco me desagrada la vocecilla de Nino, y la foto, brutal.
Fue la forma de acabar con la de Sho y empezar con Jun, sinceramente, yo tampoco sé cómo he sido capaz de sacar algo así. De algun tiene que servir no dormir y pensar sin querer.
EliminarA ver, pensemos seriamente, ¿Masaki en esa situación? No, a mi no me pega, que lo hagamos pegar es otro cantar jajaja A mí también me gusta sorprender, es una manía que tengo ;)
¿Cuando eras joven? A ver abuela, no te quejes tanto. Sinceramente me la he inventado, espero haber podido transmitir los detalles jaja A Nino le gusta más la fiesta que a un tonto un lápiz jajaja
Jun estuvo al pie del cañón con Sho, era obvio que aquí sería al revés. Es un lazo muy fuerte el que tienen. Bueno, es que en realidad, a partir de ahí gira toda la historia, no precisamente del viaje, sino de lo otro. Ya irás viendo.
Claro, lo hubieran pasado pipa, pero Yamashita es Yamashita, no pinta nada ahí, así que... no mezclemos las cosas por mucho que nos gusten jaja
PD. Las frases son de la propia canción, querida. La canción *veamos, es complicado, tengo poco repertorio después de la de Sho, ¿vale?* es super bonita, a mí sí que me gusta mucho y a Keiko tengo entendido que también jaja La foto es que... sacale una foto a Jun, como sea, y ya tienes una foto brutal, no tiene más.
Pues no sabras como has sido capaz, pero lo has sacado y por la puerta grande ;)
EliminarPero le harias pegar! jajajajaja y eso lo sabemos todas! ni tanto que te gusta sorprender, acuerdate de Papá Noel, y no me refiero precisamente a la franela e.e"
Jajajajaja sep, en mis tiempos.... *feel like Oba-chan*jajajajaja si, lo has explicado muy bien, hasta yo, que soy cortita lo he pillado asiqe... jajajaja seehhh Nino es un fiestero, menos mal que esta Riida para poner orden.... JAJAJAJAJAJA vale, si, era el chiste de las 00:02 xD Si, supuse que Sho tambien iba a jugar un papel interesante, y me gusta.
Bueeeeeeeeeeeno.... yo hubiera puesto a Yamashita con Riida a pescar JAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJA
PD. sep, se que os encanta, sere yo la rara u_u cierto, Jun esta brutal en todas las fotos, pero esque Jun es mucho Jun
En pleno atardecer, ese sitio tiene que ser más precioso aún.
ResponderEliminarNo sé que es peor, si estar fuera o dentro; la mejor opción los dos juntos xD Jun, pequeño, que mamón eres a veces. He de reconocer que yo tampoco me imagino a Aiba en esa situación, pero iban preparados, si señor xD.
La casita es preciosa. Tiene pinta de ser superacogedora, cálida y tranquila; también promete regalar recuerdos maravillosos. Creo que respecto a la imaginación de Sho, bendita, bendita xD
Jajajaja, conspiración "no te acerques a la cocina" contra Sho. Pobre, hubiera sido interesante verlos a los dos juntos, mano a mano, cocinando.
Kazunari, glotón. "Algo muy rico de esas cosas que te da por inventar de vez en cuando." Aiba quiere verlo a lo Bambino xD, yo también. Está monisisisisisisimo.
Me ha gustado mucho que todos la hayan felicitado, e instado a la exposición. Lo que no me ha gustado tanto ha sio el cambio de humor de Jun. Me ha encantado el gesto, que ha tenido ella, de acercarse y abrazarle por la espalda. Me encantaría tener ese imagen de él en la cocina. "No pongas esa cara tan seria. Ni demuestres tu tristeza en los ojos. " Eso me ha encantado, no quiero que esté triste, ni que se esfumé esa alegria, impulsividad, picardía que él tiene.
Me pierde ese apoyo que Sho le tiende a Jun (cosa lógica después de tanto tiempo juntos, pero me ha encantado verlo). Esa charla sincera, sacando a relucir los pensamientos y los miedos de Jun. Respecto a esos pensamientos tengo dos cosas que decir; por un lado me parece un amor no, lo siguiente, me explico, ese miedo a perderla, a necesitarla; me mata, porque demuestra que la quiere muchisimo. Por otro lado es tonto, igual que se siente él, se siente ella, seguro.
La frase de él al final ya me remató.
La foto me mata, y la canción me pierde. Everything
El sitio de por sí es muy bonito, he de reconocerlo.
EliminarNo es un mamón, es sincero, yo tampoco me imagino a Masaki en situación... jajaja
La casa me la he inventado pero la parte del sofá, la chimenea y los ventanales... son de Hana Yori Dango, de los últimos capitulos de la segunda temporada, ¿te acuerdas de cuando van a la nieve? Pues del refugio. Solo que el refugio era demasiado grande, con baños y movidas de esas, la casa es más pequeña.
A ver, Sho cocinando puede que tengamos que salir corriendo por incendio provocado xD Y Jun siempre está a lo Bambino con sus cacharros de cocinar jaja y siempre muy ñam ñam él también jaja.
Es normal que cambiara su humor de repente al enterarse de aquella noticia. Hasta el momento no se ha separado de Keiko nunca de esa manera, tal vez por algún tour pero digamos que era diferente. Por eso de repente se siente tan inseguro que le cambia el ánimo al pobre. Para ella también es raro verle así, por eso le dice eso. El chico necesitaba hablar, pues ahí estaba Sho. Es así de fácil. Entiendo tu forma de verlo, pero de momento, solo se sabe lo que él piensa así, de momento.
La frase de él es muy Jun.
En la foto siempre va a salir guapisimo, es él.
Y sé que adoras esa canción.
Y como última palabra, te diré que me ha gusta mucho este comentario tuyo, que lo sepas :)
¿Viste? Al menos tengo buen gusto, oye xD
EliminarCulpa mia, no decia lo de mamón por lo de Aiba, yo tampoco me lo imagino, lo decia por lo que le dice a Keiko de darla calor, porque lo dice en plan picotero.
Síiii, me la he imaginado más o menos igual. ¿Cómo se te ocurre que no iba a acordarme? xD *Tsukasa grrr njjaiodjaiosdj. Vale ya*
Jajaja, mi pobre, no seas mala.
Ya lo sé, si lo veo normal, pero no me gusta verle así, jo, y las palabras que ella le ha dicho son perfectas.
Precisamente por eso me remató, porque es muy él.
Está bien saberlo. Arigato gozaimasu :D